10.┊the invitation to a dinner

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𝙲𝙰𝙿𝙸́𝚃𝚄𝙻𝙾 𝙳𝙸𝙴𝚉

🌗───"La invitación a una cena"

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HABÍA PASADO UNA SEMANA desde la fiesta en la mansión Hardy. Durante los largos días que siguieron, Felicia no pensó en nada más que en un plan para sacar a su padre de la cárcel y joder a su madre. Enseñar su trabajo era difícil, concentrarse en no ser atropellada mientras caminaba por las calles era difícil.

Durante días, la rubia preguntó si todo esto era solo un capricho para ella, solo para recuperar a su padre. Los únicos momentos felices en la vida de Felicia fueron los de su padre e incluso cuando se fue, el prefirió la elección de estar muerto para no tener que lastimar a su hija durante años. Parece que todo era diferente ahora.

No era un capricho que ella quisiera que los últimos momentos de su padre fueran fuera de los bares, no era un capricho que él estuviera encerrado en ese lugar desde hace años por culpa de su madre, que lo tenía dentro solo con ganas, ella para finalmente confesar dónde estaban los centavos. De hecho, la mayor dificultad que tuvo Felicia durante el proceso fue averiguar qué memorias USB deseaba tanto su madre. Si averiguaba de qué se trataba, podría sacar a su padre de la cárcel.

Al llegar a casa, la rubia no podía ni quitarse los zapatos cuando sonó su teléfono. Mirando el dispositivo, vio que era su madre. Un enojo enorme se apoderó de la niña, no quería responder, pero si quería que su plan funcionara, tendría que acercarse a su madre para obtener toda la información que pudiera.

—No, madre. —Sus labios se amargaron con la última palabra, trató de no mostrar ningún nerviosismo en su voz y afortunadamente lo consiguió.

—Cariño, ¿por qué no vienes a cenar conmigo y con Anthony? —La voz de Lydia transmitía dulzura, Felicia pronto adivinó que probablemente Anthony estaba cerca de la mujer.— Le encantó conocerte y quiere pasar más tiempo juntos. Sabe lo ocupada que estás con la universidad y te pide que le des una noche libre para venir a nuestra casa.

Una idea surgió en la mente de la rubia. 

—Sólo dime el día, allí estaré. —dijo Felicia y pudo escuchar el rechinar de dientes de su madre luego de asentir. 

Pasaron unos segundos en silencio al otro lado de la línea.

—Esta semana. Jueves. ¿Eso te parece bien? —coincidió Felicia, todavía era martes, así que habría tiempo.— Oh es verdad, trae a tu novio también, Pedro.

Cuando Felicia iba a corregir, la llamada terminó. Terminó. Felicia resopló de frustración y se arrojó sobre la cama. Encendiendo su teléfono celular de nuevo, entró en mensajes y fue directamente a la conversación fijada.

«Lo siento, no creo que pueda ir al cumpleaños de tu hermano e ir a comprarle un regalo contigo».

De: Felicia
Para: Tess

Poco después, revisó los contactos y llegó a la conversación de Peter. Felicia sonrió levemente al ver todos los mensajes que habían intercambiado durante la semana. Peter era un gran tipo, cualquier chica sería afortunada de tenerlo como amigo. 

«Hay una cena con mi madre y su prometido el jueves, te invitaron. ¿Te animas?»

De: Felicia
Para: Peter Parker :)

Apagando su celular, la rubia lo tiró al costado de la cama y cerró los ojos, entregándose por completo al sueño.

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Peter acababa de llegar a casa después de un largo día en la universidad y largas horas de patrullaje por la ciudad. Su cuerpo estaba enfermo en varios lugares diferentes, hoy no había hecho mucho más que detener un robo de bicicleta y ayudar a una anciana a cruzar la calle y, a cambio, ser agradecido con churros por ella.

Pero si balancearse en telarañas era totalmente agotador para su espalda, lo único que quería en este momento era acostarse en su cama y dormir bien por la noche. El hombre estaba a punto de subir las escaleras cuando su tía apareció en la puerta de la cocina con los brazos cruzados. 

—Te ves horrible. —Ella negó con la cabeza y suspiró.— Ve a darte una ducha y baja a cenar.

Al ver que ella no se rendiría fácilmente, cedió.

—Bajo en diez minutos. —Luego subió las escaleras.

Peter arrojó su patineta a un rincón de la habitación y agarró algo de ropa mientas se dirigía al baño del pasillo. Por unos minutos se relajó al sentir el agua correr por su cuerpo, por fin pudo sonreír ese día. 

Tan pronto como bajó a la cocina, la tía May puso un plato sobre la mesa y él se sentó.

—He notado que no has cenado en días. —Ella lo miró— Estoy preocupada por ti, Peter.

—No hace falta tía May, siempre como antes de llegar a casa. —aseguró. Y no era mentira, siempre después de sus patrullas, comía unas pizzas que compraba.

—Aún así, no puedo evitar preocuparme. ¿Dónde te quedas todo el día?

—Tía May...

—Y no me mientas. No otra vez.

Peter bajó la mirada, deseaba tanto contarle su secreto a la mujer que siempre lo había protegido de todo. No quería decírselo solo para tener un peso más ligero sobre su espalda, sino también porque ella merecía saberlo, pero eso no estaría bien. Gwen murió sabiendo que él era el Hombre Araña, no quería que su tía corriera la misma suerte.

—¿Recuerdas a esa mujer que te mencioné? —Dijo dejando caer los cubiertos mirando directamente a su tía.

No quería poner a Felicia en el medio, pero sabía que esa era la única manera de hacer que su tía estuviera menos preocupada. May asintió, todavía confundida. 

—Yo estaba con ella —dijo Peter de inmediato.— Y en los días anteriores también. Ella es ... una gran amiga. 

May se quedó en silencio por unos minutos, cuando Peter pensó que ella no le creía, May dejó escapar una sonrisa de alivio. 

—El domingo, ¿tú también estuviste con ella? —Preguntó ella. 

—Sí, —Estuvo de acuerdo.— Fuimos juntos a la fiesta de su familia. 

Peter sintió que su celular vibraba en su bolsillo. Levantándolo, lo encendió y una sonrisa involuntaria escapó de su rostro. 

—¿Era ella? —pregunta May cuando Peter terminó de escribir algo y guardó su celular. 

—Sí. —Dejó de sonreír, rascándose la garganta avergonzado.— Me invitó a cenar a casa de su madre.

—Y apuesto a que aceptaste. —Mantuvo la sonrisa en su rostro, sin dejar de mirar aliviada a su sobrino.— ¿Cuál es su nombre?

—Felicia... su nombre es Felicia.

—Bueno, espero poder conocerla pronto a esta Felicia. —May agitó las manos.— ¿Por qué no la llamas para que venga aquí alguna vez?

—Eso haré —Asintió y luego abrió mucho los ojos.— Espera… ¿en serio?

—Sí. —Se rió ante la mirada de sorpresa de su sobrino.— Quiero conocer a la mujer que está haciendo latir de nuevo el corazón de mi sobrino.

Recogiendo los platos, May los puso en el fregadero y luego subió a su habitación. Peter se congeló en su silla, pensando en las palabras de su tía. ¿Felicia estaba haciendo latir de nuevo su corazón?

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