Capítulo 9: Contratos y dudas.

— ¿Qué quieres ahora? — he salido de clase indiscriminadamente y nadie me ha dicho nada. Es lo bueno de darle igual a todo el mundo.

— Venía a verte, querida — responde César.

— Eso ya me lo imaginaba... Pero te pueden ver y luego hacerme preguntas, muchas preguntas y... — estoy bastante alterada. Odio que este hombre me acose de esta manera.

— ¿Y qué hay de malo en que te hagan preguntas? — odio cuando sonríe sin venir a cuento.

La verdad es que no creo que me pregunten nada. Ya he dicho que le doy igual a todo el instituto. Incluso a Ada, nuestra relación se ha deteriorado muchísimo desde nuestro cambio de vida.

— Acompáñame a dar un paseo y te explicaré qué hago aquí — se da media vuelta, esperándome.

No me queda más remedio que seguirle, a saber qué rarezas me ha traído hoy...

Estamos sin dirigirnos la palabra hasta llegar a un parque no muy lejos de mi instituto. Nos sentamos en un banco recóndito y César empieza a hablar.

— Tu contrato — se saca una hoja muy doblada del bolsillo y me la extiende. Hay un montón de letra pequeña y un cuadrado para escribir el nombre y firmar.

— Explícamelo — paso de leerlo y no entender nada. Puede que no sea una decisión inteligente, pero no me apetece leerme ahora semejante Biblia...

— Como bien podrás imaginar, nuestras acciones no son completamente legales — empieza —, el dinero que manejamos es negro en su mayor parte. Para evitar sospechas de cualquier tipo ya que tu calidad de vida mejorará gratamente después del primer pago, en cuanto cumplas los dieciséis tendrás que venir mediodía y tarde a trabajar como camarera en nuestro restaurante. Es un humilde local en el centro de Vilnuk que usamos como tapadera para poder meter los ingresos en la cuenta de nuestros colaboradores sin problemas... blanquear el dinero, ya sabes — malditos cerdos manipuladores —. También te ayudará a escaquearte de las investigaciones policíacas, ya que si estás trabajando en un restaurante con tan buena fama no habrá problema a la hora de justificar la proveniencia de tu dinero.

— Pero... ¿cómo voy a justificar que me paguen 4000 al mes por trabajar de camarera? — sigo sin entenderlo bien.

— Cuando llegues al local, entenderás eso y mucho más. — qué hombre más siniestro...

— ¿Y todos los de La Parca trabajan ahí? — me intereso.

— Todos los de la asociación de Vilnuk, sí... Excepto Jack, claro— me responde con suma amabilidad.

— ¿Y si por la noche entreno y por el día trabajo...?

— Duermes por la mañana, abrimos a la hora de comer — me interrumpe, averiguando a la perfección lo que pretendía saber.

— ¿Y nunca han sospechado de vosotros?

— Nuestra seguridad y estrategia son exquisitas — dice orgulloso.

— Pero...

— Querida, hasta ahora no nos han pillado. Créeme, llevamos muchísimo tiempo en este negocio. Confía y firma... — me da mala espina.

— De acuerdo, ¿algo más de lo que debas informarme? — digo con sarcasmo.

— Tendrás que vivir tú sola o acompañada de quien creamos conveniente, dejando a tu familia en otro piso que tú misma alquilarás con tu sueldo. Bueno, eso si quieres trasladarles... sino puedes quedarte con todo tu dinero.

— Eh...

— Eso sí — me vuelve a interrumpir —, en caso de que te decantaras por la primera opción, te ayudaríamos a encontrar un apartamento asequible.

— Bueno...

No me gusta la idea de que me aíslen. Va a dar la sensación de que me desprendo de mi familia, y yo no quiero separarme de ellos. Aunque bueno, peor que ahora no podemos estar. Supongo que podremos soportar no vernos un tiempo.

— ¿Por qué tengo que dejar de vivir con mi familia? — algo me obliga a insistir, como un vacío interior...

— Porque quieras o no —se ha tornado serio —, si te entrenas para ser un tipo de artista tan especial, te transformas. No sé si me entiendes, querida... es altamente probable que tu humor cambie en los próximos meses a causa de tu nueva carrera como asesina — me pone los pelos de punta oír esa palabra... —. Tu familia se daría cuenta y empezarían a sospechar, terminarían convenciéndote de que nos abandones y tomes un camino erróneo...

— Comprendo... — agacho la cabeza y me muerdo el labio inferior.

Debería dejar todo esto, no firmar nada y seguir con mi vida. No creo que sea capaz de vivir sola, sin ver a menudo a los míos.

¿Al fin consigo sacar a mi familia de la peor situación en la que podríamos vernos y entonces me obligan a abandonarlos por el mero hecho de que podrían denunciar lo que hago?

Definitivamente, me rindo. Prefiero seguir viviendo en las alcantarillas con Freddy en el hospital y los demás muriéndose de hambre...

《No Sira, no puedes ser tan egoísta.》

Cierto. Debería sacrificar mi absurda ética y darles por fin lo que se merecen. De acuerdo, firmaré.

Aun así, necesito una repuesta más. Una que después de ser respondida determinará mi definitivo lazo con La Parca.

— ¿Puedo llevar animales?

— Claro.

Saco un lápiz de mi mochila y agarro el papel. Lo apoyo en mis rodillas y me quedo pensativa.

Ya no hay vuelta atrás.

Yo, Sira Windsor, me muestro conforme con los aspectos y requisitos de este contrato así como me comprometo a cumplir todas las exigencias registradas y explicadas correctamente y a merced de mi entendimiento que se encuentran descritas en él.

Soy consciente de que una vez firmado este contrato no habrá posibilidad de arrepentimiento y prometo cumplir con mis obligaciones.

Fdo. SW~

Cuando finalizo devuelvo la hoja a César y siento un escalofrío. Algo me dice que acabo de cometer un error...

Pero... ¿qué más da lo que vaya a pasar? Sólo hago esta estupidez porque mi conciencia se siente en deuda con mis pobres parientes... Si muero o sufro lo tendré merecido.

César se despide de mí con su habitual sonrisa, la cual reconozco que sí es más blanca que yo. Me quedo sentada en el banco del parque con la mirada perdida y la nieve derritiéndose debajo de mí mientras se me mojan los pantalones.

Me levanto y decido ir al hospital.

Necesito ver a Freddy, saber qué tal está.

Cruzo las ya familiares calles de mi tan odiada ciudad ensimismada. No dejo de arrepentirme de todo esto... en sólo unos días me he convertido en otra persona.

Yo, que tanto he criticado la ambición que tenía mi padre... que tanto le he detestado por haber destrozado nuestra familia... Ahora estoy haciendo lo mismo, pero en otro extremo aún peor que jugar a un jodido juego azaroso. Yo voy a jugar a un juego aún más peligroso: matar.

Aun así soy consciente de que puede que la única que termine muerta soy yo. Aunque bueno... ahora que lo pienso creo que llevo muerta demasiado tiempo, ¿qué más da lo que haga o deje de hacer?

Llego al gran edificio gris. Siempre me han llamado la atención las verjas en las ventanas... más que un hospital parece una cárcel.

Pregunto a millones de enfermeras (y no estoy exagerando) sobre el paradero de Alfred Windsor. Todas me miran mal, pues Alfred Windsor también era el nombre de mi padre.

Finalmente un chico joven medianamente amable se digna a responderme.

Bajo a la planta -1, sección B, habitación nº 6. Casi me caigo por las escaleras del agobio que llevo conmigo y me siento en la sala de espera. Afortunadamente está vacía.

Ahora que estoy quieta, vuelvo a pensar en mi situación... y me acuerdo de que voy a necesitar medicinas para Armin.

La puerta de la habitación de Freddy se abre... y Jack sale de ella.

— ¿Visita? — está muy serio y hace como si no me conociera.

— Sí, por favor... — obviamente le sigo el rol.

— Pase por aquí, ¿es la abuela o la madre? — maldito bastardo. Aprovecha la mínima para burlarse de mí.

— Hermana — digo con algo de furia.

Jack me conduce hasta la camilla. Freddy yace tal y como lo dejé: enchufado a mil máquinas que le ayudan a respirar y con algún que otro gotero a su alrededor.

Está completamente dormido. Parece algo menos pálido que la última vez que lo vi.

— ¿Está... bien? — no puedo casi ni hablar. Tengo un nudo enorme en la garganta.

— Ahora sí — responde Jack —. Está en buenas manos — guiña un ojo.

Le miro intentado expresar mi agradecimiento.

— No tenéis muy buena fama, Windsor — gracias por el dato —. Otros médicos se negaban a tocar a tu hermano... pero yo no podía dejarlo así.

¿Ahora se hace el bueno? ¿Tengo que recordarle que es un asesino? Aun así se lo agradezco... Si no fuera por él Freddy sería un caso perdido... ¿Y los integrantes de este centro inmoral se hacen llamar médicos?

— Gracias Ja... Gracias Doctor... — consigo decir con la voz entrecortada.

Mi tutor me responde asintiendo con la cabeza y a continuación cierra la puerta con cerrojo. Se acerca a mí con intención de hablarme.

— Tu hermano se pondrá bien, Sira. Tiene una infección bastante grave que probablemente tenga su causa en las malas condiciones en las que vivís. Se hizo una herida y la falta de higiene la agravó — no sé cómo se habrá enterado de cómo vivimos.

Trago saliva.

— Lamento haberte juzgado mal... — ¿qué dice? — Pensaba que te unías a nosotros por tu propio bien, pero lo haces para salvar a tu familia. Eres una buena persona.

Sus palabras me han conmovido, una pena que no tenga razón...

— No, Doctor...

— Tranquila, nadie puede oírnos. Puedes llamarme Jack, no hay cámaras — me interrumpe.

— Jack, lo he hecho porque soy una egoísta... — estoy casi llorando — Es sólo porque me siento en deuda y no soy capaz de soportar la jodida culpa — me siento en una silla y escondo la cara entre mis manos. Estoy a gusto desahogándome con él.

— Eso es lo que tú crees — levanto la mirada. No sé a qué se refiere.

Me incorporo para acercarme a Freddy y le cogerle de la mano.

— Te sacaré de aquí — sollozo cerca de su oído —. Te lo prometo pequeño...

Entonces recuerdo.

— Armin tampoco está muy bien... me pasé con él... — sigo sin poder parar de llorar.

— ¿Y? — no parece importarle.

— Está en mi casa, no puede andar — me seco en la manga. Justo con la que estaba manchada con la sangre de la nariz del ninja. Me vuelve a dar asco.

— ¿Lo tienes en tu casa? — ahora está más serio y parece enfadado —. Ten cuidado con él.

— Que tenga él cuidado conmigo — contesto indignada.

Jack se ríe.

— Cada vez me caes mejor — me sonríe.

Al fin parece que puedo parar de llorar.

— Pues voy a tener que quedármelo hasta que pueda andar — añado —. Y necesito medicinas. ¿Puedes darme algo?

Mi tutor asiente.

— Quédate aquí, ahora vuelvo — quita el cerrojo y se marcha.

Me quedo a solas con mi hermano. Ahora que no está Jack intimidando, puedo hablar tranquilamente con Freddy... aunque no me oiga.

— Tienes buena cara — sonrío tiernamente mientras le aparto un mechón de su rostro prácticamente inerte —. No me vuelvas a dar este susto, ¿vale? —susurro.

El resto del rato encuentro inútil hablar más y me limito a observarle y a desear para mis adentros que se recupere.

Cuando Jack vuelve lleva una bolsa en la mano. En vez de dármela, abre una pequeña ventana que da al jardín del hospital y la arroja contra el césped. Aunque estemos en la planta -1, hay ventanas que dan al exterior para poder ventilar. Están prácticamente pegadas al techo de las estancias y, cómo no, tienen barrotes.

— No te dejarán salir con ellos — se refiere a los medicamentos —. Te he metido una nota indicando lo que tienes que hacer. No debería resultarte muy difícil, si el chico empeora házmelo saber.

— Gracias, intentaré no cagarla — el vocabulario adecuado en el mejor momento.

Me despido de Freddy con un beso en la frente y me voy. Son justo las dos y media, hora a la que suelo salir del instituto.

Me alejo del hospital no sin antes coger la bolsa.

Llego "a casa" y me dirijo a "mi habitación". Una vez en mi destino saludo a Bichín, que está encima del escritorio, y la acaricio. Ella me lo agradece, como siempre. En cuanto me doy la vuelta para ver a Armin se mete de un salto en mi capucha y asoma su cabecita hasta subirse a mi hombro. Le doy un empujoncito cariñoso con la nariz y me lo devuelve lamiéndome el moflete. Amo a esta ratita.

Armin aún no ha dicho nada. Está tumbado de medio lado y parece estar temblando. Me agacho y le cojo por el hombro para darle la vuelta.

— ¿Estás bien? — le pregunto.

Entreabre los ojos y asiente. Está muy pálido y no pone cara de estar divirtiéndose, precisamente. Le toco la frente y compruebo que arde. Decido no decirle nada para no empeorar la situación.

— Mira lo que te traigo — le pongo la bolsa de medicinas delante de la cara.

Me sonríe. Ahora mismo está tan indefenso... Definitivamente, me cae mejor cuando está calladito.

Empiezo a sacar las medicinas de la bolsa: la nota de Jack, paracetamol, muchas vendas, gasas y agua oxigenada. Se me olvidó decirle a mi tutor que según creía había que coserle la herida, está realmente abierta.

Pero bueno, supongo que podremos sobrevivir esta tarde. De momento leeré las indicaciones.

Aparto la manta para dejar su herida al descubierto. Me recuerda a un camaleón: un día roja, otro morada... ¿cómo se le ha podido infectar tan deprisa? Ah claro, está en una alcantarilla...

Vierto un poco de agua oxigenada en la gasa y presiono suavemente sobre la herida. Armin suelta algún que otro gemido. Luego vierto un poco directamente sobre la lesión y veo como las burbujitas desinfectantes comienzan a actuar. Esta vez ha gritado más.

Para entonces Bichín se ha bajado de mí y está olisqueándole la oreja a Armin. Esta vez no se asusta.

— Shh... — le digo al ninja, que no para de gemir. No es conveniente que haga mucho ruido, a lo mejor Albin ha vuelto ya.

Vendo la rodilla lo más fuerte que puedo y examino bien el nudo. Luego ofrezco el paracetamol a mi huésped pidiéndole perdón por no tener agua.

Cuando me voy a levantar, me agarra de la mano y me dice:

— Sira, gracias por todo — le cuesta hablar —. No quiero que pienses que no aprecio lo que estás haciendo...

— Tranquilo... — respondo.

Le vuelvo a tapar con la manta. Está tiritando.

— Deberías dormir un rato — propongo.

Me sonríe y se recuesta.

Oigo gritar algo a mi madre, nos está llamando. Con suerte habrá traído algo de comer.



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