29. Amber (1)
AMBER
—Te ves como la mierda.
No oculto mi asco al ver el estado de su habitación. Black bufa.
—¿Pegajosa y necesaria?
Sonrío porque solo este idiota puede voltear una frase como esa a su favor.
—También huele... —me paso el dedo por la nariz mientras ojeo el desastre: bolsas de Doritos, botellas vacías de bebidas, restos de comida. Black está sentado en un colchón en el suelo sin camisa, sudado y con el cabello pegado a la cara. Él me ojea brevemente antes de suspirar.
—No tienes idea de lo fuera de lugar que te ves en este momento —comenta y me señala con el dedo. Sé a lo que se refiere, tengo una cita con Romy, mi novia, después de esto, por supuesto que me vestí increíble con un vestido lila, el cabello arreglado y tacones.
—Fuera de lugar o no, iré al grano porque ya me conoces, ¿qué coño te pasa?
Black se pasa la mano por la cara y ojeo lo delgado de sus brazos. Black siempre ha sido del tipo delgado y definido, pero es notable que ha perdido peso, y ahora puedo notarlo porque está sin camisa, sus costillas son un poco más visibles de lo normal. Él se lame los labios.
—Nada, ya sabes, en unos días resurjo como un fénix. Ya me verás normal, follándome medio pueblo.
—Muy gracioso. Y puedes irle con esa mierda a Red, que a él le encanta respetar tiempos, espacios y todo eso. Para tu desgracia, a mí me gusta la acción. ¿Qué coño te pasa que estás aquí en este tiradero de esta forma?
Black no dice nada así que levanto una ceja.
—¿Es por Violet? —Su expresión se contrae y sé que he dado en el punto—. ¿De verdad? ¿Estás así porque ella finalmente te habló claro? ¿Qué pasa? ¿No te agrada el hecho de que por fin se valore y se de cuenta de que no se merece guindar de un chico que no la ve de la misma forma?
Black envuelve las manos en puños y eso es lo que quiero, que se enoje, quiero que se quite esa farsa de juegos que lleva puesta todo el tiempo.
—¿Silencio porque tengo la razón?
—Tú no entiendes nada.
—Entonces, explícame, porque hasta ahora lo veo muy claro.
—Tú no lo entenderías, Violet es... mi... ride or die.
Ride or die es ese amigo/a que sabemos que va con todo con nosotros. Esa persona que llamarías para enterrar un cadáver.
—También es la mía y eso no quiere decir que no respeto sus decisiones cuando las toma por su propio bien.
—Si por su bien, ¿y el mío?
Eso me hace reír con sarcasmo.
—No acabas de preguntar algo tan egoísta.
—No tengo a más nadie, Amber, nadie como ella, que ha estado conmigo siempre. A la gente como yo no le llueven las personas así. Sé que no la merezco, sé que soy una mierda-
—No, no, dejemos algo muy claro aquí. Eres mi amigo, te adoro, y no estoy aquí para decir que eres una mierda, aunque te veas como una ahora mismo. Estoy aquí porque sé que ella no está, porque está resolviendo sus cosas, y sé que ella era la que estaba en momentos así para ti. Tampoco estoy escogiendo lados o algo así. Solo me estoy asegurando de que ambos estén bien.
—Y aprecio tu preocupación, pero estaré bien.
—Pura mierda. —Me acerco a él, una bolsa de Doritos atascándose en mi tacón mientras me arrodillo en la esquina del colchón para verlo un poco más de cerca. Black aparta la mirada y le agarro el mentón—. Me tienes que estar jodiendo.
Lo suelto de golpe porque sus pupilas están dilatadas hasta morir. Esto es peor de lo que pensé.
—Red me dijo que te había bloqueado todo acceso, maldición, Black.
—Siempre hay una manera de conseguir.
—Mierda. —Me pongo de pie y sostengo la frente mientras camino de un lado al otro. La ruidosa bolsa de Doritos aún atascada en mi tacón. Esto está mal, mal, mal. Black está mal. Si Violet se entera de esto, se sentirá horriblemente culpable, aunque no sea su culpa para nada. Con todo lo que ha pasado con Valeria, lo de las drogas es un tema duro para ella. Sin embargo, mi mayor preocupación es el chico drogado y delgado frente a mí. No sé que hacer.
Mi chica me ha hablado varias veces de una fundación así que decido llamarla.
—¿A quién llamas?
—Tranquilo, es de confianza. —digo y Romy me responde al instante.
—Hola, Amby, ¿ya estás aquí? —Su voz me tranquiliza de inmediato.
—Tengo un problema, ¿recuerdas esa fundación de la que me hablaste?
—¿El Rocío? Sí, claro.
—Sabes... —lo digo por lo bajo—. Si aceptan... personas nuevas que necesiten ayuda.
—Creo que sí, pero ¿qué ha pasado? ¿La hermana de Violet otra vez?
—No, es... Black, te he hablado de él.
—¿Él que volvió hace unos meses?
—El mismo.
—Guao, ese lugar sí que envuelve a la gente en los viejos hábitos.
Sin éxito, lucho por despegarme la jodida bolsa de Dorito del tacón y cuando me giro, Black está frente a mí, su expresión se ha oscurecido porque sabe lo que estoy haciendo. Termino los detalles con Romy y cuelgo, enfrentando al pelinegro demacrado a unos centímetros de mí.
—Estoy bien.
—No.
—No iré a ninguna parte, Amber. Estoy lidiando con algo, y resolviéndolo a mi manera.
Cruzo los brazos sobre el pecho.
—Pues, tu manera es un asco. Y esto es no es lidiar, o resolver, Black. Esto es lo contrario. Esta es la manera fácil y cobarde.
No me preocupa la crudeza de mis palabras porque he aprendido con el tiempo que suavizar las cosas con Black no funciona. Si no soy firme o directa, él lo volverá una broma o no lo tomará en serio. Así que le paso por un lado y cuando encuentro la pequeña bolsa transparente donde están las pastillas, la recojo de golpe.
—Amber. —La voz de Black ha tomado un tono profundo y frío. Es casi una amenaza. Y al mirarlo a los ojos veo la furia en ellos, y no me importa. La ira es una emoción real y genuina, no esa fachada de bromas y desinterés que quiso mostrar cuando llegue.
—No sé que vacío de niña rica intentas llenar, pero ese complejo de salvadora de los pobres no te queda para nada.
Eso me hace sonreír porque esta es una parte de él.
—Y a ti tampoco te queda el papel de victima y no te veo cambiando de rol.
—Tú no entiendes nada, ¿cómo podrías? Creciste al otro lado del pueblo, llena de privilegios, es muy fácil entrar aquí y decirme como debo lidiar con mis mierdas sin conocer nada de lo que se vive aquí.
—Ay, pobrecito, Black —Hago una mueca—. Has tenido una vida difícil como la mayoría de las personas. Todos tenemos nuestras mierdas, la diferencia es que hacemos por nosotros mismos para superarlas.
—Toda esta charla no cambiará nada, sal de aquí.
—No me iré sin ti, no me iré sin dejarte en el centro de rehabilitación primero.
Black bufa.
—Tengo malas noticias para ti, tu privilegio no incluye controlar mi vida.
—Eso lo tengo claro. ¿Sabes que privilegio sí tienes tú? El de responsabilizarte por tu bienestar.
—Amber, sal de aquí.
—No, basta de victimizarte, y meterte en un agujero de miseria cada vez que algo pasa. Escúchame bien, Black, deja de responsabilizar a otras personas por tu bienestar. No culpes a nadie, sí de verdad quieres estar bien, el primer paso lo tienes que dar tú. Violet no es responsable de tu salud mental o física, tú lo eres.
Black se gira y se pasa las manos por la cara. Así que sigo:
—Ahí tienes de ejemplo a Bea. —Black se paraliza por completo ante la mención de su nombre—. No puedo decir nada de lo que ella está pasando porque es su privacidad, pero ella ha buscado ayuda ahora que la necesita y ¿sabes qué? La admiro porque se necesita valor para dar ese paso. Sí, la familia y los amigos pueden ayudar, pero si tú no pones de tu parte, no sirve de nada.
Black se queda de perfil y me ojea por el rabillo del ojo. Su expresión de enojo ha pasado a una oscura, de tristeza absoluta.
—No es tan fácil.
—No dije que lo sería. —Black se lame los labios, sus ojos enrojeciéndose—. Sé que te lo hemos dicho muchas veces, pero tú eres una persona genial—Black levanta la mano.
—Para. —Él parpadea y sé que está intentando no llorar.
—No. —Me acerco a él y tomo su rostro entre las manos—. Black, eres una persona genial, y te queremos mucho. Por favor, aprende a quererte a ti mismo, busca la manera, inténtalo. Estamos aquí para ti.
Su expresión se contrae en dolor.
—No me quiero quedar solo, Amber.
Eso me parte el corazón y lo abrazo.
—No estás solo.
—Siento que siempre lo jodo todo, y que la gente se irá hasta que no haya nadie —murmura con una voz rota contra mi hombro. Black me abraza con fuerza y sé que está llorando en silencio.
—Por eso bromeas, por eso eres el alma de la fiesta —digo porque lo conozco.
—Iré, no hoy, Amber, pero prometo que iré después de año nuevo. No quiero pasar navidad en un centro de rehabilitación, no quiero estar solo.
Me separo de él y asiento.
—Está bien.
Black se limpia las lágrimas y se sacude la nariz antes de darme una sonrisa triste.
—Lo siento por lo que dije, no eres una niña rica con—
—Lo sé, no te preocupes, y no estaba intentando minimizar todo lo que has vivido, es solo que a veces necesitas un despertar a los golpes, Black. Hablarte con dulzura no funciona.
—Me gusta a lo rudo. —Me guiñe el ojo y me rio un poco porque ya ha vuelto ese Black juguetón—. Tal vez debería unirme al grupo de sumisas de Red.
Levanto una ceja.
—¿Qué? ¿Demasiado rápido para una broma? —Lo sigo mirando mal—. Ah, vamos, no pasa nada.
—Vamos a acomodar este cuarto, te vas a dar una ducha y saldremos por aire fresco.
—¿No ibas a algún lado? No creo que vinieras a verme así de bien vestida.
—No te preocupes y muévete.
Black obedece y se mete al baño mientras llamo a Romy para decirle que nos vemos mañana, y explico lo que ha pasado. Por supuesto que lo entiende porque no he conocido una chica más madura y compresiva que mi novia, es una de las cosas que amo de ella, aparte de esos labios que podría morir besando todos los días de mi vida. Ah, la extraño, pero bueno el loco que se ducha en estos momentos me necesita.
Y creo que sacarlo de estas cuatro paredes es más que necesario.
>>> Doble actualización, prosiga >>>
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top