07 | Volviendo a unir fuerzas

TED

Después de quedarme a dormir porque ya era tarde, los tres nos subimos a uno de los autos de B&K, para dirigirnos a la empresa. Al llegar me tomé la libertad de darle el día libre al chofer por su ayuda y paciencia conmigo. Espero que no sea inconveniente para Doble B.

Al estacionarnos enfrente, levanto la vista para distinguir el gran edificio. El sonido del tráfico se mezcla con el murmullo de las personas que entran y salen de él, algunos acompañados y otros hablando con prisa por el móvil. Unas cuantas caminan con el ceño fruncido y los ojos fijos en sus teléfonos, mientras que otras parecen más relajadas, disfrutando del sol de la mañana.

Permito que Triana y Carlos pasen primero. Al entrar, el sonido del tráfico y las conversaciones de la calle se opacan, reemplazados por el suave zumbido del aire acondicionado y las voces de las personas en el vestíbulo. El olor a café recién hecho llega hasta nosotros desde la cafetería cercana.

He venido un par de veces aquí para acompañar en algunos proyectos a Doble B. Desde la primera vez que entré, me llamó mucho la atención la eficiencia con la que se llevan a cabo los procedimientos. Los empleados caminan con paso firme y determinado, y todo parece funcionar como un reloj bien engrasado.

Triana ha venido uniformada de una vez, ya que, poco después del incidente, Doble B le pidió que trabajara con él.

Caminamos hacia recepción para identificarnos a pesar de que ambos somos unas personas conocidas por aquí. Son los protocolos.

—Buenos días —saludamos a la recepcionista.

Ella nos sonríe y devuelve el saludo.

—¿Qué tal? —dice—. ¿Tuvieron un buen fin de semana?

Triana intercambia una mirada conmigo antes de responder.

—Se podría decir que sí.

Después de terminar registrándonos con nuestra huella, a Carlos y a mí nos entrega un gafete de visitantes. Al llegar al ascensor y entrar, Triana presiona el número correcto para llegar a las oficinas de administración.

Los tres vamos en silencio, ya que no sería conveniente que algunas de las personas que se han subido a lo largo del recorrido escucharan lo que hemos venido a hacer.

Al pasar unos minutos, por fin llegamos al vigésimo piso.

Se encuentra dividido por secciones, donde hay varios puestos de secretarias a la par de puertas que seguramente llevarán a las oficinas centrales. Según tengo entendido, en este edificio no se encuentra únicamente la empresa que dirigía Doble B junto con Adria, sino otras que son de la familia Byrlem.

Al pasar por el pasillo para llegar a las oficinas principales, volteo la mirada para ver el logo de B&K en la pared que está proyectado en una gran pantalla, y las letras brillan con un resplandor azul eléctrico. El sonido de nuestros pasos se amortigua por la alfombra gruesa del pasillo color gris.

Al entrar, el ambiente cambia por completo y no es porque tenga un entorno distinto; es más bien porque al saber que Adria era una de las administradoras del lugar, me hace sentir nostalgia.

Veo la oficina de Doble B a través de las paredes de vidrio. Como era de esperarse, no se encuentra dentro. Noto que su escritorio está ordenado y limpio. Al lado, hay otra oficina que también está vacía. La luz del sol entra por las ventanas y hace lucir lo solitario que se encuentra.

Triana se acerca a la secretaria de Doble B. La mujer está sentada frente a su computadora, tecleando rápidamente.

—Buenos días, Kyria —saluda—. ¿Sabes dónde podríamos encontrar a Doble... el señor Berne?

—Acaba de irse a una reunión —responde, sin levantar la vista del aparato.

—¿Tardará mucho? —cuestiono.

—Dijo que no tardaba, pero tampoco quiere que lo interrumpan.

—Dios —exclama Carlos, impaciente—. Pasaremos a su oficina a esperarlo.

Se da la vuelta y comienza a caminar hacia la oficina de Doble B, pero Kyria se levanta de su silla y lo detiene con una mano en el brazo.

—Tienen que esperar aquí afuera —comunica la chica.

Me detengo y estoy a punto de regresarme, cuando Carlos vuelve a hablar.

—A Berne no le importará que nosotros lo esperemos adentro. —Enfatiza la palabra nosotros.

Supongo que, al saber que somos amigos de Doble B, decide no protestar.

El ambiente es fresco en este lugar y lleva un leve aroma a Doble B. El sol entra por la ventana y se asoma en el escritorio.

Nos sentamos en el sofá y, después de unos minutos incómodos, me pongo a ver el móvil para saber si han pasado algunas noticias en lo que lleva de transcurso del día. Después de buscar y no encontrar nada, veo de reojo a Carlos levantarse y caminar, inspeccionando los adornos.

—¿Qué le vamos a decir? —pregunta Triana, angustiada ante la situación y puedo notar que está jugando con un mechón de su rizado cabello—. O, mejor dicho, ¿cómo se lo vamos a decir?

No tengo idea. De tener tanto en la mente no había pensado en eso. A pesar de que Doble B me dio la oportunidad de averiguar en un mes el paradero de Adria, no sé si podría apoyarme en esto.

—Berne era amigo de Adria, ¿no? —habla Carlos de repente. Al voltear a verlo, noto que está sentado en la silla de Doble B y gira lentamente en ella.

—¿Qué haces ahí? —pregunta Triana, mirándolo con desaprobación—. ¡Qué mal educado! Vente a sentar aquí.

—Déjame fantasear por un momento —dice Carlos, de una forma traviesa—. Si era amigo de Adria tendría que apoyarnos en esto. Va a ser sencillo.

Termina por encogerse de hombros, recostándose en la silla, como si no tuviera preocupaciones de las cuales hacerse cargo.

Llevo la vista hacia afuera y veo a Doble B caminando hacia acá. Está hablando seriamente con un señor, mostrándole algo en su tableta. No parece que se haya percatado de nuestra presencia.

—Ahí viene —aviso a mis compañeros.

Triana voltea rápidamente y se levanta para acercarse hacia Carlos.

—Vamos, deja de molestar y levántate.

Lo jala del brazo, haciendo esfuerzo para que se levante. Él suelta una risa, acercándola mientras la sostiene de la cintura.

Veo que, antes de llegar, Doble B se detiene porque Kyria le habla, seguro avisándole y eso hace que voltee hacia su oficina.

Le dice algo al tipo y este asiente, alejándose.

—Esto no me lo esperaba —comenta al entrar mientras sigue arreglando algo en su aparato—. Debieron haber avisado que vendrían, así no los hacia esperar.

—Disculpa —digo—, pero fue algo que surgió de imprevisto.

Se sienta detrás el escritorio y, con un control, hace que los vidrios de atrás se pongan algo oscuros y, así, el sol no entra tan potente.

—No importa. Es un gusto volver a verlos. —Se dirige hacia los otros dos, por fin fijando su atención—. Ted, ¿esto se trata sobre lo que hablamos la última vez?

—Así es —respondo con firmeza—. Se trata sobre Black.

—Adelante —pide.

—Fui a ver a Alessandro como te lo había dicho —comienzo, recordando lo frustrado que me sentí en el momento—, pero está dispuesto a no ayudarnos a pesar de enseñarle alguna de mis pistas. Entonces, él está fuera de esto de una manera definitiva. Como puedes ver, también he hablado con ellos y, al contrario de Alessandro, están dispuesto a todo.

—Hemos llegado a una conclusión —comenta Carlos, cruzándose de brazos—. A pesar del comportamiento de Alessandro, nos otorgó algún tipo de información. Él está seguro de que la persona que está asesinando en estos momentos se trata de Adria y, viendo los vídeos, podemos deducir lo mismo.

—Como eres uno de los que más la conoce —. Ahora habla Triana, mirando hacia Doble B con cierta intensidad—, queremos saber tu opinión acerca de eso. ¿Crees que haya una posibilidad que sea ella?

Le paso el móvil y, después de terminar el vídeo, me lo devuelve, quedando serio.

—Lo he tomado en cuenta —confiesa—. También lo hemos hablado con Erick y, al igual que ustedes, piensa lo mismo. Pero hay algo que no cuadra.

—¿Por qué lo hace? —digo.

—Exacto.

Esto es algo muy difícil de responder y, si ni las personas más cercanas a ella lo comprenden, mucho menos yo.

—Hemos hablado como antiguo grupo —habla la chica—. Y estamos de acuerdo en que, si queremos quitarnos la duda y, tal vez de una vez resolver el caso de quién se trata o porqué Adria hace esas cosas... tendremos que volver a formar el equipo.

La oficina queda en silencio, aguardamos hasta que Doble B vuelve a hablar.

—¿Están seguros de eso?

Los tres asentimos al unísono. Hay una determinación en nuestros rostros que no puede ignorar.

—No sé qué tan peligrosa sea esa persona —dice Doble B, con seriedad—. Pero deben tener demasiado cuidado con sus movimientos. Si la policía los ve con los trajes de nuevo, estarán de inmediato detrás de ustedes.

Su voz termina por volverse en una de preocupación y puedo deducir que su mente está maquinando todas las posibles consecuencias. Tanto para él, como para nosotros.

—Tenemos en cuenta eso —dice Carlos—. Necesitamos tu apoyo en esto, Berne. Adria necesita nuestro apoyo y si está haciendo esto bajo coacción, la sacaremos de ahí y nos encargaremos de quien esté detrás de todo esto.

Ver a Carlos tan decidido, hace crecer mi ánimo a hacer todo lo necesario para ayudar a Adria. Carlos es el mejor en armas que se encuentra ahora y, si se oponía a esto, seguramente iba a deprimirme.

—Adria me ayudó a salir de mis problemas —continúa, ahora estando más serio que nunca—. No completamente, pero ayudó. Me sacó de las manos de Madeline y le debo una. Deberíamos empezar por Loriam.

Doble B asiente y voltea hacia Triana.

—Sabes con quien hablar —dice.

Esta asiente, levantándose del sofá y guiándonos hacia el piso treinta, donde se encuentran los laboratorios. 

Lo único que puedo decir es: deslicen que ya empieza lo mero mero.

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