Capítulo 12: ¿Moral?
...empujo hacia un lado con no mucha delicadeza mientras desvío mi cuerpo y, elegantemente, me escabullo.
— ¿Creías que iba a ser tan fácil? — susurro en su oreja con un tono lleno de falsa dulzura.
El ninja no me contesta, supongo que no se esperaba esta cobra monumental.
Puede que en lo más profundo de mi ser me arrepiente de lo que acabo de hacer: Armin me atrae físicamente y el alto nivel de hormonas durante la adolescencia suele empujar a las chicas gilipollas como yo a cometer "actos impuros" con relativa frecuencia. Me encanta cómo la palabra "gilipollas" acaba de quitar todo el glamour a la frase sofisticada que estaba intentando formular en mi mente....
— Lo siento... — nunca antes lo había visto tan avergonzado — Pensaba que...
— ¿Soy tan fácil como el resto de tus putillas? — el tono cruel que estoy utilizando ahora mismo es digno de analizar, al igual que mi culto lenguaje.
— No iba a decir eso... — está más rojo que mi ojo.
— Pues claro que no ibas a decir eso, inútil — soy demasiado agradable... —. Pero es lo que pretendías, ¿no es cierto?
Ni siquiera me estoy molestando en enfadarme, hablo con un tono calmado aunque irónico. Otra cosa es que mi instinto natural me lleve a querer humillar desinteresadamente a las personas subidas de tono... Actos involuntarios, como pestañear.
— Tampoco pensaba eso... — se le ve muy incómodo...
— Y si pensases eso supongo que tampoco me lo dirías, ¿cómo puedo creerte ahora? — me llevo la mano al pecho y pongo cara de indignación. Sobreactúo fatal.
— Sira... yo... — enrojece por momentos. Espero que no le explote la cabeza, asustaría a Bichín...
— Lo que a ti te pasa es que eres uno más de esos idiotas que se cree con derecho a tocar lo que quiera... — me alejo y me apoyo en la pared de brazos cruzados.
— No... no te entiendo — intenta defenderse.
— Supongo que con esos ojazos habrás enamorado a muchas pobres inocentes que pensaron que querías de ellas algo más de un par de tetas — ahora ya no sonrío, me pongo seria. No he vivido personalmente este tipo de experiencias, pero las niñatas de mi instituto las tienen como rutina. No hay día en el que entre y no vea alguna inútil llorando por algún tipo como Armin. Aunque no tengo especial simpatía por ellas, no puedo evitar condenar los actos despreciables que describen.
— ¿Estás celosa? — ahora también debería enfadarme, pero no lo hago.
Me limito a reírme ligeramente y contestar.
— Piensa lo que quieras. — la mejor respuesta del mundo. Me encanta como la duda tortura el cerebro humano.
— Eso es que sí — ya no está rojo y sonríe. Pobre inocente... cree que ha llevado la conversación a su terreno...
Podría ser el típico estereotipo de chica adolescente y creer en el amor incondicional, o podría utilizar mi apatía para enseñar al resto del mundo que no todo el mundo es igual de ingenuo.
Me resulta difícil adaptarme a lo que entienden las chicas de mi edad por "amor". Las de mi clase llaman "bonitas" a historias surrealistas bastante depravantes. Siempre hablan del libro ese tan famoso de Nosecuántas sombras de nosequién y su madre que al parecer enseña cómo hay que aceptar todo lo que te quiera hacer tu novio aunque esto incluya el pegarte con un látigo.
Llaman a eso amor verdadero...
Yo lo llamo pérdida de dignidad o gilipollez severa.
《Windsor, deja de pensar ya sobre ese tema... céntrate en cosas más importantes.》
Bueno, y de ahí viene mi odio hacia los chavales arrogantes sin remedio que tratan a las chicas como un juego sin tener en cuenta sus sentimientos y viceversa. Fin.
— Sira, lo siento — después de un rato sin contestar y dándome el tiempo suficiente para consolidar mi ideología, Armin se disculpa.
— Da igual — me encojo de hombros. No merece la pena seguir con el sermón, no me entendería... —. Ahora arréglame la mesa.
Lo hace sin discutir. Juego con Bichín mientras el ninja se pone manos a la obra. Es bastante hábil, reconstruye el escritorio sin dificultad y en poco tiempo. Como era desmontable, ninguna pieza se había roto de verdad. Ha habido suerte. Cosas del Ikea.
Se levanta y seca el sudor de su frente. Me mira y sonríe, pero ahora ya no lo hace con ese aire de macho alfa tan impertinente que acostumbraba a mostrar estos días... ésta es una sonrisa de iguales.
— Ahí tienes tu mesita — hasta su tono de voz ha cambiado.
Creo que me he ganado su admiración, al fin. Es un poco triste que aún exista gente a la que tengas que ponerles los pies en el suelo para que te respeten, pero bueno, algo es algo.
— Gracias — no le devuelvo la sonrisa amistosa. Ahora es él quien tiene que ganarme a mí.
— Bueno, me voy. Tendré cuidado de que no me vea nadie — señala la "puerta" y cumple lo que dice.
Le miro pero no contesto.
No puedo evitar preguntarme cuánto le va a durar esa sumisión... o lo que sea.
En fin... debería irme a la cama.
Me limito a tumbarme y abrazar a Bichín. Pronto noto cómo se calma su respiración, supongo que se habrá dormido...
***************************************
De repente siento como si un huracán me arrastrase; moviéndome de arriba a abajo y hacia los lados, provocando que mi cerebro rebote dentro de mi cráneo... y me despierte.
— ¡Sira! — mi adorable hermano está abofeteándome con su habitual delicadeza — ¡Vuelves a llegar tarde!
— ¿Y qué? — no puedo abrir los ojos y oigo a Bichín gruñendo con rabia.
— ¡Que tienes que ir al instituto! — me grita.
— Ya voy... Y si hablas con un tono de voz normal, también te oiré y no me dejarás sorda — me quejo mientras levanto los párpados con esfuerzo.
Al verme hacerlo, Albin se aparta a un lado para dejarme pasar. Cuando me levanto del colchón y me veo en el espejo, no puedo evitar volver a pensar que mi corte de pelo es horrible. También es interesante ver que mis ojeras son clavadas a las que tiene una de las pijorras que me observaba el otro día mientras lavaba a Bichín... Estos días tan sólo duermo unas horas.
No me molesto en despedirme de mi hermano, después de agarrar la mochila con poco entusiasmo me dirijo hacia el condenado colegio. Me paso el camino ensimismada y, aunque suene deprimente, pienso en cómo seguir dejando mal a Armin... Aunque tampoco es que me caiga mal, no puedo evitar querer darle una lección.
¿Me conoce de dos días y ya tiene las santas narices de lanzarse a por mí?
Maldita sociedad... qué mal nos educa.
Me estremezo al pensar que, si no hubiéramos caído en la miseria, probablemente hubiera seguido la moda y hubiese visto todas esas películas con esas historias tan absurdas. Fácilmente habría creído que Armin era un chico espontáneo y protector que se había enamorado de mí a primera vista...
《Oh, ahí está mi cárcel.》
Ya no me acuerdo de lo que estaba pensando... debería entrar.
Cruzo la lúgubre estancia hasta mi clase y veo que todos mis compañeros han formado una aglomeración en torno a Celia Wilt. Puedo ver cómo las mejillas de la chica están humedecidas, tiene la cabeza agachada y está completamente pálida. Me acerco al cúmulo humano y aparto a mis compañeros hasta llegar a mi destino.
Celia levanta la vista, dedicándome una mirada que me hace retroceder... Refleja un miedo tan intenso que se transmite con sólo ver sus hinchados párpados... y eso me asusta.
El profesor entra en clase corriendo mientras pide perdón por su tardanza. Su expresión cambia completamente tras ver el corro y nos pregunta con incertidumbre sobre el porqué de nuestra situación.
Celia le mira con terror y deja pasar unos segundos antes de empezar a hablar.
— Mi padre... mi padre... — repite.
— Sigue, Celia — dice el profesor con ternura. Todos estamos alerta.
— Todo parecía normal y... — es como si quisiera hiperventilar pero el horror no se lo permitiera.
— Cuéntanos... — insiste el profesor. Si no habla por sí misma no debería insistir. Maldito morbo... cuántos cotillas que estorban crea...
— Había... sangre... mucha... — ni siquiera puede expresarse —. Y mi padre... — mueve la cabeza como intentado escupir las palabras — Estaba en el suelo... sí... Y había un hombre de negro y... — cierra los ojos y comienza a temblar.
Algo me reconcome por dentro.
— ¿Cómo era ese hombre de negro? — una fuerza invisible me impulsa a preguntar. El profesor me lanza una mirada acusadora, indicando que me calle.
— Me miró... tenía una marca muy grande en la cara y... — desconecto del resto de la descripción.
Todo lo que hay a mi alrededor se para. Se silencia. Mis peores deducciones se han confirmado.
Y no sé si seré capaz de asumirlo.
______________________________________
Bueh, voy a poner otra nota de autor de esas que pongo tanto (?)
Quería decir que sería genial que os apuntarais a un concurso organizado por unas amigas (yo también me he apuntado jeje). Quieren ayudar a dar a conocer novelas poco conocidas, así que por participar no pasa nada, ¿no? Dejo el link abajo n.n
Gracias a @coraline1331 por proponer la foto de este cap ^^
Dewi y gracias por leerme!! :'3
http://w.tt/1bD8ebz
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top