Capítulo 36: Revelación


Celia es una asesina increíblemente limpia, no ha dejado ni una huella. Cuando todo el mundo le felicitó por su trabajo no pude evitar estremecerme, ¿cómo hemos sido capaces de normalizar la muerte en nuestras vidas de esa manera? Por mucho que me lo pregunte voy a seguir matando sin poder evitarlo... Es demasiado tarde, ahora soy presa de este nuevo mundo.

Todos estos pensamientos se desvanecen cuando me acuerdo de que el asesino de mi padre sigue suelto. Me invade una sensación de repulsión y sólo quiero hacerle pagar por haber arruinado la vida de mi familia. Tengo prisa, necesito hacerlo lo antes posible.

— ¡Sira, despierta! — grita Jack — Te toca.

— Voy — respondo mientras me levanto del banquillo a regañadientes.

Agarro mi guadaña y la arrastro hacia el tatami, estamos entrenando. El sonido del roce del metal con el suelo provoca que mi tutor se estremezca.

— Levanta eso — me ordena.

— Perdón — contesto con burla mientras levanto las cejas

— Débora — Lenon hace un gesto con la cabeza indicándole que se acerque a mí.

Mi contrincante desenvaina dos katanas mientras se acerca a mí y me mira sonriendo retadora, gesto que le devuelvo mientas con la mano izquierda coloco el arma en frente de mí.

Cuando estamos a punto de lanzarnos oigo pasos nuevos en la sala.

— ¿Interrumpo? - es el tío Dago.

— Sí — contesta Débora, enfurecida.

— No — me río.

En realidad sí me molesta que le dé por entrar mientras estoy combatiendo. Me gustaría más que interrumpiera las charlas de psicología de Jack...

— Bien — prosigue —. Parcas, tengo que hablar con vosotros.

Celia hace un gesto de sorpresa mientras Jack permanece apático. Nos miramos entre nosotros y seguimos a la parca jefe. Nos lleva, cómo no, al salón del trono. Echa a sus escoltas y comienza a hablar.

— Hermanos — su habitual inexpresividad ha reaparecido desde la última vez que nos vimos las caras —. Windsor y yo necesitamos vuestra ayuda.

Miro a Jack. Ambos sabemos lo que nos va a contar.

— ¿Qué pasa? — pregunta Celia sorprendida.

— Darius Flanders — hace una pausa —. El asesino del padre de Sira y mi amigo Alfred Windsor — se gira hacia mi tutor —. Supongo que tú ya sabes de lo que hablo.

¿Cómo da por hecho que se lo he contado?

— No creo que sea la persona adecuada para explicárselo a esta pequeña parca, así que hoy sólo diré que nuestro clan ha sido elegido para realizar la obra de arte más arriesgada en la historia de nuestra gran familia — continúa.

— Déjate de cuentos, con nosotros te puedes ahorrar el rollo del arte — interrumpe Jack. Hasta ahora es el único que conozco a parte de mí que no le tiene miedo a Dago... o al menos eso aparenta...

— Cuidado con lo que dices, parca — le fulmina con la mirada —. Pero bien, si eso es lo que quieres, es un alivio que con vosotros me pueda entender — cambia bruscamente el tono —. Vamos a matarle, os necesitamos en el plan y vuestra participación no es opcional.

— Lo imaginábamos — responde Jack, rígido como una estaca.

— No tengo los suficientes datos sobre su situación y medidas de seguridad, así que nos trasladaremos a Delia para comenzar a trazar el plan. Partiremos en tres días. En cuanto lleguemos, Windsor será la directora de la operación; los tres estaremos bajo sus órdenes, ¿entendido?

— Entendido — responden Jack y Celia al unísono. Esta última parece confusa.

— Y por supuesto no informéis a nadie sobre el porqué de nuestra excursión. A vuestros compañeros les diréis que os vais bajo mis órdenes y que no podéis dar más datos — añade el líder.

Como si no hubiera pasado nada, volvemos a nuestro entrenamiento. Débora y Armin están combatiendo.

— ¿Qué quería? — pregunta el chico entre jadeos mientras la ninja intenta asestarle un cuchillazo.

— Nada importante — responde Jack.

Justo entonces me acuerdo de que le debo una explicación a Celia.

— Ven un momento — digo mientras la cojo del brazo y la arrastro ligeramente.

No contesta y se deja llevar. Me sigue hasta la sala de las parcas. Es irónico que, en realidad, pasemos más tiempo en el dojo con los ninjas que en ningún otro sitio. Observo que en la mesa aún sigue el cenicero de Jack, con varias colillas apagadas. Cuando lo conocí fumaba como una carretilla pero ya hace bastante que lo dejó. No estoy muy segura, pero creo que fue culpa mía...

— Si no quieres contármelo no hace falta que lo hagas — comienza Celia —. Supongo que aún no nos conocemos demasiado y...

— Iba a contártelo de todas formas — interrumpo —. ¿Sabes?, es increíble que fuéramos juntas al instituto y las dos hayamos acabado... aquí...

— Sí, bueno... Por cierto, aún no he tenido tiempo de darte las gracias...

— ¿Por qué? — me sorprendo.

— Aquel día que me viste llorando en clase... Te marchaste en seguida en cuanto supiste lo que había pasado — mira al suelo tímidamente —. Ahora sé a dónde fuiste. Jack me lo contó. Y aunque ahora ya sabemos toda la verdad sobre lo que me hacía... él... — parece que tiembla — Gracias.

Me estremezco al ver que es incapaz de tratar a su padre como tal. Esa mañana nunca se borrará de mi mente, aún recuerdo la furia que sentí en cuanto supe que Jack había asesinado al padre de Celia. Fui al hospital, me lancé encima suyo y me encerraron en la cárcel. Albin vino a visitarme...

《Oh Albin... si supiera cuánto lo echo de menos... 》

Luego mi tutor me enseñó esas horrendas fotos y me sacó de la prisión. Conocimos a un policía corrupto que mi padre arruinó y bueno, digamos que hay cosas que no se pueden perdonar y se vengó conmigo, con su hija. Era el día de mi cumpleaños.

— No sé qué decir... — contesto más sincera que nunca.

— Desde que llegué aquí Jack, tú, los ninjas... me habéis apoyado incondicionalmente, os habéis convertido en mi única familia... — esboza una pequeña sonrisa — ¿Alguna vez te has arrepentido de estar aquí?

— Todos los días.

La melancolía viene a mí cuando recuerdo que en cuanto llegué me pasó lo mismo. Después de tener que dejar a mi familia, la Parca se convirtió en mi único sustento.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? — continúa.

— Claro — respondo.

— ¿Por qué te metiste en esto?

Me quedo reflexionando un momento. Una vez le hice esa misma pregunta a Aroa.

— Creo que no lo sé — me quedo pensativa —. Se supone que no podía soportar la vida que llevaba, que quería cambiar y sacar a mi familia del infierno de las alcantarillas. Ahora no dejo de pensar que no estábamos tan mal, que soy una egoísta. Cambio vidas humanas por dinero — me río nerviosa —, ¿se puede ser más ruin?

— Yo también me pregunto eso — se ríe incómoda —. Me da asco cuando comparan la muerte con el arte...

— Todos venimos porque estamos desesperados — me encojo de hombros —. Nos captan en cuanto ven que somos débiles, nos manipulan y terminamos estando más presos que antes.

— Tienes razón. Pero lo bueno de los errores es que están para corregirlos, ¿no?

Me volteo sorprendida.

— ¿Y este cómo se corrige?

— Aún lo tengo que averiguar — sonríe mirando al infinito —. ¿No me tenías que contar algo?

Yo también sonrío. Nos hemos ido bastante del tema. Le cuento todo sin saltarme ningún detalle; la cinta, Dago, las cartas... Celia escucha atentamente hasta que al fin abre la boca.

— Es increíble... Puede que La Parca tenga razón en que haya gente que merezca morir.

— Nadie merece que le quiten la vida — reprocho —. Pero el hecho de ser mortal significa que en algún momento de nuestra vida tenemos que enfrentarnos a la muerte. Da miedo.

— ¿Por qué? ¿Tienes miedo a matar? — me pilla desprevenida.

— No, ya no — respondo sin apenas pensar, lo tengo claro.

— Entonces... ¿de qué tienes miedo?

Miro al frente y suspiro.

— Tengo miedo de mí misma.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top