[23] LA CHICA
Los encontraron después del anochecer en un cementerio rodeados por los gruñidos de los caminantes que no podían ver a través de la niebla. Lara pudo escuchar a los caminantes cuando llegó a la valla, y vio a Eugene tratando desesperadamente de abrir la puerta.
—¡Eugene! —susurró Lara—. ¡Eugene!
—¡Lara! —jadeó Eugene—. Santo cielo, qué alegría verte. La erosión atoró la puerta. No podemos salir.
—Necesito que empujes —dijo Lara—. ¡Michonne!
Magna corrió detrás de ellas y Michonne la miró—. ¿Qué demonios estan haciendo aquí?
—Nos ganamos el puesto —respondió Magna mientras intentaba ayudar a Lara y Michonne a abrir la puerta.
—¡Daryl! —gritó Lara—. ¡Daryl!
—Está detrás de nosotros —gritó Eugene—. No podría decirte su ubicación exacta en este momento, pero sé que está en algún lugar detrás de mí.
—¡Eso no ayuda! ¡Yumiko, dame un empujón! —dijo Lara, agarrando la parte superior del pilar de piedra con ambas manos.
Yumiko la empujó por encima de la pared, evitando los pinchos en la parte superior de la valla, y saltó al otro lado. Sacó su espada cuando vio a Jesus dirigirse a la niebla, un acto que hizo que Lara lo siguiera.
—¡Jesus!
—¿Lara? —preguntó Jesus antes de matar a un caminante—. Diablos, es bueno verte.
—Lo mismo digo —dijo Lara, blandiendo su espada tan casualmente como si estuviera cortando un bistec—. Tú y yo tendremos una larga conversación después de esto.
Jesus sonrió—. La espero con ansias.
Lara mató a otro caminante antes de escuchar la voz de Aaron detrás de ella—. ¡Lara! ¡Jesus! ¡Vamos!
Mientras Jesus se dirigía a la puerta con Lara detrás de él, mató a un caminante y fue a golpear al segundo. Sucedió en un instante, y Lara casi no podía creer lo que veía. El caminante esquivó la espada de Jesus, giró y le clavó un cuchillo en la espalda.
—¡NO! —gritó Lara, lanzándose hacia el caminante con su espada levantada.
Lo apuñaló en la espalda, y cuando otro corrió hacia ella, una flecha lo derribó. Lara estaba cegada por las lágrimas, los sonidos de los gritos de Aaron rezumbaban en sus oídos mientras miraba a los caminantes corriendo hacia ellos, demasiado confundida pero en demasiado peligro como para cuestionarlo.
Mientras sus amigos la rodeaban, Lara se arrodilló y acunó la cabeza de Jesus en su regazo—. Estás bien, estás bien. Sólo mantente despierto.
Los ojos de Jesus encontraron los de ella y una pequeña sonrisa adornó su rostro—. Está bien.
—No, no, no puedes morir —dijo Lara, agachándose cuando Michonne balanceó su espada sobre su cabeza—. No, Jesus. Te necesitamos.
—Está bien —susurró Jesus—. Estarán... bien.
—No —dijo Lara mientras el cuerpo de Jesus se detenía—. No, no, por favor no te mueras. No cierres los ojos. ¡Despierta, despierta, despierta!
No podía soportar perder a nadie más, no después de Rick. Perder a Jesus se sentía como si estuviera perdiendo a su amigo más antiguo, porque en los años transcurridos desde la desaparición de Rick, Jesus se había convertido en su amigo más cercano. Lara siempre acudía a él cuando necesitaba algo, haciendo el viaje a Hilltop solo para buscar su consejo.
A su alrededor, la lucha cesó cuando el último caminante cayó al suelo. Lara permaneció al lado de Jesus mientras Aaron se arrodillaba a su otro lado, colocando una mano sobre el pecho de Jesus con una expresión angustiada en su rostro.
—Estos caminantes —dijo Michonne—, ¿qué son?
Daryl se arrodilló sobre el caminante y miró la parte posterior de su cabeza. Lara observó cómo cortaba la piel y sacaba lo que parecía ser una máscara hecha de piel de caminante.
Lara volteó el cuerpo del hombre muerto, revelando un ser humano—. ¿Qué mierda es esto?
Un susurro llamó su atención, un hombre que decía—: Están atrapados.
Todos se tensaron y Lara escuchó a Dog ladrar a su lado. Se puso de pie, desenvainando su espada mientras ella y sus amigos convergían en un círculo. Agarró la manga de Daryl y él la miró.
—Si nos morimos hoy —dijo Lara—, te amo.
—No vamos a morir hoy —respondió Daryl.
Lara vio acercarse a los caminantes, incapaz de distinguir entre los reales y los falsos. Michonne susurró—: Vayan, ahora —y el grupo comenzó a dispersarse, atravesando las puertas. Daryl le disparó a un caminante que sostenía un cuchillo antes de apuñalar a un segundo.
—Tenemos que llevar a Jesus —gritó Lara mientras mataba a los caminantes.
—Lo tengo —dijo Daryl, mientras él y Aaron recogían el cuerpo de Jesus—. Vamos.
Lara lo siguió fuera de las puertas y las cerró detrás de ella, sellando a los caminantes dentro del cementerio. Sintió a Daryl agarrar su mano, y luego estaban corriendo.
—¿Quién diablos haría esto? —preguntó Yumiko una vez que se alejaron—. ¿A quién se le ocurriría?
—Sospecho que a algún envase lleno de salsa espesa de impulsos anormales y rabia hecha metástasis —respondió Eugene.
—Es una locura total —dijo Magna.
—¿Crees que hay más? —le preguntó Aaron a Daryl, mientras arrastraban a Jesus entre ellos.
—Sí.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Lara, mientras ella y magna derribaban la cerca que mantenía a salvo a sus caballos.
—Por ahora, seguimos avanzando —respondió Michonne.
Lara observó a Aaron y Daryl levantar el cuerpo de Jesus sobre la espalda del caballo. Verlo allí tendido, muerto, hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas y tuvo que alejarse.
Luego sintió que un brazo le rodeaba la cintura y la empujaba hacia un cálido pecho. Daryl besó su mejilla cuando ella se dio la vuelta en sus brazos y lo abrazó, enterrando la cara en su pecho mientras sollozaba.
—Podrías haber sido tú —sollozó Lara—. No puedo creer que esté muerto, pero podría haberte pasado a ti.
—Oye, está bien —susurró Daryl, mientras colocaba una mano en la nuca de Lara—. Estoy bien.
—P-por favor, vuelve a casa —gimió Lara—. Necesito... necesito que vuelvas a casa.
Daryl asintió—. Volveré a casa. No te dejaré.
—Oye, tenemos que irnos —dijo Michonne.
Lara asintió y se secó los ojos mientras tomaba las riendas de su caballo. Aaron extendió una mano, deteniéndola—. Yo me encargo.
Lara le agradeció antes de salir a caminar con Daryl y Michonne. Daryl pasó un brazo alrededor de sus hombros mientras caminaban, acercándola hacia él. Era agradable estar de vuelta con Daryl y con Dog caminando junto a ellos, su nariz rozando de vez en cuando los dedos de Lara.
—¿Quién diablos son las dos chicas? —preguntó Daryl.
—Judith las encontró —respondió Lara—. Magna y Yumiko. Respondió por ellas. Yo también.
—Está bien —dijo Daryl—. ¿Michonne?
—Estoy trabajando en ello —respondió Michonne.
—Significará mucho para ellos que lo llevemos —dijo Lara—. Que lo enterremos.
—Lamento no haber podido darte eso —dijo Daryl en voz baja—. A ambas.
—Gracias por haberlo buscado —dijo Michonne—. Y por después.
—Nos siguen —dijo Magna cuando Dog comenzó a ladrarle a los caminantes en los árboles.
—¿Serán de la versión nueva o de la clásica? —preguntó Eugene.
—Vamos a averiguarlo —respondió Daryl—. Buen perro.
—No me importa lo que sean —dijo Lara desenvainando su espada—. Van a morir.
Siguieron a los caminantes hasta el puente, momento en el que se separaron. Lara y Daryl se fueron por un lado, mientras que Michonne se fue al otro. Daryl armó su ballesta y le disparó a un caminante en la pierna; no reaccionó, por lo que Lara sacó un cuchillo y se lo lanzó a otro. Un grito masculino acompañó al caminante cayendo al suelo, atrayendo la atención de los demás.
Dos caminantes más giraron para dirigirse hacia el otro lado, encontrando su camino bloqueado por Michonne. Lara se dirigió hacia los caminantes reales que se daban un festín con el hombre, matándolos fácilmente. Mientras Michonne se ocupaba de un caminante falso, el otro sacó un cuchillo.
—¡Suéltalo! —exigió Daryl, acercándose al caminante falso.
Cayó de rodillas y levantó las manos en señal de rendición. Daryl le quitó la máscara y reveló a una chica de no más de dieciséis años, luciendo aterrorizada.
—¡Por favor! —jadeó la chica—. ¡Por favor, no me mates! ¡Por favor!
Lara se acercó a ella—. ¿Cuántos?
—Por favor, los mataron a todos —sollozó la chica—. Quedé yo sola.
Lara empujó la punta de su espada hacia la garganta de la chica—. No te creo.
Los gruñidos de los caminantes se estaban acercando, y Daryl dijo—: No hay tiempo. La llevaremos con nosotros.
—Su gente mató a Jesus —espetó Lara, pero luego encontró la mirada de Daryl.
Quitó su espada de la garganta de la chica y Daryl la agarró por el brazo—. Arriba.
—Si intentas algo —susurró Michonne, sosteniendo la máscara de la chica—, no tendrás que fingir.
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