Capítulo 19: Primera prueba.
Momento exacto y sitio exacto. Justo donde Gerónimo me dijo después del entrenamiento de la pasada noche: en la Plaza Central de Vilnuk, la zona más moderna de la ciudad, a las seis de la tarde con toda mi familia.
Les he convencido para pasar el día fuera, vagando, para que nos dé un poco el aire y esas cosas. Después de visitar a Freddy hemos venido hasta aquí. Jack me ha prometido que está mejor.
Entonces pasa justo lo que el puzle me había dicho. Las grandes pantallas colgadas en las fachadas de los rascacielos cambian los anuncios publicitarios por la cara del presentador del canal de noticias.
— ¡Buenas tardes, Vilnuk! — empieza — Noticia de última hora: Acrap busca nuevo empleado — odio cuando habla con excesivo énfasis, lleva tantos años en su trabajo que puede permitirse el lujo de dejar la formalidad a un lado —. Entrevistamos en exclusiva al gerente del establecimiento de nuestra querida ciudad para informarles en exclusiva de las novedades — ha dicho "en exclusiva" dos veces, menudo incompetente... ¡Aprende a hablar!
La pantalla cambia instantáneamente. César aparece junto con un reportero.
— César, tú que manejas los tránsitos del Acrap de Vilnuk... cuéntanos los detalles — comienza el entrevistador.
— Pues, ¿qué puedo contarte? Mañana a las cinco y un minuto quiero en la puerta del restaurante Acrap a todos aquellos que aspiren a ser aspirantes a aspirantes a camarero — se ríe de su propio juego de palabras —. Como la primera imagen es lo que cuenta, seleccionaremos a los veinte que más nos gusten. En eso consistirá la primera prueba.
— ¿Cuánto durará la selección esta vez?
— Tres días.
— ¿Algo que revelar de las pruebas de admisión? — insiste el reportero.
— Amigo, bien sabes que es una sorpresa. De momento deberías conformarte con saber la primera — vuelve a reírse.
— En ese caso no me queda otro remedio que finiquitar la entrevista. ¡Gracias por su generosidad!
— ¡Gracias a usted! — responde César mirando directamente a la cámara. Sé que ese gesto iba dedicado a mí...
Vuelve a salir el presentador, aunque lo único que hace es despedirse. Me percato de que todo el mundo está callado, atento a la emisión.
En cuanto termina, todos parecen emocionados y comentan los unos con los otros. Al parecer, varios se quieren presentar.
Si supieran quiénes son Acrap en realidad...
En fin, ahora es buen momento para entrar en acción.
— Podríamos probar — digo.
— No nos cogerán — reprocha Albin.
— Nunca se sabe — me encojo de hombros.
— Tienes razón, Sira — dice mamá —. No perdemos nada por intentarlo...
Le sonrío dulcemente para agradecerle su apoyo.
Mientras tanto, Ada me mira fijamente. Después de nuestra última conversación, supongo que esto le parece extraño.
— Ya no podemos estar más humillados así que... ¿por qué no ir? — me ayuda mi hermana. Aunque ella no pueda participar al ser menor de dieciséis, su poder de convicción me resulta útil en estos momentos.
— Exacto — añado.
— De acuerdo — cede mi hermano —. Pero no creo que...
— Vamos, Albin, sé un poco positivo — Ada sonríe pícaramente —. Estoy segura de que uno de vosotros conseguirá el trabajo — me mira sin quitar el gesto —. Buscan gente... exótica... ¿no?
— Hay que ser optimista pero eso ha sido pasarse... — respondo.
— Yo diría que no — me contradice la niña diabólica casi burlándose.
Al final hemos pasado una buena tarde en familia. Echaba de menos momentos así...
Cuando he llegado a "casa" me he disculpado con Bichín por no haberla bañado, he pasado el día fuera. Como no teníamos qué cenar, me he limitado a quedarme en mi habitación hasta que ha llegado la hora de ir a la fábrica.
Hablo de psicología con Jack para luego entrenar un poco con la guadaña. Al volver a casa caigo redonda en el colchón.
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— ¡Buenos días! ¿No es tu cumpleaños dentro de poco? — otra vez mi querido hermano y su complejo de despertador...
— Fue anteayer — gimo.
Albin se queda parado.
— Oh... lo siento, Sira... Felicidades...
— Da igual — sorprendentemente me levanto sin ser necesario que insista.
Me refroto los ojos, agarro la mochila y me voy. Adivino que Albin está mirándome con la boca abierta, no se esperaba esta repentina motivación.
Hago la rutina de cada día. Cuando llego al colegio me sitúo en las filas del patio, hoy no he llegado tarde.
Celia Wilt no ha venido...
También oigo a todo el mundo revolucionado por la noticia de que Acrap busca empleados. Hay bastantes alumnos que se quieren presentar. Según dicen, hacía dos años que no se contrataba a nadie en el establecimiento...
El día transcurre normal, sin nada que recalcar.
Al volver a la alcantarilla explico a Bichín por qué hoy tampoco podré lavarla y, aunque al principio se muestra reacia, al final parece comprenderlo.
Se acerca la hora de ir al restaurante, salimos todos de la alcantarilla.
Las calles están plagadas de gente andando hacia la misma dirección. Parece una peregrinación a un santuario o algo por el estilo...
Por fin llegamos a nuestro destino, tarde, pues César está ya recitando el discurso de bienvenida. Todos los empleados (o sea, los integrantes de La Parca) están detrás, subidos a una especie de tarima con una indumentaria bastante rancia. No merece la pena que la describa y, además, estoy tan nerviosa que ni siquiera escucho al caníbal. Me limito a aplaudir cuando todo el mundo aplaude.
— ¡Primera prueba! — exclama César — ¡Entrarnos por la vista! Esta elección será realizada por una de nuestras queridas camareras. Señoras y señores, ¡un fuerte aplauso para Débora Fox!
La multitud aplaude ansiosa. Sin dejar tiempo para respirar, la ninja comienza a elegir gente al azar. Los seleccionados muestran bastante entusiasmo... pobres desgraciados, no saben que se quedarán fuera...
A mí me elige más o menos por el final, y Albin y mi madre también son seleccionados.
Al parecer, la chorrada de prueba de hoy ha finalizado. Los elegidos estamos reunidos dentro del restaurante, donde han montado una lujosa fiesta. Reconozco las caras de algunos de los presentes, probablemente sean famosos de cuyo no nombre no me acuerdo.
He conseguido colar a Ada, y no me han puesto ningún inconveniente puesto que César sabe que es mi hermana. El resto de invitados no se han enterado.
Armin y Débora están repartiendo varios tipos de canapés que mi familia y yo estamos devorando como si no hubiera un mañana. Llevábamos siglos sin probar algo tan delicioso.
Quitando el hecho de que de vez en cuando algunos desgraciados nos señalaban y decían "¡Son los Windsor!" con desprecio, ha sido una noche perfecta.
Terminamos por marcharnos antes para hacer otra fugaz visita al hospital.
Cuando llegamos a "casa" me permito caer rendida, ya que César me ha susurrado antes que hoy no había entrenamiento. Mañana tengo que ir al restaurante a la misma hora que hoy para hacer la segunda prueba.
Estoy participando en la farsa mejor preparada que he visto y veré en mi vida...
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