Anocheció demasiado rápido para el gusto de Lara.

—No sé si esto tenga un final feliz —dijo Carol.

—El sendero se divide en tres —dijo Daryl—. No tiene sentido.

Lara escuchó el chasquido de una ramita y abrió los ojos—. Vamos. No me gusta esto. Regresemos, vamos.

—Oye —dijo Yumiko, mientras dos caminantes aparecían entre los árboles—. Son de Hilltop.

—Y ahora están muertos —dijo Lara, reemplazando el arma de Rick con su espada—. Mírenles las manos. Podrían ser los de las pieles —Lara balanceó su espada y cortó la cabeza de un caminante—. Regresen al camino, ¡vamos!

Más caminantes estaban bloqueando su camino de regreso a la carretera, por lo que Michonne gritó—: ¡Por aquí!

Dondequiera que miraban encontraban su camino bloqueado por caminantes. Entonces se pusieron a trabajar, cortando y apuñalando hasta que cada uno de los caminantes yacían muertos a sus pies. Cuando cayó el último caminante, Lara escuchó los susurros en los árboles y se acercó a sus amigos.

—Hagan un círculo —dijo Lara—. Cuídense las espaldas.

Estaban rodeados por Susurradores, y luego Lara escuchó una voz familiar y grave que decía—: Suéltenlas.

—No —jadeó Lara—. No es posible.

—No lo pediré dos veces —dijo Beta, emergiendo de los árboles.

—Nosotros... nosotros lo matamos —susurró Lara, arrojando su espada.

—Solo tenían que darme a la chica —dijo Beta—. Nadie más tenía que morir. Ahora ese trato... se acabó.

Sus manos fueron atadas a la espalda y Lara fue empujada por un Susurrador. Se quedó tan cerca de Daryl como pudo, siguiendo a los Susurradores a través de los árboles hasta que les dijeron que se detuvieran. Luego, se pararon en un círculo, los cinco frente al ejército que los rodeaba.

A través de los árboles emergió Alpha, sosteniendo una cuchilla ensangrentada en sus manos. Daryl dijo—: No la recuperarás.

—¿Crees que esto es sobre mi hija? —preguntó Alpha, mirando su cuchilla—. Tuve problemas en el camino. Fue inevitable. ¿Te gusta mi nuevo campamento? A mi gente le gusta moverse y seguir deambulando.

—Le dimos asilo a Lydia —dijo Michonne—. Cualquier intento de llevársela a la fuerza resultará en represalias.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Alpha.

—Michonne.

—¿Ella habla por ti? —le preguntó Alpha a Lara.

—Hablamos el uno por el otro —respondió Lara.

Alpha asintió—. Mi hija ya no es un problema. Era débil. Nunca alcanzó las expectativas.

—¿"Era"? —preguntó Daryl—. ¿Qué diablos significa eso?

—Para ser claros —dijo Alpha, sacando su escopeta—, tu grupo no puede amenazarme. Es un hábito que deben abandonar. Ven conmigo. Solo tú.

—No —dijo Lara temblorosa—. No, llévame a mí en su lugar.

—No, solo él —dijo Alpha—. Muévete ahora, o le dispararé a tu amiga. Otra vez.

—Está bien —le susurró Daryl a Lara—. No intentes nada.

Pasaron la noche en el campamento de los Susurradores, y fue temprano en la mañana cuando fueron liberados. Les devolvieron sus armas y les dijeron que se fueran, con la advertencia de no cruzar la frontera establecida por Alpha fresca en sus mentes.

—¿Cómo marcó la frontera? —preguntó Lara mientras caminaban por los campos y subían una colina—. ¿Qué significa eso?

Sostenía la ballesta de Daryl, muy preocupada por él hasta que lo vio caminar hacia ellos. Corrió colina abajo para encontrarse con Daryl, saltando a sus brazos mientras dejaba caer su ballesta en el césped. Él le abrazó la espalda con fuerza, antes de soltarla y recuperar su ballesta del suelo.

—¿Estás bien? —preguntó Daryl.

Lara asintió—. Sí, nos dejaron ir.

—Vamos —dijo Daryl—. Salgamos de aquí.

Caminaron por el bosque en silencio, nadie tenía idea de qué decir. Lo que había sucedido era aterrador, pero Lara tenía la sensación de que esto era solo el comienzo. Mientras pasaban entre los árboles, escuchó gritos ahogados, y sus ojos se posaron en Siddiq, atado a un árbol.

—¡Siddiq! —jadeó Lara, corriendo hacia él—. ¿Qué pasó?

Ella y Michonne lo liberaron y Siddiq señaló a través de los árboles de la cima de la colina—. Yo... Yo...

En la cima de la colina, Lara pudo ver tal vez una docena de estacas, cada una rematada con lo que parecía una cabeza. Cuanto más se acercaba, más se daba cuenta de que reconocía esas caras en las estacas.

Sus ojos viajaron de izquierda a derecha, viendo a Ozzy, Alek, DJ, Frankie, Tammy, Rodney, Addy...

—¡NO! —gritó Daryl, corriendo hacia su esposa—. ¡NO! ¡NO MIRES!

Cuando el cuerpo de Daryl chocó con el de Lara, vio quiénes eran las últimas tres personas. Una era Henry, y Lara sintió que se le rompía el corazón cuando vio la cabeza del chico en una estaca, pero eso no fue nada comparado con lo que sintió al ver los ojos vacíos de Tara y Enid mirándola. Tropezó con el pecho de Daryl mientras jadeaba, mirando a sus amigas.

Tara, que había sido tan buena cuando se conocieron. Siempre dispuesta a reír, siempre creyendo en sus amigos. No estaba destinada a ser una líder, al igual que Lara, pero aceptó el desafío con la frente en alto.

Enid, que se había convertido en una hija para Lara. Quien siempre estaba dispuesta a ayudarla; quien adoraba a Rosie con todo su corazón. Enid, que estaba aprendiendo a amar nuevamente después de la muerte de Carl. Ella no se merecía esto.

Ninguno de ellos lo merecía.

—No —jadeó Lara, antes de que sus ojos se posaran en la última estaca.

No había nada que describiera la sensación que atravesó el cuerpo de Lara cuando posó los ojos en esa última cabeza zombificada. Un entumecimiento se extendió por todo su cuerpo y sintió que sus piernas se aflojaban mientras las lágrimas llenaban sus ojos. Daryl la sostuvo en sus brazos mientras ella se aferraba a su chaleco, dejando escapar un sollozo que hizo que le doliera el corazón.

Daryl la había visto primero. La había visto y sabía que Lara no podía pasar por ver algo así sin empujarla completamente al límite. Estaba tan enojado, tan angustiado y tan dolorido que incluso él estaba tratando de contener las lágrimas mientras sostenía a su esposa llorando e intentaba no pensar en la última conversación que tuvo con su hija.

Su hija.

Ahí, en la última estaca, estaba la cabeza de Rosie.