Capítulo 39: El plan.

Un grito tras otro atraviesan mi mente. Una orquesta de ruido y pies trotando y golpeando el suelo como si no hubiera un mañana retumban por todo el avión. Tardo tan sólo unos instantes en deducir el porqué del escándalo y sin pensarlo corro hacia él.

Varios hombres están subidos a los asientos vigilando el suelo con cara de horror. Uno de ellos corta el aire con una de las guadañas.

Involuntariamente dejo escapar media sonrisa.

Una bola de pelo salida de la nada hace una entrada triunfal y salta enfurecida hacia el valiente defensor, recibida entre gemidos de desesperación.

El hombre consigue desprenderse de la cosa y, antes de darle tiempo a contraatacar, me abalanzo sobre ella y la atrapo.

— Bichín, no hagas esas cosas... — digo con tranquilidad mientras acaricio a mi rata.

— ¿Este demonio es tuyo? — pregunta el hombre. Parece enfadado.

— Es una amiga — respondo.

— Sácala de aquí — ordena seco.

— Eso no es tuyo — contraataco señalando la guadaña.

Me responde con un gruñido mientras suelta el arma, resignado. Bichín está tensa y algo me dice que le encantaría volver a lanzarse sobre su nuevo colega...

¿Quién lo diría? ¿Se hacen llamar asesinos y se ponen así por ver una ratita?

Una intensa vibración interrumpe la pelea: vamos a aterrizar. Nos sentamos y aguardamos la llegada.

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Bajamos y recorremos el prácticamente vacío aeropuerto. Unos taxis nos esperan a la salida para llevarnos hasta nuestro alojamiento.

En este punto cada uno se va por su lado. A las parcas nos trasladan a un barrio lleno de adosados, entre los cuales hay una espectacular mansión en la que termina el trayecto. No es muy grande, pero su estilo arquitectónico y abstracto la hacen digna de monumento. Nunca había visto nada parecido, ni siquiera en los barrios ricos de Vilnuk...

Una vez dentro, Dago nos invita a ponernos cómodos: mi habitación está en el segundo piso, la cama es enorme y está llena de estanterías plagadas de objetos de oro. Un poco ostentoso para mi gusto, pero no me puedo quejar.

Después de cenar nos reunimos en el salón. Aunque la casa es muy grande, estos días sólo estaremos las cuatro parcas habitándola puesto que, según el jefe, necesitamos "privacidad".

— Estos son los planos de la casa de Darius Goldman, nuestro objetivo — comienza Dago tras reunirnos en el salón — .Tenemos un límite de una semana para acabar con él sin levantar sospechas entre los miembros de La Parca.

— Buena idea — contesta Jack con ironía.

El líder le responde con un gesto amenazador y prosigue.

— Tiene mujer, una hija y dos hijos pequeños. Tendremos que matarlos a ellos también.

— No mataremos a nadie más — interrumpo —. Ellos no han hecho nada.

— En un asesinato de este calibre no podemos permitirnos testigos. Acabaremos con el resto también. No hay otra opción.

— Dijiste que yo iba a ser quien dirigiera la operación — me levanto —. No tocaré a los hijos.

— Pues lo haré yo, Sira — responde enfadado —. Si no quieres mancharte las manos con sangre inocente no lo hagas, pero no voy a dejar cabos sueltos en una obra que llevo planeando durante tantos años.

Me siento impotente a sabiendas de que tiene razón, pero eso no significa que lo apruebe...

— Bien, aclarado esto seguiré, si se me permite — prosigue molesto mientras me clava las pupilas —. Esta vez no haremos honor a la parca que previene al condenado de su inminente final, sino aquella que aparece sin avisar y hace su trabajo. Visitaremos la casa de Goldman por turnos: uno cada día. Os colaréis en el jardín sin que os vean y estudiaréis como podáis el área del recinto (que no es pequeño), mirando las posibles entradas, los guardias y los horarios de los mismos. Murphy irá mañana por la noche, Wilt el miércoles por la tarde, yo el jueves a la hora de comer y Windsor el sábado por la mañana; dejando un margen temporal irregular para no levantar sospechas. Si va todo como se ha planeado, no habrá cambios en los horarios de los guardias y el lunes actuaremos — sonríe con malicia —. En ese momento os instruiré en la segunda parte del método, hasta entonces será información confidente. Bien hermanos, si no hay más preguntas podéis retiraros.

La violencia con la que Dago ha pronunciado el plan me ha estremecido. Me sorprende que tras años de "pensar en la obra" al final se haya decantado por una estrategia tan simple. En fin, supongo que a veces no pensar mucho es la clave del éxito.

Observar, matar y huir: la receta básica de un asesino.



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