[22] LOS SUSURROS
—Entonces, ¿qué más no sé? —siseó Michonne mientras caminaba por Hilltop con Lara y Siddiq.
—No sabía nada sobre Eugene y Rosita —dijo Siddiq.
—Pero sabías que Aaron estaba trabajando para una vía clandestina —dijo Michonne.
—Hilltop no es una vía clandestina, Michonne —dijo Siddiq—. Estamos hablando de nuestros amigos.
—Tiene razón, Michonne —dijo Lara, cuando vio que Carol se dirigía hacia ellos—. ¡Carol!
Corrió hacia su amiga y la abrazó, lo que provocó que una sonrisa apareciera en el rostro de Carol—. Hola, Lara.
—No esperaba verte aquí —le dijo Michonne.
—Lo mismo digo —respondió Carol—. ¿Quiénes son tus amigos?
—Todavía no somos amigos —dijo Magna—. Me llamo Magna. Ellas son Yumiko y Connie.
Carol señalizó su nombre y Connie respondió con "Encantada de conocerte". Carol se rió—. Lo siento, eso es todo lo que sé.
—Es un placer conocerte —dijo Yumiko con una sonrisa.
—Vamos —dijo Siddiq—. Veamos dónde nos van a alojar.
Cuando Siddiq llevó a Magna, Yumiko y Connie a la casa, Carol y Michonne se miraron y hablaron al mismo tiempo.
—¿Cómo están...?
—¿Está...?
Michonne se detuvo—. Tú primero.
—¿Cómo están Judith, RJ y la pequeña Rosie? —preguntó Carol.
—Bien —respondió Michonne—. Muy bien. RJ está casi tan alto como Judith y Ro.
—¿Ezekiel también está aquí? —preguntó Lara.
—No, solo yo —dijo Carol—. Vine a dejar a Henry. Aprenderá el oficio de herrero.
—Bien por él —sonrió Michonne.
—Es un buen chico —dijo Carol—. Tiene un gran corazón. Y ve cómo se derrumba su hogar y quiere ayudar.
—Leí la carta de Ezekiel —dijo Michonne—. Y lamento que tengan problemas.
—Todavía puedes ayudar —dijo Carol—. Realmente necesitamos la feria. Si Alexandria puede enviar una delegación, aunque sea...
—Lo siento —la interrumpió Michonne—. En serio. No era mi intención rechazarte, especialmente a ti. Pero nosotros también tuvimos problemas. Lo sabes.
—Sé lo que vivieron —dijo Carol—. Y entiendo por qué esto es difícil para ti. Pero todos perdimos algo. Tú y yo, ambas perdimos a nuestros hijos, y seguimos adelante. La una por la otra. Siempre fuimos una familia.
—Y todavía lo somos —dijo Michonne—. Pero el Reino es el Reino. Hilltop está aquí, y Alexandria está allá, y en el medio hay todo un mundo roto, y no podemos fingir que no es así. Ahora cada uno debe velar por los suyos. Así son las cosas.
—Qué lastima —dijo Carol.
—Sí —respondió Michonne—. Fue bueno verte. Saluda a Henry y Ezekiel de mi parte.
Cuando Michonne se alejó, Lara se volvió hacia Carol—. Entonces, ¿viste a Daryl?
—Sí, nos encontramos con él —dijo Carol—. Está bien.
—Sí —dijo Lara—. No lo veo hace un tiempo.
—Te extraña —dijo Carol—. No lo demuestra, pero no pudo ocultarlo cuando le pregunté por ti y por Rosie. Por cierto, ¿cómo está?
—Rosie está bien —respondió Lara—. Odia que Daryl y yo no vivamos juntos. Es difícil para ella adaptarse, pero le está yendo muy bien. Ella y Gracie son buenas amigas y siempre pregunta por la tía Carol.
Carol sonrió—. Bueno, estoy segura de que si puedes convencer a Michonne de seguir adelante con la feria, nos veremos.
—Definitivamente —dijo Lara—. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo, y seguiré intentándolo. No me voy a rendir, no importa cuantas veces me diga que no.
—¿Vas a salir a buscar a Daryl? —preguntó Carol.
—Uh... tal vez —dijo Lara—. Voy a ir a ver cómo está Rosita.
Rosita estaba en la enfermería, y cuando Lara entró, encontró a Siddiq y Michonne en medio de una discusión. Era bastante agitada, y en el momento en que Lara entró, pudo sentir la tensión, pero se dispersó de inmediato cuando Rosita se despertó.
—Oye, oye —dijo Siddiq—. Solo descansa. Estás bien.
—¿Dónde estoy? —preguntó Rosita.
—Estás en Hilltop —respondió MIchonne—. Jesus y Aaron te encontraron.
—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —preguntó Rosita.
—Un poco más de un día —dijo Siddiq—. Pero debes tomártelo con calma.
—No —respondió Rosita—. Eugene sigue allí afuera.
—Lo sabemos —le aseguró Lara—. Ahora mismo hay un grupo rastreándolo.
—¿Ya salieron? —preguntó Rosita, pareciendo preocupada.
—Sí —dijo Lara—. Daryl llevó a Jesus y Aaron esta mañana. Deberían estar de vuelta en cualquier momento.
—No, tenemos que ayudarlos —dijo Rosita—. Sé dónde está Eugene. Les indicaré.
—Rosita, detente, ¿de acuerdo? —dijo Siddiq—. Lo que sea que esté pasando, ellos pueden manejarlo.
—No, no pueden —respondió Rosita—. No tienen idea a lo que se enfrentan.
—¿A qué se enfrentan? —preguntó Lara, mientras el miedo se acumulaba en su estómago.
Rosita se volvió hacia ella, el pánico escrito en su rostro—. Caminantes, pero no son los caminantes que conocemos. Estos podían pelear y se susurraban entre ellos. Apenas... apenas nos escapamos.
Los ojos de Lara se agrandaron—. Pero, ¿cómo es eso posible?
—¡No lo sé! —gritó Rosita en pánico—. ¡Pero tenemos que encontrarlos ahora!
Lara asintió—. Bien, iré a preparar los caballos y luego nos iremos.
—Iré a buscar nuestras armas —dijo Siddiq antes de salir de la habitación.
Veinte minutos después, con todas sus armas en su poder, Lara salió de Hilltop con el grupo, cabalgando lo más rápido que pudo.
Tenía que llegar a Daryl antes de que fuera demasiado tarde.
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