30. Amber (2)

AMBER

—¡Estoy en casa!

Grito al entrar y hacerme a un lado para que Black pase, dando unos pasos cautelosos, un poco nervioso. Mamá responde desde la sala.

—Estamos aquí, Am.

«¿Estamos? Ah, mierda».

Cuando cruzamos la esquina de la pared que divide la sala del pasillo de la entrada, me tenso al ver a papá ahí con ella en el sofá. Pensé que no estaría en casa, hoy debía estar en la reunión mensual del pueblo. Mamá lleva un vestido que le llega a las rodillas y está peinada y maquillada, papá lleva pantalones y una camisa con corbata. ¿Por qué están tan elegantes? Quizás acaban de llegar.

—Pensé que vendrías más tarde —dice mamá con una sonrisa que se desvanece cuando Black aparece a mi lado.

—Buenas noches.

Papá pone mala cara de inmediato y mamá finge hospitalidad.

—Hola, Black, no sabíamos que vendrías.

—Lo he invitado a cenar, espero que no les moleste.

—Oh. —Mamá intercambia una mirada con papá y él se levanta para decirme:

—¿Puedo hablarte un segundo?

—Claro.

Cruzamos el pasillo y nos metemos a la cocina mientras mamá invita a Black a sentarse en la sala con ella. Papá se pasa la mano por la cara.

—Apreciaríamos que nos dijeras que traes visita con antelación, Amber.

—Lo sé, solo sucedió.

—Y ya sabes lo que pienso de ese chico. Sé que no te importa tu reputación, pero con quien andas afecta la mía. Bastante aguanté que salieras con Red, dado su... historial y sus andanzas.

—Black es mi amigo.

—Es un chico de ese vecindario.

Ese vecindario también es parte del pueblo que usted gobierna, alcalde.

—No vengas con tu sarcasmo. Además, hoy tengo invitados en la cena, unos contribuyentes y no contamos con tu presencia porque dijiste estarías fuera. Y ahora llegas de la nada y con ese chico.

—¿Quieres que me vaya?

—No, quiero que él se vaya, es... ya sabes, no encaja en la cena.

—¿Por qué es moreno?

—No dije eso, Amber.

—No hace falta, papá. —Sacudo la cabeza—. En tus discursos dices que no ves color, que gobiernas para todos, pero ambos sabemos la verdad. Ese vecindario que tanto desprecias está así porque nunca ha sido tu prioridad, nunca diriges recursos o tomas alguna iniciativa para mejorarlo. ¿Por qué? ¿Por qué no es un vecindario de gente de blanca?

Mi padre aprieta la mandíbula y me agarra del brazo para susurrar con furia.

—Cuida tus palabras, Amber, respétame.

Me suelto de un manotazo.

—¿Cómo exiges respeto cuando tú no lo implementas?

—Mientras vivas aquí, te alimentes de mi comida, duermas en la casa que compré con mi esfuerzo, me vas a respetar. Sino te gusta, te puedes ir cuando quieras, ya eres mayor de edad. A ver cuando duras allá afuera sin nada, quizás termines en ese vecindario con esa gentuza.

Me iré, mucho mas pronto de lo que él piensa, he estado ahorrando desde hace más de dos años, y tengo en mente varios trabajos en las afueras del pueblo, cerca de Romy. No quiero seguir viviendo con mi padre, que es, sin duda alguna, un racista de mierda y ni siquiera quiero recordar los comentarios que ha hecho sobre la comunidad LGBTIQ+, mi comunidad, o todas las veces que me he tragado las lágrimas y la rabia que me inundan cuando lo escucho decir cosas homofóbicas. Pocas personas en la vida me asustan y me enfurecen como él.

Mamá es solo un títere a su lado, a veces el destello de una personalidad propia sale a relucir, pero rápidamente es aplastada por él. Papá suspira.

—Se puede quedar en la cena, nos dará un aire progresista tener alguien como él en la mesa. Vamos a cenar y te vas a comportar. Sonríe cuando lleguen los contribuyentes.

Y con eso, me pasa por un lado en el momento justo que suena el timbre. Vuelvo a la sala mientras mamá y papá reciben a la visita en la puerta. Considero largarme, pero le prometí a Black una comida cálida y de casa, pensé que el ambiente hogareño le haría bien, y con mamá lo habría tenido, eso fue antes de saber que papá estaría en casa y con todo esté circo.

—¿Todo bien? —pregunta Black cuando le hago un gesto para que se ponga de pie.

—Tenemos visitas, actúa natural.

Black me da una sonrisa más falsa que los discursos políticos de papá.

—Esta es mi hija Amber y su amigo de la universidad. —Papá guía a tres señores mayores en traje con el cabello blanco, quienes nos dan la mano y se presentan, mamá les sigue con un chico de nuestra edad, también de traje. Arrugo las cejas, los contribuyentes no suelen ser jóvenes. Hemos tenido uno que otro joven empresario que done a la alcaldía, pero nunca un contribuyente grande porque esos suelen dar miles de dólares y este pueblo no es el punto más atractivo para donaciones de ese estilo. Lo observo por unos segundos: De cabello negro corto y facciones rudas, labios gruesos, y sonrisa extraña, mientras más se acerca, peor me siento, es como ese tipo de gente que tiene una energía negativa instantánea.

—Este es John. —Lo presenta mi madre y Black y yo sacudimos su mano cordialmente. Sus ojos se quedan en mí por más tiempo del necesario así que aparto la mirada.

Y así inicio una de las cenas más pesadas de toda mi vida. Los señores mayores bromean y se llevan de maravilla con mi padre mientras John se dedica a conversar con mamá y a mirarme de vez en cuando y cada vez que lo hace, siento un vacío en el estómago. Black se inclina y me dice al oído:

—¿Soy yo o este tipo es raro?

—Lo es —respondo por lo bajo.

—Amber, ve por el postre. —Mamá me anima y me pongo de pie.

—Le ayudo —se ofrece John y estoy a punto de protestar, sin embargo, mamá sonríe.

—Claro.

Cruzo la puerta vaivén de la cocina y el corazón se me acelera al sentirlo seguirme. No pasa nada, todos están ahí al otro lado, esto solo tomará un segundo. Tomo una de las bandejas y se la paso.

—Gracias, puedes llevar esa.

Sin embargo, él vuelve a poner la bandeja en el mesón y me observa.

—No pensé que tendría esta oportunidad tan rápido. —Su voz... es siniestra.

—¿De qué hablas?

John comienza a rodear el mesón hasta que queda del mismo lado que estoy, bloqueando mi salida. Toda expresión formal deja su rostro, maldad pura en sus ojos.

—No hagas un escandalo, ¿de acuerdo? Antes de que te dé por gritar o atacarme, te diré dos cosas: —me paralizo y me quedo sin aire—. Sé todo sobre ti y tu novia... ¿Romy? Con fotos, videos, etc, y segundo, también sé todo lo que Romy hace, que turnos tiene, donde trabaja, ¿sabes lo rápido que se pierden algunas chicas y de pronto aparecen muertas en un desagüe?

Me quedo fría, viendo a este tipo decir esas cosas con tanta tranquilidad, el miedo circula por mis venas y ya no me siento segura en la cocina de mi propia casa.

—¿Me estás amenazando?

Él sonríe.

—No, solo te estoy dando la motivación perfecta para ahorrarme un espectáculo y poder hablarte de la razón por la que estoy aquí.

—¿Qué...?

Me falla la voz porque estoy aterrorizada, quiero salir del trance de miedo, él me ha tomado desprevenida. Él se lame los labios antes de coger una manzana de la canasta de la mesa y jugar con ella.

—Seré directo porque no tenemos mucho tiempo, te has vuelto muy cercana a Bea, y lo aprecio, siempre que alguien cuida lo que es mío, tiene mi aprecio instantáneo.

Bea... ¿qué tiene que...?

Oh. Las manos me sudan y se me cierra un poco la garganta.

—Eres... Soren.

Él hace una reverencia.

—Te ha hablado de mí, eso es bueno.

—Enfermo de mierda.

—Gracias.

—Mantente alejado de ella, tienes una orden de alejamiento, volverás a la cárcel si pones un pie cerca de ella.

—Y esa es la razón por la que estoy aquí, Amber. Verás, no quiero volver a la cárcel, pero necesito hablar con ella, un año es demasiado tiempo sin mi chica.

—Ella no es tu chica, maldito.

Él me ignora y continua:

—Entonces, necesito que tú seas ese puente de comunicación.

—Estás más loco de lo que pensé, si crees que te ayudaré.

Él se ríe por lo bajo.

—Pensé que dirías eso, por eso te conté las dos cosas al principio de la conversación. —Su sonrisa desaparece—. No tienes idea de lo que soy capaz, Amber. Y puedes intentar ir a la policía y no conseguirás mucho, eso Bea lo sabe por experiencia. Así que te dejaré pensar que harás con esta información, ¿se lo contarás o no? Hasta para advertirla, debes decírselo, ¿no?

—Estás loco... enfermo... es... asqueroso.

—Mi mensaje es el siguiente: Quiero que vaya a la corte y diga que la orden de alejamiento ya no es necesaria, que ha aceptado mi perdón, que ha seguido adelante con su vida y que está todo atrás.

—Ella no va a quitar la única protección que tiene contra ti.

—Tú no la conoces como yo, Amber. Bea no sabe lo que quiere, no sabe funcionar sin mí, sin un amo que la guíe.

—Tú no eres un amo. Eres un enfermo y violador con una obsesión asquerosa.

Él no se inmuta antes mis palabras.

—Llámame lo que quieras, mientras tengas presente que no tengo limites. Que tengo el poder y los recursos para hacer muchas cosas horribles. Asegúrate de decirle eso a Bea, sino hace lo que digo, empezaré por eliminar los perros a su alrededor, y ese moreno en la cena podría ser el primero o quizás el pelirrojo. No me gusta que toquen lo que me pertenece.

—¿Todo bien? —La voz de Black me permite volver a respirar. Soren me da una última mirada antes de agarrar la bandeja y pasarle por un lado a Black quien lo ojea antes de volver a enfocarse en mí—. ¿Amber?

Me fallan las piernas y me agarro del mesón, temblando.

—Ey, ey. —Black me toma de los brazos—. ¿Qué pasó? ¿Te hizo algo? Estás pálida y helada.

Quiero vomitar. Quiero vomitar. Quiero vomitar.

Black me sienta en una de las sillas juntó al mesón y va por un vaso de agua que me bebo desesperadamente, ni siquiera me había dado cuenta de lo seca que estaba mi garganta. Intento calmar mi respiración y organizar mis pensamientos.

Mi corazón se retuerce porque subestimé a Soren. Ese enfermo es un demonio aterrador, peligroso, uno que Bea ha enfrentado sola. Y me encuentro en una situación imposible. Necesito pensar con la cabeza fría, necesito aire, tiempo.

—Amber, ¿qué paso? Háblame.

—Necesitamos una reunión... con todos, llama a Red, yo me encargo de Violet.

Black me mira confundido.

—¿Y Bea?

—¡No! Ella no. —Aún no, Bea ha comenzado la terapia hace unas semanas y le está yendo bien, sé que debemos decírselo, pero primero quiero tener algún tipo de solución, porque la verdad esto es... demasiado, se escapa de mis manos. Puede terminar muy mal, de forma muy rápida.

Me doy la vuelta y me dirijo a la puerta de atrás de la casa. Black me sigue confundido mientras llama a Red.

—Dile que nos veremos en el garaje de su casa —ordeno y al segundo, escucho la voz de Violet en mi oído, le digo lo mismo y me subo al carro. Puedo ver desde afuera la ventana de la sala de la casa donde mis padres aún charlan con tranquilidad con Soren. Lo veo sonreír y nunca en mi vida había querido hacerle daño a alguien como en estos momentos.

Enciendo el auto y piso el acelerador para salir disparada calle abajo.

—Me estás asustando, Amber, ¿qué te dijo ese tipo?

—Lo único que te puedo decir es que es muy peligroso, Black, no es quien dice ser y su nombre no es John.

Black se queda en silencio por unos segundos, procesando algo.

—Como te encontré en la cocina me recordó a la forma en la que estaba Bea la noche del cumpleaños de Red, ¿a caso...?

—Sí, él es la razón por la que Bea se ha tomado tiempo de la universidad y no la hemos visto.

—No entiendo, ¿le ha hecho daño? ¿Y qué hacía en tu casa?

—Es una larga historia, Black, pero en pocas palabras: Es un maldito loco que está obsesionado con Bea.

—Entonces, ¿pro qué nos estamos alejando? Deberíamos estar esperando afuera de tu casa para mandarlo al infierno.

—Enfrentarlo o atacarlo no servirá de nada.

—Amber, mandarlo al infierno es de forma literal. —La seriedad en su tono es real—. No puede llegar a nuestro pueblo y aterrorizarlas como si nada. No lo vamos a permitir.

—Cuando lleguemos, pensaremos en algo, Black, porque esto es más grande de lo que crees.

Black se gira hacia la ventana y se encoje de hombros.

—Lo veo muy simple, si una rata se mete en nuestro territorio, se elimina y ya.

—No somos asesinos, Black.

Él bufa.

—Tú no lo eres.

No sé que vamos a hacer, solo sé que las probabilidades de que esto termine bien son muy pocas. Sea lo que sea, lo resolveremos juntos porque Bea ya no se enfrentará a ese loco sola.

Nunca más. 


#


Nota de la autora: Y yo quedé como que... ah okay. 

Estos capítulos fueron un show, pasé de llorar como una desgraciada con Black a asustarme con Amber y después querer matar a Soren con mis manitas. Y bueno a él junto al papá de Amber, solo les quiero dar un bofetón, con una silla llena de espinas de metal afiladas. jejeje 

A ver, ¿cómo estamos con Black?

Es la primera vez que narra Amber, ¿qué tal les cayó?

Y bueno, ¿qué carajos vamos a hacer con Soren, gente? Tengo un mal presentimiento. 

Se les quiso,

Ariana Colorful Forever Godoy. 

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Tags: #romance