Capítulo 1

"Una Muerte que Lamentar"

*Actualidad*


Los policías sonaban sus sirenas apresurados calle abajo. Vecinos salían asustados sin saber que ocurría, y alguno que otro curioso yacía en pijama en dirección a los autos policiales. Eran las cinco de la mañana, y la alarma fué ahorrada para ese día, las sirenas hicieron todo el trabajo.

El destino final de los oficiales fue la casa Charlton, una casa pequeña de clase media de una familia como cualquier otra en Spring Heights.

No tardó la prensa, y a lo que todos impacto, fue que tras ellos llegaron los de la morgue. Nadie sabía quién había sido la víctima, pues era una deducción fácil, para la cantidad de prensa, policías y la velocidad en que llegaron no era una muerte como cualquier otra, quizá... ¿Homicidio?

Los Charlton son agradables y quien quiera que haya sido, sería triste. Eran una familia conocida, bueno, qué familia no lo era en una comunidad tan pequeña como Spring Heights.

La gente rodeaba la casa, la policía pedía que se apartaran y la prensa empujaba a cualquiera que estuviera en su camino para tener la primicia.
Los de la morgue abrían paso con la camilla y el cuerpo, de quien sea que fuera, en una bolsa negra. En ese entonces uno por uno de la familia Charlton salían para consolarse mientras se llevaban a un integrante de la familia.

El señor Charlton estaba bien, claro, si eso podría ser una opción en ese momento. Abrazaba a su esposa que se vencía ante el dolor y los lamentos de desesperación, cayendo al pie de la puerta de rodillas con los gritos de dolor. Su hijo tenía las manos detrás de su cabeza con lágrimas inundando su ojos; todo se reducía a una persona: Melissa Charlton, la chica de 16 años que iba en la preparatoria de Spring Heights. 

Los vecinos trataban de deducir todo lo que había ocurrido pero a grandes rasgos no había nada para poder saberlo más que un ramo de rosas negras derramando sangre. Ese pequeño detalle hizo que algunos lanzaran un grito ahogado, era una pesadilla para los más grandes mientras que los jóvenes no comprendían la situación. Eran un simple ramo de rosas, ¿Qué podían hacer?

La prensa estaba aún más desesperada, no les quedaba más que decir el rumor a los cuatro vientos de lo que les había llegado a sus oídos. Lo que la prensa mejor sabía hacer, crear revuelo antes de saber la historia completamente

–¿Es verdad, oficial?–. Comenzó a gritar un reportero con una mirada de enojo, con la sensación de que la policía le debía algo personal. –¡Basta de mentirle al pueblo! ¿Es verdad que fue brutalmente asesinada?

–Sin comentarios–. Dijo el oficial molesto y metiéndose en su vehículo.

Cerca de la calle de la escena había otras casas en donde habitaban tres chicas que, al encender las luces de sus habitaciones tras haber escuchado a sus padres en un desesperado intento de despertarla, se enteraban que una de sus mejores amigas había fallecido y no de una forma tranquila.

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