Capítulo 31: ¿Suerte?


Estoy sentada en un banco del vestuario viendo cómo Aroa y una tal Bamby maquillan a nuestros compradores. La chica de rizos dorados, al parecer, es una pirómana con un excéntrico gusto por el maquillaje...

Según su firma, se llaman David y Laura Collins y son miembros de la base de Surgan. Allí, al parecer, en vez de centro de entrenamiento son simplemente una asociación que recluta a los locos adinerados que compran nuestro "arte". Como Surgan no es la ciudad más grande pero sí la más rica de Lilliam, la Parca la ve como una fuente de fondos y no de asesinos. Me acuerdo que fue Jack quien me contó todo esto el día que vendí mi primer asesinato. En ese momento me alegré, puesto que eso suponía que en realidad hay menos asesinos de los que pensaba. Sin embargo, como tienen que engañar a algún rico por cada miembro contratado, hay al menos un enfermo por cada "artista"; o sea, demasiados maníacos.

Están tiñendo a David de rubio y a Laura de moreno. Les están poniendo ropa diferente de la que llevábamos cuando nos pillaron para disimular y así no ser demasiado sospechoso el no haberse cambiado...

Después de pensar un poco y descartar algunas opciones, se nos ha ocurrido que lo mejor será que se delaten ellos mismos, como si fueran dos meros psicóticos a los que les daba morbo cometer un crimen y ahora se sienten culpables por haberse portado mal. Desde luego, visto el panorama, no será difícil que los médicos de la cárcel les diagnostiquen algún tipo de demencia.

*********************************

A la tarde siguiente, Débora enciende la televisión mientras desayunamos. Ya sabemos lo que vamos a oír.

Los asesinos del concejal Eric Fredshtein se han entregado hace tan sólo unas horas en la comisaría principal de Vilnuk. Según los investigadores, los sujetos se tratan de dos enfermos mentales que, tras invadirles la culpabilidad, habrían confesado. Los testigos han reconocido a estos sospechosos como los autores del crimen. El juicio...

— Buen trabajo — dice Débora con la irritante voz del presentador de fondo.

— ¿A esto lo llamas buen trabajo? ¡Da pena! — me río.

— Aún no entiendo cómo os ha podido salir bien... — contesta.

— Suerte — me meto una cucharada de leche con cereales en la boca.

**********************************

De camino al trabajo me dedico a soplar para ver cómo sale el vaho y se forman nubecitas que se pierden en la niebla. No veo más de dos palmos delante de mi posición, pero por lo menos no nieva.

He quedado con Armin para ir, quiere hablar conmigo. Supongo que será sobre lo que pasó la otra noche...

— ¿Por qué me besaste? — después de llevar un rato largo hablando sobre nuestros sustitutos, cambia bruscamente de tema.

— ¿Por qué me besaste tú a mi? ­— respondo a la defensiva.

— Sira — paramos de andar —. Llevas un año ignorándome, ¿por qué de repente...?

— ¿Ignorándote?

— No te hagas la tonta. Sabes de sobra que me gustas.

— ¿Te gusto?

— Me gustas.

— ¿Por qué?

— No lo sé — suspira.

— Yo tampoco — me encojo de hombros.

— ¿Tu tampoco? ¿Te gusto? — sonríe pícaramente.

— No he dicho eso — refunfuño.

— ¿Entonces qué has dicho?

Me quedo un rato pensando en cómo no sonrojarme y si merece la pena seguir evadiéndome.

— Que... No nos conviene esto. Mejor quedamos como amigos, ¿vale? — trago saliva mientras lamento haber dado tan pésima respuesta.

— Vale... — responde acercándose hacia mí.

No decimos nada más. Tampoco hace falta. Simplemente nos besamos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top