Capítulo 19
“A quien le has temido”
–¿Nos han estado mintiendo?–. Zuleyka sentía una herida horrible, mentiras por sus padres.
–Queríamos protegerlos–. Dice el señor Hodges.
Todo se hallaban en la habitación de hospital, de nuevo.
–Eso le costó la vida a Melissa…–. Tayla no dejaba de llorar.
Todos tenían la mirada caída. Nadie quería aceptarlo.
–No creímos que ella regresaría–.
El oficial Horler había sido avisado por la señora Wright, sólo querían ser sinceros, después de mucho tiempo, el karma estaba cobrando lo suyo.
–¿Quién hizo qué?–. Dijo Sean aún sintiéndose traicionado.
–¿De qué hablas?–. Contestó su padre.
–¿Qué le hizo cada uno a Kristen?–.
–La madre de Melissa, Lorin, fue quien la humilló de pequeña–. Interrumpe el señor Hodges.
–¿Ella es la niña del Sándwich?–. Zuleyka se apoyó en el barandal de la cama.
–Exacto.
–¿Cómo lo sabes?–. Zuleyka se le acercó a su padre.
–Por qué yo fui quién la ayudó a sujetarla. También fue tu padre, Sara.
El señor Wright bajó la cabeza aún más avergonzado.
–¿Cuáles son sus excusas?–. Sara se levantó furiosa. –Ustedes nos criaron para no ser cómo los idiotas que se la pasan humillando a los demás, y nuestros padres son uno de ellos.
–¿Qué más hicieron?–. Tayla trató de recargarse.
–Las madres de Jessica y Julie fueron quiénes organizaron la broma de las duchas.
–¿Y lo último? Dijiste que había matado a los encargados de la última broma–. Su corazón latía por saber la verdad.
–Nos escondimos luego de todo eso. Kristen mató a gente inocente…–.
–Creí que todo lo que estaba haciendo Kristen era horrible pero después de todo, se lo merecen. No quiero verlos por el resto del día.
Sara tomó a Sean del brazo y salieron, junto con Zuleyka, del hospital.
Tayla miró a cada uno de los que estaban ahí. –Si pudiera salir furiosa lo haría.
***
Horas más tarde el festival ya estaba en lo mejor del día. Tayla no podía estar, pero el alcalde había prometido dejarlo un día más. Con algo de suerte Tayla sería dada de alta mañana. Los pretsell’s de Joe’s estaban en uno de los puestos del inicio de la feria. Todo el pueblo se hayan aquí, jugando o pasando el rato lleno de felicidad. La policía se veía hasta donde alcanzaba la vista. Cómo ese día no se hizo el baile, la preparatoria de Spring Heights amablemente había dejado el campo de fútbol americano, el cual ya estaba adornado desde hace una semana, libre para el festival.
Flores de papel y adornos coloridos se veían en todos lados. Había una rueda de la fortuna y varios juegos más, cómo atinar el tiro perfecto a agujeros para ganar uno de esos peluches de osos color azul de ojos grandes con moños rosa aparentemente tiernos. El juego de los aros y la botella estaba ahí y había fila. También estaba la clásica piscina sobre la que alguien espera para ser derribado por una pelota y un tiro centrado.
El día era más soleado que nunca. Había un calor realmente delicioso. Locales de comida había por montones. Todo era sencillamente perfecto. La música sonaba a todo volumen y la encargada en turno de poner el ambiente era “Dirty Love” de Kesha.
–¿Creen que Kristen intente algo?–.
Dijo Sean en voz baja para que no lo escuchará nadie. No quería arruinar el día de alguien mencionando a una asesina.
–La maldita no se queda de brazos cruzados, menos si Zuleyka le quemó su hogar–. Sara trataba de buscar a cualquier mujer que se viera extraña. Pero era casi imposible, había un mar de gente yendo de un lado a otro con banderillas, helados, hot dogs, hamburguesa o cualquier otro alimento.
–Debemos estar preparados–. Dijo Zuleyka seriamente.
Los tres parecían águilas con sus miradas concentradas en cada detalle.
Los niños corrían felices con pistolas de agua persiguiendo a otro chico sin una.
–Vayamos por algo de comer–. Dice Zuleyka.
–Sí, muero de hambre–. Sara sonríe.
–¿Qué quieren?–. Dijo Sean ofreciéndose a pagar.
–Yo una de esas banderillas que se ven deliciosas–. Dijo Zuleyka.
–Yo igual–. Sara agrega.
–De acuerdo–. Los tres se acercan al carrito de banderillas. –¿Me das tres banderillas, por favor–.
–Claro–. Dijo el chico preparando esas delicias en una bandeja de cartón con cuadros rojos y blancos para después colocarles aderezos como Catsup y mostaza. –Aquí tienen– .
–Gracias.
Los tres habían comenzado a rondar por el festival, parecía que no tenía fin. Si el campo de por sí en inmenso, con muchas cosas para ver lo era más.
–¡Hey!–. Dice alguien detrás de ellos.
Zuleyka voltea y sonríe. –Hola.
Era el chico con el que Tay siempre chocaba.
–¿Cómo están?–.
–Bien, gracias ¿Y tú?–. Sara le sonríe amablemente.
–Bien. ¿Dónde está Tayla?–. Trata de buscar detrás de ellos pero no estaba.
–¿No supiste?–. Zuleyka lo mira.
–¿Qué cosa?
–Está en el hospital, tuvo un… accidente–.
–Dios mío. ¿Ella está bien?–.
–Sí, está mejor pero no pudo venir aún sigue bajo observación. Tal vez mañana sea libre.
–Es bueno saber que está bien–.
–¿No te gustaría su número de celular?–. Sara y Zuleyka se sonrieron entre sí tras ofrecerle.
–Sí
Sara dictó cada número alto y claro para que lo escuchara y no hubiera error alguno.
–Si le hablas, la harías muy feliz–.
–De acuerdo–. Sonríe mostrando sus hoyuelos. –Gracias, chicas–.
–Es realmente muy guapo–. Zuleyka ríe.
–Sara… Zuleyka…–.
–¿Qué pasa, amor?–. Sara lo ve confundida
–El festival tiene una visita…–.
Sara y Zuleyka miraron al lugar que Sean veía. En el barandal del tercer piso del edificio central de la preparatoria, se encontraba esa persona disfrazada de blanco mirándolos.
–Es ella. ¡Rápido!–. Los tres corrieron entre la gente, dando empujones y diciendo con permiso, lograron llegar a las escaleras de la preparatoria. La adrenalina de cada uno estaba al máximo, estaban decididos a detenerla.
Ahí estaba. Las respiración de cada uno era agitada.
–Es el final, Kristen–. Zuleyka mostró una postura retante. Sean y Sara hicieron lo mismo.
–Le pondremos final a lo que nuestros padres comenzaron–.
Kristen sacó un arma y les apuntó, era una nueve milímetros.
–El final es para ustedes–. Dijo ella.
Dio un disparo pero falló, la gente lo había escuchado, fue hasta el segundo que todos comenzaban a correr. La policía buscaba el lugar de donde provenía.
Sean se abalanzó contra Kristen y logró hacer que cayeran al suelo. Sara y Zuleyka también trataron de sujetarla, pero ella luchaba, finalmente se liberó golpeando a Sean con el mango del arma. Kristen comenzó a subir al cuarto y último piso. Antes de nada, Zuleyka, gritó a los policías para que subieran un; “Está aquí arriba” fue suficiente para el oficial Horler y sus policías.
Sara siguió a Kristen sin pensarlo, todo acabaría, lo juró por su vida.
Kristen se detuvo ante el barandal con pistola en mano. El último piso dónde, en los salones, guardaban toda especie de sillas y mesas rotas de la preparatoria.
Kristen parecía ebria, se movía de un lado a otro, miraba y sujetaba el arma de forma extraña. Sara trató de pelear con ella y logró quitarle la nueve milímetros. Zuleyka había llegado con Sean, los policías estaban a nada de subir. Kristen no iba a dejar que todo acabaría así, empujó a Sara, esta fue más astuta y los gritos esquivarla dejando a Kristen al borde del barandal.
–Adiós, perra inmunda–. Kristen pareció decirle que no con las manos. Pero Sara soltó dos disparos, el pecho de Kristen fue perforado, con un último esfuerzo trató de sujetarse, pero cayó al vacío.
Sara soltó el arma aliviada, lo había logrado. Zuleyka y Sean corrieron a abrazarla. La policía llegó con armas apuntando a todos lados.
–¿Y Kristen?–. El oficial Horler miraba a todos lados.
–Le disparé y cayó–. Dijo Sara.
Todos los que habían huido se empezaron a acercar con celulares en mano.
“La asesina de la rosa negra finalmente fue atrapada”, comenzó a correr por todo Internet. Fotos del cuerpo disfrazado sin vida de Kristen yacían por toda la red. El oficial se acercó a ella y retiró la tela de la cara.
–Es ella–. Dijo el oficial Horler.
Era una mujer con cara casi redonda, un poco regordeta, su cabello era rubio cenizo y tenía ojeras, su cara estaba demacrada.
Sara, Sean y Zuleyka miraron fijamente la cara de Kristen, la cara que por mucho tiempo, le han temido.
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