Capítulo 29: La alternativa.
— El concejal Eric Fredhstein ha sido asesinado esta noche en su domicilio. Los testigos señalan a un joven rubio y una joven con un extravagante vestuario, apuntando los hechos a un plan premeditado en el que uno distrajera a los guardias fingiendo un robo mientras el otro ejecutaba al cargo público.
Armin, Débora, Jack, Aroa, Celia y yo estamos aglutinados en el sofá de mi casa escuchando las noticias.
— Mier — hace una pausa — da — termina Armin casi susurrando.
Justo después, en la televisión, comienzan a describirnos en detalle y mostrar videos de la cámara de seguridad.
— Estamos muertos, ¿verdad? — pregunto — En cuanto la Parca se entere de esto no van a dudar en acabar con nosotros para "evitar problemas".
Jack permanece callado y cabizbajo. De vez en cuando me mira con lástima.
— ¿Cómo os dejasteis pillar? — formula Aroa preocupada.
— Alguien intentó sabotearnos, tenía una pistola y disparó. Nos desconcertó por completo — respondo.
— Y quien quiera que fuese sabía qué íbamos a hacer allí. No quería detenernos, quería que nos pillasen — añade el ninja.
— ¿Qué vais a hacer? — pregunta Celia.
— No lo sé... — suspiro entristecida.
Se acabó. He fracasado. La Parca nos va a matar y puede que también elimine a mi familia. Es todo tan surrealista que me cuesta creerlo...
— No tardarán en venir a buscarnos... — balbucea el ninja, con terror.
Justo después llaman a la puerta. No hace falta reflexionar mucho para saber qué va a pasar ahora.
Sin dudarlo y pese que Jack intenta detenerme, me levanto y abro la puerta a los visitantes. Es nada más y nada menos que Dago Flindor, el dirigente de la Parca, acompañado de dos chicos. Sonrío y le doy la bienvenida en un intento de ocultar el miedo.
— ¿Tu amigo está contigo? — pregunta con desprecio.
— Fue cosa mía, encárgate de mí — me torno seria. Sé que se refiere a Armin.
— No intentes defenderle, parca. Fuisteis los dos y los dos vais a pagar por habernos desprestigiado.
Acto seguido los tres inquilinos ignoran mi figura y pasan por encima de mí, dirigiéndose al salón y dejándome moralmente indefensa. Es inútil intentar explicarles que no fue culpa nuestra, que fue ese sujeto que intento sabotearnos. Pero eso da igual, el efecto es el mismo: si nos pillan la Parca estará en peligro. No me queda otro remedio que asentir y recibir el castigo cual cachorro.
Al entrar Dago en la estancia, todos menos Jack bajan la mirada. Me coloco detrás del sofá, con la misma posición que mi tutor.
— ¿Sois conscientes de lo que habéis hecho? — dice el líder con firmeza.
Jack va a contestar pero le interrumpo.
— Sí. No fue culpa nuestra, alguien estaba ahí — contesto.
— ¿Y crees que eso cambia las cosas, Windsor? — sonríe ligeramente.
— Por supuesto que no, pero no voy a dejar que nos taches de incompetentes por algo que no ha sido culpa nuestra — si muero lo haré con dignidad. Lo único que me queda es mantenerme firme y afrontar esto como mejor pueda.
— Nada más lejos de la realidad, Windsor. Sin embargo, no voy a mataros — me mira amenazador.
Le atravieso con furia. Si no va a matarnos es porque tiene pensado algo peor. Observo al ninja, que mira al suelo y está temblando.
— Sé que creéis que soy cruel, así que he decidido daros una oportunidad —afirma con una inexpresiva ironía.
— ¿Qué quieres de nosotros? — digo agresiva.
Uno de sus acompañantes me alcanza un sobre. Lo abro y encuentro dos fotografías con dos chicos que concuerdan con las descripciones de los asesinos que han dado en las noticias. En seguida entiendo lo que quiere que haga.
— Ellos no tienen nada que ver. No voy a hacer que paguen por algo que no han hecho — determino.
— Como quieras, en ese caso sí tendré que mataros. Y si caes tú, ya sabes que tu querida familia caerá contigo — sabe cómo manipularme. Ingenua yo.
Guardo silencio.
— Será muy fácil, esos dos son ambos conflictivos y no os costará mucho imputarlos — insiste Dago ante mi silencio.
《Un momento... ¿Está insistiendo? Eso sólo puede significar una cosa: no quiere matarnos. 》
Respondo con una mirada de odio y aguardo su reacción.
— Supongo que has cambiado de opinión — levanta las cejas con superioridad —. Este es el trato: encontrad cómo librar a la Parca y yo no me libraré de vosotros.
Extiende la mano y yo hago lo mismo. A continuación se la ofrece al ninja, quien se estremece pero termina cediendo. Dago y sus esbirros se van triunfantes.
Sabe que matarme sería demasiado fácil para mí. Sin embargo aún no sé cómo seré capaz de hacer algo así a dos inocentes.
— Capullo — mascullo entre dientes cuando se van.
— Has estado bien, novia cadáver — se ríe mi tutor con algo de angustia.
— ¿Cómo puedes no tenerle miedo? — pregunta Celia.
— Claro que le tengo miedo — respondo.
— No lo parece — añade Débora.
— Porque no pienso darle el placer de saber que le temo...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top