Capítulo 17
“Con el fuego igualaré mis heridas”
Sábado en la mañana, y todo estaba muerto. Sara pasó entre sus manos la rosa negra, una de las tantas que tenía escondidas debajo de un tabla en el piso de su cuarto. ¿Cómo llegamos a todo esto? Se preguntó a sí misma. Todo se había caído a su alrededor, una familia había muerto, dos chicas inocentes fueron asesinadas, sus amigas estaban bajo peligro latente. Sólo quedaba Sara en esto, ese era el problema, tenía que pedir ayuda y la única persona en la que confiaba era su novio, Sean Margollis.
Su celular sonó mostrando en la pantalla de quien provenía la llamada: “Amor”, era Sean.
“¿Qué tal, cariño?”. Dijo él sin emoción, tal vez Sara no quería grandes sentimientos ahora.
“Bien… necesito hablar contigo, es urgente”. Sara no podía dar vuelta atrás, no especialmente con las vidas de sus amigas al borde del precipicio.
“Claro, ¿Estás bien? Pasaré por ti”.
“Sí, estoy bien. De acuerdo. Nos vemos”.
“Te amo”.
“Yo igual”.
El lugar parecía casi burlón, con su perfecta iluminación por el sol, o el césped salido de una maldita página de decoración de hogares, Sara estaba tensa, todo había salido de su boca como una ráfaga, Sean ya estaba escuchando la verdad. El puestos de helados que se encontraba en el parque estaba fresco a diferencia del horroroso calor de afuera, Sara no había probado su helado favorito de “Choco-chisp” en cambio dejó que se derritiera con en calor de su mano. Sean, al escuchar la palabra “recibimos una rosa” dejó intacto su helado de pistacho.
–Creí que no nos ocultábamos nada, Sara–. Su cara reflejaba decepción, pero también una atenta comprensión.
–Nos amenazó con hacerle algo a nuestras familias, o a ti. No soportaría perder a nadie más…–. Sara comenzó a llorar. –Es difícil, mis amigas están, una desaparecida y otra en el hospital, siento que es mi culpa.
–¿Por qué dices eso?–. Su mano se entrelazó con la de ella. Sean tiró los dos helados.
–Yo las empuje a investigar todo esto. También le hemos fallado a Melissa–.
–Escúchame–. Sean apretó dulcemente su mano. –Si crees que dejaré que esa perra psicópata de Kristen les haga algo, están muy equivocadas.
–¿Pero qué haremos?
–La prioridad ahora es Zuleyka, Tayla está bien, tiene vigilancia las veinticuatro horas.
–¡Mierda!–.
–¿Qué pasa, Sara?
–El plan.
–¿Qué plan?
Sara limpió sus lágrimas, era verdad.
–Qué estúpida fui, esto quería
Zuleyka.
–¿Qué?
–Ayer ideamos algo, y Kristen cayó. Zuleyka era la carnada, pero tras lo de Tayla todo se me olvidó y creí que realmente estaba pasando. Zuleyka se iba a arriesgar a ser secuestrada, funcionó, ella tiene su celular escondido en su tenis.
–¿Por qué no lo pensaste antes?
–Qué casi atropellaran a Tayla no era parte de todo eso, esa distracción me obligó a olvidarlo.
–¿Y ahora qué?
–Debo esperar su llamada. Por eso ella se acercó al auto, sabía que iba a pasar en ese momento.
–Ustedes sí que son peligrosas.
Sara sonrió y besó a Sean, para después tomarlo del brazo y salir corriendo a esperar la señal de Zuleyka.
**
Zuleyka movió su torso para equilibrarse hacia la mesita de la perra psicópata. Nadie había estado allí toda la noche, o eso parecía. La puerta se abrió el ilumina un poco más, en el filo de la puerta se encontraba Kristen aún con ese horrendo disfraz.
–¿Por qué no te quitas la máscara, perra?–. Zuleyka sonrió casi ganadora y creída.
La persona se limitó a inclinar la cabeza.
–¿Qué? ¿La “belleza” se comió tu lengua?–. Zuleyka volvió a reír.
En esta ocasión, la persona le dio una bofetada.
–¿Pegarle a la chica que está atada? Muy ágil…–. Decía sarcástica.
La persona casi frustrada tomó el cuchillo y lo puso a milímetros de la cara de Zuleyka.
–De acuerdo, me callo–.
La persona la miró, aunque Zuleyka no podía verle el rostro, podía sentir esa mirada a través de ese pedazo de tela blanca.
–¿Me piensas matar?
La persona dio la vuelta y volvió a irse por la puerta.
Zuleyka miró por unos minutos la puerta, pero parecía que no volvería por un tiempo. Entre intentos torpes, Zuleyka, recargando su espalda contra la pared, logró levantarse. Sus manos atadas trataban de moverse. Parecía sirena atada de una forma tan dura en sus pies. Acercándose cuidadosamente a una de las velas, logró colocar la cuerda que ataba sus manos en esta, la soja hizo lo suyo, quemó un poco su piel, pero que era eso comparado a morir a manos de una asesina despiadada.
–¡Já, perra!–. Zuleyka celebró al ver sus manos sin ataduras frente a su cara. Desató sus pies y llamó sin espera a Sara.
“¡Zuleyka, dios mío, estás bien!”. Dijo Sara del otro lado del teléfono.
“¿Creeías que iba a morir aquí?”. Dijo ella.
“Obvio no, eres una maldita que se aferra a la vida. ¿Dónde estás?
“No lo sé, es una casa apestosa y vieja”.
”¿Una casa?”
“Está abandonada y se derrumba de lo podrida que está su madera”.
“Trata de salir y dinos que ves, tal vez eso ayude”.
Zuleyka salió de la casa, era de un piso, la pintura ya estaba seca y desprendiéndose de ella. La puerta se estaba colgando, las ventanas estaban rotas y el césped alrededor de ella era gigante.
“Estoy en medio de la nada”. Dijo Zuleyka entrando en pánico.
“Tranquilizate, te encontraremos” .
“Trata de recorrer más”. Intervino Sean.
“¿Sean sabe?”.
“Le acabo de decir”.
Zuleyka fue a parte trasera de la casa, había una reserva enorme de rosas negras bien plantadas en una extensión enorme, también había un especie jardín revuelto de muchas flores de todo tipo.
“Encontré de dónde saca las rosa negras, y hay un horrible jardín de flores…. No puede ser”.
“¿Qué pasa, Zuleyka?”. Sara se inquietó.
“Las enredaderas… el jardín de flores… Ya sé dónde estoy”
“¡¿Dónde!?”
“En la casa de la familia Selmour”.
“Iremos por ti”
“No… tengo una mejor idea”.
“¿¡Qué piensas hacer!? Zuleyka, no lo hagas”
“La perra no ha hecho sufrir, es nuestro turno de nosotros a ella. Llamen a los bomberos dentro de dos minutos. Bye”
“¡No, Zuleyka, ni se te….” Zuleyka cortó la llamada colgando, estaba decidida.
Regresó corriendo dentro de la casa. Antes de cualquier cosa tomó fotografías al altar de Kristen. Sus manos guardaron el celular y después se dirigieron a un lugar, una vela. Zuleyka con rabia miró la casa y el altar. La puerta se abrió en un rechinido, era esa persona. Al ver a Zuleyka de pie sacó su cuchillo.
–...Despídete de tus recuerdos y trofeos, perra–.
Zuleyka, con una sonrisa macabra y sin quitarle los ojos de encima, empujó la vela, y la madera seca y descuidada por los años hizo lo suyo, ardió como gasolina. La misteriosa persona trató de acuchillar a Zuleyka, pero ella era veloz, seguía avivando el fuego tirando más cosas, finalmente el fuego se expandía hasta el techo y se comía las paredes. Zuleyka se tapó la boca con su blusa sucia, no importaba mientras saliera de allí. Antes de seguir corriendo echó un último vistazo, eso era un enorme paso sobre Kristen, Zuleyka y las chicas lo estaban demostrando, con ese fuego igualaron las heridas.
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