14. RED & VIOLET
RED
—¡Dispárale! ¡Vamos! ¡Rápido!
Gritan en los audífonos sobre mis oídos y reacciono tarde, cuando voy a disparar en el juego, ya me han matado. Manchas de sangre gotean la imagen del juego.
—¡Mierda! —suelto el control que aterriza sobre mi regazo y me paso las manos por la cara, frustrado.
—Bro, ¿qué carajos pasa? —Gray me dice en línea—, no estás jugando una mierda.
—Sí, no hemos podido ganar esta misión por ti, Red, eres el capitán —me reclama otro de los chicos.
—Me tengo que ir.
—¿Nos vas a abandonar?
—Mejor que se vaya —Gray apoya—. Si va a jugar así, estamos mejor sin él.
—Es verdad.
—Vale —les digo y me quito los audífonos de un golpe.
Apago la consola y me quedo ahí sentado, inclino la silla un poco hacia atrás y me quedo mirando la pared, esa pizarra que usamos Blue y yo para escribir tonterías. Su último dibujo es de hace unos días: Una carita enojada y un muñeco sacando el dedo del medio. Le gané en un juego de combate y se dio cuenta de que hice una que otra trampa así que me dedicó ese dibujo.
—Ahí tienes, tramposo —dijo antes de sacarme el dedo.
Mi mirada va a la cama, el recuerdo de tenerla encima de mí, su expresión vulnerable y la suavidad de sus labios cuando intentó besarme están grabados en mi cabeza. Sin embargo, alejo esos pensamientos. Hice lo que tenía que hacer, punto.
Cuando salió de aquí, no pude evitar seguirla sin que se diera cuenta para asegurarme de que llegara segura a su casa. La fuerte lluvia me sirvió de camuflaje, para mi sorpresa, la vi parar frente a la casa de Black, la vi entrar al garaje y aunque sabía lo que pasaría porque conozco a Black, igual me quedé ahí parado bajo la lluvia, y la vi besarlo. Ya estaba segura con Black, así que volví a casa.
Me paso la mano por la cara y sé lo que necesito. Tomo mi teléfono y busco ese contacto familiar y solo le envío un mensaje con un par de palabras y ella responde con rapidez como siempre:
Sí, amo.
A ella le toma 20 minutos llegar. Su nombre es Sharon, mi única sumisa ahora, no tenemos una relación, es solo sexo y ambos estamos muy bien con este acuerdo.
Sharon se escabulle por la ventana de mi habitación y cuando entra se queda parada ahí al lado de la ventana. Yo me giro en la silla y la observo. Ella lleva puesta su pijama, su cabello negro suelto como me gusta, ella no dice nada y comienza a desabotonar la camisa de su pijama y se la quita por los hombros, sus pechos quedan expuestos porque no lleva sujetador, luego prosigue a bajar sus pantalones con su ropa interior quedando completamente desnuda frente a mí. La vista de su piel desnuda bajo el reflejo de la luz rojiza de mi habitación es increíblemente sexy y me pone duro así que abro las piernas para estar más cómodo. Ella espera.
—Acércate —ordeno.
Ella obedece y se para frente a mí a la expectativa. Por unos minutos, no hago nada. Sé que eso la vuelve loca, estar expuesta y no ser tocada. Me tomo muy en serio lo que mis sumisas disfrutan y lo que no. La relación entre un amo y su sumisa no solo se trata de poder, se trata de comunicación y entender que es lo que ella quiere aún cuando no lo dice. Conozco sus límites y lo que le encanta. Sé que se está mojando, al estar desnuda frente a mí así.
—Llegaste rápido, creo que te mereces una recompensa, ¿tú que piensas?
—También lo creo, amo.
Me lamo los labios y me inclino hacia adelante. Le hago un gesto con la mano para que acerque un poco más hasta que me agarro de sus caderas y entierro la boca en su intimidad.
#
Sharon descansa en mi cama y yo solo me pongo la ropa interior y me siento de nuevo frente a la computadora. No entro al juego de los chicos, sino al que siempre juego con Blue. Blue siempre se conecta antes de dormir para dejar mejorando habilidades o armas y su última conexión es de la tarde. Así que aún no ha vuelto. Conozco a Black, sé como debe haber terminado todo.
BlueKillsAll se ha conectado.
La notificación de que ella se ha conectado me trae de vuelta a la realidad. Y su voz resuena en mis audífonos.
—¿Red?
No digo nada.
—Mañana temprano pasaré por mi celular.
Y no sé que mierda me pasa porque solo lo pregunto:
—¿Te lo follaste?
Ella se queda callada y ya con eso, tengo una respuesta.
—Solo entré a decirte lo del celular, no—
—No a contarme que te follaste a mi mejor amigo después de confesarme que te gustaba.
Relajado, continuo:
—Puedes contarme, ¿no somos amigos?
—¿No dijiste que mi sexualidad era parte de mi intimidad? Que no tenías nada que comentar al respecto porque exactamente, solo somos amigos.
Bufo de forma inaudible y me encojo de hombros:
—Solo me dio curiosidad.
—¿Qué?
—Nada. Pasa mañana temprano, dejaré el celular con mamá.
—Eres un idiota.
Lo sé.
—¿Por qué?
—¿Qué fue todo eso de hace un minuto?
—Solo fue una pregunta.
—¿Cómo lo supiste?
Aunque ya lo sabía, tensé mi mandíbula.
—Te seguí cuando saliste de casa, tenía que asegurarme de que llegaras bien. Y no lo sabía con seguridad... hasta ahora.
—De igual forma, no es de tu incumbencia a quien me follo y a quien no.
—En eso estamos de acuerdo.
—¡Bien!
—Bien.
Silencio. Brazos cálidos me envuelven desde atrás, puedo sentir la piel desnuda de los pechos de Sharon contra mi espalda.
—Ven a la cama —susurra.
Ah, mierda, Blue debió escucharlo. Su pregunta no me sorprende:
—¿Estás con alguien?
—No eres la única que puede follarse a alguien después de una intensa confesión, Blue. Buenas noches.
Y me desconecto para volver a la cama con Sharon.
#
VIOLET
La burbuja.
Así llamo a mi mundo de libros, de series de televisión, de entretenimiento y arte que consumo para mantenerme alejada de la realidad. Esas horas que gasto perdida en ficción son lo que me ayudan a sobrevivir porque no tengo que pensar en nada más, no tengo que decidir, no tengo que ser responsable de nada más que presionar siguiente episodio. Creo que a veces subestimamos el escape que nos proporciona el arte. Sin embargo, esa burbuja es vulnerable, un ruido estruendoso me hace pausar mi serie y poner mi laptop a un lado.
Mientras me apresuro a salir de mi habitación, escucho los gritos de mamá. No, no. Emerjo del pasillo y encuentro la sala hecha un desastre y a mamá en el suelo intentando levantarse.
—¡Mamá! —corro a ella, pero ella me para con la mano.
—¡Acaba de cruzar la puerta! ¡Ve por ella, Vi! ¡Rápido!
La entiendo y cruzo la puerta de la casa para correr fuera. No me importa que casi sean las 4 de la mañana, no me importa nada. La veo caminando rápidamente calle abajo, lleva puesta una sudadera con capucha.
—¡Valeria!
No me toma mucho alcanzarla.
—¡Valeria! —le grito y la agarro del brazo para obligarla a girarse hacia mí.
—¡Qué! —me responde de mala gana.
Cada día estás más delgada, su piel pálida con tonos amarillos, su cabello negro se pega a su cara y sus labios resecos forman una línea de molestia. Aún está lejos de volver a ser esa chica saludable de hace un año, la hermanita que protegía siempre.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?!
Ella no dice nada y mantiene las manos en los bolsillos de su sudadera. Y le jalo las manos para extraerle a la fuerza lo que tiene en un puño. Mi boca se abre en sorpresa cuando el anillo de matrimonio de mamá queda en la palma de mi mano. No lo puedo creer.
—¿El anillo de mamá? ¿Es en serio?
—Puede valer bastante —me dice como si nada.
Y se me rompe el corazón porque cuando creo que mi hermana no puede caer más bajo, se supera. Ella sabe lo que ese anillo significa para mamá, ella sabe que es una de las pocas cosas que mamá atesora de papá quien falleció hace cinco años. Y se lo ha arrancado a mi madre para venderlo por... drogas.
—Valeria, tú sabes lo que esto significa para mamá.
—¡Solo lo voy a empeñar! Cuando tenga el dinero, lo recupero.
—¿Cómo lo hiciste con la guitarra de mamá? ¿O el dinero que les ha robado del bolso?
—Tú no lo entiendes.
—He intentado entenderte, ayudar, mamá y yo—
—¡Mamá y tú lo único que hacen es querer arreglarme cada maldito segundo! ¡Estoy bien! ¿Por qué no lo entienden de una vez y me dejan en paz?
—Porque somos tu familia, y porque no, no estás bien. ¡Mírate! —le hago un gesto porque esto ha sido el colmo. He intentado ser paciente, la hemos internado en centros de rehabilitación varias veces solo para que ella se escape y termine peor.
—No actúes como la buena, no olvides que estoy así por tu culpa.
Sus palabras arden.
—Valeria.
—¿Quieres hablar de estar bien y ser una familia? Entonces, recuerda que la única razón por la que terminé consumiendo esta mierda fue por lo que pasó.
Lo recuerdo cada día de mi vida.
—No fue mi culpa, Valeria.
—¿No? ¿Quién me arrastró a esa fiesta esa noche? ¿Quién me dijo que la pasaríamos bien, que necesitaba integrarme a tu grupo de amigos delincuentes?
—No los llames así.
—¿No es lo que son? Detrás de todos esos juegos, hay armas, hay drogas y lo sabes, Violet. Y de igual forma, me llevaste ahí.
—No pensé...
—¿Qué se formaría un tiroteo y una bala perdida terminaría en la pierna de tu preciada hermanita?
Se me hunde el pecho al recordar el alboroto, los gritos, los disparos. Recuerdo el pecho de Black mientras me escudaba y me llevaba a una esquina y me repetía una y otra vez que me tirara al suelo. El miedo, el horror de todo, mi instinto de supervivencia me hizo olvidarme de Valeria por completo, y aún me culpo por eso. No fue hasta que todo pasó que pude ver a Red cargar el cuerpo ensangrentado de mi hermana de 16 años, Valeria apenas estaba consciente había perdido mucha sangre.
—¿Cómo está tu hermana?
—Está bien.
—Si necesita algo, si—
—Ella está bien, Red.
Red siempre me preguntaba lo mismo. Creo que en el fondo también se siente culpable, todos nos sentimos así. Valeria era la hermanita que todos como grupo vimos crecer.
—Valeria, jamás imaginé que algo así pasaría.
—Pero, pasó, Violet. Pasó y tuve que luchar meses de terapia física y descubrir que la única forma de hacer que no duela es con analgésicos. Y ¿cuándo se acabó la prescripción? ¿Qué creíste que pasaría? ¡Lo necesito! ¡Tú y mamá creen que lo entienden, pero no es así! No saben nada.
De nada sirve discutir con ella. Sé que tiene un problema y confrontarla no me llevará a nada.
—Eres joven, eres una buena persona, puedes con esto, Valeria, por favor, volvamos a casa.
Ella sacude la cabeza, pero baja la mirada.
—Mamá estaba en el suelo... nunca pensé que... —se me quiebra la voz—. Que llegarías a hacerle daño.
Sus labios tiemblan y aún no me mira.
—No quise...
—Sé que no quisiste, Valeria, sé que ahí dentro sigue mi hermanita, es solo que necesitas ayuda.
Me guardo el anillo en el bolsillo y tomo sus manos.
—Valeria... mírame.
Ella juega con sus labios nerviosa y me mira.
—Ya habrá tiempo para hablar de esto, pero volvamos a casa, por favor. Mamá estará muy preocupada si te vas así.
—Lo siento, Vi —susurra—. Lo siento mucho.
—Está bien, volvamos a casa.
La tomo de la mano y vuelvo con ella.
Cuando llegamos al frente de la casa, mamá está en la puerta, y aunque tienes los ojos rojos por haber llorado, ella intenta mantenerse tranquila. Hay algo que se quiebra en mí cuando veo llorar a mi madre, es una tristeza profunda que me aprieta el pecho.
Valeria rompe en llanto a mi lado.
—Mamá...
Mi mamá lucha para no llorar.
—Está bien, hija, vamos a dormir —mamá le extiende los brazos y Valeria la abraza diciéndole cuanto lo siente.
Y aunque sabemos que mañana quizás vuelva a hacer lo mismo, y tengamos que llevarla a centro de rehabilitación, por ahora está en casa con nosotros y eso es suficiente.
#
En mi habitación, me quedo sentada frente a la ventana viendo el amanecer. No he dormido nada, y ¿cómo podría? La imagen de mamá en el suelo se sigue repitiendo en mi cabeza, las palabras de Valeria, su semblante cada vez más decaído. Mi burbuja se ha reventado y no tengo idea de como volver a crearla. Me tomará tiempo, lo sé.
Tomo mi teléfono sin saber que hacer. Y recuerdo que él ha vuelto: Black. Mi mejor amigo... e independientemente de mis sentimientos, una de las cosas que más extraño es poder contar con él porque siempre hemos tenido esa conexión de poder decirnos todo sin miedos sin filtros, ese tipo de lazo que es difícil de tener con alguien. Y aunque tengo algo muy similar con Amber, no es lo mismo. Hay muchas cosas que Amber no entiende y no porque no quiera porque es una chica excelente, pero su familia tiene dinero, respeto y comodidad, hay cosas por las que ella no ha pasado que Black y yo sí.
Antes de que pueda arrepentirme, busco el número de Black y lo llamo porque sé que un mensaje no lo verá hasta que despierte a quien sabe que horas. El tono de repica suena cuatro veces hasta que él atiende, escucho un gruñido, seguido de su voz ronca y somnolienta:
—¿Vi?
Solo él, mamá y mi hermana me llaman así a veces.
—Hola...
No sé que decir, supongo que no pensé esto de lleno.
—Vi, ¿estás bien?
—Sí, es solo que... yo...—mi voz se quiebra y me aclaro la garganta.
—¿Qué pasa? Y Dios, ¿qué hora es?
—¿Puedes... venir? —susurro tan bajo que ruego que quizás no lo escuche.
Black se queda en silencio por unos segundos antes de hablar:
—¿Combo 10 de McDonald's? —pregunta y el pecho se me llena de calidez. Solíamos tener la costumbre de cuando amanecíamos hablando o haciendo cualquier cosa, nos íbamos por desayuno a McDonald's y comíamos en su estacionamiento. Era lo que podíamos permitirnos con algunas monedas y billetes de un dólar.
—Sí.
—Llego por ti en 20 minutos.
—De acuerdo.
Esos 20 minutos se me hacen eternos mientras espero sentada en el porche de mi casa, la luz brillante y naranja del amanecer ilumina todo el vecindario. El rugido de la moto de Black hace eco por la calle y me pongo de pie. Lo observo deslizarse con su moto por el pavimento, viene de vaqueros, una camisa negra y por supuesto, su casco. Black se para frente a mí.
—Buenos días, hermosa.
Yo me esfuerzo por sonreír.
—Es increíble que tu labia esté activa tan temprano.
Black me ofrece el otro casco.
—Lo sé, y eso que aún estoy medio dormido.
Me pongo el casco y paso una pierna por encima de la moto para subirme. Abrazo a Black desde atrás y él arranca. Descanso la cabeza contra su espalda y dentro del silencio del casco, mis ojos se humedecen y me permito llorar como he querido hacerlo desde que vi a mamá en el suelo, desde que vi su expresión herida, sus ojos llenos de lagrimas. No sé cuanto tiempo pasa, me estremezco con cada sollozo.
Black se detiene y despego mi cabeza para darme cuenta de que hemos llegado al McDonald's, pero él se ha estacionado en una parte apartada del estacionamiento detrás de un gran conteiner. Black sostiene su moto mientras se baja y se sienta de nuevo pero esta vez queda frente a mí en una posición demasiado intima. Él se quita el casco, su cabello negro desordenado. Sus ojos oscuros me observan.
Él me quita el casco y no me quiero imaginar el desastre de lagrimas y mocos que debo ser. Su expresión se suaviza y me agarra de la cintura para pegarme a él y abrazarme. Lloro desconsoladamente contra su cuello y él solo acaricia la parte de atrás de mi cabeza con cariño.
—Ya está, Vi, estoy aquí para ti, como siempre.
No sé cuanto tiempo paso en sus brazos, pero cuando siento que estoy al borde de deshidratarme, me separo de él, Black me limpia las lagrimas de las mejillas con sus pulgares.
—¿Lista para una jugosa hamburguesa de un dólar?
—Siempre lista.
—Pero primero, Vi... hay que hacer algo con tus mocos.
Eso me hace sonreír y le golpeo el pecho antes de limpiarme.
—Idiota.
Los dos sonreímos como tontos y me doy cuenta de lo cerca que estamos y que de alguna forma, Black tiene sus manos sobre mis caderas, justo donde hay piel expuesta entre mis vaqueros y el borde de camisa.
Él y yo siempre hemos sido muy manos sueltas entre nosotros como diría mi madre. Esa confianza siempre ha estado y cuando algún toque suyo me hacia sentir cosas, lo descartaba con una broma, justo como estoy a punto de hacerlo:
—¿Ni siquiera me has comprado un café, Black? —señalo sus manos—. Y ya estás queriendo primera base, no me parece.
Me agarro el pecho, haciéndome la ofendida. Black me da una sonrisa picara antes de apretarme las caderas.
—¡Black!
—Ya, ya, pues, vamos por el dichoso café.
Él se baja y hago lo mismo. Caminamos juntos y no me sorprende cuando me toma de la mano para balancearla en el aire como si aún estuviéramos en el colegio. Este chico bromista y loco tiene sus fallas como todo el mundo, pero ha sido el mejor amigo que he podido tener.
Observo nuestras manos unidas mientras él las sigue balanceando, mi mirada sube por su brazo y cuando llego a su rostro lo encuentro con una expresión infantil y me saca la lengua.
Suspiro interno.
¿Podría alguien culparme por enamorarme?
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Nota: SENTIMIENTOS ENCONTRADOS entrando al chat.
Holis, como saben he estado enferma del estomago, ¿pueden creer que tengo dos semanas sin probar café? Esto debe ser un castigo en alguna parte del mundo.
Bueno, mi gente, este capítulo fue un poco intenso, lol. Primero que nada, Red, ¿jelou? ¿quién te entiende, bb? Aquí hablemos del Red igualado.
Sobre Violet: Por fin pudimos ver un poco más de Violet y su vida, y bueno como le afectó lo que pasó. Ay Valeria :(
Black & Violet: Me emociona mucho que por fin veamos la dinámica de la relación que tienen. Es muy extraña, pero entretenida xD ¿qué puedo decir? Me gusta el show. ¿Qué piensan ustedes?
Hoy no hay meme time porque a duras penas me arrastré en mi lecho de muerte para subir este capítulo (siempre dramática, nunca no dramática)
Muakatela,
Ariana G.
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