4| ¿Respirar? ¿Cómo se hace?

Prácticamente había olvidado que debía respirar. De hecho, había olvidado cómo hacerlo, en verdad me había asustado.

Leí sobre cómo recuperar y tranquilizar la respiración a la hora de calmar un ataque de ansiedad o de pánico, pero en este momento no recordaba nada.

Supongo que él también se sorprendió al verme.

—Lo siento, no quise asustarte.

—¡Declan! —exclamé contenta.

—Hola Ressie, ¿cómo has estado?

—Bien, ¿y tú? Has crecido bastante desde la última vez que te vi —dije sin saber qué decir.

—Am, sí —. Respondió mi antiguo amigo haciendo un gesto con su cara—. Tu eras más alta.

Ambos reímos nerviosos.

—¿Estás ocupada ahora?

—No, de hecho estaba descansando de tanto descansar —arrugue mi frente y mis labios.

—Ok. ¿Quieres ir a dar una vuelta?

—Claro —mi "yo actual" dudaba, pero la niña aún confiaba ciegamente en él.

—No pareces del todo segura

—Am, sí. Sólo... espérame un momento, le avisaré a mi tía.

—Claro.

Regresé con mi abrigo ya que hacía un poco de frío. Llevaba mis manos en los bolsillos y no dije mucho. Seguía nerviosa.

—Te prometo que no me convertí en un psicópata durante estos años —intentó animarme—. Puedes confiar en mí —dijo sincero.

Reí.

—Lo se. Es sólo que, no tengo mucho para contarte.

—¿Nueva York ya no te resulta interesante? —preguntó divertido.

—La verdad es que ya no tanto —respondí de la misma forma—. Hay muchos psicópatas dando vueltas —Eso no me pareció divertido una vez que lo dije. Un escalofrío recorrió mi espalda e hizo que diera un salto.

—¿Estás bien?

—S-sí, me dio un escalofrío, nada importante.

Llegamos a la plaza y nos sentamos en un banco.

En un momento me pareció que alguien me observaba y eso me hacía estar intranquila. No dejaba de mirar para todos lados.

—¿En verdad te encuentras bien? Te noto algo... distraída

—Sí -mentí —. ¿Vamos por un café?

—Claro, yo invito.

—Claro que no. Yo lo dije primero.

—Aceptaré sólo por esta vez.

—De acuerdo.

Cruzamos la esquina para llegar a la cafetería. Fueron unas pocas cuadras desde la plaza y todavía me sentía observada.

Cuando cruzábamos, otro grupo de gente venía en dirección opuesta y otra vez me quedé helada y boquiabierta. No pude moverme, Declan estaba algunos pasos más adelante y volvió para hacerme reaccionar.

Me tomó de la mano y me estremecí, otra vez.

—Oye, ¿te encuentras bien?

Mi mirada estaba perdida y volví a mentir.

—Sí —respondí con un hilo de voz.

—Resse, eso no es cierto. Estás blanca como un papel.

—Sólo... debo sentarme y tranquilizarme.

—¿Quieres regresar?

—No —dije en unas octavas más arriba.

—De acuerdo. ¿Qué quieres hacer?

—Beber un café, Deck. A eso vinimos —respondí como si fuera obvio.

—De acuerdo... —mi amigo me miró extrañado. Mejor, ¿qué te parece un té?

—Sí, eso estaría bien.

Entramos y buscó una mesa. Me ayudó a sentarme porque me sentía algo mareada, luego un mesero me trajo el vaso de agua que Deck le había pedido.

—En verdad me preocupas, ¿quieres que llame a tu tío?

—No, no —otra vez parecía gritar—. Eso no hará falta.

—¿Vas a decirme qué es lo que sucede?

Por suerte en ese momento llegó otro mesero con nuestro pedido. Y agradecí librarme por un instante. Debía pensar en algo urgente, otra mentira. No podía delatarme sola.

Deck continuó: —Y antes de que me digas que sólo fue un susto, déjame decirte que no te creo. Desde que te asusté por accidente hace un rato te noto distraída y nerviosa. ¿Temes que alguien te persiga?

Así de directo es él. No importaba que hiciera años que no lo veía. Parecía que nuestra relación seguía siendo la misma. Declan Miller siempre me protegía. Seguía siendo el hermano que nunca tuve. Odiaba mentirle, pero no podía decirle la verdad.

No respondí y él sacó sus conclusiones.

—Acaso, ¿estás embarazada o algo?

—No. —negué rotundamente.

Suspiró algo frustrado.

—Está bien, perdón por presionarte, no debí hacerlo. Lo lamento.

Sonreí a medias.

—No te preocupes Deck —. Sólo cambié un poco con los años, me volví más sensible supongo. -eso no era mentira.

—De acuerdo, te creeré por ahora. Cuéntame, ¿cómo te va con la música?

Me puse rígida al escuchar su pregunta, este chico no dejaba de meter el dedo en la llaga. Pero obviamente él no lo sabía.

Respiré profundo intentando que no se note, pero fracasé por completo.

—De acuerdo, me rindo —dijo riendo mientras alzaba las manos en señal de rendición.

Bebí mi té, lo que quedaba de él. Y Deck también terminó su café.

—Mejor, háblame de ti.

—Bien, ¿qué quieres saber?

—No lo se, ¿todavía vives con tus padres? ¿Cómo se encuentran ellos?

Un rato después pagué la cuenta y regresamos. Extrañamente estaba tranquila y por fin tuvimos una conversación a gusto sin mis ataques ni sus preguntas. Pero esto último no podía durar.

Repitió que podía confiar en él y que esperaría a que yo éste lista para contarle lo que me sucedía.

"Eres la segunda persona que me dice lo mismo".

Solté una risita nerviosa.

—¿Quién más te lo dijo?

—¿Qué cosa?

—Que esperaría a que estés lista para hablar.

Lo miré asombrada.

—¿Acaso lo dije en voz alta?

—Sí, lo hiciste.

—Oh, mierda.

—Vaya, no esperaba eso de ti —río—. ¿Vas a decirme quién te lo dijo?

—Mi tía, me lo dijo ayer.

—Oh, que bueno que ella lo sepa.

—Sí, supongo.

—Repito que me preocupas, pero voy a esperar, no importa el tiempo que sea.

—Lo siento Deck, debo entrar.

—De acuerdo, tienes mi número, llámame cuando quieras hablar.

Me abrazó y otra vez me congelé. Mis brazos quedaron a los costados y me puse rígida ante su tacto.

Se dio cuenta de mi reacción y me soltó enseguida.

—Lo siento, no quise incomodarte.

—No hay problema.

—Descansa Resse, llámame si me necesitas.

—Gracias Deck, me gustó mucho verte. Descansa, adiós.

Se despidió y entré a la casa.

Había olvidado lo terco y persistente que es Declan. Tengo que resolver esto. Conociéndolo, no va a descansar hasta descubrir lo que me sucede. No puedo permitir que lo descubra.

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