23.- Bestia ☆⳻

⚠️ Mención de contenido fuerte: violación, pedofilia, ansiedad y hematofobia. Se es pedida discreción.

❗️CAPÍTULO CON ALTO CONTENIDO SENSIBLE, pido de favor que de SENTIRTE MAL con lo mostrado, des una pausa. No te sientas obligado a leer y sobre todo, NO ROMANTICEN. Esto, porque sé de las distintas caras encontradas en internet.

El siguiente capítulo no es una romantización, es un trauma. Una expresión de mi persona de algo que llevo atorado, y sé principalmente lo feo que es leer estas cosas de pasarlas, así que, repito: NO TE OBLIGUES A LEER, de verdad, lo entenderé. TT

Y aún si lo haces, saltar o leer, de ambas formas, eres alguien fuerte. No lo olvides... ❤️‍🩹

Desde pequeño gustaba de los animales y su significado, eran hipnotizantes y, al mismo tiempo, interesantes. Yo era alguien que hacía de todo por recolectar revistas de animales y juguetes, por acariciarlos aún con el mítico "están sucios", y nunca fui temeroso de ellos aún si, con mi mente creciendo, hacia un mal movimiento y les evocaba mostrar sus dientes, arrugar la nariz y los ojos, y gruñir en advertencia.

Nunca les temí, ni siquiera eran preocupantes las heridas de llegar a pescarme, eran mínimas y punzantes, pero aún llorando, siempre perdonaba, porque entendía que no gustasen de los humanos. Yo más que nadie vivía con bestias peores.

Toma el llavero, abuelita —jugaba con mi nueva adquisición a unos dos meses de mi cumpleaños siete, era un peluche de felpa del personaje de Simba, de la película del Rey Leon, yo lo amaba—. Y enséñame tu ropero, con cosas maravillosas y tan hermosas que guardas tú...

Mamá había ido a ocuparse de encontrar algún doctor en la dirección entregada, yo jugaba en casa de la abuela Rosy, solo, pues ella había ido a acompañar a mamá, después de renegar con mamá diciendo que quizá eran locuras de las que se estaba contagiando, y es que mis ideas eran difusas con "eso" de que "quería" ser un niño...

Detuve mi juego de "Simba en un zoológico" y me asomé desde el cuarto de invitados: alguien había entrado, y por haber abierto la puerta, sabía que no era ningún extraño. Eso, hasta escuchar el cartón caer con golpes de vidrios de forma simultánea para retroceder.

—Dan ah. —La voz de mi tío...

Tomé a Simba, apegándolo a mi pecho y rozarlo con la curita de la enfermera con el peluche. Hace apenas dos días había ocurrido, y yo no quería destaparlo por miedo a ver la herida, por más que mamá dijera que sería un punto pequeñito. No quería recordar la sensación de la aguja viendo su marca.

—Dime, pequeño. —Su voz era pesada, arrastrándose y tropezando en algunas ocasiones. Estaba borracho—. Mi hermano no quiso decirme nada sobre tu ubicación y la de tu mamá, ¿les dijiste algo?

Mi corazón golpeó con fuerza, siendo consciente que, de buscarme, ya habría parado por las tres habitaciones antes de la de invitados, por la sala y el comedor y tragué, comenzando a temblar. No eran muchas las veces que el tío Sadis me forzaba estando borracho, pero cuando ocurría, él siempre decía cosas que me hacían ver culpable de todo, incluso de que lo despidieran de su trabajo allá en Corea por ya no ir y se desquitaba...

—Prometimos que sería nuestro secreto, ¿no? —alzó la voz, o era que estaba más cerca, fuese como fuera, busqué en la habitación algo que me diese tiempo—. Te haz portado mal, Dan-ah...

Él comenzó a reír, y por el desespero lancé a Simba debajo de la cama, en el espacio donde yo no cabría y retrocedí nervioso, abriendo la puerta del clóset y ocultándome, forzándome a quedar de cuclillas y así cerrar la puerta corrediza, jadeando cuando hizo más ruido del necesario al chocar.

Tapé mi boca, sintiendo los temblores y las lágrimas recorrerme, deseando vomitar como cada vez que eso ocurría. Tenía miedo. Miedo. Mucho miedo.

Incluso, comenzando a rezar.

Entonces la puerta se abrió y aguanté la respiración. Cerrando los ojos, de forma egoísta, pidiendo por mí.

Y el armario se abrió, haciéndome gritar cuando tomo de mi brazo—. ¡¿Qué carajo dijiste, niño ingrato?!

—No... no dije nada, ¡yo no dije nada! ¡Tío, por favor! ¡No lo hice! ¡No!, no...

Intentaba retroceder y él jaló, mirándome con molestia mientras yo lloraba, encontrando todo rezó en vano. Porque Dios dejaba entrar a su lado a todo niño, ¿pero por qué a mí no me escuchaba?

—¿No lo hiciste? —rio, tomando mi rostro, haciéndome atragantar con los mismos fluidos en mi rostro deshecho, sin hacerlo tener piedad alguna—. ¿No hiciste que tu papá comenzara a alejarme de ti? ¿Por qué tu mamá está siendo una perra arisca conmigo, eh? ¡Responde!

—No sé... N-no sé, ¡juro que no lo sé! ¡Yo no dije nada, no lo hice! No dije nada, no dije... No... ¡No sé, por favor, por favor! ¡Por fa-...! —nuevamente golpeó mi mejilla, dejándome sucumbir al silencio, e incluso apagar el llanto.

Caí sobre mis rodillas, sin poder reaccionar, sin querer hacerlo, tosiendo cuando la sangre amenazó por tocar mi garganta y escupí, junto a la saliva y el carmín. El tío Sadis jadeó, y pronto sentí sus manos volver a tomar mis mejillas, con cariño, y aún así lloré, porque con él nunca había 'cariño'.

—No, perdón —susurró, limpiando la primer lágrima que rozó su dedo—. Perdóname, no debí hacerlo. Te creo, te creo, tú no dijiste nada... pero me desesperaste, sabes que no me gusta verte llorar.

—Perdón... —apreté los labios, aceptando el beso de su parte sobre los míos, porque no podía hacer más que aceptarlo y no huir.

Porque Dios ya había demostrado que no me ayudaría, y de decir algo...

—Es sólo que me desesperé, y sabes que no quiero que papá y mamá piensen mal de ti, porque tú lo hiciste, ¿lo sabes, bebé? Tú lo provocaste, dejaste de ser mi niño, y comenzaste a ser tan lindo, tan... me hiciste desearte, lo sabes, ¿lo sabes, verdad? —acarició mi cabello y me tensé, asintiendo después de que me soltara y se sentara en la cama.

Miré a mis manos echas puño en el suelo, y me sentí sin sentido alguno, porque entonces comprendía que Dios no me ayudase. Era mi culpa.

—Dan ah, ven aquí, ¿sí?

Suspiré, levantándome y sintiendo a Kyle tras de mí, negando, queriendo tomar el control y hacerme reaccionar, molestarme con él, incluso tomar ideas que me harían culpable de asesinar. No negué que la idea llamó mi atención, pero no, no eran mis ideas, sólo las de él.

Miré a la ventana a mi lado, brilló dorado cayendo sobre el cristal y alumbrando el interior del cuarto, era dulce, como si cayese brillo de ahí... Lo ignoré, sentándome a su lado, hasta que él tomó mi cuerpo, sentándome sobre su rodilla. Y el brillo de antes pareció caer en oscuridad completa, de nuevo.

—He estado pasando por momentos difíciles desde hace días, te extrañé...

Miré a Simba asomarse debajo de la cama, no lo había escondido bien.

—... Y he creído que ya no quiero seguir aquí —decía, acariciando mi hombro, que aún cubierto por suéteres grandes parecía quemar de forma cruel—, ¿no te gustaría venir conmigo?

Enmudecí, entendiendo, y notando un frasco de pastillas ser sacado de su bolsillo, tragué saliva—. No... —susurré, aún si me había propuesto a callar, y él apretó su agarre, tomando mi cintura—. Es malo, no quiero. Da asco.

Él rio, apretando el frasco—. Pero si no lo sentirás después, sólo dormiríamos para siempre, juntos, tú y yo. Como debió de ser siempre...

No recuerdo mucho, haber corrido, caer sobre mis rodillas y que comenzase a forzarme a tragar cada pastilla, jalando de mi cabello. La luz del cuarto parecía ser menos, estrellas cayendo. Dolor de nuevo.

El frasco de pastillas cayó al suelo cuando, fuera de todos sus sentidos, volvió a recorrer mi cuerpo, débil, sin fuerzas, y lloré pidiendo de nuevo, como si tantos meses no hubiesen demostrado que nada me ayudaría.

Desperté, tosiendo, el miedo recorriéndome el cuerpo, escuchando su risa, su voz, cada palabra, y cubrí mis oídos, intentando respirar sin éxito, sentía que el aire escapaba de mi pecho, presionándolo y haciendo que doliera.

—No quiero, ¡no quiero! ¡No quiero! —la tos me atacó como si fuese real, como si a tan pocas horas hubiese sido forzado a tomar cada pastilla, mi cuerpo latía sintiéndose afectado y sucio, y comencé a llorar sin siquiera cuestionármelo—. ¡Déjame! Déjame, por favor, déjame, yo no quiero esto, yo no quiero... ¡No quiero! ¿Por qué Dios me odia? ¡¿Por qué Dios...?!

—Angel —el tacto de Seong-su llegó, reconociendo sus manos con heridas que poco a poco iba conociendo—, Dan, cariño, ven. —Cada brote de oscuridad se alejó, mi cabeza retumbó en dolor, pero estaba aquí—. Respira, respira conmigo, ¿sí? Vamos, los dos, juntos.

Antes de que dijese algo más no controle mi impulso, lanzándome a abrazar su pecho, a frotarme sobre él inundándome de su colonia, llorando, sintiendo mis manos temblar ligeramente y doler, notando que había caído en rasguñarme y frotar con fuerza, mis brazos y rostro, que también dolía, entendiendo que había golpeado en la misma de igual forma.

—¿Dónde... dónde estabas? —murmuré, sollozando, y él comenzó a arrullarme, cual niño—. ¿Por qué... qué hacías? No estabas... no estabas.

—Respira, ¿sí? —susurró, comenzando a contar, inhalando y exhalando, y cerré mis ojos, siguiendo su indicación—. Inhala... retenlo cinco segundos... 1... 2... 3... 4... 5... Exhala. Lo hacemos de nuevo. Inhala...

Tragué saliva en cuanto fui sintiendo el cuerpo menos tenso, relajándose, y ronroneé al sentir a Seong-su acariciar mi cabello, de nuevo, limpiando. Acariciando mi rostro y ayudándome a erguirme, con él.

—¿Dónde estabas? —acaricié su rostro, notándolo agachar la mirada hasta ver entre el cabello oscuro sus orejas enrojecerse—. Lindo...

—Yo... fui a recoger algo a petición de tus padres y el doctor —alzó la mirada, y me sentí encantado de ver sus ojos, pero también curioso de sus palabras.

—¿Qué cosa? —mi nariz picó en anticipación, y su boca besó mis labios, de la sorpresa, haciéndome estornudar al alejarme.

—Eres una ternura —cantó tan pronto cubrí mi rostro por mi acción. Nunca había logrado estornudar de un modo no-tierno, o como mi mejor amiga decía: "como un gatito"—. Déjame llevarte.

Descubrí mi rostro, buscando mirarlo para preguntarle el ofrecimiento, hasta que sentí sus brazos rodearme y elevarme. Chillé, sintiendo sus manos bajo mis rodillas y en mi espalda, levantándome, haciendo que me aferrase a su cuello con el rostro calentándoseme de lo rojo que comenzaba a ponerse.

—No... N-so es necesario, d-digo, sé que se me indicó reposo, pe-pero puedo caminar... de verdad. Y además, seguro pe-peso mucho, y-

—No pesas nada —rio el chico, llevándome con él fuera de mi cuarto—, y estoy seguro de que te duele bastante andar. —No dije nada, aunque era verdad, la única vez que me había puesto de pie junto a Yue tuvo que ayudarme a sentarme para reposar, cargándome para mi sorpresa y ayudándome a ducharme—. Además de que no me es problema, de ser por mí, te cargaría a todos lados.

Quise refutar ante su sonrisa ladina, pero desvié la mirada mientras bajaba las escaleras, notando a mi madre al pie de las mismas, que suspiró tranquila al verme, y entonces recordé mi pesadilla. Ocultándome en el hombro de Seong-su.

—Buenos días, cariño —sentí las manos de mamá en mi muslo y la miré avergonzado—. ¿Como te sientes?

—Yo... bien, mamá. ¿Qué... que es lo que trajo Seong-su antes?

—Oh, ¡aquí está!

Quise no hablar, pero papá trajo entre sus manos, con una sonrisa, una silla de ruedas que, al parecer, se había puesto a armar junto a Seong-su.

—Pero... —miré a Seong-su, que inmediatamente se encaminó a llevarme—. No debieron tomarse la molestia —chillé, avergonzado—. D-de verdad, puedo quedarme en cama, yo-

—Le dije a tus padres que te noté queriendo practicar hace días... y ya va una semana que no ves a los chicos, así que... —miré a Seong-su, sintiendo mis mejillas enrojecer y apreté los labios deseando no pedirle que se acercara para besarlo enfrente de mis papás—, ¿te parece si te llevo?

—Pero... son calles de distancia, ¿no es muy pesado? De verdad, no es necesario que...

—Lo es, no sería bueno tenerte encerrado siempre —refutó él, volteando a ver a mis padres quizá, cuando notó que había estado absorto mucho tiempo—. Y tus papás me comentaron que detestas estar tanto tiempo en calma, así que... pensé que sacarte de la rutina no estaría mal. Ya pronto llegará la cita para tus exámenes y...

—Es bueno que seas tan atento con nuestro Dannie, Seong-su —mamá abrazó a papá por los hombros, y pude notar perfectamente su sonrisa tratando de decirme algo. Suspiré al notar la misma sonrisa de Yue de hace unos días o..., todos los días, siendo que venía diario—. Y tiene razón, sal afuera un rato. Ocupas sol.

—Bien... saldré, pero ¿qué harán ustedes por mientras?

—Oh, recoger a tus hermanas de la casa de tu abuela —aclaró papá—. Ya ha de estar cansada, así que quizá esto estará terminando con ese hombre...

Quede en silencio, recordando que Seong-su explicó que habían comunicado a oficiales para ir en la búsqueda del hombre que había salido en fuga.

—Sí... —murmuré, aferrándome a los apoya brazos mientras Seong-su acariciaba mis hombros, notándolo—, entonces, nos vemos después.

Aún había un miedo rodeándome, pero no quería creer que mi mente se sentía en paz, con él.

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"𝟐𝟑: 악몽"
(Insomnies - Angèle)

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

Quizá se entienda la tardanza de este cap., además de que mis manos se tensionaron mucho estos dos días por el frío y no podía moverlas nada sin estar llorando por ello, jeje 😭

Ahora tengo planeados otros tres capítulos, pero estoy intentando no tensionar mucho mis manos, así que... TT

Por mientras, Dannie está avanzando, ¡se puede! 😖

⭐️✨

Por cierto, hice a la IA "reseñar" mi historia de forma poética, casi lloro, jsjsjs

Espero el capítulo les haya gustado, descansen mucho y cuídense del frío.

Bye!

🦊💜

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