Capítulo 3
"Echa un vistazo a la vida dentro de la caja"
Tayla miraba su vecindario, esa calle de casas, hasta cierto punto, parecidas entre sí. La visita a Diana's Dinner fue muy necesaria, sentía que el dolor de recordar a Melissa había disminuido de gran cantidad, sin contar que los Brownies y esa deliciosa malteada sirvieron como un repara corazones rotos, Diana y Jennifer son las mejores.
Zuleyka se había quedado en Diana's a platicar con Jennifer, su segunda madre. Sean se fue con Sara, acompañarla a dejarla a casa, y aunque a Tayla le ofrecieron lo mismo, ella agradeció, pero necesitaba caminar un poco más, y ahora se hallaba aquí, solitaria en su vecindario, viendo como el día transcurría tranquilamente.
Eso hasta que un accidente interrumpió sus pensamientos y el agarrar de sus manos a la caja de Melissa.
–...Lo lamento tanto...–. Dijo un tipo después de chocar con ella.
Tay miro la caja en el suelo, se había roto de uno de los candaditos que la mantenía cerrada. –Debes estar brome... Tayla levantó esa pequeña caja de madera y observó lo que había pasado. –¡Rayos!–. Pasó sus dedos entre el candado ya abierto.
–...Lo siento, de verdad, espero no haber hecho mucho daño... Como sea pagaré–. La voz del chico mostraba preocupación, sabía que si había ocasionado un daño.
–No...no... De hecho...gracias. Tayla continúa. –Era un problema abrirla, así que...
–¿Entonces todo bien?–. Dice.
–Sí...–. Tayla finalmente mira al hombre. Su mirada no dejaba de deducir, con la poca luz de día que entraba a la caja, lo que había dentro.
El tipo, en realidad, era apuesto; rubio, de pelo corto con un peinado bajo pero que le lucía bien, ojos cafés y con esa playera blanca un poco holgada que tenía puesta se veía un cuerpo hermoso y atlético, su sonrisa y sus hoyuelos se marcaron en su joven rostro al notar el detalle de Tayla de verlo de arriba a abajo. Lucía arriba de los veinticinco años.
Tayla no supo qué decir, simplemente le gustó lo que veía.
–Bueno... sino hice mucho daño... creo que... me voy–. El chico dió una última sonrisa antes de dar la vuelta y comenzar a caminar. Tayla seguía mirándolo, era tan guapo, había períodos en el que él la miraba, pero no detenía su andar.
–Demonios... ¡Que guapo eres!–. Tayla río un poco y volvió a caminar en dirección a su casa, eso había mejorado su día.
Había alguno que otro momento en el que Tayla casi tropezaba por no estar atenta en el camino, pero finalmente estaba frente a casa, solo debía abrir su rejilla, subir ese escalón, pasar el pequeño jardín y llegaba a la puerta principal, pero sus pensamientos, concentrados en un chico, le jugaron una broma pesada, olvidó el escalón haciendo que Tayla cayera soltando la caja.
–La segunda del día, muy bien, Tayla–. Se dijo así misma sobándose la rodilla, la cual comenzaba a verse ligeramente enrojecida.
La caja finalmente se había abierto dejando ver lo que ocultaba en su interior: fotografías, un collar y otras cosas. Tayla tomó todo sin verlo, solo quería subir a su habitación, y allí, mientras se untaba un poco de ungüento para la rodilla, ver las cosas de Melissa. Y así lo hizo.
En su cuarto, comenzó a revisar foto tras foto: una de las cuatro en la feria de Spring Heights, que se colocaba cada fin de primavera, una de ellas cuatro sonriendo a la cámara mientras bebían malteadas en Diana's, y en su mayoría, fotos de bellos momentos de ellas cuatro. Tayla comenzó a sentir un nudo en la garganta y lágrimas calientes cayendo por sus mejillas, eran cosas hermosas, pero muy duras de ver ahora, por el simple hecho de ser una gran cantidad de fotografías, además de cartas y algo que llamo demasiado la atención de Tayla: una Rosa Negra seca. Ella sabía que crecían en el pueblo y eran la imagen del mismo, pero ahora están bajo reserva y no se encuentran a simple vista en todo Spring Heights, la pegunta era ¿Por qué Melissa tendría una?, ya que es un delito tener una o una gran reserva de estas bellas flores.
Tayla se armó de valor y siguió viendo el resto de fotografías, todo se comenzaba a tornar más oscuro, de bellos momentos de amigas las fotografías pasaron a momentos en que Melissa se haya en su cuarto cambiándose, y por el ángulo de las fotos, ella no sabía que se la habían tomado. Melissa en el parque sola caminando. Melissa fuera de su coche en la oscuridad. Melissa mirando detrás de ella asustada. Melissa hablando por celular. Melissa en el supermercado; era raro, incluso escalofriante. Tayla observó que en algunas ocasiones aparecía una sombra o una sudadera blanca, y era la misma persona que tomaba las fotos. En la parte trasera de cada fotografía aparecía una amenaza; "No hables", "Deja de investigar", y "Te observo".
Las cartas fueron abiertas con desesperación, pues así lo mostraban los sobres despedazados; el papel era negro, con letras manuscritas en blanco y todas habían sido cerradas con un sello de color dorado.
–Tay–. Su hermana habló desde el otro lado de la puerta.
Asustada regreso todo a la caja en movimientos torpes para ponerla bajo su cama. –..hmm... ¿Si?
Su hermana menor, Crystal, entró. –¿Me prestas tus botas? Saldré con Nick esta noche.
–Claro, búscalas, están dentro del armario.
–Gracias–. Crystal tomó las botas rápidamente y antes salir notó el rostro raro de Tayla, sea cual sea el problema es su hermana. –¿Estás bien? Luces más extraña de lo normal–. Bromea.
–¿Qué? –Tayla sale de sus pensamientos–, ah... sí... triste, ya sabes, el dolor aún no se va del todo.
–Sí, me imagino, –Crystal se acerca–, cualquier cosa que me quieras contar... estoy siempre en todo momento para ti, ¿De acuerdo?
Tayla sonríe por la amabilidad de su hermana, ella siempre ha detenido lo que hace por ella, si se lo pidiera, Crystal cancelaría su cita para hablar con ella en ese momento. –Lo sé. Gracias y lo mismo te digo.
–Muy bien, me tengo que ir sino llegaré tarde–. Crystal cerró la puerta tras ella y así Tayla pudo volver a sacar la caja.
¿Por qué jamás nos hablaste de esto, Melissa? Se preguntó a sí misma, una pregunta que no se podría responder, aún.
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