9.- Ahogo ★⳻
⚠️ Este capítulo toca temas fuertes, tales como violación, recuerdos de trauma infantil y menosprecio propio, ataque de pánico, post trauma. Se es pedida discreción.
La hoja blanca forrada por letras perfectamente centradas, me llevó a sentir un ligero mareo. Yo lo estaba decidiendo, eso era.
—Son marcadas las pautas a las que obedecerás y seguirás de forma rigurosa. —Era la misma sala, rodeado de la misma gente, pero las cosas eran distintas.
No estaba eligiendo un contrato temporal, no. Había visto la destreza de esos chicos, había reído un poco por su causa, mi corazón había estado tranquilo, anhelante, quería conocerlos, tanto como desee conocer a Yue en un primer momento, y ella lo había dicho, "tú lo decidiste, confiar". Lo que esperaba era a no errar...
—... Te serán otorgados ciertos beneficios, viniendo de empresas como las de nosotros y sin rumores completos sobre tu origen, esperamos comprendas —Sihyuk hablaba, erguido en su asiento, serio y expectante, yo jugaba con la pluma azul entre mis manos mientras releía y escuchaba al mismo tiempo de difícil forma—. A ello se entregará seguridad individual a tu persona, y nuestro jefe del servicio será el encargado de ello, Jeon Seong-su que, sabemos, ya conoces...
La mención de Seong-su como mi guardaespaldas era algo que incluso esperaba, y aún así, mi cuerpo no evitó temblar, erizándose como si una ráfaga agradable me hubiese recorrido, y luche contra todas mis fuerzas para no buscar mirarlo al tiempo en que se le mencionaba. "Jefe de seguridad", vaya detalle que pudo mencionarme.
Tragué saliva, el chico me agradaba, y eran por ello mis reacciones, era fácil pensarlo cuando rondaba por mi mente 24/7 desde hace dos meses y medio, como un compañero, y símbolo de protección.
—A la par, estará encargado Bae In-su, parte de nuestro personal de transporte de tus idas y venidas. Serás transportado de la nueva empresa para acá, y viceversa... Tus horas de llegadas serán marcadas, así como las de salida.
Bae In-su...
Escuché como Seong-su carraspeaba, y fue extraño incluso como mi cuerpo reaccionaba a la tensión que su energía emanaba, haciéndome mirar a quien, parecía ser, In-Su.
Un hombre que no se veía más allá de sus cuarentas, de rasgos asiáticos procedentes del país en que estábamos, no había mezclas más allá de las acostumbradas en los libros de historia, y aún así, no pude no retroceder sobre mi silla bajo su escrutinio, pues no había amabilidad en sus ojos, sólo dureza, y un brillo peculiar. Pero de igual forma, yo no podía juzgar.
Tanto como con Doori, como conmigo mismo, había vivido en carne propia lo que era ser señalado de cosas que no serían. Así que no cometería la idea de guiarme por presentimientos absurdos como el frescor helado sobre la espalda y los ojos acuosos, como si temiese.
Mi cuerpo reaccionaba a estímulos de la idea de que era un hombre, mayor y a sus ojos sobre mí. Cosas a las que temía por periódicos locales, la mala fama de conductores y variables películas, libros, series y documentales que tocaban esos temas fuertes que me daba enfrentar de valiente por estar aburrido, porque eran cosas que no me pasarían.
Y aún así...
"—Los niños buenos no son ruidosos, ellos no dicen mentiras..."
No logré identificar el momento en que me había levantado, pero la silla cayó de forma estruendosa a mis espaldas, y por el cosquilleo en las palmas de mis manos, entendí que había golpeado la mesa al levantarme, encajando un poco la estructura de la pluma sobre mi tacto. Respiré hondo bajo la mirada de todos a mi alrededor, sintiéndome temblar.
—Lo lamento, yo... necesito algo de aire.
El mareo volvió a producirse, y salí de la sala, o eso creí al encontrarme caminando acelerado por los pasillos de la empresa. Las memorias me eran difusas.
—¡Dan!
"—N-no quiero ir al baño... —susurré, entre lágrimas, mientras él jalaba mi ropa como si jugara—. No... no quiero que entres conmigo. ¡N-no! Duele."
Limpié mis ojos, frustrado al sentir las lágrimas brotando de ellos, frotando con fuerza al punto en que me dolió la córnea como si la hubiese golpeado desde dentro. Intentando respirar como Yue me pedía cuando teníamos 12, cuando tocábamos esos temas.
Yo hablando del hombre en la iglesia, y ella del juego con su primo más grande cuando tenía siete.
"—No le dirás a nadie, ¿cierto, dulzura? —acarició mi rostro con sus manos callosas, bajo las sábanas, y yo sólo me cubría llorando, porque dolía."
Eran sólo pesadillas, eso había dicho la última y única psicóloga que había tenido en mi vida. Nada me había ocurrido, nada más allá de una caricia.
—Dan. —Sentí que mi cuerpo flaqueó, débil, antes de ser sostenido por la cintura, mi rostro siendo elevado por el tacto suave y de manos algo maltratadas, sorprendentemente cuidadas, Seong-su me miraba—. ¿Estás bien, qué pasó?
Volví a luchar contra los sentimientos que brotaban de mis ojos, siendo detenenido por Seong-su, que limpió con sus pulgares mis mejillas, siendo cuidadoso.
—Respira conmigo, ¿sí?
Sólo tuve fuerza de asentir, mirando a sus ojos que en ocasiones se deformaban por las lágrimas que brotaban, y él se encargaba de limpiar sin importar cuántas fueran. Ambos seguimos aquel ejercicio de ir inhalando, contar cierto tiempo y soltarlo, hasta que mi descontrol pareció calmarse, dejando de lado los sollozos y temblores.
—Estás bien... —susurró, tomando mi rostro, y no tuve la fuerza de decirle que creía que no era así, pero callé.
Me dejé guiar por lo que mis emociones necesitaban: refugio, y sin pensarlo mucho, me aferré a su pecho, respirando con fuerza, y sin quererlo, tomando parte de su olor. Cerré los ojos, sintiendo a sus manos aceptarme, aferrarse a mi cintura y volver a susurrar palabras tranquilizadoras.
No, no era sólo comodidad a su lado, sino algo más. Pero quería ignorarlo...,
sólo un rato más...
Exhalé tras bajar del autobús, volviendo a palpar mi rostro y la duración del maquillaje. "Todo en orden."
Avancé hacia mi casa, aquella a la que había vuelto tras la compañía de Seong-su y su guía al baño, donde lavé mi rostro y, un tiempo después, volví a la forma del contrato. Lo había hecho, y quizá era la primera vez que sentía que traía noticias buenas a casa más allá de reportes de hace años por estar a la defensiva con compañeros varones y discutir con las chicas.
La última buena noticia había sido a los ocho años para que firmasen el permiso de mi ida a una escuela de "niños super-dotados", y de ahí, todo había ido en picada con ellos.
Di una nueva exhalación, botando el cansancio que me rodeaba, y sacando las llaves de mi bolsillo para encajarlas en la cerradura, y cuando apenas lo decidía, un dolor punzante dio en mi frente, llevándome a soltarlas, haciendo que retumbaran sobre el suelo.
Maldije en voz baja, agachándome para tomarlas, y antes de levantarme de nuevo, fueron las voces de mis padres los que me dejaron congelado en mi posición. Discutían entre murmullos, en español, y aún así, no lo suficientemente lejos de la ventana para impedirme escuchar.
—¿Por qué lo recordaría?, no lo ha hecho en once años, mucho menos ahora... —Mamá estaba recargada contra la isla de la cocina, luciendo preocupada, trastornada.
—Maya. —Papá se acercó a su lado, llamándola por su nombre de pila, en la lengua natal de mi madre, el español—. Lo hemos hablado cientos de veces, y yo tampoco veo que haya riesgo alguno, pero digo que no haría mal que prevengamos un poco y-...
Y entendí que el hecho de que no lo hablaran con tantas limitaciones era al saber que mis hermanas menores no sabían mucho del idioma aún. Pero yo sí.
—¡No! No volveremos a enviarlo a ese lugar, es tan... Tan frío y blanco, no quiero que se sienta solo, no otra vez. M-mi niño no... él, no quiero que sufra otra vez.
No había sido tan difícil saber que discutían por mí.
Miré al suelo, teniendo mil preguntas sobre sus palabras, yo no recordaba algún lugar así, no tenía nada.
—Yo tampoco quiero que esté solo, pero será peor si dejamos que avance, que el día de mañana no tenga idea de qué hacer porque no entiende parte de su pasado —Papá acarició los brazos de mamá, siendo cuidadoso, yo los miré de reojo para volver mi atención a las llaves, con las que jugué un rato en donde decidiría hasta qué punto sería suficiente escuchar.
—¡¿Y luego qué?! ¿Que vuelva a perder la voz? Fueron suficiente cuatro años, Chung-Hee.
—¡Y si permitimos que continué la perderá para siempre!
De forma instintiva tomé mi cuello, acariciando. Recordaba las veces que mis abuelas habían comentado del tiempo en que hablé en señas, pero siempre lo habían tratado como un tema en el cual, yo no había aprendido a hablar a la edad correspondiente.
Pero lo que decían...
—Sólo no quiero perderlo... —susurró mamá, siendo abrazada por papá.
El mareo me atacó. Era suficiente.
Abrí la puerta tres segundos después, y la presencia de las dos pequeñas que ya esperaba llegaron de forma súbita contra mis piernas, abrazándome y chillando porque las cargara.
—¡Dan volvió! —MinJi gritó, seguramente llamando la atención de mis padres, pues salieron de la cocina en una postura muy melosa que sólo indicaba el apoyo en momentos difíciles.
Intente ignorarlo.
—Dan, ¡Dan!, MinJi no me deja la consola —chilló Junnie, acusadora mientras señalaba a su hermana, que pronto le mostró la lengua.
Rodee los ojos ante la actitud de ambas, y sin palabras les pregunté lo que pasaba.
—Junnie quiere el mismo juego soso de siempre de Disney.
—¡No es soso! Tú juegas cosas de miedo, eso es... es... ¡bobo!
MinJi abrió la boca, exageradamente ofendida y me agaché frente ambas antes de que la cosa evolucionara a discusiones de "preferidos" en donde me involucrarían como el vocero de premios.
—A ver, niñas —tomé a ambas del hombro, dirigiendo su atención, ya no a la guerra de muecas que tenían, sino a mi persona—, ¿cuánto tiempo lleva MinJi en la consola?
—Muy poco.
—Media hora...
—¡Muy poquito!
Suspiré antes de dar mi veredicto—. Bien, MinJi, irás a leer algún libro o cualquier otra cosa que despeje tu mente, Junnie, te bañarás, y después de eso jugaremos en la consola, después MinJi se baña. 30 minutos cada una, no más. —Ambas niñas lloriquearon y suspiré—. Algún día tendrán que aprender a congeniar sus gustos, y verán que será más divertido eso a pasársela todo el día peleando, se los aseguro. Sino, mírennos a mí y a Yue.
—Pero ella no es tu hermana... —murmuró MinJi, cruzándose de brazos.
—No de sangre, pero la quiero tanto como a una, creció a mi lado, como ustedes hacen ahora —defendí de forma tranquila, y MinJi suspiró, mirando a Junnie.
—Lamento decir que tu juego era soso...
—Sí, yo... Yo también con lo de tus juegos, no son bobos, son- Tienen buenas historias.
MinJi sonrió, y yo lo hice cuando Junnie la imitó—. Que lindas hermanas, ahora, a seguir las reglas, andando.
—¡No me quiero bañar! —chilló MinJi.
—¿Cómo no? —escandalicé, empujándola de forma juguetona hacia las escaleras que daban al segundo piso, provocando su risa y la de Junnie—. Hasta aquí me llega ese olor a Muk, señorita, andando.
Ambas carcajearon, y Junnie protestó de igual forma, llevándome a alzar su bracito flaco y hacer como si lo oliera para soltar fingidas arcadas.
—Olor a Koffing —tosí exagerado, y ambas niñas salieron corriendo prometiendo bañarse, e incluso las escuché discutir con respecto a quien se bañaría primero.
Suspiré, con ellas hasta por cómo se lograría la paz mundial habría discusiones.
—Dan. —Miré a mis padres, y noté incluso la duda en la voz de mamá al llamarme, como si aún le fuese complicado, cuando a solas perfectamente me había nombrado su hijo—, ¿cómo te fue?
Miré a ambos, sintiendo aquel cosquilleo de curiosidad sobre el pecho, deseando preguntarles sobre la discusión que tenían, algún modo casual donde entrar al tema, o hablarles sobre mi decisión en la empresa. Pero la respuesta llegó tan pronto como cerré la puerta por la que había entrado.
—Bien, hoy trajeron una nueva escultura al museo... —susurré parte de la verdad, y ambos parecieron estar de acuerdo con mi respuesta—. Estoy... algo cansado, iré a mi cuarto antes de guardarles la consola a Junnie.
—Yo puedo hacerlo, hijo —Papá se adelantó, lo miré cuando apenas si daba un pie sobre la elevación de la casa tras dejar mis zapatos.
Lo miré un momento, y después de eso, al reloj en la pared a mi izquierda—. No es necesario, apá. Tienes que trabajar... yo puedo encargarme.
Él asintió, y yo caminé en silencio hacia mi habitación, sintiéndome agobiado y sin ganas de meterme a la ducha después de las niñas.
Y es que, mi primer miedo al agua era a ahogarme por más ilógico que sonase, porque ya lo había vivido, junto a otros dolores.
No evité darle la espalda al cuarto de baño en mi habitación aún si la misma estaba cerrada, y en posición fetal conté el tiempo, perdiéndome en el aroma relajante de aquel que me había dado confort tras tanto dolor: menta junto al olor del sol contra las sábanas por las mañanas recién despertar.
Suspiré, quejándome, sintiendo el rostro caliente por la alteración en los latidos del corazón en mi pecho.
Estaba pensando de más, sólo eso...
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"𝟎𝟗: 익사한"
(Emerge [part I] - Ruelle)
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
Escena que no había, ¡de nuevo! Y sé que ya lo he dicho, pero adoro recordar que, esta es la forma en que quería narrar la historia de Dan, así que espero les esté gustando, porque, creo que por mis actualizaciones se nota que yo estoy demasiado feliz, jaja TT
Estoy intentando, de igual forma, dar una visión distinta a la relación de Dan con sus padres que, pensándolo, a cómo es el mismo, y el mundo real, de estos no podía haber total comprensión y que, además, fue un tema que intenté tocar antes, al que no le di tanto foco después, así que, no sé, ¿qué opinan?
⭐️
Mis exámenes parciales iniciarán mañana, tal vez también se harán los exámenes médicos que ocupo, así que, quizá y me desaparezca por este tiempo, espero lo entiendan, al mismo tiempo que desearles toda la suerte a los que, como yo, estén comenzando exámenes o saliendo de ellos. ¡Ustedes pueden!
Sin más, espero les haya gustado, ¡hasta la próxima!, bye ~
🦊💜
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