t h r e e

  Observaste de reojo la silueta de la persona a la cual habías visto en ciertas ocasiones, Erik Lensher. Un amigo cercano que conocías debido a las noticias en la televisión, se trataba de alguien altamente peligroso capaz de controlar el metal, fue una completa sorpresa saber que él sería el último miembro al que reclutaría aquella persona.

  Después de que tocaste la mano de Apocalipsis, absolutamente todo la capacidad de tu poder había aumentado drásticamente, sentías como es que ahora podrías controlar las llamas en tu interior. Habías incluso probado como es que ahora ya podrías tocar a alguien sin sentir un desequilibrio en tu mutación, todo ese problema había finalizado, o al menos eso es lo que pensabas.

  Ahora mismo te mantenías alejada de los demás, no te sentías confianza estando con esas personas. Después de todo estabas al tanto de que ellos no iban a hacer obras de caridad como lo hacía Charles, así que simplemente inhalaste un poco de aire para después dirigir la mirada hacia en donde se encontraba Apocalipsis, el sobrenombre de la persona que te había reclutado. Él se encontraba junto con Ángel, él joven de las grandes alas metálicas, terminando de construir su traje de batalla.

  Tu traje de batalla lo había deseñado Apocalipsis, una gabardina de color carmesí, una camisa que resaltaba un poco tus atributos, unas pantaloncillos de cuero y unos botines negros. Esto se había adaptado a tus poderes, así que no tenias que preocuparte por quemar tu vestimenta.

  Cuando Apocalipsis término con de realizar el traje, observó a Magento con estupor, este último se había acercado a él. Apocalipsis mantenía una pequeña sonrisa en su rostro. No entendías, o mejor dicho ninguno de ustedes, sabia la razón de su sonrisa ni siquiera lo que estaba sucediendo.

— Extraordinario— murmuró el de tez azul, observando fijamente a Erik.

— ¿Qué es lo que vez?— se dignó a preguntar Ángel, con cierta intriga, justo cómo los demás.

— La respuesta— respondió Apocalipsis, para que después sus orbes comenzarán a tornarse de un color blanquecino—. Gracias por dejarme entrar— murmuró él mayor con una sonrisa de completa arrogancia.

  Lo único que sentías por aquella persona era lástima, Apocalipsis te había dejado en claro que si quería algo en específico, lo obtenía a cualquier costo. Por la reacción que tenia en su rostro, entendías que podría tratarse de alguien con una mutación extraordinaria y quizás hasta avanzada.

— Siempre lo mismo y ahora todo esto— agregó él mayor para después suspirar y mantener sus orbes completamente cerrados—. No más piedras. No más lanzas. No más flechas. No más espadas. ¡No más armas! ¡No más sistemas! No más súperpoderes.

  Magento comenzó acercarse hacia el pequeño grupo, para que después los presentes observaban a Apocalipsis con un toque de curiosidad tras no saber que era lo que en verdad estaba haciendo, incluyéndote.

— Toda esa fé en sus herramientas, en sus máquinas— añadió con un toque de desprecio—. Pueden disparara sus flechas desde la torre de madera. ¡Pero jamás podrán herir a Dios!

  Al poco tiempo después el rostro de Apocalipsis se había endurecido, así que los presentes, incluyéndote, se acercaron a él. Debido a que entendían que esa era la señal, él comenzó a realizar un campo que los envolvió a todos, se trataba de sus poderes de teletransportación. Pasaron varios segundos para que los teletranspotará hacia un lugar que reconociste a la perfección.

  Estaban a tan solo unos pasos de cerebro, la máquina que había creado Hank para que la mutación de Charles tuviera más alcancé con todas las personas del mundo.

  Estaba en tu hogar.

  Y sabías muy bien que esto no terminaría nada bien.

  En el lugar se encontraban Hank, Charles y tres personas más, las cuales no conocías en absoluto. En pocas palabras estabas apunto de enfrentar a las personas que te acogieron desde pequeña y quienes siempre te apoyaban en todo, a esas personas quiénes nunca dejaron de cuidar de tu bienestar, para ellos ahora tu eras el enemigo.

  En el fondo estabas por ello, aunque por fuera poco pero sentías una gran frustración, debido a que ya estabas tan fastidiada de ver como es que las personas mantenían un contacto físico sin ningún problema. En cada clase que tenias con él profesor, él siempre te alentaba a seguir superándote y aunque siempre lo intentabas, nunca lo lograste, siempre tendrías que ocultar tus sentimientos negativos por no ver ningún resultado.

  Al instante tus orbes ámbar se colocaron sobre los labios de Hank, leyendo tu nombre en ellos, él se encontraba muy impresionado y decepcionado a la vez.

  Lo siguiente había ocurrido de forma rápido, Magento había tomado la silla de ruedas de metal, en donde se encontraba Charles. Después, una persona se había acercado rápidamente dispuesto a detener las acciones de Magneto, sólo que Apocalipsis fue más rápido y creó su campo de teletransportación enviandólos a otra parte lejos de allí.

────────────────────

— ¿Estás bloqueandome? ¿Cómo?— cuestionó Charles en un tono adormilado, ya que anteriormente se encontraba inconsciente.

— Aislando sus mentes de tu poder— respondió Apocalipsis con obviedad, acercándose hacia él—. Uno de los muchos dones que he adquirido a través de los milenios— explicó con seriedad.

  Observaste con lástima a la persona que te crió en el suelo, él no podría levantarse debido a su condición y ahora no podría utilizar su mutación debido a Apocalipsis, por lo que se encontraba totalmente vulnerable ante ustedes seis. Esperabas que al menos no le hicieran daño, debido a que después de que Apocalipsis te reclutará le pediste que no lastimará a ningún ser querido tuyo.

— Aunque ver el interior de una mente, controlarla. Ese es tu don— afirmó la deidad, ejerciendo al mismo tiempo una sonrisa socarrona—. Lo viste todo ¿no es así? La gloria de lo que viene.

— ¿Ustedes formarán parte de toda esa masacre y destrucción?— cuestionó Charles dirigiendo la mirada hacia los presentes, centrándote en tus orbes ámbar con impresión.

— Si— formulaste bajando la mirada con pena.

— Solo eso conocemos— afirmó Erik, observando a Charles sin ninguna expresión en su rostro.

— No lo es— formuló Charles con frustración, mientras mantenía sus manos en el suelo—. Lo olvidaste.

— No Charles, no lo olvidé— expresó Magento observándolo fijamente—. Tu método no funciona.

— Erik...— el mencionado lo interrumpió.

— No diré más— generó con seriedad para darle la espalda, Charles apretó sus labios con frustración.

— ¿Y tú?— te cuestionó dejando una mirada de confusión y decepción en su rostro—. (T/N) yo te prometí que volverías a tocar a una persona sin miedo.

— ¡Y no lo he hecho!— exclamaste con un sentimiento negativo en tu interior—. Siempre veo cómo es que los demás lo hacían y siempre me molestaba. Charles yo no soy tan fuerte como tú— murmuraste por lo bajo—. Intente hacerlo a tu modo, pero no vi ningún resultado después de casi diez años.

— Les mostré un mejor camino— anunció Apocalipsis con una pequeña sonrisa—. Y un mundo mejor.

— No, solo te aprovechaste de sus sentimientos, eso fue lo que hiciste— enmarcó él de cabellos castaños en el suelo, mientras observabas como es que estaba apunto de derramar algunas lágrimas, debido a su molestia.

  Estabas demasiado mal, la sensación de amargura comenzó a apoderarse de tu pecho. Charles aún no se daría por vencido contigo ni con Magento, ambos eran totalmente importantes en su vida y no podría dejar que alguien como Apocalipsis los manipulará. Charles dirigió la mirada hacia tu dirección, al instante en el que tus orbes chocaron con los suyos, habías apartado tus orbes ámbar tratando de no ceder ante su mirada de invulnerabilidad. Porque a pesar de todo, aún le tenías un gran aprecio y eso le ayudaría que regreses a él.

— Charles, tú le enviaras un mensaje a toda mente con vida, les dirás que esta Tierra pronto verá su fin. Que yo En Sabah Nur, desataré mi ira sobre ellos— ordenó el antes mencionado con inferioridad, para después agacharse hasta quedar frente a él—. Ahora dales mi mensaje.

— Aunque tuviera ganas de hacerlo, no llegaría a ese número de personas. No tengo a cerebro— explicó el profesor, con un toque de molestia en su voz.

— No necesitas una máquina para amplificar tus poderes— pronunció la deidad con pesadez—. Me tienes a mi.

  Segundos después Apocalipsis había hecho las mismas acciones que con sus secuaces, amplifica el alcance y mejoró la mutación del profesor Charles. Lo único que lograba escucharse en el lugar, era su completos gruñidos y quejidos debido al dolor de cabeza que estaría sintiendo en esos momentos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top