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Creo que estábamos jugando a las escondidas. De otra forma, no entendería la dinámica entre nosotros. Él a escondidas de todos, hasta que yo pudiera atraparlo. Por eso apenas lo vi, dejé mis estudios a un lado, acudiendo a su tácito llamado.
Corrí, con el temor de perderlo de vista en la primera esquina, como ya estaba acostumbrado. Sin embargo, el felino estaba ahí, se había detenido con la cabeza dirigida a sus espaldas, esperando, según mi parecer, a que no me atrasara. No me entró la prisa, había un acuerdo en el que ambos accedíamos llevárnosla con calma, o al menos eso creí. Así que caminé detrás de aquel grácil andar y ondulante cola... Hasta que él disparó sus pasos.
Tramposo.
Lo perseguí, no más lejos de la sala común, deteniéndome en la boca del pasillo antes de importunar la conversación de dos adultos. Reconocí la voz del señor Stark y la del capitán Rogers.
—Este no es un lugar para él.
—No quieras iniciar esta discusión ahora, Steve. Él es mi responsabilidad, no te estoy pidiendo que seas su niñera.
—No te estés engañando, Tony, tú no eres su padre.
—¡Ni pretendo serlo!
Su grito me sobresaltó. Se escuchaba muy exaltado, como nunca lo había presenciado. El hecho de que hablaran de mí —porque no me costó asimilarlo—, de que pelearan, determinó que en seguida me sintiera como una molestia y deseara poder moverme para no seguir escuchando. Pero no podía, no, ni siquiera cubrir mis oídos, porque el silencio recién desencadenado no hacía otra cosa más que tensarme y unos ojos verdes que observaban desde la sala insistían en que yo debía estar presente.
Cuando recordé debía respirar, Stark retomó el habla.
—¿Sabes lo que harían con él en otro lugar? Lo usarían como conejillo de indias, o peor aún, lo entrenarían para matar. Él es especial, quiero protegerlo.
—Hay muchas maneras de proteger a alguien, eso es lo que quiero decir.
—¿Y habrá una mejor que la que yo le estoy ofreciendo? Lo tiene todo: clases, un gimnasio, sala de cine...
—¿Pero dónde queda su familia en todo esto? Él sigue siendo un niño. No puedes confinarlo aquí como a un prisionero.
—Habrá peores cosas que él tendrá que superar en la vida, aprenderá.
—¿Estás escuchándote? Tú no puedes cuidar a un niño, no con esa mentalidad.
—¿Y desde cuándo eres tú el que define lo que puedo y no puedo hacer?
—¡No puedes quitarle a su tía solo porque tú perdiste a Pepper! Tampoco Peter debería ser un consuelo ante tu pérdida. Ahí está el problema, Tony.
—¡Ya basta! ¡No metas a Pepper!
El gato ronroneaba. Me parecía malévolo.
—Tú empezaste al meter a Peter en esto.
—Todo lo que hago, lo hago por su bien. ¿No estás de acuerdo? Perfecto, entonces atácame y llévatelo por sobre mi cadáver.
—Tony, no voy a empezar una guerra.
— Claro que no, no cuando hay un niño de por medio.
—¿Sabes qué? Al final no seré yo el que se rebele contra ti.
—¿Qué significa eso, Steve?
Sin darme cuenta, había avanzado un par de pasos. La mirada del capitán Rogers cayó primero sobre mí, después la del señor Stark cuando percató que su acompañante no le dirigía más su atención.
—Peter... ¿cuánto tiempo llevas ahí? —Stark bajó los escalones de la cocina.
Mientras, Steve se aproximaba, pero con otra intención.
—Wanda, no lo hagas...
Tengo la sensación de que ambos corrieron a atraparme, porque a partir de allí todo se distorsionó y se volvió negro.
Ese día, yo estudiaba y hacía ejercicios de matemáticas. Aunque pasó algo extraño, Rogers y Stark discutieron, o esa impresión me llevo, porque tengo la vaga resonancia de sus gritos. Después desperté sobre la espalda de Wanda, quien me cargaba hacia mi habitación. Ella dijo que me desmayé y que era normal no recordar mucho de lo último que pasó.
Pero ese gato, se veía tan claro entre mis recuerdos, rescatando voces que tal vez oí.
«Al final no seré yo el que se rebele contra ti».
Entonces, ¿quién se rebelará?
La curiosidad no mató al gato, el gato mató al niño.
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