Capítulo 20
“Finalmente”.
El lunes por la mañana, todo había regresado a la normalidad, el alcalde había retirado el toque de queda, y la gente comenzaba a sus actividades, desde la próxima semana todo estaría más normal que nunca, las clases regresarían también.
–¡Salud, chicas!–. Gritó Jennifer.
Todos se hallaban felices en Diana's Dinner tomando tiempo de calidad, muchos felicitaban a los chicos por acabar con todo esto. Tayla finalmente estaba fuera del hospital.
Sara, Zuleyka y Tayla tomaron una enorme trago de sus refrescos. Sean abrazaba a Sara. Y cada familia hablaba entre sí, era un festividad exclusiva para esas familias.
–Ustedes son las mujeres más valientes que haya visto jamás–. Dice Diana, la madre Jennifer.
–Cada una es especial, pero juntas son lo mejor que hay–. Dijo la señora Wright.
Todo apuntaba a ser una tarde magnífica. La campanilla de la entrada sonó, otra persona había entrado.
–¿Invitaron a alguien más?
–No, a nadie… MIERDA–. Zuleyka se levantó asustada. Todos miraron de quien se trataba.
¿Era Kristen? Una persona disfrazada cómo ella había entrado al local de Diana’s con un arma en mano.
–Es imposible
Cada uno se levantó con el miedo al tope.
–¡Te matamos!–. Sara se levantó impresionada.
–¿Me mataron?–. Dijo la persona riendo–. Mataron a Kristen.
–¿Quién eres?–. Preguntó el señor Wright.
–¿No me recuerdan?–. La voz era de mujer. La persona apuntó y disparó a la pierna del señor Wright.
–¡Papá!–. Gritó Sara corriendo a ayudarlo.
El señor Hodges y Sean trataron de detener a esa persona.
El señor Mitchell corrió por su arma.
–¿Quién eres?–. El señor Mitchell apuntaba a la cabeza.
En ese preciso momento llegó una segunda persona disfrazada y apuñaló al señor Mitchell por la espalda.
–¿De verdad no recuerdan quiénes somos?–. Ahora era la voz de un hombre.
Sean trató de ayudar al padre de Tayla.
Las dos personas se incorporaron, cada una con su protección, esa nueve milímetros y el cuchillo de cocina.
El hombre se quitó la tela, era Mason, el chico que siempre chocaba con Tayla; ésta no podía creerlo.
–…Deben de estar jugando…–. Dijo La señora Wright al verlo fijamente.
–Al parecer alguien ya nos recordó. Dígalo, perra–. Dijo Mason con una sonrisa macabra.
–Ustedes son…
La otra se quitó la tela de la cara. –… Exacto… –Interrumpió ella. Una mujer hermosa. –Mackenzie y Roger… los hermanos de Kristen.
–Ustedes fueron asesinados por ella–. Dijo la señora Mitchell.
Los dos rieron burlones. –Eso queríamos que creyeran todos…–. Roger miró a Sara. –Debiste de haberte fijado bien a quién le disparaste… Kristen no tuvo nada que ver con todo esto.
–¿De qué están hablando?–. Dijo Sean.
–Nuestra hermanita quería protegerlos… ni en un millón de años la hubiéramos dejado. Tienen suerte algunos, Kristen jamás fue rencorosa por lo que le hicieron–. Añadió mirándo a los padres de cada uno.
–Dos días antes de que asesináramos a Melissa fuimos a ver a Kristen en Kashmor. Le dijimos nuestro plan, hacerles pagar por el sufrimiento que le hicieron pasar a Kristen. Desde la familia Charlton hasta la Wright acabaríamos con cada familiar, así cómo acabaron con nuestra hermana. Kristen se opuso ante todo, no quería una venganza, ella quería dejar las cosas así, pero nosotros no. Le prometimos protegerla. Ella logró escapar de Kashmor para venir a detenernos, esa fue nuestra cortina de húmo, nadie sospecharía.
–Si no los mató… ¿Por qué la internaron en Kashmor?
–Kristen trató de suicidarse, pero falló, de ahí su error de no poder hablar más.
–Por éso agitaba las manos antes de dispararle ayer...
–¡Ding Ding! ¡Adivinaste!
–¿Las historias que pasaron por generaciones sobre Kristen…
–Sí, idiota, son falsas. Ella jamás logró defenderse, cada vez que alguien la molestaba éramos nosotros quiénes se desquitaban.
–¿Qué con sus padres?
–Eran inútiles, jamás pudieron defenderla. Merecían morir–. Mackenzie se alzó de hombros.
–Trabajo nos costó pasarnos por muertos para obtener venganza. Ver arder la biblioteca fue de lo mejor.
–¿Fueron ustedes?
–Dese luego. Teníamos que borrar toda historia registrada.
–¿Por qué demonios se ven jóvenes?
–Los Selmour somos hermosos, a excepción de Kristen–. Dijo Roger. –Una dieta y ejercicios, por ganas de venganza, nos ayudaron a mantener cierta imagen para pasar desapercibidos.
–Proteger a Kristen no les fue del todo bien–. Zuleyka los retó.
–Pide disculpas por eso–. Dijo Mackenzie apuntándole.
–¿Para qué vengarse de alguien que humilló a su hermana cuando ustedes la arrastraron a su muerte?
–¡Cierra la boca!
–No les resultó según lo planeado, ¿Verdad? Son unos idiotas.
Zuleyka sabía cómo jugar.
–Eres una imbécil. ¿Sabes lo que hacemos con esas personas?
–No–. Dijo Zuleyka, fuera de toda emoción, casi narcisista.
–Se ganan a mérito ser asesinadas–. Mackenzie preparó el arma. Sean lanzó las botellas de refresco sobre Mackenzie. Zuleyka la golpeó y logró derribarla.
Roger trató de apuñalarla pero el señor Hodges se lo impidió dándole un puñetazo.
Tayla logró tomar el arma. Apuntó directo a los dos hermanos.
–Pido perdón por los que sea que mis padres hicieron a Kristen, también por qué mis amigas le quitaron la vida, pero jamás pediría perdón por llenar está satisfacción de ver como sus cabezas reciben una bala. Esto es por la familia Charlton, pero en especial, por Melissa…
Tayla, con dos disparos a cada uno, fue más que suficiente para acabar con ellos. El arma cayó, al igual que Mackenzie y Roger.
–Esa es mi chica–. Dijo el señor Mitchell jadeando y aún sangrando por la espalda.
–Estarán bien–. Jennifer colgó el celular. –La policía y las ambulancias viene en camino.
Sara respiraba normal, su corazón latía normal. Tayla ayudaba a su padre, ya no tenía miedo, lo había finalizado. Y, Zuleyka, abrazaba a su padre y a Jennifer junto con Diana. Sean ayudaba a su suegro aplicando presión en la pierna para evitar sangrado.
Sara se levantó y el alivio la invadió de pies a cabeza. La fuerza inseparable de sus amigas habían acabado con todo, con una pesadilla que había iniciado hace mucho tiempo, una pesadilla qué inició con una rosa, una Rosa Negra.
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