[M] ❝GOD IS A WOMAN❞ 🔞
***CAPÍTULO CON CONTENIDO SEXUAL***
— Lisa... ¿qué estás haciendo?
Jungkook se colocó al lado de la tailandesa, que en ese preciso momento aparentaba estar muy concentrada en traspasar el contenido de una botella de champagne a una lata de cerveza, en lo que al maknae de BTS le parecía un acto sin sentido alguno. Ella, sin siquiera voltear a mirarlo, se limitó a encogerse de hombros.
— Sólo ayudo a limpiar.
Jungkook rió silenciosamente, no queriendo expresar en voz alta lo que estaba pensando. Era evidente que Lisa no estaba del todo lúcida aún, porque dudaba de que su accionar pudiera ser catalogado como "limpiar". De hecho, sólo estaba agravando el desastre en que la cubierta del yate se había convertido. Pero no sería él quien se lo dijera, por lo que se dedicó a observarla de brazos cruzados, genuinamente entretenido por la situación. A sus espaldas, Taehyung, Jimin y Chaeyoung iban de un lado para el otro recogiendo botellas, latas de cerveza y copas que habían quedado desperdigadas por doquier. Jungkook pensó entonces que podría evitarles el disgusto de encontrarse con sendas latas de cerveza llenas de champagne, pero la actitud de Lisa estaba haciéndole la noche y no pretendía privarse a sí mismo de semejante diversión.
Mas cuando pensaba que Lisa continuaría con su tarea autoimpuesta, la vio detenerse sin previo aviso.
— Kookie... —murmuró en un tono pensativo que hizo que él alzara una ceja. Al cabo de unos cuantos segundos de silencio, Lisa pareció despertar de golpe—. ¡Bajemos a la playa! —y, sin darle tiempo alguno a prepararse, se dirigió hacia la misma escalera por la que habían subido al yate.
— ¡Liz, espera! —alarmado, Jungkook se dispuso a ir tras ella, preocupado de que su nivel de alcohol en sangre hiciera que la bajada del yate se convirtiera en un accidente. Pero se equivocaba, porque en el tiempo que a él le llevó llegar hasta la escalera Lisa ya había descendido del todo y se encontraba en ese preciso instante caminando hacia la playa.
Soltando un suspiro de resignación, y teniendo que aceptar el hecho de que Lisa era... Lisa, la siguió hasta la playa sin detenerse a cuestionar sus elecciones de vida. Así que, allí estaba, tarde en la madrugada, viendo a su novia correr de un lado al otro de la orilla como una niña que no ha visto nunca un panorama semejante.
Jungkook se mantuvo a una distancia segura del agua, pero pronto comprendió que Lisa pretendía que él la persiguiera, como si fueran los protagonistas de un drama. Pensando que de todos modos debía hacer que Lisa accediera a volver al yate, el morocho se dirigió hacia ella con toda tranquilidad, haciendo que la chica soltara un gritito y comenzara a correr en dirección opuesta. Dado que las botas que llevaba puestas se clavaban en la arena a cada paso que daba, Lisa no pudo alejarse mucho de él. Por lo que al cabo de unos cuantos instantes Jungkook ya la tenía tomada de la mano. Ella intentó librarse de él a través de la fuerza, pero no lo consiguió. Lisa era muy fuerte, pero él lo era más.
Forcejeando con ella para que aceptara que había perdido, y riendo por la situación, Jungkook comprendió que lo mejor sería engañarla. Así que decidió utilizar uno de los trucos más viejos del mundo. Si tenía suerte, Lisa caería en su trampa sin que él tuviera que hacer esfuerzo alguno para lograr que comprara la mentira.
— ¡Auuuch! —Jungkook la soltó con rapidez, como si su mano se hubiera prendido fuego. Para darle más realismo a su pequeño acto, se inclinó hacia adelante mientras se sostenía la mano "sentida" con la otra. Debía ser un buen intérprete, porque Lisa abrió los ojos y se acercó a él con tal cara de preocupación, que Jungkook se encontró a sí mismo teniendo que reprimir unas ganas inmensas de besarla. Se lo había creído.
Riendo de antemano, Jungkook aprovechó su postura para hacer lo mismo que había tenido que hacer durante la fiesta en el yate: la alzó y se la echó al hombro mientras la escuchaba protestar por haberla engañado.
Y luego sucedió la única cosa que Jungkook no había esperado que sucediera: Lisa se cubrió el rostro con las manos y comenzó a llorar.
Jungkook se detuvo en el acto y volvió a colocarla sobre la arena. Ella no se descubrió el rostro, sino que volteó en dirección al agua. Él la abrazó por la espalda mientras trataba de hacerle preguntas sobre el motivo de su llanto, pero no obtuvo respuesta alguna por su parte. Rayando el pánico, el maknae de BTS la rodeó y le tomó las manos con delicadeza para hacer que ella lo mirara.
Y entonces se encontró con unos ojos que, completamente desprovistos de lágrimas, chispeaban de diversión.
— Deberías ver tu cara en este momento —acotó la tailandesa, para luego comenzar a reírse de él.
Así que Lisa le había pagado con la misma moneda...
Jungkook se la quedó mirando mientras colocaba su lengua en la parte interna de su mejilla y entrecerraba los ojos amenazadoramente. Pero, lejos de intimidarla, sólo logró que a Lisa le entraran ganas de lanzarse sobre él.
Y eso fue lo que efectivamente hizo.
El ímpetu con el que sus cuerpos y bocas se encontraron hizo que perdieran el equilibrio. Afortunadamente, la arena amortiguó un aterrizaje que habría sido desastroso si se hubieran encontrado en un lugar diferente. Lisa terminó acostada boca arriba y Jungkook encima de ella, teniendo cuidado de no aplastarla con su peso. Sin dejar de besarlo, Lisa soltó un suspiro cuando él le tomó el rostro con una mano. Procedió entonces a envolver sus piernas alrededor de su torso, en un intento por acercarlo a sí aún más. La boca de Jungkook descendió hasta su cuello, haciendo que la piel de todo su cuerpo se erizara ante el contacto.
El morocho pensó que si no se detenían en ese momento, podrían quedarse allí hasta el amanecer. Pero Lisa parecía haberse perdido en el camino del placer, y él estaba a punto de imitarla. Una gota de racionalidad quiso colarse en su cerebro, pero ella le mordió la boca... y entonces la mano derecha de Jungkook se aferró a su muslo. Ascendió con brusquedad hasta sus caderas, en donde volvió a anclarse durante un buen rato, para luego tentar a la suerte al rozar el borde inferior de su remera.
Lisa se arqueó contra su cuerpo, en una silenciosa invitación. Invitación que él no pudo rechazar. Su mano se metió por debajo de la tela de su remera con el único fin de cerrarse sobre su seno. Mientras la lengua de Lisa acariciaba la suya, Jungkook ejerció sobre ella la presión suficiente como para hacerla gemir en su boca. Cuando un segundo gemido se entremezcló con su respiración, el morocho estuvo seguro de que Lisa podía sentir con toda claridad la dureza que ocultaban sus pantalones.
Y entonces supo que debían detenerse. Por Dios, estaban en medio de una playa pública.
— Lisa... —su voz sonó ahogada, pero ese hecho no lo sorprendió. Después de todo, ella lo había dejado sin aliento y aún estaba besándolo intensamente. Sabiendo que la chica no se detendría con facilidad, Jungkook tuvo que hacer un esfuerzo titánico para alejarse de ella.
Se puso de pie —no sin dificultades— tratando de ignorar la expresión de molestia en el rostro de la tailandesa, quien no atinó a moverse ni un sólo centímetro. Jungkook se inclinó sobre ella y la tomó de la cintura para instarla a que se levantara de una vez. Y ella lo hizo, sólo para volver a besarlo como si nada hubiera sucedido.
No de nuevo.
Suprimiendo una carcajada, Jungkook la tomó de la mano para arrastrarla hacia el yate, lo cual terminó siendo toda una travesía, dado que Lisa insistía en atacarlo con besos o manos traviesas cada determinada cantidad de metros recorridos. Si Jungkook estaba destinado a terminar en su propio infierno personal, era probable que en él fuera castigado del mismo modo en que ella lo estaba haciendo.
Finalmente, luego de lo que se sintió como una eternidad, llegaron a su habitación. Jungkook volteó a ver si Lisa había entrado tras él... pero hacerlo fue un error. Ella lo atrajo hacia sí al tiempo que su espalda chocaba bruscamente contra una pared. Sus dedos se enredaron en el cabello de la chica por una especie de acto reflejo. Sus bocas volvieron a encontrarse con pasión mal contenida. Pero la visión periférica del morocho captó algo que logró ponerlo en alerta de inmediato.
Tratando de recobrar la compostura, Jungkook la llevó hasta la cama y la hizo tomar asiento. Acto seguido, extrajo una botella de agua de la pequeña nevera con la que contaba la habitación y se la dio. Lisa seguía bajo los efectos del alcohol, y aunque debía admitir que lo encontraba seriamente divertido, eso no significaba que no quisiera cuidarla. Y eso incluía ir a cerrar la puerta que ella había dejado abierta de par en par para que todo el que pasara por el pasillo pudiera ver lo que estaba sucediendo dentro de esa habitación.
Para su total sorpresa, Lisa aceptó la botella de agua que él le ofrecía sin protesta alguna. Creyendo que había logrado que las cosas se calmaran, Jungkook se dirigió a la puerta para cerrarla. Pero al regresar sobre sus pasos alzó una ceja al ver que Lisa parecía estar muy concentrada en algo que estaba viendo en su teléfono móvil.
Pero, de pronto, ella alzó la mirada y la clavó en sus ojos mientras una lenta sonrisa comenzaba a extenderse por su rostro.
Jungkook conocía esa sonrisa. Y era una mala señal. Una muy mala señal.
Lisa se puso de pie, echándose el cabello hacia atrás. Luego se acercó a él y, colocándole una mano en el pecho, lo empujó con la fuerza suficiente como para hacerlo perder el equilibrio y caer sentado sobre el borde de la cama. Jungkook tragó saliva al verla frente a él, emanando la confianza en sí misma que lo había atraído hacia ella en primer lugar. Lisa presionó la pantalla de su teléfono para que una canción comenzara a sonar, y luego lanzó el teléfono hacia la cama.
Y esa maldita sonrisa que anunciaba el peligro volvió a su rostro.
Antes de que Lisa hubiera comenzado a moverse al ritmo de la música, Jungkook ya había adivinado que estaba en problemas. Ya sabía lo que Lisa pretendía hacer... y ahora se sentía repentinamente ansioso. Sin siquiera notarlo, ladeó la cabeza y se pasó la lengua por los labios mientras cruzaba sus piernas y se mentalizaba para lo que presenciaría a continuación.
Lisa se puso de perfil a él mientras se llevaba las manos al cabello y cerraba los ojos para dejar que la música le indicara el camino a seguir. Sus caderas comenzaron a moverse de manera circular al tiempo que una de sus manos descendía por su cuello hasta posarse sobre la solapa de su blazer. Con lentitud, descubrió uno de sus hombros, sintiéndose plenamente complacida al notar que su número apenas había iniciado pero que Jungkook ya se estaba inclinando hacia ella de manera inconsciente.
Terminó de quitarse el blazer y lo lanzó hacia un costado, para acto seguido darse la vuelta. Tal vez fuera hora de subir la apuesta. Después de todo, ninguno de los dos se caracterizaba por ser paciente.
Estando de espaldas a él, y sin dejar de mover sutilmente las caderas de un modo que lo tenía hipnotizado, Lisa tomó el borde de su remera y amagó con quitársela. Volteó la cabeza, sólo para comprobar lo que ya sabía: que Jungkook estaba mirándola con la intensidad suficiente como para derretir varios kilómetros de hielo antártico.
Que alguien como Jungkook la mirara con tanto deseo le hacía sentir cosas. Cosas que nunca había sentido en su vida. Pero luego de conocerlo, todo lo que creía saber de sí misma hasta entonces había cambiado radicalmente.
Lisa se quitó la remera en un movimiento simple y rápido, y la dejó caer a su lado con un desgano calculado. Y luego volteó para que él pudiera apreciar como se debía el sujetador que llevaba puesto. Era de color blanco, y la tela era semi-transparente... lo cual significaba que dejaba muy poco a la imaginación.
Y, a juzgar por la expresión en el rostro de Jungkook, ambos estaban de acuerdo en que le quedaba de maravilla, dado que la prenda se ajustaba a su delicado torso como si de una segunda piel se tratara. Era curioso. Jungkook conocía cada parte de su cuerpo de memoria, pero seguía mirándola como si para él fuera la primera vez. El deseo, el anhelo, que sentían por el otro se había mantenido inmutable en el tiempo.
Como atraída por un imán, Lisa dio un par de pasos hacia él sin notar que lo había hecho. Pero cuando estuvo a escasos centímetros de su cuerpo, Jungkook extendió un brazo y lo dirigió hacia su torso. Ese movimiento logró sacarla del trance en que estaba. Dándole un juguetón golpe en la mano para apartarla de sí, sonrió al ver su expresión de frustración.
— Puedes mirar... pero no puedes tocar.
Jungkook se pasó una mano por el cabello y soltó un suspiro. Estaba a punto de colapsar. Pero Lisa ya había vuelto a alejarse de él, como para evitar futuras tentaciones.
Lisa cada vez tenía menos ropa puesta.
Pensar en lo que evidentemente vendría a continuación hizo que tuviera que apretar los dientes. Su mandíbula se tensó aún más cuando vio que las manos de Lisa iban a parar al borde de sus shorts. Las predicciones parecían estar a punto de volverse realidad. Pero ella no se lo pondría fácil. La conocía demasiado bien como para esperar lo contrario.
La tailandesa, cuya sonrisa burlona estaba sacándolo de sus casillas, procedió a insertar sus pulgares entre la tela de la prenda y su piel mientras seguía moviéndose como si ni siquiera estuviera intentándolo. Pero, a decir verdad, sí que estaba intentándolo. Quería que Jungkook sufriera. La había tenido deseando tocarlo y besarlo toda la noche, sólo para que él no cediera ante sus avances en nombre del "decoro".
Merecía estar en la posición en que ella lo había puesto ahora. Definitivamente.
Mientras jugaba con el borde de sus shorts, notó que los ojos de Jungkook seguían todos los movimientos de sus manos. Y entonces se preguntó qué pensaría la gente que creía que Jungkook era tímido si lo conocieran en la intimidad. Si lo conocieran como ella lo conocía. Porque el Jungkook que tenía frente a sí, el que estaba en ese preciso instante mordiéndose los labios, no presentaba rastro alguno de timidez. Lisa podía pensar en un sinfín de situaciones en las que su novio había estado lejos de mostrarse cohibido estando solos los dos, pero más le valía no recordarlas o su plan de hacerlo desearla hasta la locura se echaría a perder.
Anticipando la reacción que obtendría por parte de él, Lisa volvió a darle la espalda y, sin dejar de bailar sugerentemente al ritmo de la música, comenzó a bajarse el short con extremada lentitud mientras inclinaba su cuerpo hacia adelante. Creyó escuchar una maldición emitida en forma de susurro, pero cuando la prenda de ropa estuvo a la altura de sus tobillos, y luego fuera de sus piernas al patearla lejos, un rotundo silencio se hizo presente en la habitación.
Allí estaba, en su conjunto de ropa interior semi-transparente y sus botas negras, que le llegaban hasta los muslos. Su largo cabello caía sobre sus hombros con toda naturalidad, y su piel lucía suave y cremosa a simple vista...
Jungkook se llevó las manos al cinturón que mantenía a sus jeans en su lugar. Necesitaba aflojarlo o terminaría muriéndose de dolor. Pero, para su sorpresa, Lisa se le acercó y lo tomó de la mano, impidiendo que lo hiciera. Acto seguido, tiró de él para instarlo a que se pusiera de pie.
— Te ves un poco... incómodo —comentó ella con una risita que pretendía ser de inocencia pero que distaba mucho de serlo realmente—. Déjame ayudarte.
Lisa le desabrochó el cinturón del mismo modo en que se había quitado los shorts: lenta y tortuosamente. Lo lanzó hacia un costado y procedió a rodearlo para poder quitarle la chaqueta desde atrás. Jungkook tuvo que cerrar los ojos. Si verla y no poder tocarla había sido un calvario... sentir el calor que irradiaba de su cuerpo a escasos centímetros de su espalda constituía uno mucho peor.
Las manos de Lisa se colaron por debajo de su camisa y fueron a parar a sus abdominales, deteniéndose allí tan sólo un momento. Jungkook sintió que ella depositaba un pequeño beso sobre su hombro antes de volver a colocarse frente a él. Se moría de ganas de besarlo. Era evidente, a juzgar por el hecho de que esos expresivos ojos seguían buscando su boca. Pero estaba determinada a mantenerlo en esa cruel abstinencia a la que lo había sometido. La chica comenzó a abrir los botones de su camisa, dándole la pauta de que Lisa no sólo tenía ganas de besarlo, sino que también se moría por tocarlo. Y deseó pedirle que lo hiciera. Que lo tocara hasta el final, hasta hacerlo perder la cabeza. Pero algo le decía que ella no cedería.
Lisa podía ser jodidamente terca cuando se lo proponía.
Y lo confirmó cuando su camisa fue lanzada hacia el otro lado de la habitación. La tailandesa lo recorrió con la mirada, no pudiendo evitar un suspiro de satisfacción. Pero no atinó a tocarlo. Lo que Jungkook no sabía, es que no hacerlo estaba requiriendo de hasta el último gramo de su fuerza de voluntad.
Jungkook tenía un cuerpo que Lisa no podía describir con palabras. Lo había intentado, pero pronto había comprendido que nada podía hacerle justicia. Era simplemente perfecto. Y la mejor parte era que ella tenía permiso para disfrutarlo. Esa noche planeaba hacer eso... y más.
Tratando de controlar sus propios impulsos, Lisa le desabrochó los pantalones para acto seguido bajárselos sin mayor demora, dejándolo en ropa interior. Cuando lo tuvo descalzo y semi-desnudo, y entregado por completo a su voluntad, lo guió hasta una silla que se encontraba junto a la cama. Lo hizo tomar asiento, y luego procedió a sentarse sobre sus piernas, de cara a él. Antes de que pudiera impedirlo, las manos de Jungkook ya se encontraban sobre la parte lateral de sus muslos, moviéndose lentamente hasta llegar a...
Lisa jadeó cuando él colocó las manos bajo su trasero para poder acercarla a sí sin previo aviso. El resultado fue que el cuerpo entero de Lisa descansaba ahora sobre su evidente erección.
Jungkook le mostró una sonrisa ladeada al notar que había logrado que se desconcertara. ¿Acaso creía que ella era la única capaz de jugar a ese juego? Encontrando graciosa la expresión en el rostro de la tailandesa, alzó una mano y le rozó el contorno de un seno con los nudillos. Lisa cerró los ojos y respiró hondo, pero logró recomponerse de inmediato.
No dejaría que él se saliera con la suya.
— Jungkook... ¿qué parte de "no puedes tocar" no te ha quedado clara?
Él simplemente se encogió de hombros.
— Creí que esa regla ya había caducado.
Lisa suprimió una carcajada.
— No, no lo ha hecho —le aclaró, antes de ponerse de pie ante su mirada de incredulidad—. Así que te desafío a no tocarme hasta que yo diga que puedes hacerlo.
El morocho dejó salir un sonoro suspiro. Esa mujer quería matarlo. ¿Hasta dónde pretendía llegar con todo eso? ¿No había tenido suficiente ya? Porque él sí que--
El tren de pensamientos de Jungkook descarriló cuando sintió que la cálida boca de Lisa se posaba sobre sus abdominales. Su cuerpo entero se tensionó por lo imprevisto del contacto. Pero ella apenas había comenzado. Su lengua fue trazando los contornos de sus abdominales, al tiempo que le clavaba las uñas en las costillas. Arrodillada frente a él, se dedicó a lamer y besar con esmero cada porción de músculo, teniendo cuidado de no ser demasiado brusca al morder su piel de vez en cuando.
Sus atenciones deberían haber hecho que se relajara. Pero a medida que esa voluptuosa y provocativa boca iba descendiendo más y más por su abdomen, el ritmo de las palpitaciones de Jungkook iba aumentando. Lisa se detuvo durante tan sólo un segundo para poder mirarlo de reojo. Había logrado que se pusiera nervioso. Todavía no habían llegado a la mejor parte, pero Jungkook ya parecía estar a punto de rendirse.
Sus manos estaban apretadas en puños a los costados de su cuerpo. Lisa sonrió internamente. No poder tocarla debía estar resultándole un verdadero dolor de cabeza. Pero ella se encargaría de proporcionarle cierto alivio... o al menos algo que pudiera entretenerlo.
La tailandesa se irguió en su lugar. Tomó los bordes de sus bóxers negros e hizo ademán de bajárselos, para que él comprendiera que debía alzar las caderas para permitir que ella se los quitara. Y, justo como había esperado que sucediera, Jungkook colaboró de buen grado mientras la atravesaba con la mirada más elocuente que podría haberle dirigido.
Ambos sabían qué sucedería a continuación. Era como si todo lo que había sucedido hasta entonces los hubiera conducido a ese preciso momento.
Pero saber lo que sucedería no evitó que Jungkook se estremeciera cuando sintió la boca de Lisa sobre él. Ella lo había tomado con una mano y había apoyado la otra sobre su musculoso muslo, en busca de cierta estabilidad. Sus caricias comenzaron de forma sutil, dejando pequeños besos desperdigados por doquier. Pero algo en su interior pareció romperse con rapidez. El autocontrol de Lisa era bueno... pero no perfecto.
Cuando Lisa comenzó a utilizar su lengua, Jungkook echó la cabeza hacia atrás y se pasó una mano por el cabello con fuerza. Ahora lo sabía. No podía pensar con claridad, pero ahora sabía que el plan de Lisa había estado muy bien estructurado. Y lo peor de todo es que no podía quejarse... porque se sentía en el séptimo cielo.
Las manos de Lisa se cerraron sobre él con un poco más de fuerza, y la presión ejercida hizo que Jungkook jadeara. La tensión que había estado sintiendo desde hacía un buen rato ya no parecía querer disminuir en lo más mínimo. Por el contrario. Con cada caricia de la lengua de Lisa, su cuerpo se endurecía más y más.
Jungkook tuvo que hacer un esfuerzo para poder abrir los ojos. Quería verla. Pero ella no estaba mirándolo. Desde su posición, Jungkook sólo podía apreciar sus largas y espesas pestañas. Pero sus ojos no dudaron en desviarse hacia su boca. Y a pesar de que lo que estaba haciendo con él era suficiente como para hacer que quisiera abandonarse por completo al placer, no contaba conque la visión de esa boca que le quitaba el sueño, y cuya lengua estaba haciendo estragos sobre él, enviara un nuevo torrente de electricidad por todo su cuerpo.
Volvió a echarse hacia atrás como por un acto reflejo. Jungkook no podría haber resistido un ataque semejante de haber estado de pie. Y lo confirmó cuando Lisa aumentó el ritmo de sus movimientos. Estaba haciéndolo a propósito. Todo lo que Lisa había hecho esa noche había tenido el único fin de mantenerlo al borde del abismo.
Ella había ganado.
La tailandesa cerró los ojos cuando sucesivas expresiones de placer comenzaron a salir de la boca de Jungkook. Era música para sus oídos. Abrió los ojos. El rostro de Jungkook era la expresividad hecha persona. Lo tenía justo donde lo quería. Y no se detendría a menos que él se lo pidiera expresamente. Pero, a decir verdad, dudaba que lo hiciera. Jungkook amaba la manera en que ella se movía. Amaba la manera en que lo tocaba. Y saberse en posición de brindarle tanto placer era una de las sensaciones más difíciles de describir que Lisa había experimentado en toda su vida.
Estar con él de ese modo la hacía sentir... empoderada. Jungkook dejaba que hiciera con él lo que deseaba. Se abandonaba al toque de sus manos y de su lengua con completa confianza. Se rendía ante ella.
Un pensamiento se formó en su mente. Cuando todo hubiera terminado, Jungkook estaría convencido de que Dios era una mujer.
Mas cuando se disponía a continuar con lo que estaba haciendo, escuchó que él la llamaba.
— Liz... —ella lo ignoró, más por inercia que por otra cosa. Simplemente no quería detenerse. Sin embargo, él se aclaró la garganta y volvió a intentarlo—. Lisa.
El tono de voz de Jungkook logró que efectivamente se detuviera. Un tono de advertencia. Pero aprovechando que Lisa había alzado la cabeza para poder mirarlo, el morocho la tomó por los hombros con delicadeza y la echó hacia atrás. Necesitaba un momento. Cuando sintió que su cuerpo había recuperado algo de fuerza, hizo que ambos se pusieran de pie con rapidez.
Sus ojos se encontraron con los de ella en una fracción de segundo.
— A partir de este momento... esa maldita regla tuya no tiene validez —y acto seguido tomó su boca con la suya, al tiempo que sus manos iban a parar a su trasero. Lisa jadeó por la firmeza de su agarre. Jungkook había terminado por rebelarse... y se sentía demasiado bien.
Sin dejar de besarla como si pretendiera fundirse con ella, el morocho la fue guiando hacia el baño en suite. La habitación había caído en un absoluto silencio y Lisa era muy... vocal, en lo que a ese tipo de situaciones respectaba. Aunque tenía que admitir que parte de su motivación era el hecho de que deseaba verla empapada por el grifo de la ducha. Dado el tipo de ropa interior que había elegido para la ocasión, la imagen visual que se generaría sería una que Jungkook deseaba conservar en su retina.
Así que cuando ambos estuvieron dentro de la ducha, Jungkook se puso debajo del grifo y se aseguró de que el chorro de agua no cayera aún sobre ella. Debía regular la temperatura del agua y, como sus bocas seguían enfrascadas en el más intenso de los intercambios, era probable que cometiera un error. Sin embargo, siendo Jeon Jungkook, fue capaz de hacer que agua tibia cayera sobre ambos en menos de un minuto.
Jungkook notó que Lisa había accedido al pedido que él le había hecho de camino al baño. No se había quitado las botas. Un poco de agua no las arruinaría, pero de todos modos debía tener cuidado de no resbalarse. Para facilitarles la estadía en el lugar en que se encontraban, Jungkook volvió a colocar las manos en su trasero mientras se inclinaba levemente. Y Lisa comprendió de inmediato. Tomando impulso, envolvió sus largas piernas alrededor de la cintura de él, soltando un suspiro de placer cuando su espalda dio contra una de las paredes de la ducha con brusquedad.
Ya no estaban jugando. Todo se había acelerado. La intensidad de la vorágine que ellos mismos habían creado los consumiría de un momento a otro.
Sin embargo, había algo que Jungkook sentía la necesidad de hacer antes de cumplir sus deseos.
El sujetador de Lisa era ahora completamente transparente, y su pecho subía y bajaba con rapidez por lo acelerada de su respiración. No podía resistirse a lo que sus ojos veían. Tenía que hacerlo. Así que, asegurándose de que ella estuviera bien sujeta, tomó uno de sus pezones con la boca por encima de la tela del sujetador. Lo succionó con lentitud, para luego apartar la tela con los dientes y poder tener un contacto más directo con su piel. Lisa arqueó la espalda mientras enredaba las manos en su cabello. Él se entretuvo con sus senos un buen rato, hasta que la sinfonía de gemidos que provenía de la tailandesa hizo que toda paciencia se evaporara.
Ambos querían, necesitaban, lo mismo en ese momento. No tenía sentido alguno que siguieran postergándolo.
Jungkook se echó hacia atrás para poder mirarla a la cara. Tenía el cabello mojado, los ojos entreabiertos y la boca enrojecida por el accionar de sus propios labios. La imagen era, simplemente, soberbia. Pero, aunque deseaba quedarse allí mirándola, Jungkook sabría que tendría que salir un momento de la ducha. Los preservativos estaban en la habitación y ninguno de los dos se había parado a tomar uno de camino al baño.
Sin embargo, cuando se lo hizo saber a Lisa, ella se limitó a señalar hacia la estantería de plástico que se encontraba justo al lado de la ducha. Jungkook alzó una ceja y escaneó los estantes con la mirada... hasta que hubo divisado la caja de preservativos que había sido colocada en uno de ellos.
Dios realmente era una mujer, y su nombre era Lalisa Manoban.
Temblando de anticipación, Lisa lo vio extender un brazo de músculos bien definidos para poder hacerse con un condón. Justo cuando comenzaba a perder la paciencia, sus uñas se incrustaron en su ancha espalda como respuesta a la entrada de Jungkook en su cuerpo. Él comenzó a moverse de manera lenta pero profunda, haciendo que las manos de Lisa viajaran hacia sus hombros, trazando con sus uñas el trayecto realizado.
De pronto y sin previo aviso, Jungkook incrementó el ritmo de sus caderas, cambiando por completo la dinámica de la situación. Arrancándole sonoros gemidos con cada nueva embestida, fue conduciéndola con determinación hacia el punto más alto... sólo para detenerse por completo de manera abrupta y confusa a mitad de camino.
— Lisa... abre los ojos.
Ella, que no había notado que los tenía cerrados, los abrió con lentitud y dificultad, preguntándose por qué demonios habría parado, y descubrió que Jungkook estaba mirándola con total seriedad.
— Si vuelves a cerrar los ojos mientras estoy dentro de ti, tú pierdes —y acto seguido continuó como si nada hubiera sucedido, sólo que con aún más ímpetu del que traía.
Lisa ahogó una exclamación de sorpresa. Jungkook era demasiado competitivo. Como no había podido ganar cuando ella lo había desafiado a no tocarla, ahora la ponía en esa ridícula situación. Y lo peor de todo era... que ella no podría ganar esta vez.
No si él insistía en mantener ese condenado ritmo. Y tampoco si seguía mirándola del modo en que lo estaba haciendo.
Lisa perdió en el momento en que un intenso orgasmo hizo que su cuerpo entero se sacudiera. Ya no le importaban esos estúpidos retos que habían lanzado en dirección al otro. Estaba en un lugar en donde esos asuntos no podían alcanzarla. Era maravillosa, la sensación de que hasta el último músculo de su cuerpo estuviera relajado. Su mente, completamente en blanco, captó vagamente que Jungkook se unía a su estado de felicidad al cabo de un minuto.
Y al cabo de cinco minutos, seguían allí, en la misma posición, negándose a dejarse ir mutuamente. Jungkook le dedicó una sonrisa rápida que logró desarmarla. Alzó una mano y le acarició el cabello, devolviéndole la sonrisa cuando vio que se inclinaba hacia su toque. Soltando un suspiro, la tailandesa pensó que debía ser la mujer más afortunada del mundo. Y era probable que ese fuera un simple pensamiento, una reflexión espontánea, proveniente de algún recóndito lugar de su cerebro... pero cuando lo tenía así, abrazándola con la serenidad que lo caracterizaba, Lisa no podía dejar de creer que realmente era de ese modo.
Jungkook la ayudó a ponerse de pie, a pesar de que las piernas seguían temblándole notoriamente. Lisa le dedicó una mirada asesina cuando se dio cuenta de que él pretendía hacer un comentario al respecto, pero sólo consiguió que se echara a reír.
Y su risa terminó por contagiarla.
Luego de haberle quitado las botas y la ropa interior que Jungkook simplemente había corrido hacia un lado luego de colocarse el condón, y haciendo gala de una paciencia infinita, el morocho se dispuso a lavarle el cabello. Con cuidado, fue completando el proceso mientras le robaba algún que otro beso, sonriendo al escucharla reír tranquilamente. Las manos de Jungkook eran tiernas sobre su cabeza, hombros y brazos. Lisa se dejó atender por él, sintiéndose feliz de que ese fuera el final de su noche. Realmente no necesitaba nada más.
Jungkook terminó de enjuagarle el cabello al mismo tiempo que Lisa comenzaba a sentir los estragos del sueño en su cuerpo. El morocho la envolvió en una toalla de dimensiones descomunales y la cargó hasta la habitación, en donde la secó y le pasó una de sus propias remeras blancas por la cabeza. Lisa se dirigió a la cama mientras Jungkook se colocaba un bóxer limpio e iba a unirse a ella dentro de las sábanas.
Cuando lo sintió acercarse por detrás y abrazarla con fuerza, pasándole un brazo por el abdomen, Lisa respiró hondo para poder aspirar el aroma del shampoo que habían compartido.
Y pensó que no, no necesitaba nada más que eso.
-o-o-o-o-
¿Como que hace un poco de calor aquí, verdad? xD
Lo prometido es deuda, ya tienen el smut tan esperado de liskook. Ojala que esta espera haya valido la pena. Para nosotras estas escenas fueron muy entretenidas de realizar (si supieran sobre nuestras charlas a altas horas de la madrugada por whatsapp, debatiendo sobre cómo sería mejor hacerlas jaja).
Por otra parte, queríamos anunciarles que dado que una de nosotras (la maldita afortunada de Loly) se va de viaje por un mes, no estaremos en condiciones de actualizar esta historia hasta su regreso... lo cual significa que por lo menos hasta febrero no subiremos nada nuevo por aquí. Lo bueno, es que antes de su partida tenemos una pequeña sorpresa para subirles y en enero, si todo va según el plan, actualizaremos otra de nuestras historias (Like tomorrow doesn't exist #taerose), lo cual significa que el hiatus no será tan largo. Por ahora, eso es todo.
¡Nos leemos pronto!
- Naty y Loly -
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