Capítulo 7: El ninja.


— Primero tengo que conocerte — me dice Jack, indiferente.


— ¿Conocerme? — contesto.

— Empecemos por comprobar cómo de hábil eres — se acerca al paragüero lleno de hoces —. Venga, elige — dice después de haber estado examinando las armas.

Me acerco y las remuevo. Son muy simples, con el mango de madera pero bastante largas: como yo de altas... más o menos 1,70 metros.

Termino cogiendo una al azar, pesa bastante.

— ¿Qué quieres que haga? — pregunto a mi supuesto tutor.

Él sonríe irónicamente.

— Córtate esas greñas, novia cadáver — odio que se burlen de lo blancucha que soy.

La verdad es que estaba deseando cortarme el pelo, es demasiado largo. Con la hoz y sin mirar no me va a quedar muy bien... pero sinceramente me importa poco.

Me aparto todo el pelo a un lado, recogiéndomelo como puedo. Lo cojo para ponerlo delante de mi cara y verlo bien.

— Sujeta — le digo a Jack.

Él apaga el cigarro contra la pared y me sujeta la melena.

Muevo la hoz rápidamente para cortar y mi profesor se queda con mi pelo en la mano. A juzgar por el corte irregular del mechón desprendido, ha debido quedarme bastante mal.

Ahora me llega un poco por debajo de los hombros.

Jack deja mi pelo encima de su mesa, se acerca, me quita la hoz y me corta dos pequeñas porciones a los lados de la frente de tal manera que se me forma un flequillo desgarbado. Me devuelve el arma.

— Nunca me había cortado el pelo con una hoz... — admito.

— Yo pensaba que directamente nunca te lo habías cortado — me pone enferma.

— Ja, ja — le respondo.

— Vamos con los ninjas — dice mientras saca otro cigarro de su bolsillo —. Quiero ver lo rápida que eres.

No me molesto en mostrar mi aprobación. Simplemente le sigo por el ya conocido laberinto de pasillos hasta el dojo. Cuando entramos sólo está el ninja de ojos azules... ¿Armin?

Nos ve entrar, se levanta del suelo y hace una especie de saludo.

— Atácala — dice Jack, fumando. Estoy harta del humo.

— No creo que sea buena idea — dice mientras dirige su mano al mango de la katana que lleva colgada en la espalda.

— No seas bestia, Armin — contesta Jack —. Atácale sin armas.

— Tampoco creo que sea buena idea — baja el brazo.

— Lleva una guadaña.

Sí, seguro que una cosa para cortar trigo me ayuda a ganar a un ninja... victoria segura.

— Sigo sin verlo buena idea — esta vez hablo yo.

— Acércate, novia cadáver — Jack me empuja hacia el tatami.

Armin se descuelga la katana y ya en el suelo la aparta de una patada. No es mucho más alto que yo. Sin embargo parece más mayor, de unos 20 años, igual que mi tutor.

Nunca he hecho nada parecido y creo que voy a acabar muy mal.

Jack nos mira con curiosidad, de brazos cruzados y sin sacarse el dichoso cigarro de la boca.

— Atácame tú primero — Armin tiene la voz demasiado grave, creo que la sala retumba cada vez que habla.

— Yo no sé hacer esto eh... — intento escaquearme.

— No me hagas perder el tiempo, criaja — dice el ninja —. Intenta rajarme de una vez.

Qué borde...

Le pongo una especie de cara de asco y seguidamente intento darle con la hoz lo más rápido que puedo.

Me esquiva sin ninguna dificultad y desaparece. Miro desconcertada a mi alrededor y me doy cuenta de que está detrás mío... ¿cómo ha llegado allí?

Intento girarme y darle otra vez, pero vuelve a evadirme sin problemas. Casi sin darme cuenta me ha dado un fuerte empujón por la espalda y he caído al suelo. El filo me ha rajado la cara, justo por la herida que ya tenía.

Me levanto y me la palpo. Cuando miro mi sangre no puedo evitar volver a sentir esa liberación tan peculiar que aparece como si nada cada vez que mi fluido rojo brota al exterior. Sin embargo, cuando vuelvo en mí, miro a Armin con cara de pocos amigos.

Está sonriendo, pero con aire de superioridad.

Furiosa corro hacia él y le ataco. Me parece ver que parpadea y acabo besando el suelo por arte de magia.

Otra vez lo mismo: vuelvo a atacar y vuelvo a caer.

Imposible, estoy quedando como una inútil y Armin y Jack bostezan de aburrimiento.

Prepotentes... se me tiene que ocurrir algo. Soy demasiado orgullosa como para dejar que esto quede así.

Ya está. ¿Quién dice que las trampas no están permitidas?

Vuelvo a atacar al ninja una y otra vez, cada vez me debilito más. Veo como Jack se acaba el cigarro y se enciende otro.

Estoy jadeando y la herida de mi cara sigue sangrando.

— ¿Bandera blanca? — me pregunta Armin con arrogancia al ver que estoy a punto de caer de cansancio.

— No, gracias — me abalanzo hacia él con un grito de esfuerzo y me vuelve a tirar. Intento agarrar la hoz lo más fuerte que puedo.

Siento como crujen todos mis huesos.

— Vale... ya se acabó — digo tirada en el suelo.

Presiento que Armin está sonriendo y mirando a Jack. Seguro que los dos sonríen, riéndose de mí.

— Qué aburrida... — dice Armin mientras siento sus pasos acercándose.

Esperando que esté distraído y demasiado confiado aprovecho para incorporarme rápidamente y lanzar la hoz hacia él. Le doy justo en la rodilla, el ninja suelta un gemido y cae al suelo. Para entonces me ha dado tiempo a recuperar la hoz y apuntarle al cuello.

La acerco lentamente y Armin se aparta torpemente hasta quedar largo en el tatami, apoyándose en los codos y con la cabeza hacia un lado, apartándose de la cuchilla. Me mira atónito.

Presiono un poco más el metal contra su piel.

— ¿Aburrida? — digo sonriendo pero con el cansancio pesando sobre mi voz.

Jack también parece sorprendido. Pronto se acerca aplaudiendo sonoramente y moviendo la cabeza en signo de aprobación.

— Vaya, parece que la novia cadáver te acaba de dejar muy mal...

El ninja está muy serio y parece que la situación no le hace tanta gracia como a Jack.

Aparto la hoz de su cuello, le he dejado un pequeño corte poco profundo que se cubre con la mano. Probablemente le moleste el escozor.

Juego sucio, engaño... Seré ruin, pero he ganado y eso no me lo quita nadie. A veces importa más el fin que los medios.

— Sira Windsor, eres mejor de lo que esperaba. Has conseguido sorprenderme — Jack continúa —. Ya vale por esta noche, ayuda a tu víctima... — mira con compasión a Armin — Te espero mañana.

A continuación se marcha encendiendo otro cigarro y me deja sola con el ninja herido.

— Lo siento, me has puesto un poco nerviosa y... — le digo a Armin rompiendo el silencio.

— No hemos acabado — me interrumpe mientras empieza a incorporarse.

Por un momento me lleno de temor y retrocedo. Estoy a punto de suplicar perdón cuando me doy cuenta de que la herida de la rodilla le impide levantarse.

Se me pasa el susto y le miro imitando su anterior gesto de superioridad.

— Me parece que sí — me acerco y le extiendo la mano para ayudarle aprovechando mi ventaja.

— No necesito ayuda — rechaza mi gesto.

— Vale — me encojo de hombros y hago ademán de abandonar la sala. Veo como Armin sigue intentando ponerse en pie sin éxito.

— ¡Espera! — grita cuando estoy a punto de irme —. Creo que a lo mejor sí necesito una mano...

Sin responder me acerco y le ayudo a levantarse cogiéndole del hombro. Él suelta un gemido de dolor... le he debido destrozar la rodilla.

Consigo subir a los dos, aunque tambaleándome un poco. Armin se sujeta a mí pasando su brazo por encima de mis hombros.

Lo arrastro, literalmente, por toda la guarida hasta el exterior. Han debido de irse todos ya, no nos hemos cruzado a nadie.

Mientras caminamos no decimos ni una palabra. Me distraigo mirando lo cómo se mueven las nubes grisáceas a través del cielo nocturno y siento que se me están mojando los zapatos.

Hay un rastro rojo en el manto blanco que hay detrás de nosotros, la herida de Armin no deja de sangrar.

— Eh... — dice el chico jadeando. Cada vez le cuesta más continuar... — No creo que pueda llegar así hasta mi casa. Déjame aquí y ya me las arreglaré solo.

Odio las personas que dicen algo para que les contradigas. Si este tal Armin cree que le voy a llevar la corriente está bastante equivocado.

— Vale — y le suelto.

Armin cae en la nieve y me mira ojiplático. Me juego lo que sea a que se esperaba un "Cómo te voy a dejar aquí solo y tan indefenso..." Craso error.

— Hasta luego — le digo adiós con la mano y me doy media vuelta.

— Espera...

No sé por qué era tan obvio lo que iba a pasar...

Me acerco hasta él sonriendo arrogantemente y me agacho.

Me mira a los ojos, la verdad es que los tiene bastante azules... y los labios bastante secos. ¿Nunca ha oído de la existencia del cacao? Yo, si pudiera permitírmelo, invertiría mi dinero en comprar esas cosas pringosas.

— ¿Por qué eres tan rara? — dice casi susurrando.

— ¿A qué te refieres? — sé perfectamente qué quiere decir.

— ¿Cómo se te ocurre dejarme aquí tirado?

— Me has dicho que podía hacerlo.

Obviamente no sabe qué responder. Me acerco aún más a su cara y levanto las cejas.

— No te hagas el macho conmigo, no funciona — y me preparo para ayudarle de nuevo.

— ¿Tu casa está muy lejos de aquí? — pregunta cuando ya estamos arriba.

— Dentro de dos callejones, ¿podrás aguantar? — le respondo.

Asiente y seguimos caminando. No me gusta mucho la idea de llevar un desconocido a mi casa. Si me pillan, tendré que inventar alguna excusa.

Llegamos hasta la alcantarilla. Apoyo a Armin en la pared y le digo que se quede ahí para levantar la tapa.

— ¿Eso es tu casa? — se me había olvidado el detalle de comentarle que vivo en las alcantarillas...

— Sí — digo sin expresión.

— Estás loca si crees que voy a entrar ahí... — este chico no aprende.

— Vale — me encojo de hombros de nuevo y me empiezo a meter por el tubo.

— ¡Espera! — exclama Armin —. Para ya de hacer eso...

— ¿El qué?

Ahora también sé a lo que se refiere, pero me hace gracia ver cómo sufre.

— ¡Dejarme tirado! — habla más bien con tono de súplica.

— No te he dejado tirado — verifico.

Como no merece la pena seguir con esta discusión estúpida, me limito a ayudarle a entrar. Nos cuesta bastante, el pobre chico no puede moverse mucho y pesa demasiado para mí.

Lo llevo... bueno... lo arrastro por los túneles hasta mi habitación. Se tumba en mi colchón. No puede ni con su alma, intenta hacer como que no está cansado pero parece que le cuesta hasta respirar.

Como escupida por las tinieblas, Bichín aparece de la nada y empieza a olisquear la oreja del ninja. Armin no se inmuta hasta que los bigotitos del animalito rozan su piel. El ninja se sobresalta y lanza volando a mi amiga de un manotazo.

— ¡¡TIENES UNA PUTA RATA EN TU CUARTO!! — gracias Armin, no me había dado cuenta...

— Se llama Bichín y es mi mascota — el ninja me mira con cara de asco—. Pero si te da miedo puedo sacarla de aquí...

Me agacho para coger a Bichín y la acaricio.

Armin no me contesta. Coloco a mi amiga encima del escritorio para que se divierta mordiendo algún lápiz y no moleste.

El ninja se ha incorporado para examinar su rodilla. Intenta arrancar la tela del pantalón para dejarla al descubierto. Me quedo mirándole preguntándome qué significarán los tatuajes de sus brazos. No se puede decir que es un chico musculoso, es más bien delgado. Pero a la vez está marcado... es como una mezcla entre mazado y tirillas...

— Espera — me da pena ver que no consigue arrancar nada.

Cojo mi cuchilla y me acerco para ayudarle. Entonces recuerdo que aún quedan rastros de sangre de cuando me corté la última vez... y me muero de vergüenza. Me pongo a limpiarla efusivamente con mi sudadera, pero sólo consigo rajármela.

— No te preocupes — dice Armin al ver mi desconcierto.

Se aparta un brazalete negro dejando al descubierto un montón de cicatrices que sobresalen de su piel como un valle escarpado. Entiendo lo que quiere decirme y me acerco para cortar el pantalón.

Cuando termino veo que le he hecho un desgarramiento bastante importante.

— Lo siento... — me muerdo el labio inferior y pongo cara de compasión.

— Me lo merecía — me sonríe.

— Es verdad — respondo.

— Eres odiosa.

— Puede. Voy a buscar nieve... no tengo otra cosa.

Hace un gesto de aprobación y cojo el cubo.

Cuando vuelvo Bichín casi se ha comido un lápiz entero, lo cual me molesta porque me resulta difícil conseguirlos. Me siento idiota por habérselo dejado...

Coloco algo de nieve en la herida de Armin mientras me quejo por lo del lápiz. Parece no importarle mucho.

Arranco un trozo de sábana y le vendo la rodilla lo más fuerte que puedo.

— Mañana te conseguiré más cosas... ahora no tengo nada más — me disculpo.

Sólo asiente. Menudo idiota, podría darme las gracias.

Para vengarme me subo al colchón y le expulso de una patada.

— Ahora voy a dormir — me gusta la cara de odio que pone —. Buenas noches.

— ¿Me vas a dejar en el suelo? — pregunta.

— Sí — me doy media vuelta mientras me tapo con la sábana —. Apaga las velas.

El ninja hace lo que le digo. Me extraña que no rechiste.

Al cabo de cinco minutos noto cómo algo que no es Bichín se tumba al lado mío en el colchón. Me abraza por detrás agarrándome la cintura.

¿Es Armin?

Estoy demasiado cansada como para reaccionar.

— Gracias... — me susurra al oído.

************************************************

A la mañana siguiente me despierto con Albin encima de mí, agitándome con poca delicadeza.

— ¡Despierta! ¡Vas a llegar tarde al colegio! ¿Qué... qué te has hecho en el pelo? — me grita.

Estoy demasiado distraída como para contestarle. Miro a mi alrededor desconcertada.

Armin se ha ido...


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top