21.- Carmín ☆⳻

⚠️ Mención de contenido fuerte: suicidio, pedofilia, escenas desagradables (vomito), trauma infantil y hematofobia (fobia a la sangre), al mismo tiempo, temas como la negligencia adulta será algo de lo que se hablará. Ninguno de los temas mencionados serán halagados, se es pedida discreción y, de sentirse incomodado y/u ofendido, pido dejen de leer.

El propósito de esta historia es ser cambiante, entretener, pero mostrar el lado crudo de muchas cosas, por lo que, de no sentirse bien, no es necesario dejar comentarios que ofendan o denigren minorías, o a cierto sector de la población.

Manejémonos con respeto ante todo, podemos opinar; pero siempre ser lo más cuidadosos con ello, gracias. 💜

"Siempre y cuando tus gustos no hagan daño a nadie, la gente no tiene porque quejarse."
- Dam 🦊

Desperté como lo haría todo ser desorientado y en coma, jadeando y comenzando a sudar frío, sintiendo asco forzar a mi garganta a abrirse, y no controlé dar la vuelta sobre el cuerpo, vomitando en completo líquido blanco que dejó cada parte de mis papilas sabiendo a droga, a pastillas. Distinguí la voz de mamá, la de mi abuela, ambas sobando mi espalda, mamá forzando a que mi nariz retuviera el algodón con alcohol etílico.

—Má... Mamá, estoy... ¿qué pasó? —No era capaz de formular las palabras, y ella no respondía, estaba asustada, me lo decía su rostro pálido y lleno de lágrimas. La abuela Rosy se acercó a mí, trayendo un paño y con el teléfono colgando entre sus manos, intentando estabilizar a mamá para que me llevase a la sala—. Lo siento...

Fue lo que pude susurrar tras entenderlo, el bote de pastillas en el suelo del baño y el dolor en mi cabeza, rememorando suficiente de los últimos minutos.

Tras la noticia de aquella niña había ido al cuarto de la abuela, mientras ambas mujeres discutían, tomando de los frascos de la abuela, uno vacío, llenándolo de pastillas variadas y que, sabía, servían para dormir.

No lo había pensado muy bien antes de actuar, sólo encerrándome en el baño y comenzando a tomar todas y cada una de ellas sin agua alguna, sintiendo asco y al mismo tiempo haciendo dolerme la garganta. Me había recargado contra la puerta, continuando hasta que creía que surgía efecto. No tenía ni idea de cómo funcionaba, pero creía que el mareo era suficiente indicador, porque hacía me sentía cada que no podía dormir y la mente me forzaba a seguir despierto, platicando con Kyle o dibujando.

Pero entonces mi cabeza dolió, había perdido la cuenta de las pastillas tomadas, haciendo doler mi estómago, provocando un mareo horrible en el que ni siquiera identifiqué el suelo bajo mis pies y la voz de mi tío se hizo presente, no eran coherentes sus palabras, y aún así, chillé, empezando a rasguñar mi piel porque lo sentía, estaba encima y no se iba. Sentía asco, asco de mí mismo y quise ir con mamá, moviendo la puerta que yo mismo había atrancado.

Ella me escuchó, pero perdí la fuerza, tropezando y dejando caer el frasco sobre el suelo, mi cuerpo siguiéndolo. La oscuridad volviendo a ser amiga, y no sabía si la anhelaba, o en ese momento, le temía...

—¡Maya! —la abuela logró sacarme de aquel repaso, el dolor en mi vientre también, mamá y yo miramos abajo.

Después, mamá exclamó extrañada, pero fue mi abuela quien, aún con el susto, aplaudió orgullosa, y yo sólo sentí ganas de llorar mientras gotas de sangre bajaban por mis piernas, manchando el suelo, y mi short también. Me aferré a mamá, gritando, detestando el olor del que ahora era consciente, aborreciendo la risa orgullosa de la abuela y creyendo que mis lágrimas eran únicamente por la sangre. Pero ella no lo entendía.

Mamá había llegado a decirme que sangraría cuando mi cuerpo se preparara para dar hijos, cuando sería una mujer. Y yo no quería serlo, rogando a ambas mujeres que me despertaran, que eso no ocurría realmente, que no había sangre alguna que dejase detrás mi derecho a los sueños, aún si los mismo ya habían sido cubiertos de borrones hace mucho.

Así que no, yo no sentí gracia alguna, ni alegría cuando mamá me dio una manta, porque yo aún tiritaba, no sólo del frío que aún sentía, sino por el miedo, mojando mi frente que, al parecer, había comenzado a aumentar en fiebre, y se me daba un té de manzanilla. Mamá sobaba mi vientre, y yo intentaba acomodarme aún incómodo por el accesorio extra entre mis piernas. "Una toalla sanitaria", habían dicho ellas.

Al final, nada había sido un sueño, el dolor en la cabeza me lo decía. El dolor en el vientre también, donde mamá trajo otro trapo, pero está vez, caliente, colocándolo sobre mi ropa, bajo la manta que me cubría y besando mi frente volviendo a masajear sobre el calorcito en mi pancita.

—¿Es normal, mamá? —miró ella a mi abuela, que ahora, más que alegre, parecía preocupada, sentada en las sillas del comedor tras mandar a mi abuelo, por mensaje, a por algunos panes y hierbas para dolores antes de que llegase del trabajo—. ¿No es muy pequeña?

—No... qué digo, lo es —murmuró, como si estuviese igual de confundida, quitando sus lentes de pasta fucsia para comenzar a jugar con el colgante que los atrapaba en su cuello—. Tiene seis años y esto no... Yo tuve mi primer periodo a los nueve, tú a los diez, conozco que somos de adelantarnos en esta familia, pero no creía que tanto.

Entonces, pareció que de repente mamá tuvo una idea, mirándome...

—Seonnie —susurró ella, acariciando mi cabeza y acercándose, como si no quisiese que aquello lo escuchara la abuela, y cuando lo pronunció, logré entender el porqué de eso—, ¿alguien... te ha tocado ahí?

Sentí volver a caer el frío por mi cuerpo, mirando a los ojos oscuros de mi madre, a los lunares dentro de la córnea, aspecto que de ella había heredado, y me hundí sobre mí, porque una vez había hablado sobre hombres malos y ella me había golpeado.

Y yo no quería seguir probando la sangre, aquella que comenzaba a desear sacar de mi cuerpo para ya no tener que observar, ni probar, nunca más.

La cabeza dolía, ¿y cómo no? Habiendo dormido más veces en aquel día de lo que nunca hice, y la mayoría de esas forzadamente.

Seong-su acariciaba mi cabeza, de donde ahora, podía sentir la unión con puntos en la misma, y el vendaje protegiendo la sección cosida en la nuca. Hice una mueca, gimiendo antes de ser detenido por Seong-su, que tomó de mi mano antes de que siquiera hiciera algo más.

—Está bien, ya estás bien —susurró, y no entendí lo confortables que fueron esas palabras para mi cabeza drogada por la anestesia—. El doctor está hablando con tus padres, ¿necesitas algo?

—Agua... —murmuré, siendo una excusa para acostumbrar mis ojos al entorno, observando fijo al chico que, de forma renuente y atenta se alejó de mi lado.

No aparte la vista de su figura, siendo ese punto donde me sentía tranquilo, meciendo la cabeza sobre las almohadas mientras comenzaba a tararear. Mi cuerpo estaba lo suficientemente tranquilo para no pensarlo demasiado.

Seong-su río, sirviendo de la jarra de agua en el vaso de vidrio con reflejos morados, y reí junto con él, más por el hecho de encontrar mi color favorito en mi cuarto, que ya estaba lleno de él, que por mi propio actuar. Eso parecía divertir a Seong-su que, sentándose con cuidado a mi lado, tomó mi cabeza, alzándola con cuidado para darme del agua. Yo no dejé de verlo en todo ese rato, divirtiéndome al notarlo perdido en mis labios.

Cuando se alejó, dejando el vaso sobre la mesa de noche para no levantarse, no frené mi cuerpo al abrazar sus piernas, haciéndolo reír.

—¿Qué pasa? —murmuró risueño, y yo me froté en su costado como haría todo sujeto anestesiado y con el cráneo cosido—. ¿Dan?

—Te quiero —respondí cuál niño, cómodo y feliz de decírselo, y su silencio no me perturbó ni un poco.

Porque en otro momento las palabras habrían quedado atascadas, y de decirlas, habría sido el primero en salir corriendo.

—Yo... —volvió a acariciar mi cabello, y dejé visible mi disfrute de sus manos entre mis hebras—, ¿estás cómodo así?

Pucheree, siendo consciente de que mi muestra de afecto no había sido respondida, pero feliz de tener sus caricias no hice escándalo alguno. Y pensé entonces por un momento en lo que habría hecho el doctor mientras dormía, si Seong-su estuvo presente, encontrando la respuesta tan pronto recordé que fue el primero en acercarse para buscar calmarme.

—¿Estuviste ahí? —cuestioné, sin explicar a qué situación me refería exactamente, pensando en que su silencio se refería a ello—. El doctor Ramírez ha de haber hecho un largo viaje desde México... no me imagino lo que habrá sido —sonreí aún si no encontraba gracia alguna a mis pensamientos—, ¿qué pensará al ver a su antiguo paciente esperando a ser revisado por lo mismo, otra vez? —sentí el cuerpo a mi lado tensarse, y reí un poco—. ¿Dejé de ser lindo para ti?

—Ocurrió... ¿cuándo, qué, él...? —susurró, mirándome, y desee llorar porque no había repugnancia de su parte, sólo... preocupación.

—Fueron varias veces —murmuré, comenzando a jugar con sus mangas—, el golpe de realidad aún no llega, así que no he colapsado por ello, quizá debería anestesiarme más seguido —bromeé, sintiendo el tacto de Seong-su en mis mejillas, antes de que él se agachara a mi altura, acomodándose hasta que ambos estuvimos frente a frente, mirándonos.

—Sigues siendo hermoso, ¿sabes? Y la idea de que te anestesies —susurró, haciendo una mueca—, no hará que el dolor disminuya... Lo pensé algunas veces.

—¿Qué pensaste? —acaricié su rostro, sintiendo el hormigueo en mis manos comenzar a desaparecer.

—Que sería bueno no sentir las cosas —se hundió de hombros, con ligereza—, que, quizá, de no hacerlo, todo sería menos pesado, dejaría de ser algo que hiciese sentir a los demás con poder para herirme.

—¿Y qué hiciste para dejar de pensarlo? —delineé su mandíbula, parando a un costado de su rostro, acariciando, observando la cicatriz en su mejilla.

Mi corazón bombeaba tan tranquilo y explosivo como no creí que lo haría nunca, miré a sus labios, sintiéndome nervioso y tentado, diciendo que estaría bien, pues él no me veía con desagrado alguno, yo no era malo para él. Y entonces...

—Te conocí —sonrió, tomando mi mano y besando la palma dejando un cosquilleo tan pronto mi cuerpo dejó de lado el sedante, sus nudillos se notaban curados, un poco, y quise repetir su acto, sin moverme, hechizado en sus ojos—. Tú me mostraste que el sentir era suficiente valor al vivir, que levantarte aún con el dolor no era más que ser mejor que todos...

—... Eres el ángel que recé por algún día conocer.

☾⇠ 🪐🦊 ⇢☽

—Los niveles de colesterol y glucosa están normales —murmuró el doctor, pidiéndome abrir la boca para observar con una linterna—, no hay infecciones más que cierto desgarre por el consumo de pastillas, pero por cualquier cosa, recomiendo que se haga un lavado. —El hombre arregló su bata, indicándole a la enfermera a su lado que se acercara a mí, y no evité tensarme—. Será un pequeño piquetito, ¿está bien? Necesitamos evaluar mejor tu sangre para comprobar que no haya algo malo.

Apreté los labios entre sí, mirando la paleta de cereza que el doctor Ramírez sacó de su bolsillo—. ¿Quieres que pase tu mamá contigo? —asentí, y él avanzó a abrirle a mamá desde su puesto en el consultorio.

Habíamos ido a un doctor tan pronto mamá entendió que no le diría nada, ella le había contado lo poco que entendía y yo no interferí en ningún momento, escuchando en silencio.

—Lamento informarle que no será posible llevar a cabo ningún procedimiento que refiera a ver sus partes —murmuró el doctor mientras mamá se sentaba a mi lado, acariciando mi cabello en lo que la doctora subía mis mangas—, al menos no por ahora, siendo que no es el lugar, pero puede verme en mi consultorio particular, y puedo pedirle a alguna de las ginecólogas conmigo a que revisen sus dudas. Siendo algo tan delicado, y de haber, o estar pasando, recomiendo que sería lo más sano para ella...

Siseé ante el dolor de la aguja siendo incrustada, a su sentimiento rompiendo cada tejido y a su enfrentamiento con la vena buscada, al líquido subiendo por la misma y siendo arrebatada de mi cuerpo, nuevamente.

Días atrás habían sido sólo un examen en mi dedo, pinchándolo, esto porque a mamá se le ocurrió que yo quería experimentar lo que ella al irse a checar. Y lo que había sido ese dolor punzante, no se comparó a lo que me descargó la aguja ahora colocada.

—Está bien, puede dictarme la dirección entonces, y sobre el lavado, ¿tiene alguna recomendación?

—La tengo... —La enfermera sacó la aguja de mi brazo, colocando un curita y presionando un poco, pidiéndome tomar mi brazo, pero yo sólo encaré al tubo con sangre...

Tragué saliva, recordando entonces el dolor en mi vientre por lo que mamá llamaba cólicos, la sangre en mi colchón cuando el tío Sadis hizo aquello por primera vez una noche que dormía, la sangre en la tina, en mi ropa cuando le dije sobre mi supuesto novio, el dolor de aquello... El olor de la sangre derramada,y entonces el piquetito en mi brazo pareció intensificar su sensación, mareándome, subiendo la bilis por mi garganta, y tras eso, perdiendo la conciencia mientras mamá anotaba sentada a mi lado en la camilla.

Sentir era algo que detestaba, mucho más si se incrementaba.

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"𝟐𝟏: 혈종"
(Getting Older - Billie Eilish)

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

como te amo, Billie :'3

Já! No supe cuál sería la reacción de todos de poner el tema como la menstruación en la historia, pero lo he hecho, con eso de que tuve que enfocarme en el cómo surgió mi propia fobia, y les cuento:

Además de que mi mamá biológica me forzó a tragar la sangre que salió de mi nariz cuando tenía tres años...

A los seis años nos pusieron vacunas por primera vez en la escuela, y siendo que no estaba mi papá o mi abuelita esa vez para estar a mi lado, mi hermana y yo estábamos muy ansiosos. Ella lloró mucho, pero yo lo sobrellevé muy bien... eso, hasta que dos compañeras comenzaron a gritar todas eufóricas y yo, por curioso, me acerqué a preguntarles qué pasaba. Ellas me dijeron que, al parecer, la enfermera había colocado mal la aguja, y cuando una de ellas se dio la vuelta, me mostró su brazo, en el lugar donde llevaba un piquete, caía sangre. ¿Me creen que mi mente incrementó mi dolor sano en el brazo por imaginar el suyo, y me desmayé en pleno piso de concreto?

Sí, el suelo siempre ha sido mi amigo... ;-;

⭐️✨

A todo esto, no sé si se ha entendido, pero la cuestión con los saltos en el tiempo es así: siendo el separador de la historia el que aparezca, indica que la escena ocurre en el presente de Dan y en algunas no ha pasado mucho tiempo entre una y otra; y de hacerlo, siempre intentaré indicar los días, meses, minutos, horas, etc. Y de aparecer este: "☾⇠ 🪐🦊 ⇢☽", es el indicador de que escenas del pasado de Dan son narradas.

Ya traía la angustia de explicar aquello, pero siempre se me olvidaba. :p

Por otro lado: Aviso que Seong-su no será un personaje ideal, porque no, gente, el mundo no es blanco o negro, así que espero os guste ir viendo lo que es su desarrollo como personaje, siendo que PARECE, que gusta de Dan. 😈

Sin más, espero les haya gustado, ¡les quiero, bye!
(Y por cierto, gracias por sus comentarios en el capítulo pasado, y en todos en general. Adoro ver que realmente he llegado a tocar corazoncitos de un buen modo TT)

🦊❤️‍🩹

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