15 | Déjà vu

BLACK

Cierro los ojos por un momento al sentir náuseas. Mierda, no me pueden estar jodiendo estos dolores de cabeza en este momento. Necesito estar lo más estable posible porque en cualquier momento me toca huir.

Decido intentar ignorar la sensación a pesar de que me resulta imposible, pero continúo desabrochando el pantalón del tipo. Levanto la vista hacia su rostro solo para saber su reacción, pero veo que ha cerrado los ojos. Aprovecho ese momento para estirar una de mis manos hacia donde ha dejado mi abrigo y busco a ciegas el objeto que quiero encontrar.

Desde antes sabía que los guardias me iban a inspeccionar para que no metiera ningún objeto con el que fuera posible lastimar a su jefe, así que he mantenido oculta una pequeña daga entre el cinturón de mi abrigo para que sea más difícil de encontrar, pero a la vez, fácil de sacar en cualquier momento.

—¿Sabes algo? —hablo, solo para distraerlo y no se fije en mis manos.

—¿Mmh? —murmura, mientras continúa con los ojos cerrados.

—Nunca dejo escapar a alguien.

Me levanto de una manera tranquila, bajándome el vestido ya que inevitablemente se ha subido más allá de mis muslos. Me acerco a él con una mirada profunda. Esta vez no hay vuelta atrás.

—¿Qué...? —intenta hablar, pero se interrumpe de inmediato al sentir el filo de la daga en su cuello.

Siento de nuevo el mareo, ahora más intenso, pero aprieto los ojos para alejar esa sensación, sin soltar la presión en mi mano. Necesito hacer esto antes de que pase algo más.

Es raro, nunca había sentido una sensación como esta. He bebido antes, así que sé que no es por los dos tragos que he tomado. Al menos que...

Llevo mi concentración de nuevo a lo que estoy haciendo. McGacy está completamente distraído a pesar de lo que sucede. Sus ojos están dilatados por completo y eso lleva a que mi hipótesis sea correcta.

Me ha drogado sin que me dé cuenta. Esto me reduce el poco tiempo que poseía porque no sé cómo terminará reaccionando mi cuerpo. No necesito perder más minutos aquí.

Deslizo la daga con fuerza a un lado, sintiendo que gotas de sangre salpican en mi rostro. El hombre se sostiene de inmediato la garganta y empieza a borbotear con la sangre que sale de su boca, ahogándose con ella misma.

Me levanto y le vuelvo a clavar la daga a un costado del estómago. Suelta un respingo y se deja caer en el sofá. Camino hacia la cama y quito una de las sábanas para colocársela encima de la cabeza y amortiguar los ruidos que está haciendo.

Aprovecho para limpiarme la sangre que ha caído en mi rostro y piernas, junto con la de la daga.

Siento un escalofrío recorrer por mi cuerpo cuando veo lo que he hecho. La adrenalina bombea por mis venas y mi corazón late con fuerza cuando empiezo a caminar hacia la salida

Tengo una horrible sensación, como si estuviera desprendiéndome de mi cuerpo y no pudiera controlarlo. Me sostengo de la pared hasta abrir la puerta y cerrarla de inmediato, intentando colocarme mi abrigo.

Apenas recuerdo el camino por el que me hemos llevado y voy directo hacia una ventana que vi al caminar por aquí. Las sombras parecen bailar en las paredes, creando formas grotescas que me hielan la sangre.

¿Qué me está pasando? Estoy perdiendo la noción de lo que hago o hice hace un momento. Solo sé que tengo que escapar lo antes posible.

Cuando por fin llego, abro las puertecillas y avanzo hasta ver hacia donde me lleva, ya que hay un balcón.

—Maldición —maldigo, apretando lo ojos.

Observo todo desde otro ángulo, las luces del exterior se mueven como si estuvieran danzando y aparece una música que jamás había escuchado en mi cerebro.

Veo hacia abajo y mi corazón da un vuelco. La distancia al suelo no es grande, pero la caída me lastimará. Los arbustos que rodean la casa parecen púas esperando a ensartarme.

Suelto un suspiro y salto, perdiendo el equilibrio a causa del constante mareo que estoy teniendo. Me dejo caer de espaldas porque todo me está dando vueltas. No sé cuántos minutos me quedo así, pero estoy a punto de intentar levantarme, cuando escucho pasos cerca. Como si fueran de un gigante.

Levanto la cabeza poco a poco y, oculta tras un arbusto, veo a una pareja que camina. Cuando se alejan, procuro cerciorarme de que nadie más está cerca y me levanto para seguir caminando hacia mi auto. Mi subconsciente agradece haberlo dejado en un lugar no tan alejado para poder escapar lo más pronto posible de aquí, aunque en estas condiciones no creo que vaya a ser posible.

Escucho pasos provenir detrás de mí y volteo de inmediato para saber de quién se trata, pero no logro ver a nadie y asumo que es mi imaginación.

No sé cuánto camino hasta llegar y, muy torpemente, abro la puerta hasta dejarme caer en el asiento del copiloto. Cierro los ojos por un momento, dejándome llevar por la sensación hasta que un golpeteo en el vidrio me hace sobresaltar. Abro los ojos y por el vidrio polarizado, casi no puedo ver de quién se trata.

Como no puedo bajar el vidrio porque el auto no tiene las llaves puestas, abro la puerta para hablar con la persona que acaba de interrumpir mi huida.

—Supongo que hasta aquí llego —digo con voz poco entendible—. Solo mátame de una vez para que deje de pensar en tanto.

—¿De qué diablos hablas? —pregunta una voz familiar.

Al tenerlo cerca, se me hace conocido, pero no logro recordar de quién se trata y en este momento mi cerebro no está muy colaborativo.

—De eso. —Señalo a lo lejos con una mano temblorosa al ver salir toda la multitud y a varios guardias empezar a formarse en fila.

—¿Qué has hecho? —cuestiona.

Suelto una risa al escuchar su voz con efecto de ardilla.

—Adria, ¿qué has hecho? —Me sostiene de los hombros, ya que no le hago caso—. ¿Estas drogada?

—¿Drogada? No sé qué es eso. —Intento bromear—. Si no vienes a vengar la muerte de tu jefe, sácame de aquí.

Por fin parece comprender lo que sucede, así que sostiene las llaves que están sobre mis muslos y camina de inmediato al asiento del piloto. No me doy cuenta cuando arranca el auto y empieza a conducir hacia la salida. Al avanzar unos metros, unas luces de colores con brillos que están a lo lejos nos hacen detenernos. Ya casi no puedo mantener mi cabeza firme, así que con mucho esfuerzo llevo mi mano para tapar mis ojos.

Estoy empezando a sentir una especia de Déjà Vú.

El auto vira hacia la derecha o izquierda para no encontrarnos con esas luces misteriosas. Entramos a una zona oscura en la que no se ve nada porque las luces del auto están apagadas también para que no puedan descubrirnos y no puedo evitar sentir miedo porque no podemos ver qué hay adelante nuestro.

—Detente. —No puedo evitar decirlo—. Nos estrellaremos si no enciendes las luces.

No obtengo respuesta de inmediato, pero tampoco me hace caso. Así que estoy a punto de agarrar el volante para que no tenga control y pueda detenerse, pero el auto pega un salto que casi hace chocar mi cabeza con el techo.

—¿Ahora trabajas para Pietro Battaglia? —pregunta, cosa que me desconcierta ya que era lo que menos me esperaba.

—Fue un simple plan para poder entrar a la mansión y encargarme de Marlon —hablo y ahora estoy muy segura de que estoy drogada ya que en mis cinco sentidos nunca hubiera dicho mis planes—. Utilicé información falsa para encargarme de asuntos pendientes.

—¿Y cómo pretendías salir de aquí si ibas a tener a todos siguiéndote? —cuestiona ahora con una voz ronca y seria que en otra circunstancia me encantaría.

Ya hemos avanzado por mucho tiempo, por lo cual se detiene en una carretera que se encuentra vacía y lo único que lo alumbra es la luz de la luna.

Me encojo de hombros porque no tenía ni idea. Planeé todo lo que iba a decir y hacer, pero el tiempo que tenía era corto para ponerme a pensar en cómo salir y escapar de los hombres de McGacy.

Y en realidad tampoco me importaría si me atraparan. Estoy sintiendo que mi vida está siendo manejada por gente que no recuerdo. No recuerdo la mitad de mi vida, no sé cómo me volví una asesina, no recuerdo quién fue mi primera víctima ni cuántos han sido.

No puedo evitar hacer un gesto al sentir una nueva punzada en la sien.

—¿Ese tono de rubio es natural o te lo tiñes? —decido preguntar, ya que desde que lo vi en el auto me ha rondado esa pregunta por la mente.

—¿Qué? —Me observa con una mirada que claramente es de enojo—. ¿Qué te has metido?

Empiezo a sentir un cosquilleo en mi estómago, como si estuviera en una montaña rusa y suelto otra risa. Cierro los ojos de nuevo y me veo flotando sobre las olas.

—Es un buen estilista.

—Cállate —exclama, llegándome a sorprender, así que abro los ojos de nuevo—. Crees que después de todo lo que pasó puedes venir así a soltar esas cosas. No tienes idea de todo lo que hemos pasado en tu ausencia asumiendo tus responsabilidades.

«¿De qué diablos habla este tipo?».

—Desapareces por meses y lo primero que haces es preguntar por mi cabello. ¿Me tomas por tonto?

Estoy a punto de decirle que no sé quién es, cuando aquel cosquilleo toma mucha más fuerza.

—Te estás equivocando —aviso para que sepa que está hablando con la persona incorrecta—. No te conoz...

Siento una arcada subir por mi garganta. No dudo en abrir la puerta y salgo dando zancadas para alejarme del auto. Me sostengo en uno de los árboles y empiezo a vomitar a mis pies.

—Mier... —Otra arcada.

No paro hasta que siento que tengo el estómago vacío. Estoy temblando ante las convulsiones. Me mareo de nuevo y me sostengo otra vez del árbol para no caer sobre la suciedad.

Empiezo a regresar cuando siento que puedo caminar y veo al hombre recostado en la puerta del copiloto con los brazos cruzados.

—¿Te sientes mejor? —pregunta.

—Sí, solo... me drogaron sin que me diera cuenta.

Otra punzada que me hace dar un traspié. Siento que me sostiene y abre la puerta para que me pueda sentar.

—Puedo sola, no es necesario que...

Antes de poder terminar la frase, ya no logro ver nada. 

Cuando despierto, me encuentro en una habitación con pocos muebles. Al ver hacia la ventana me doy cuenta de que probablemente sea de madrugada.

Ya me siento mucho mejor, aunque con un leve dolor de cabeza. Me siento al borde de la cama y observo la habitación para saber si algo me resulta conocido. Pero nada que pueda ayudarme.

Al levantarme, me doy cuenta de que llevo puesta una bata masculina. Camino hacia la puerta sin hacer ruido y la abro lentamente para ver hacia afuera. También está oscuro y no hay señal de que se encuentre alguien por allí. Salgo al pasillo y busco el baño para lavarme la cara, ya que siento que he pasado un tiempo desde la última vez que lo hice.

Recuerdo levemente lo que ha ocurrido: el asesinato hacia Marlon McGacy y el tipo que me ha ayudado a escapar, aunque su rostro no se me hace muy claro en los recuerdos. Únicamente tengo en la memoria su cabello rubio y sus ojos celestes.

Lo único que encuentro es la cocina y me dirijo al grifo para lavarme y después beber agua, ya que tengo la garganta seca.

Regreso para averiguar dónde me encuentro y llego a una sala. Al acercarme a la mesa de centro, veo las llaves de mi auto. Ojeo por la ventana y lo veo aparcado enfrente. No hay más casas alrededor, solo bosque.

Se me viene a la cabeza buscar mi ropa, pero sería solo una pérdida de tiempo, así que, sin hacer ruido, abro la puerta delantera y cierro suavemente. La brisa de la madrugada me pega en las piernas y todo mi cuerpo se llena de escalofríos.

Me apresuro a llegar al auto y cuando ya estoy adentro siento un gran alivio. Necesito regresar lo antes posible a la cabaña con Alan porque seguramente me hará muchas preguntas cuando llegue.

Mis pertenencias se encuentran en el asiento del copiloto, agarro mi celular para saber la hora y la pantalla se alumbra en cuando lo enciendo. Las cinco y veintitrés de la madrugada.

Voy al mapa y busco una ruta para salir de este lugar, ya que no sé dónde me encuentro. Al obtener una dirección, enciendo el auto y empiezo a salir. Cuando bajo la barra de herramientas del celular, veo la fecha.

Lunes, 07 de mayo del 2029.

Hago cálculo mental rápido: he salido el domingo... he pasado todo el día fuera.

Acelero para salir más rápido de este sitio y espero, de verdad espero, que Alan aún no haya regresado de donde quiera que pudo haber ido. 

Hola, he aquí un encuentro inesperado. El próximo capítulo se pone intenso porque sucede algo que no debió haber pasado. O puede que al final sí.

En esta ocasión no hay adelanto porque todo pasa tan rápido en ese capítulo que cualquier adelanto sería solo para echarlo a perder, así que lo único que queda es deslizar para empezar a leer el siguiente capítulo.

Bye.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top