Capítulo 9.
Capítulo 9: Confesiones y mujeres pelirrojas.
Más tarde ese día, en casa de Elise...
—¿Y qué le dijiste? —pregunto con curiosidad, acomodándome en el sofá para mirar mejor a mi amiga. Elise mastica un ruffle, recostándose en el sofá frente a mí.
Elise sonríe.
—Le dije que se apartara de ti, porque lo odias y no soportas tenerlo cerca. También añadí que su sola presencia te causa náuseas. —Alzo las cejas, horrorizada. ¡Con razón Stuarth quiere saber qué le hice!—. ¿Qué? No me mires así. Stuarth es muy insistente, si no le decía algo ofensivo y doloroso no te iba a dejar en paz. Está realmente loco por ti.
Casi me atraganto con un ruffle.
—¿Disculpa? —¡Oh, por las papas fritas!—. Creo haberte oído decir que él está loco por mí.
—Y lo está —se encoge de hombros—. Es tan obvio. Su miradita y su insistencia en pasar tiempo contigo me lo dice todo. Lo traes vuelto loco.
Si no estuviera sentada me caería del asombro. ¡Oh, estrellas fugaces, ¿escucharon mis súplicas?!
—Pe-pero está con Stacy —tartamudeo, sintiendo un brote de esperanza nacer en mi corazón. A este paso nunca voy a lograr superar a Stuarth.
—¿Y eso qué? —dice—. Stacy y Stuarth están juntos por deber y obligación. La mejor y el mejor. La pareja ideal. No se aman realmente. Lo sabe todo el mundo —al ver mi mirada, añade con sorpresa—: Al parecer no todos... ¡Oh, Snow! ¿Cómo es que no lo sabes?
—Ya sabes que cuándo se trata de asuntos escolares nunca me entero de nada —le recuerdo—. Y dudo que lo que digas sea cierto, en cuánto a que le gusto. Stuarth me conoce desde hace dos días, ¿cómo voy a gustarle?
Aunque no es del todo imposible, solo hay que mirarme a mí para saber que dos días son más suficientes para enloquecer por otra persona.
—Deja de cuestionarlo tanto, confía en mí —clava sus ojos azulados en mí, indicándome con la mirada que debo creerle—. Tal vez fue amor a primera vista.
—¿Tú crees?
Creo que voy a desmayarme, pero antes tengo que llamar a una Iglesia para anotar fecha de matrimonio.
—¡No puede ser! —Elise abre los ojos de par en par, atónita y boquiabierta—. ¡A ti también te gusta!
Sacudo con la cabeza, pero mi rostro se ha puesto tan rojo que debo parecer una fresa humana. ¿Por qué tengo que ser tan obvia?
—No estoy...
—¡No me mientas, Snow White! —me dice señalándome con el dedo índice—. ¡Te conozco y sé que estás enamorada de él! —Me mira boquiabierta—. ¡Se enamoraron los dos y fue a primera vista!
Siento que mi rubor se intensifica, si eso es posible.
—Bueno...
—¡Es cierto! —Elise sonríe de oreja a oreja—. ¡Já, lo sabía! Siempre te andas enamorando de cualquier chico que te mire bonito. ¡Eres tan enamoradiza como una verdadera princesa de Disney! Pero en cierto sentido prefiero que te enamores de Stuarth, porque tus amores anteriores fueron patéticos, ¿recuerdas que te enamoraste del repartidor de pizza? ¡Fue tan raro, él ni caso te hacía! —se ríe—. Pero en cambio Stuarth es más decente y es muy inteligente. En cuanto termine con Stacy puede empezar a salir contigo...—Su sonrisa se borra de golpe—. Pero yo le dije que lo odias...
—No te preocupes por eso —me apresuro a decir, avergonzada por recordarme el episodio del repartidor de pizza—. Es mejor así. No quiero a Stacy detrás de mi cabeza, ni que sus secuaces me hagan la vida imposible. Si Stuarth se aleja, mejor. Me ahorra pensar en cosas extras, como él o la venganza de la Reina. Sabes que Ava quiere que mejore mis calificaciones, y ellos son mucha distracción para mí —suspiro y Elise come otro ruffle—. Hoy me pasé casi todo el día mirando sobre mi hombro, esperando que me arrojaran dagas o algo así.
Mi amiga se ríe, pero no le veo el chiste. Vi a Stacy sonreírme malignamente cuando comía el almuerzo y me pregunté si le había puesto un veneno disfrazada de viejecita.
—De acuerdo —dice—. No me preocuparé por lo que le dije, y que por eso ustedes no van a salir, aunque... ¿Cómo harás con la clase? —Arruga el entrecejo—. Necesitas un tutor y lo necesitas con urgencia.
—Tú me explicaste ayer y no fue un gran desastre —una idea cruza mi mente—. Mañana hablaré con Ava y le pediré un cambio de tutor. Le diré que quiero que seas tú.
Elise lo medita.
—No es una mala idea —acepta con una sonrisa—. Ser tutora de Blancanieves quedará fantástico en mi currículo.
Guiña un ojo antes de reírse. Y no me queda de otra más que reírme con ella.
***
Justo cuando estoy a punto de llegar a mi casa siento que alguien me mira. Antes de abrir la puerta, observo a todos lados pero solo veo a la vecina regando unas flores sin prestarme la más mínima atención. Sigo teniendo esa mala sensación y vuelvo a escanear la calle antes de entrar a casa. Cuando cierro la puerta me corre un escalofrío.
—¡Snow, llegaste! —Pego un brinco al oír la voz de mi madre. ¡Por las bananas! ¿Qué no sabe que no hay que asustar a una persona con malos presentimientos! Llevo una mano a mi corazón acelerado.
—¡Mamá! ¿Qué haces aquí? —cuestiono. Ella suele llegar muy tarde de su trabajo de doctora. No sabía que tenía un día libre.
—Hoy salí temprano e invité a una amiga. —Mamá señala a la mujer de cabello rojo sentada en el sofá. ¡Ni la había visto!—. Ella es Zabrina.
—Oh, hola. —¿Qué cosa tienes que decir cuando tu madre te presenta a una amiga? ¿Mucho gusto? ¿Linda ropa? ¿Tu cabello es teñido o natural?
—Eres exactamente como te recordaba —dice la mujer pensativamente. La miro sin entender, ¿ya la había visto antes?
—¿Disculpe?
Zabrina parpadea, saliendo de sus reflexiones y me dirige una sonrisa.
—Quizá no me recuerdes, pero te he visto antes, cuando eras más pequeña.
—Oh. —Ella tiene razón en algo: no la recuerdo—. Debió de haber pasado mucho tiempo.
—No tienes idea. —Sus ojos verdes se posan en mí y me parecen verdaderamente bonitos, como una mezcla de celeste y verde.
—Voy a preparar té —dice mi madre de pronto. La veo precipitarse a la cocina y yo entrecierro los ojos por su extraño comportamiento.
—Ha sido un placer volver a encontrarme contigo, Snow —dice Zabrina mientras tomo las escaleras para subir a mi habitación.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top