31.- Entrenamiento y estudio
Me desperté a las 05:00 y, haciendo uso de una gran fuerza de voluntad, me levanté de la cama. Me vestí con unos pantalones de chándal azul marino, una sudadera gris oscuro y naranja, y unas deportivas blancas. Recogí mi pelo en una coleta, cogí las llaves de casa, de la UA, mi móvil y una botella de agua, y salí en camino hacia el tren que me llevaría a la academia.
Una vez frente al edificio, a las 06:20, divisé a Shinso a unos metros, con una bolsa a la espalda.
- Llegas pronto - comenté.
- Podría decirte lo mismo - contestó - ¿Por qué hemos venido aquí?
- Entrenaremos en las instalaciones de la UA. Así tendremos el equipamiento necesario, además de que podré usar mi kosei para crear diferentes terrenos.
- Y... ¿Cómo piensas entrar? La seguridad se ha triplicado desde lo de los periodistas y la USJ.
Le mostré las llaves de la UA.
- Este es nuestro método de entrada.
- ¿De dónde las has sacado?
- Aizawa-sensei me las dio ayer, ya le expliqué lo que haríamos.
- ¿Y por qué iba a confiar en ti lo bastante para dártelas?
- Sabe que lo pasé mal en la USJ, por lo que sería muy poco probable, por no decir imposible, que permitiera el acceso a desconocidos o potenciales villanos.
- Ah, vale... - dijo, no muy convencido - Pues entremos.
Abrí las puertas, pasamos y las cerré tras de mí.
- Lo primero: vamos a ir corriendo hasta la zona donde entrenaremos.
- ¿Y dónde es?
- Ni idea, lo decidiré por el camino - contesté con una sonrisa - Tienes 2 minutos para calentar, ¿entendido?
- S-sí.
Calentamos un par de minutos y empecé a correr a un ritmo algo lento, acompañada por Shinso. Los primeros 8 minutos fuimos bien, pero a partir de ahí, empezó a cansarse y a perder el ritmo. 6 minutos después, me pedía que paráramos.
- N-no puedo... - dijo, jadeando - No puedo seguir tu ritmo...
Paró, apoyando sus manos en las rodillas, la mirada fija en el suelo y respirando pesadamente.
- No pretendo que vayas a mi ritmo - expliqué - Es una prueba de resistencia. Sé a dónde ir, pero necesito que vayas sin parar. Quiero que encuentres un ritmo con el que tú te sientas cómodo, y con el que sepas que puedes aguantar todo lo posible.
- P-podrías habérmelo dicho antes... - se quejó, agarrándose el pecho.
- Le habría quitado la gracia. Vamos al "Gimnasio Omega", no está lejos. Trata de mantener el ritmo.
- De acuerdo...
Le lancé mi botella de agua, la cual atrapó en el aire por los pelos. En cuanto se hubo recuperado un poco, retomamos la marcha hacia el gimnasio. Tardé 4 minutos en llegar a mi ritmo, a Shinso le llevó 5 minutos más que a mí.
- Ni se te ocurra - exclamé en cuanto vi que trataba de sentarse - Camina un poco, no es bueno que pares tan bruscamente.
- P-pero...
- Nada de peros.
Entramos en el gimnasio, y le obligué a dar un par de vueltas andando. Ya recuperado, continuamos con el entrenamiento. Hicimos flexiones, tabla, abdominales, sentadillas,... Así hasta las 08:00.
- ¿Podemos parar? Me duele todo...
- Emmm... - dudé un momento - Está bien. Después de todo, por la tarde entrenarás con Aizawa-sensei, así que es mejor que descanses.
- ¿¡En serio!? Queréis matarme...
- Sé que no es fácil al principio, pero irás acostumbrándote.
- Eso espero...
Se tiró al suelo, tumbado boca arriba.
- Oye, ¿qué llevas en la bolsa? - pregunté señalándola.
- El arma de captura que me dio Aizawa-sensei - explicó - No sabía si la iba a necesitar o no, así que la traje.
- ¿Me la dejas un rato?
- Claro, cógela.
Me acerqué a la bolsa, la abrí y saqué las cintas. Calenté un poco las articulaciones y me puse las cintas en el cuello. Me agaché, transformé el suelo del gimnasio haciendo emerger varias barras en horizontal y me levanté. Lancé el arma de captura hacia la más cercana, y empecé a balancearme de una a otra. Me puse en pie en una de ellas y corrí sobre esta, para después saltar a otra. En el aire, rodeé otra con el arma de captura y volví a balancearme de nuevo, estuve haciendo eso durante un rato. Cuando bajé al suelo, paré para respirar un momento.
- Akishiro.
- ¿Sí? - pregunté, mientras me acercaba a su bolsa para guardar el arma de captura.
- ¿Qué relación tienes con Aizawa-sensei?
Me quedé helada por un segundo.
- ¿A qué viene eso?
- No sé... Hace caso de tu consejo para ayudarme, te pide que le ayudes con los entrenamientos y te confía las llaves de la UA. Eso sin contar que usas el arma de captura perfectamente.
- Pues... Eso es porque... - pensé en una excusa lo más rápido que pude - Aizawa-sensei es amigo de mis padres.
- ¿En serio? - interrogó, no muy convencido.
- ¡Ehm, sí! Me entrené con él desde pequeña porque mi kosei no afecta a las personas, así como para tener otra oportunidad. Por eso confía en mí y sé usar el arma de captura.
- Ya entiendo... Bueno, ¿vamos a seguir aquí?
- No, de hecho iba a decirte que ya nos vamos. Vamos a ir corriendo hasta la entrada, esta vez tienes que ir lo más rápido que puedas.
- ¿Ahora? - dijo con un tono de queja.
- Sí, ahora. Vamos, que tengo que estudiar para los exámenes.
Cogí mi botella rápidamente y salí corriendo. Todavía alcancé a ver cómo Shinso se levantaba pesadamente, agarraba su bolsa y corría tras de mí.
- ¡Venga, intenta alcanzarme! - le animé.
Aceleré el ritmo todo lo que pude en dirección a la entrada. Llegué respirando forzosamente, la entrada no estaba muy lejos, pero sí para un sprint. Cuando Shinso hizo acto de presencia jadeando, salimos del recinto y cerré la puerta.
- Bueno, me voy a la estación. Mañana, aquí a la misma hora. Adiós - me despedí con una sonrisa, sacudiendo la mano, y salí corriendo.
- Adiós... - logré entreoír.
Cuando llegué a casa, me duché y me cambié. Me vestí con una camisa blanca de media manga (por el codo) y un chaleco azul oscuro, una falda negra, unas medias de rejilla y unos botines negros.
Me senté delante de mi escritorio, escuchando música con los auriculares, y empecé a estudiar. Estuve estudiando "Arte moderno" y "Literatura moderna", las asignaturas impartidas por Midnight y Cementoss, hasta prácticamente la hora de comer. Tras preparar la comida, ya que volvía a estar sola, y comer, volví a mi cuarto para repasar "Inglés". Esta asignatura no me era complicada, pero nunca venía mal leerse la teoría un par de veces.
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Cuando se hicieron las 17:00, le mandé un mensaje a Izuku para decirle que fuera a la biblioteca, recogí mis cosas de mates, las metí en una mochila junto con mis llaves y algo de dinero y salí de casa.
Llegué a la biblioteca, y encontré a Izuku sentado en una silla, con el libro de matemáticas y los apuntes esparcidos por la mesa que había delante de él. Sujetaba un lápiz con la mano derecha, cerca de su boca, y con la izquierda se sujetaba la cabeza. Aprovechándome de su distracción, me acerqué a él por detrás con todo el sigilo que me fue posible y rodeé sus hombros con mis brazos.
- Hola - saludé - ¿Cómo lo haces para llegar antes que yo?
- H-hola. Ni idea, creí que eras más rápida que yo.
- Claro que lo soy - dije con un tono burlón - Pero mi casa está relativamente lejos.
Me senté frente a él y empecé a sacar mis cosas de la mochila.
- Bueno, ¿Tienes alguna duda en particular?
- No te sabría decir, la verdad - dijo, rascándose la nuca con una sonrisa nerviosa.
- Pues vayamos haciendo ejercicios, y si tienes alguna duda, me la preguntas.
- Me parece bien.
Nos enfrascamos en nuestros apuntes, comentando algún que otro ejercicio o apartado del temario, o en un cómodo silencio. Así estuvimos hora y media, hasta que Izuku empezó a murmurar, visiblemente molesto.
- ¿Pasa algo?
- Es que no sé cómo hacer esto... Es demasiado complicado...
- Espera, déjame ver...
Me levanté de la silla y me incliné todo lo que pude hacia delante para poder ver el ejercicio del que hablaba.
- Vale, es un ejercicio algo complejo... Pero creo que te lo podré explicar.
Resolví el ejercicio paso a paso en una hoja mientras se lo explicaba, sin levantar la vista del folio o del libro.
- ¿Lo has entendido? - pregunté.
- Sí, juraría que sí. Muchas gracias.
- No es nada.
Por fin levanté la vista, encontrándome justo frente al rostro de Izuku, con escasos centímetros de separación. Me hundí en sus ojos, esas esmeraldas profundas pero brillantes. Por un momento, mi mirada se desvío hacia sus labios, pero en cuanto me di cuenta me eché hacia atrás.
- E-em, y-yo... - dije nerviosa, con un sonrojo en las mejillas - Vo-oy a seg-guir con est-to.
- Yo t-también...
Bajamos la cabeza hacia nuestros respectivos apuntes, nerviosos. Pasaron otras dos silenciosas horas, en un silencio sorprendentemente cómodo.
- Creo que ya es hora de irnos - comentó.
Levanté la cabeza, divisando como la gente empezaba a marcharse.
- Supongo... ¿Qué hora es?
- Son las... - sacó su teléfono - ¿¡Las 21:00!?
- ¿En serio? Buah, si que se ha hecho tarde...
Empezamos a recoger nuestras cosas y salimos de la biblioteca. Caminamos por la calle, dirección a la estación.
- ¿Tus padres no te reñirán por llegar tan tarde? - me preguntó.
- No están en casa. Dudo de que lleguen siquiera antes de las 03:00.
- ¿La pareja de Aizawa-sensei tampoco?
- No, también tiene patrullaje.
- ¿Es una heroína?
- Emm... Un héroe, más bien - contesté.
- Ah, vale.
Llegamos a la estación y nos dirigimos a la taquilla para que comprase el billete. Compré el mío, e Izuku sacó su cartera.
- Otro billete, por favor - pidió a la encargada de la taquilla.
- ¿Qué haces? ¿Tú no vives cerca de aquí?
- Ya, vivo a 25 min andando.
- ¿Entonces?
- ¿No es obvio? Voy a acompañarte.
Compró el billete y se alejó hacia el tren.
- ¿Por qué? - pregunté - Tu madre se va a preocupar si tardas tanto.
- La diferencia es que, si yo no estoy en casa a las 23:00, mi madre es capaz de movilizar a todo el cuerpo de policía para buscarme. Pero si te pasa algo por el camino, teniendo en cuenta que tus padres no llegan hasta la madrugada, nadie se daría cuenta hasta mañana a la hora de despertarse, ¿Me equivoco?
- La verdad es que no... Pero, de todas formas, sé defenderme sola.
Subimos a uno de los vagones del tren.
- Y no lo dudo, que quede claro - informó - Es solo por precaución.
- ¿Es "por precaución" ir acompañada de un chico de 15 años que, hasta hace una semana, se rompía los huesos con cada simple ataque que propinaba con su kosei? - pregunté en un tono burlón.
- ¡Oye! ¡No seas tan mala! - se quejó de broma, con un puchero fingido en el rostro.
Tras ese gesto, rompí a reír, sin darme cuenta de que el tren emprendía su marcha. El repentino movimiento me hizo desequilibrarme, y sin tiempo de agarrarme a alguna barra, caí hacia delante. Cerré los ojos por acto reflejo, aunque para mi sorpresa, no llegué a impactar contra el suelo. Sentí unos brazos rodeando mi cintura, y mis manos y cabeza chocaron contra algo.
- Shayumi, ¿Estás bien? - me preguntó Izuku.
Alcé la vista, encontrándome sus ojos, que me proporcionaban una mirada interrogante. Mis manos estaban apoyadas en sus pectorales, siendo así capaz de notar que estaba bien formado. Podía notar su ritmo cardíaco, cosa que hizo que el mío se acelerarse.
- ¿Shayumi? - insistió.
- E-em, s-sí - sacudí mi cabeza, volviendo a la realidad.
Todavía nos quedamos en esa posición por casi un minuto, solo mirándonos a los ojos y sin mediar palabra, hasta que me reincorporé.
Con las mejillas algo sonrojadas, empezamos a hablar de cualquier tema. Que si entrenamientos, los debuts de nuevos héroes, técnicas de uso de nuestros koseis, planes de estudio,...
El tren llegó a la parada correspondiente, y cuando frenó, bajamos. Izuku se quedó mirando a los lados, algo desorientado. Suspiré y agarré su mano, haciendo que se fijara en mí.
- ¡Por aquí! - le dije con una sonrisa.
Empecé a tirar de él hasta fuera de la estación. Me miró algo desconcertado.
- ¡Vamos! Se hace tarde, y luego tendrás que volver tú solo.
Negó levemente con la cabeza, suspiró, me dedicó otra de sus brillantes sonrisas y empezó a correr también. Así durante 5 minutos, riendo y sin soltarnos las manos ni un segundo. Cuando llegamos a mi calle, ralenticé el ritmo, cosa que Izuku imitó.
- ¿Sabes? - rompí el silencio - Cuando me dijiste de quedar para que te ayudase con las mates, pensé que te irían peor. Pero solo me has necesitado para un ejercicio...
- Bueno, yo... Es que... Verás... - tartamudeó - Me inventé lo de estudiar mates para poder estar contigo... - susurró eso último.
No le sirvió de nada, pues le oí perfectamente.
- Si querías estar conmigo, ¿Por qué no me lo dijiste directamente? - pregunté, algo sonrojada.
- Temía que me dijeras que preferías quedarte en casa, estudiando para los exámenes...
Llegamos delante de mi casa, y empecé a buscar las llaves en mi mochila.
- Es aquí...
Abrí la puerta.
- Gracias por acompañarme hasta aquí.
- No es nada.
- Si me hubieras dicho de quedar, aunque fuera sin ningún pretexto, habría aceptado - susurré, algo nerviosa.
- ¿Qué has dicho? - me preguntó.
- ¡Nada! - contesté.
Le di un beso en la mejilla y solté su mano.
- Hasta el lunes - me despedí.
Entré en casa y cerré la puerta tras de mí.
- Menudo día... - suspiré.
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¡Gracias por leer!
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