Letter
¿Te has preguntado cuál es el significado de la libertad, Peter? De la tuya y la mía, de cómo fue que, privados de ella bajo el mismo autor, hallamos la forma de nuestras almas liberar. Que tu encierro y el mío no es lo mismo, que sufrir el dolor es distinto, pero que la soledad es la misma, muy a pesar de las personas que a ti te rodean. Años en los que tu vida dejó de ser privada conmigo asechándote en las sombras. Tú fuiste el objetivo, la venganza contra mi deshonra, mas es gracioso que al final te convirtieras en mi amigo.
Cuando a ti nadie te comprendía, a mí nadie me escuchaba; fui yo lo que siempre anhelaste y tú lo que nunca tuve en mi eterna vida. Tan fugaz, tan feliz, una farsa que sacó a refulgir lo que ambos teníamos bajo escombros: voz, ojos.
Ahora me pregunto, ¿cómo llegamos hasta aquí? Mentiras, esa es la respuesta. Desde que nací, desde que profanaron la verdad en la que yo tanto creí. Las personas tienen muchas razones para mentir: proteger, sobrevivir, esconder. Sin embargo, a estas alturas, la paz nunca llegará. Te guardo empatía, porque a ti también te han mentido; a mí me guardo la culpa por usar esta daga para tocarte. Necesitaba salvar mi existencia del aislamiento, de la soledad, pero ¿cómo llegar a ti con este cuerpo, con este rostro usado de locura y la más profunda desesperación? Tenía que hacerlo, ofrecerte una ilusión. En tu pueril mirada lo vi, la compasión y el amor, la sonrisa que antes había aspirado a destruir. Ahora me da miedo lastimarte, y aun más, que descubras lo que hay debajo de mi piel.
¿Cómo hacerte entender que mi mentira me hizo más humano? ¿Cómo explicarte, sin lágrimas, que soy un dios condenado, y tú, un mortal de diecisiete años?
Tan letal para mi convicción, mostrándome cuán parecidos somos, cuán indefenso estoy. Fungiste de lección, también como castigo. El exilio no es nada con nosotros de la mano, pero sin poder tocarnos. Cuando yo me vaya, porque lo haré, desgarrando las cadenas que me unen a tu ser, puedo asegurarte que habré desplegado tus alas de hollín que encerraba entre mis pétreas garras. Ya no serás un niño entre la guerra de dos padres. Volarás, con la desgracia de que tendrás que buscar otros ojos que vean que tan alto puedes llegar. Quizá yo también sea libre, con el adiós que nunca dije mientras debía. Tantos años me costó entender que con una vida larga no debía esperar a que todas las cosas carecieran de un fin.
El dolor es libertad, sufrir es el encierro: Stark nunca aprendió nada.
Qué esencia más poética, la de conmemorar esta historia repitiendo cada noche simples oraciones que hoy consuelan mi tristeza: Lo nuestro, una relación que se fortaleció en la base de una mentira, en la igualdad de un encierro, donde nos encontramos y, al mismo tiempo, nos perdimos, en el sinfín de una vida, en la brevedad de una risa; ambos, destinados a llorarnos. Porque espero me llores, cuando veas las estrellas y no me reconozcas, porque para mirarme siempre debes recurrir a las sombras.
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