10 | Cosechando mentiras

ALAN

Es por su propio bien, es por el bien de ambos, es para que todos estemos bien.

Ver a Adria de esa manera me lastima, pero debo recordarme que todo esto es necesario para nuestros planes, para nuestro futuro y para construir un mejor lugar donde vivir. Donde no volvamos a pasar por el infierno que sufrimos cuando no había nadie para protegernos.

He pasado mucho tiempo con ella, observando desde lejos como se aprovechan de sus habilidades. Debo admitir que Erick no lo hizo nada mal, me facilitó más el camino dándole un buen entrenamiento, pero sé que puedo mejorarla. Para bien o para mal, dependiendo el punto de vista.

Por otro lado, me inquieta la manera en la que muchas veces la he encontrado, absorta en sus pensamientos, mirando al vacío o sufriendo ataques. Me preocupa que el medicamento no esté surtiendo el efecto que deseo; no puedo aumentarle la dosis, ya que eso la perjudicaría aún más.

Pero siendo sincero, eso me importa poco. Lo que realmente me preocupa son las miradas que Adria me ha estado lanzando, como si sospechara algo de mis planes. Aunque no tiene muy claro por qué hacemos esto, poco a poco le he ido dejando todo libre, para que podamos tener el poder que merecemos.

Con nuestra inteligencia y habilidades, seremos imparables, y aprovecharé eso a partir de mañana. 

Ya es el momento para ponernos en marcha, ambos vamos en silencio dentro del auto y de vez en cuando le echo un vistazo a Adria, quien todo el trayecto no ha dejado de ver por la ventanilla.

Desde que ha despertado del coma está así, pero poco a poco ha vuelto a tener esa confianza de antes, sin dejar de hacer preguntas. Sin embargo, ahora retrocedió en su avance.

—Llegamos —digo finalmente.

Levanta la vista y asiente, saliendo ambos del auto para cambiar de asientos. Hemos entrado en un parqueadero cerca de donde será nuestro ataque. Apago el auto y me giro para recoger el maletín que está en los asientos traseros.

—Dame un minuto para prepararlo todo —comunico.

Saco la computadora portátil del maletín y empiezo a realizar algunas funciones que nos serán de ayuda. Entro al programa y tardo apenas diez minutos para realizar la movida.

—Listo —anuncio—. Todo está funcionando perfectamente. Salgamos de aquí.

Ambos hemos venido vestidos de forma adecuada. Adria lleva el traje que la identifica desde ahora, y yo uno similar, solo que de color gris con azul. Las máscaras cubren completamente nuestros rostros, pero afortunadamente podemos ver muy bien a través de ellas. No es lo mismo que ella usaba antes, pero funciona por el momento.

Adria enciende el auto. He colocado una simulación sobre los vídeos de las cámaras de seguridad por donde pasaremos. Esto ayudará a despistar a la policía y evitará que se entrometan en nuestro camino. No es que tenga problema con eso, pero no quiero perder el tiempo con tipos que no valen la pena.

Todo parece normal al salir, pero somos pocos los que sabemos lo que pasa en esa vieja mansión abandonada. Es bueno que la gente sea ignorante en ciertos sentidos, pero a veces, es necesario que sepan lo que pasa a su alrededor para poder salir de esa falsa burbuja en la que creen vivir.

Porque esa no es vida.

—Estaciónate a la vuelta de esta esquina. —Pido, mientras continúo alistando armas y municiones.

Asiente, girando el volante. Los vidrios son polarizados, así que no hay de preocuparse, ya que la gente no ve a dos extraños con máscaras dentro de un auto. Por este rumbo es mucho menos transitado, ya que mucha gente se ha negado a siquiera acercarse a la antigua mansión de los Bonnedetti.

Al bajar y verificar desde la pantalla que no hay nadie cerca, empiezo a entregarle sus respectivas armas y municiones. Ella los acomoda en su cinturón y yo hago lo mismo.

Regresando a mis pensamientos del día anterior y tras sentir a Adria con una vibra pesada, vienen a mi mente viejos recuerdos, como el momento en que Madeline me hizo esta maldita cicatriz que, cada vez que me veo al espejo, recuerdo todo lo que tuve que pasar para llegar hasta donde estoy.

O cuando me hizo pasar por muerto después de una gran tortura, provocando que casi muriera desangrado, y con eso, construir una escena falsa para hacerles creer a todos que estaba muerto, habiendo escondido muy bien mi cuerpo. Pero la realidad es otra.

Madeline, con su enfermiza obsesión en tener el poder total, realizó actos estúpidamente crueles, provocando el sufrimiento de muchos a su paso. Esa maldita merecía pagar todo lo que hizo, y Adria, teniendo en mente una verdad maquillada, se deshizo de ella sin importarle más.

—Vamos —menciono—. Recuerda todo el entrenamiento y has que no sea en vano.

Adria asiente, caminando delante de mí. Pasamos por detrás de los edificios que quedan en los alrededores y avanzamos hacia el bosque, a unos cuantos metros de la mansión.

Estos meses he estado formando en Adria algo que me vi obligado a hacer por mis planes, algo que me duele hacer, pero tengo que repetirme todos los días que es necesario para el bien de todos.

Mentirle.

Sí, mentirle de una manera cruel que, si llegase a enterarse de todo, podría ser nuestro fin. Adria, desde hace meses, cuando despertó del coma y pidió explicaciones, ha pensado lo peor de sus antiguos compañeros. He estado metiéndole todo eso en la cabeza poco a poco y enseñándole pruebas falsas que afirman mis argumentos.

Para ayudarme, le he estado haciendo tomar unos pocos miligramos de un tipo de droga letal que, con la medida perfecta, le hace perder los recuerdos de sus momentos con más fervor. Un leve error puede perjudicarla o ayudarla, dependiendo de la perspectiva. Un gramo más causaría que sus recuerdos se pierdan por completo o, si pasa un tiempo sin tomarlas, sus recuerdos poco a poco empiezan a volver. No me conviene ninguno de los dos casos.

—¿Estás seguro de que era hoy? —cuestiona—. No veo ningún auto y no se escucha que haya alguien.

—Solo espera.

Al llegar a la parte trasera, saco una antigua tarjeta que, con la ayuda de mi infiltrado, pude obtener. La puerta suelta un pitido al abrirse y entramos. A esta hora, la mansión se encuentra abandonada, como hace tiempo, solo falta poco para que lleguen los anfitriones.

—Entremos de una vez —ordeno.

Muy confiados, caminamos hacia la entrada de la mansión Bonnedetti, y veo a Adria detenerse por un instante. Para evitar cualquier cosa, me acerco a ella, empujándola levemente del hombro para que continúe avanzando.

—Vamos, no perdamos el tiempo.

—Está bien —responde—. Es solo que...

—¿Algo te parece conocido? —Se encarga de asentir como respuesta, así que continúo—. Es porque ya estuviste aquí, Adria, cuando la mataste.

—Sí, supongo. Aunque siento que hay algo más.

—Los medicamentos aún están en un proceso para que ayuden —digo—, por eso no puedes olvidar tomarlos.

Me observa con ojos analizadores. Me incomoda, así que avanzo para llegar a la segunda planta.

Como se puede apreciar, y repito: Adria sabe un poco de la verdad, aunque su realidad es esta:

Madeline sí fue quien nos secuestró cuando éramos adolescentes, sí fue la causante de la muerte de nuestra madre y quien me hizo desaparecer por tanto tiempo; dos, —y esto también es verdad— fui obligado por esa mujer a realizar entrenamientos brutales para convertirme en un arma en su beneficio, amenazando con que, si no hacía lo que ella quería, nunca iba liberar a Adria.

Me hizo pensar por mucho tiempo que aún tenía a Adria secuestrada y, cada vez que me portaba mal, ella sería castigada.

Desde el principio, todo fue plan de Madeline, pero no se imaginó que el verdadero peligro estaba en mí.

—Aquí hay muy buena vista para nuestros objetivos —aviso a Adria.

Ella se acerca a la ventana y empieza a calcular el área.

—¿Dentro de cuánto estarán aquí? —cuestiona.

—Veinte minutos, si mucho.

He hecho que Adria odie a la mayoría de las personas que conocía. De Erick no le he mencionado gran cosa, ya que, por lo que me ha dicho, solo recuerda los momentos antes del asesinato de mi madre; no tiene ese vínculo padre-entrenador que tenía con Erick.

—Estimo que vendrán diez hombres en total —comunico—. Como es un encuentro amistoso, no vendrán con guardias, pero eso no quiere decir que serán objetivo fácil. Saben cubrirse bien las espaldas.

—Para nosotros será fácil —responde ella—. Si solo se tratan de viejos narcotraficantes, será cuestión de cinco minutos.

—¡Ay, Adria! —exclamo—. A veces extraño tu experiencia. Conoces a Estuardo... bueno, ahora no, pero en el pasado sí y es el único que se ha escapado de tus manos.

—Pero ya me explicaste el motivo. —Me recuerda.

Es cierto, y esa es una de las tantas mentiras que le he dicho por nuestra seguridad.

Ya han pasado varios minutos, así que, como un instrumento de ayuda, he traído unos pequeños binoculares para ayudarme con la vista a distancia.

Camino hacia el otro lado de la habitación, donde la ventana da hacia la calle, y busco si alguien se acerca. Y en efecto, se ven carros empezar a acercarse por la calle directa.

Estoy por hablar, cuando un movimiento a tres cuadras hace captar mi atención.

—Mierda, ¿qué demonios hacen ellos aquí? —hablo, sin pensar en que no ando solo.

—¿Qué ocurre? —pregunta Adria.

Tardo en dar una respuesta.

Observo a tres figuras en una azotea observando los autos que están llegando. Dos hombres y una mujer, y por el tipo de uniforme, son muy reconocibles. No, ellos tampoco serán problema para alguien como nosotros.

—Adria. —La llamo, caminando de nuevo hacia donde está—. Trata de no salir de este perímetro y, si llega el caso, tenemos que abandonar la misión.

—Pero hemos planeado tanto esto...

—Haz lo que digo —exijo—. Si pasa algo, infórmame de inmediato y saldremos de aquí sin mucho alboroto. Lo último que quiero es que nos sigan.

—Comprendo —responde de mala gana.

—¿Recuerdas lo que siempre te he dicho? —pregunto, sosteniéndola de los hombros.

Su rostro muestra una expresión de desconcierto.

—Te voy a ayudar a dar los primeros pasos —. Le recuerdo—, así de sencillo. Después, te doy el pequeño empujón que necesitas y empiezas a avanzar tú sola.

—Nunca entendí qué querías decir con eso —confiesa—. Y mucho menos entiendo qué tiene que ver ahora.

—Ha llegado el momento de ponerlo en práctica. Puede que las cosas se pongan feas y tendrás que actuar según lo que te he enseñado, no a base de tus instintos ya que aún están confundidos y eso puede provocar que te lastimes.

Asiente de nuevo en silencio.

Entre la mayoría de los que Adria odia en estos momentos están esos tres que se encuentras a unos kilómetros en las azoteas. Sabe sus nombres, piensa que ellos estaban del lado de Madeline cuando empezó su venganza, pero aún no recuerda sus rostros. No se los he mostrado por miedo a que pueda recordar algo. He dejado pasar el tiempo para que la droga haga un mayor efecto.

Triana Diamek, Carlos Argueta y Ted Gacy están en la mira del rifle de Black y ninguno tiene idea.

Doble B, que en los recuerdos de Adria siempre fue alguien cariñoso y protector, ahora ella lo considera como el mayor traidor al quedarse con la empresa que nos correspondía. En sus recuerdos de ahora piensa que él sabe todo sobre los movimientos ilegales que hizo su padre para eliminar al nuestro y quedarse únicamente él con B&K, llevando así a nuestro padre al suicidio cuando se enteró que había perdido todo.

Para Adria, la familia Byrlem es la asesina de mi padre y los Bonnedetti, los asesinos de nuestra madre. Me costó mucho engañar a Adria con eso.

Ah, y lo mejor de todo queda para el último momento: Alessandro.

A pesar de que Adria no tiene muchos recuerdos con él —solo leves lagunas—, se supone que él, siendo aliado de Madeline, se hizo pasar como un interés romántico para Adria y la engañó, utilizándola para el beneficio de los Bonnedetti.

Así de complicada está la vida de todos ellos, ganándose una enemiga como Black.

—Ya están aquí —anuncia.

Salgo de mis pensamientos y asiento, acercándome a su lado.

—Evitemos que entren a la mansión —pido—. Cuando estén en el jardín, en ese momento, actuaremos. 

Qué loco está todo, en especial Alan. ¿Qué les pareció indagar un poco más en su cabeza? Para mí un poco complicada la cosa, pero es lo que hay que hacer para formar su personalidad de alguien que no quiere admitir que está mal.

Lo que ha pasado y dicho no es nada a comparación para lo que viene más adelante, así que atentos. El adelanto es este:

—Solo recuerda algo, Black —llama—. No se puede guardar tantos secretos. Tarde o temprano siempre salen a la luz, hermanita.

El próximo capítulo viene cargado de tensión.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top