Capítulo 3:

Miré el muro que tenía frente a mí y se me pasó por la cabeza la idea de treparlo. Pegué un salto y sin saber muy bien cómo, fui saltando de un lado a otro hasta llegar al tejado. Bajé por la escalera de incendios hasta mi cuarto, dejé la mochila dentro y paseé por la habitación sin saber muy bien que sucedía. Me miré al espejo y observé mi atuendo. Parecía una asesina a sueldo sacada de una serie de televisión. Oí pasos por el pasillo y miré a mi alrededor en busca de un escondite.
- Cariño, ven a ver esto - oí que gritaba mi madre.
Respiré de nuevo e intenté calmar el latido acelerado de mi corazón. Cuando oí los pasos de mi padre entreabrí la puerta para ver que sucedía. Mi madre observaba la tele y lo único que pude leer fue "Ataque en el Parque Saint Michael". Cerré la puerta y salí de nuevo por la ventana. Suspiré. No me podía creer lo que iba a hacer. Subí de nuevo al tejado y fui saltando de un edificio a otro hasta acercarme al parque. No sé como pero era capaz de correr más rápido de lo normal y apenas sentía el cansancio. La policía ya estaba allí y oí varios disparos seguidos de un horrible gruñido. Una especie de monstruo, como un humano-lagarto negro, se abalanzaba sobre uno de los coches.
- ¿Qué demonios es eso?
- Es obra de la Reliquia de la Mente - oí que decía la voz de Kithiana.
- ¿Puede crear monstruos?
- No exactamente. Puede controlar la mente y crear ilusiones. Solo es un humano corriente.
- ¿Cómo lo detengo?
- Hay que destruir la ilusión. Es decir, asesinar al monstruo que ha creado.
- ¿No mataré a la persona?
- No - contestó el rubiales apareciendo de la nada y colocándose a mi lado.
Le miré algo sobresaltada.
- Le he preguntado lo mismo a Jerome - aclaró.
- Entonces acabemos con él.
Corrí hacia el bicho y salté por encima del coche de policía. Rodé sobre mi misma y cuando me incorporé, saqué el arco y coloqué una flecha. Disparé con una precisión escalofriante y la flecha se clavó en uno de sus ojos. La criatura chilló de nuevo con un gruñido ensordecedor.
- Señorita, suelte las armas e identifíquese.
Me di la vuelta y vi a un agente apuntarme con su pistola.
- Y así es como la gente te agradece que les salves el culo - me quejé.
- Tan amable como siempre - contestó mi compañero entrando en escena.
- Arriba las manos - gritó otro agente.
La criatura se lanzó a por uno de ellos y le mordió por el hombro y lo lanzó por los aires. El chico de la máscara sacó una de las espadas y se lanzó contra la criatura. Realizó un corte rápido y perfecto que rebanó uno de los brazos del monstruo. Una rafaga de aire pareció potenciar el ataque.
- ¿Qué ha sido eso? - peegunté.
- Ambos tenéis poderes. Los suyos son de la Reliquia de Creación. Puede hacer ataques potenciados con uno de los 4 elementos básicos.
- ¿Y que poderes tengo yo?
- Tus poderes pertencen a la destrucción. Debes concentrarte en el resultado que quieres pero puedes destruir todo aquello que toquen tus armas.
- ¿Destruir? Un poco dramático.
- ¿Piensas ayudar o no? - gritó el chico deteniendo un puñetazo del lagarto con su propio brazo.
Me pareció ver algo similar a una barrera translúcida que se creaba entorno a él.
- No llores, rubiales - le contesté alzando la voz -. ¿Qué más puedo hacer?
- Mientras haya una conexión con la reliquia y lo imagines puede ser lo que quieras. Somníferos, venenos, petrificación... que algo se pudra, se convierta en cenizas, se desvanezca...
- Muy útil. Y muy a mi gusto - sonreí.
Cargué dos flechas al mismo tiempo y me concentré. Silbaron por el aire y se clavaron en el objetivo: una en cada rodilla. Las piernas se le paralizaron y cayó al suelo. Se arrastró hacia mi compañero que le cortó la cabeza de un solo tajo. Me acerqué a él.
- De nada - susurré.
- Si lo he hecho yo todo - se quejó.
- Claro que sí - dije dándole unas palmaditas en el hombro.
La criatura pareció temblar y recuperó el que debía ser su habitual aspecto. Un hombre normal y corriente.
- Casi era más guapo como lagarto.
Mi compañero soltó una risilla que más bien sonó a suspiro.
- Dejen las armas y levanten las manos - gritó un policía de nuevo.
- No te alejes mucho por si dispara - me susurró mi compañero.
- Solo hemos venido a ayudar. Dado que sus balas no le hacían nada está claro que nos necesitaban.
- No me hagan repetirlo.
Colgué mi arco a la espalda y mi compañero guardó la espada.
- ¿Nos vamos? - le pregunté.
- Las damas primero - contestó con una pequeña reverencia.
Esquivamos a los policías que trataron de dispararnos sin mucho éxito y les perdimos en un callejón. Trepamos como yo había hecho anteriormente y subimos a un tejado.
- Por la actitud de esta gente no quería saber nada de esto, rubiales - dije en referencia al sueño en el que nos conocimos.
- No tienen que construirte una estatua y darte las gracias para que les salves.
- ¿Una estatua? ¡No estaría mal la verdad!
- ¿No puedes tomarte esto en serio?
- Tengo poca paciencia y la gente desagradecida me puede.
- A la gente no le suelen gustar las novedades. ¿No has leído comics de superhéroes? Muchas veces les persigue la policía a pesar de que les ayuden.
- ¿Así que oficialmente somos superhéroes?
- Tú seguramente estarías más cerca de un antihéroe.
- Seguramente - contesté con una sonrisa que quedó oculta por la máscara.
Un helicóptero de la televisión sobrevoló la zona. Parecía que mi vista también había mejorado. Una mujer nos señaló y la cámara grabó en muestra dirección.
- Parece que vamos a salir en la tele, rubiales.
- Deja de llamarme así.
- Es tan sencillo molestarte - me mofé.
Me acerqué al borde del tejado y me hiré de nuevo hacia él.
- Ya nos veremos.
Me dejé caer a la calle estrecha y aterricé sin problemas a pesar de que eran unos diez pisos. Corrí hasta alejarme lo suficiente y estar alejada de las miradas de curiosos.
- ¿Cómo vuelvo a la normalidad?
- Repitiendo mi nombre - contestó Kithiana.
- ¿Podré seguir hablando contigo?
- Sí.
- Está bien. Porque tengo muchas preguntas.
Dije su nombre de nuevo y mi aspecto volvió a la normalidad.
- El amuleto también me permite ciertas mejoras físicas, ¿no?
- Sí. Sentidos más agudos, mayor fuerza y resistencia , mayor velocidad y agilidad...
- ¿Y se mantienen aún sin el traje?
- Sí. El Protector debe ser capaz de proteger la Reliquia aún sin transformarse.
- Háblame acerca de los poderes que tengo. Y los de la Reliquia de la Creación y la Mente.
Mientras volvía a casa, me contó acercá de las habilidades que proporcionaban cada una de las Reliquias. Me explicó que cada Protector les daba un uso casi único y personalizado pero que necesitaría mi tiempo para encontrar un estilo. En cuanto a los poderes del malvado supervillano, iban a ser un dolor de cabeza. Podía crear cualquier ilusión y controlar las mentes de aquellos a quienes hería con su arma. Si se dedicaba a crear monstruos, eso sería un grave problema. Con uno no habíamos tenido que esforzarnos, pero era un bicho simple y estaba solo. Al precer, después de recuperar su forma normal, la víctima se repondría en cuestión de horas sin problema alguno. Esta vez cuando llegué a casa, entré por la puerta principal. Aunque fue necesario llamar al telefonillo puesto que había dejado las llaves en la mochila. Entré en mi habitación de nuevo y saqué mi móvil de la mochila. Tenía varias llamadas perdidas de mi amiga.
- Hola, ¿qué pasa? - pregunté cuando me cogió.
- Mira las noticias - me ordenó.
Salí de mi habitación y fui al salón. Encendí la tele y puse el canal de noticias. Las imágenes en las que se me veía a mí y al rubiales salían en pantalla mientras los presentadores comentaban la situación. Leí los nombres. "Black Raven" y "White Fangs".
- Que cutres los nombrecitos - le dije a mi amiga.
- A mí me gustan. Además hacen juego con el contraste entre blanco y negro.
- Lo que tú digas. Para eso eres la experta - me reí.
- ¿Qué tal con Jackson? Estaba deseando que me contaras pero no cogías el teléfono.
- Me he quedado dormida y no lo oía - mentí.
- ¿No has ido a hablar con él? La directora te va a matar.
- Sí he ido. Y he hecho un trato con él. No me dará las estúpidas clases particulares si yo apruebo y hago los deberes.
- ¿Piensa mentirle a su madre?
- Ese es el trato.
- Si tan solo me dejaras poner un artículo yo podría ayudar a consolidar tu tapadera.
Me reí.
- Siempre detrás de una buena historia.
- Te prometí que no lo haría y así seguirá hasta que me digas lo contrario.
- ¿Sabes qué? Haz lo que quieras.
- ¿En serio?
- Si no voy a tener que verle más, ¿qué importa?
- ¡Te quiero! - bramó al otro lado de la línea.
Volví a reírme.
- Bueno, te dejo. Tengo que escribir un reporte sobre tí y otro sobre los nuevos héroes de la ciudad.
- Ag. Héroes. Parece de película.
- Todo parece de peli ahora mismo.
- Pues a por ello - me despedí.
- Chao.
Colgué y me quedé viendo la tele. Los policías se quejaban, sin embargo, parecía que la prensa y el público estaba a nuestro favor. Entré a twitter y leí varios tweets. Realmente me parecía mentira que la gente que me conocía no se hubiera dado cuenta de que era yo.
- Nadie puede reconocerte - dijo Kithiana apareciendo frente a mí.
Mire a mi alrededor para asegurarme de que mis padres no estaban cerca y no me oían hablar sola.
- ¿Ahora me lees la mente?
- Estoy conectada a ti. Sé lo que sientes y lo que piensas en todo momento.
- Eso es muy raro - respondí frunciendo el ceño.
- ¿Más que tener poderes sobrenaturales?
- Al final me vas a caer bien y todo.
Su "proyección" se sentó a mi lado en el sofá.
- Las Reliquias elijen a sus Protectores. Tienden a buscar un tipo de "alma" determinada. Lo que quiere decir que tú y yo tenemos más cosas en común de las que podrías imaginar.
- ¿Por qué nadie puede reconocerme? - pregunté volviendo a mi duda inicial.
- Podría decirse que es como un hechizo. Evita que la gente reconozca tu aspecto o tu voz. Solo si tu desvelas tu identidad llevando el traje puesto, podrán reconocerte.
- ¿Y el otro quien es?
- Solo él puede decírtelo. Aunque sería conveniente que no desvelarais vuestra identidad a nadie. Incluso a vuestro compañero.
Asentí.
- ¡Lena! ¡Ven a ayudarme con la cena! - gritó mi madre desde la cocina.
- Supongo que nadie puede verte.
Kithiana negó con la cabeza y desapareció. Me puse en pie y tras apagar la tele fui hasta la cocina.
- ¿Has visto las noticias?
- ¿Te refieres a lo de Black Raven y White Fangs?
- Sí... - murmuré aún sin estar muy de acuerdo con esos nombres.
- Tenemos suerte de que aparecieran. Por lo que se comenta, las balas no hicieron nada. Si nuestras armas no les afectan dudo que la policía pueda hacer algo - me dijo mientras terminaba de pelar unas patatas.
- Una pena que la policía no quiera colaborar con ellos - respondí.
Si mi madre se enteraba de que era yo, no le haría tanta gracia que me enfrentase a esas criaturas.

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