Capítulo 14: Inmejorable.
El policía me ha esposado y me está llevando en camisón por la cárcel, lo causa la burla de los presos. En la sección femenina, las presas se me han quedado mirando con cara de pocos amigos... Luego hemos pasado por unas oficinas, y ahora estamos en la agradable y respetuosa atmósfera viril.
— Eh preciosa — grita un preso —, ¿por qué no vienes conmigo a pasar un rato? — se ríe como si lo que acabara de decir fuera gracioso.
Decido callarme... supongo que ahora sí que no me conviene hablar.
— Anda si te pillara yo... — continúa otro — Antes de venir aquí tenía las chicas como tú haciendo cola para meterse a mi cama.
Y se burlan de nuevo. Bueno, creo que ya he sido lo suficientemente paciente.
— ¿Me lo dices en serio? — contesto al último que ha hablado — Tú no le has visto el coño ni a tu madre, pedazo de fantasma.
El policía me retuerce el brazo y yo suelto un gemido de dolor. No me importa, la cara que ha puesto el pobre desgraciado después de mi contestación no tiene precio...
Finalmente conseguimos atravesar la sala sin demasiadas consecuencias. A continuación, vamos por un pasillo bastante ancho hasta meternos en otra con una mesa y dos sillas.
Hay otra puerta más, y detrás se oyen voces.
— Se le hará un test psicológico, ya se lo he dicho — dice una voz desconocida.
— No necesita ningún test... Oiga... Sé que parece absurdo pero la conozco y no tiene ninguna mala intención... — es la voz de Albin, no cabe duda.
— Se abalanzó contra un médico sin motivo aparente — continúa el desconocido —. Saldrá de aquí cuando demuestre su cordura.
— Está bien... — a Albin le cuesta hablar — ¿Y cuánto tardarán en probarlo?
— Unos tres meses.
— ¡¿Tres meses?! Oiga, hagamos una cosa, yo...
— No hay trato. Debería sentirse afortunado, la víctima no ha presentado denuncia.
Se escucha suspirar a Albin. Las paredes deben estar huecas, se oye todo...
— De acuerdo... — mi hermano prosigue — ¿Puedo verla ya?
— Pase — contesta el hombre mientras se abre la puerta y Albin entra.
Mi entrañable amigo policía me mete de un empujón y cierra la puerta.
— Sira...— parece estresado.
— Lo siento... — trago saliva.
— ¿Te crees que puedes hacer lo que quieras? No eres la única que tiene problemas, ¿sabes? — se lleva las manos a la cara en gesto de desesperación.
— Ya he dicho que lo siento... — no puedo contarle la verdad.
— Sira, ¿tú nos quieres? — creo que está intentando reprimir el llanto.
No puedo responder a eso. No estoy preparada. Les quiero sobre todas las cosas, pero en este momento parecería que miento...
— ¿Por qué has hecho esto? — prosigue Albin — ¿Por qué has intentado ahogar a ese hombre?
— No lo sé... — intento ocultar mis sentimientos.
— ¿Lo conocías de algo? — insiste.
— No — trago saliva de nuevo.
— No lo entiendo... No sé por qué nos haces esto.
— Yo tampoco — miro al suelo.
No tengo ni idea de cómo voy a solucionar esto... Lo único que me queda es convencer a Albin para que no se preocupen por mí.
— Deberías irte — le digo. Por su bien.
— ¿Qué dices?
— No intentes nada, sólo lo empeoraría todo. Vete a casa — susurro.
— Sira...
— Confía en mí. Sé que nunca te he dado motivos para hacerlo, pero fíate esta vez. Te contaré todo a su debido tiempo pero ahora no puedo.
No contesta.
— Por favor Albin... — suplico mordiéndome el labio inferior.
De repente los policías abren la puerta.
— Se acabó el tiempo de visita.
— Está bien... — mi hermano se me queda mirando.
— Todo saldrá bien — hago una pausa —. Os quiero...
Por sonríe. No responde y se va, pero con ese último gesto me lo ha dicho todo.
Mi policía-guía está a punto de hacerme regresar a la celda cuando...
— ¡Espera! — exclama su compañero — Tiene otra visita.
¿Otra visita? ¿Yo?
Cuando veo quién entra por la puerta mi corazón se acelera y se tensa hasta el último de mis músculos.
Jack.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top