❝¿Están en camino, o se han arrepentido?❞

Había depositado demasiada confianza en un puñado de niños.

Tomarse un avión desde Corea hacia Australia a esa altura del año, 29 de diciembre, no sonaba como algo que la Jennie de siempre haría. Acababan de presentarse en uno de los tantos festivales de fin de año que los canales de televisión organizaban, y en lugar de regresar a su apartamento para descansar, lo habían hecho para tomar sus bolsos y dirigirse hacia el aeropuerto.

La operación había sido llevada a cabo de manera ultra secreta, lo cual quería decir que sus managers habían conocido el verdadero significado de la palabra "estrés" gracias a esos "planes de fin de año" que YG, como tocado por la gracia divina, les había dado permiso de implementar. Pero no podrían haberse arriesgado a que los fans y su facilidad para seguir cada uno de sus movimientos, dentro y fuera del país, arruinaran la muy ansiada privacidad que merecían. Es por esa razón que, a altas horas de la madrugada, los cuatro miembros de Blackpink, luego de haberse asegurado unos buenos abrigos que las protegieran de las gélidas temperaturas de Seúl, salieron de su edificio de apartamentos y se subieron a la camioneta gris que su empresa había alquilado específicamente para los fines de ese día.

Con una sonrisa de incredulidad, Jisoo les había preguntado entonces si no les resultaba extraño el hecho de que estuvieran tan abrigadas, cuando en sus bolsos sólo habían guardado ropa de verano. Y todas, aunque cansadas, habían reído ante lo acertado de su planteo.

Mientras transitaban por las calles de Seúl, Jennie pensó que ese viaje al menos la alejaría de toda esa nieve y todo ese frío. Y esas diez horas de vuelo definitivamente serían una muy buena inversión si dormía durante todo el trayecto. Su cuerpo y su mente se lo estaban pidiendo a gritos.

Chaeyoung había abierto una bolsa de caramelos y le había puesto uno en la mano. Se veía genuinamente feliz, al igual que Lisa. Y al igual que la unnie mayor, pensó la morocha al observarla con atención. Ninguna de las tres podía esconder su muy notable entusiasmo. Por lo que, antes de que pudiera darse cuenta, Jennie se encontraba sonriendo de oreja a oreja.

¿A quién pretendía engañar? Unas vacaciones en la isla Moreton con sus miembros y amigos definitivamente hacía que un viaje tan largo valiera la pena. Ni siquiera habían llegado a destino, pero ya estaba lamentando que tuvieran que eventualmente regresar. Jennie sacudió la cabeza. No debía ver el vaso medio vacío. Iría a ese paraíso terrenal, disfrutaría hasta decir basta, y regresaría a Corea sintiéndose como nueva.

Después de todo, ella ni siquiera había tenido que planear nada. La línea maknae al cuadrado, como solía llamarlos Jisoo, se había encargado de todo. Y, aunque Jennie en un principio había tenido sus dudas al respecto (unas cuantas), los más jóvenes realmente parecían haber hecho todas las reservas necesarias en tiempo y forma. Desde los pasajes de avión, hasta el lugar en el que estarían hospedándose, todo había corrido por su cuenta.

Así que, sí, había depositado demasiada confianza en un puñado de niños. Pero no estaba sola, recordó. Jisoo y los demás tampoco conocían los detalles que Jennie ignoraba. Todos estaban en el mismo barco, pensó mientras reía por lo bajo. Sólo esperaba que los maknaes no los hubieran metido en un problema.

Su teléfono móvil vibró en el bolsillo de su abrigo. Jennie, sin dejar de mirar por la ventanilla del automóvil, lo tomó para poder comprobar, al cabo de unos segundos, que alguien había escrito en el chat grupal.

"¿Están en camino, o se han arrepentido?".

Jennie sonrió al instante. Como toda respuesta, alzó el teléfono y, sin que nadie se diera cuenta, tomó una foto del perfil de Lisa, que en ese momento se encontraba festejando alegremente un comentario que había hecho Jisoo un momento antes. Luego guardó su teléfono como si nada hubiera sucedido, y esperó.

Unos segundos después, la tailandesa se golpeó el muslo con la mano.

— ¿Qué diablos está sucediendo en mi teléfono, que no deja de vibrar? —exclamó, revolviéndose en su lugar para tratar de extraer el aparato del bolsillo delantero de sus jeans. Jennie se puso a mirarla con disimulo, anticipando su reacción, y pronto sucedió lo que esperaba: la tailandesa abrió los ojos durante un segundo, y luego se volteó hacia ella con el ceño fruncido—. ¡Unnie! ¿Por qué has hecho eso? ¡En esta foto tengo cara de idiota! —Jennie soltó una carcajada, echando la cabeza hacia atrás. La otra, contrariada, volvió a mirar la pantalla de su teléfono, y la morocha pudo ver que su expresión de confusión se pronunciaba aún más—. ¿Y por qué está todo el mundo arrobando a Jungkook? —muy a su pesar, cuando Jisoo y Chaeyoung se unieron a las risas, ahora descontroladas, de Jennie, Lisa soltó un suspiro de resignación y sonrió. Esas vacaciones sin duda serían largas... e inolvidables.

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