58 | Un sueño extraño y fuera de lugar

BLACK

Estoy sobre la arena de la playa, reconfortante bajo mis pies, viendo hacia el mar. El viento arrastra gotas que caen sobre mi rostro y el sol pega en mi piel.

Todo está lleno de paz.

Siento que alguien cubre mis ojos con sus manos y, con una sonrisa, las aparto delicadamente. Volteo y mi felicidad se agranda cuando lo veo.

—Alessandro.

Se coloca a mi lado. Ambos vemos hacia el mar, el atardecer está por desaparecer.

—Te amo —dice—. Lo sabes, ¿no?

Su voz suena extraña, como si estuviera a punto de llorar. Sus ojos están llenos de lágrimas y empiezo a asustarme.

—Nunca me olvides —continúa—. Recuerda lo que eres y no lo que haces, así estarás mucho mejor.

Quiero hablar, preguntarle lo que sucede, pero empieza a suceder algo que me lo impide.

La arena empieza a oscurecerse, pero no es porque ya está cayendo la noche. Sucede algo anti normal, como si un gran bote de pintura color negro estuviera regándose por todo el mar y la arena.

Estoy tan atenta a ello que noto hasta que me suelta de su agarre, que Alessandro se está convirtiendo parte de esta. Todo empieza a desaparecer. 

Mi respiración está agitada, volteo a todos lados y no distingo nada más que oscuridad. Escucho risas de niños y las sigo. Cada vez que avanzo, empiezan a aparecer más árboles, hasta que me encuentro en un bosque.

Mientras más camino, las risas se hacen más audibles. Corro para llegar más rápido a ellas. Me detengo cuando veo una cabaña. Ahí está. La cabaña en la que pasé secuestrada por mucho tiempo. La cabaña en la que mi hermano fue asesinado.

Veo de lejos al único hombre que se encuentra rondando con un galón de gasolina. Lo sé porque el aroma logra llegar hasta acá. La puerta empieza a retumbar cuando alguien intenta salir, pero le es imposible. Al ver desde lejos por la ventana, son mis padres los que están dentro.

Mi asombro es notorio y corro hacia la entrada para intentar abrir la puerta, pero no cede. Decido detener al tipo.

—¡Deténgase! —suplico—¡Por favor, deténgase!

Llego hacia él, pero cuando intento apartarlo, lo traspaso.

Continúo escuchando los gritos de mis padres. El hombre saca unas cerillas de su bolsillo y enciende el fósforo, para después, lanzarlo directo hacia la gasolina que ha rociado.

El fuego empieza a arder. Sin vacilar, corro hacia la entrada y milagrosamente el fuego no me hace daño. Lanzo varias patadas hacia la puerta para que ceda.

Cuando se rompe, entro y busco a mis padres. Ambos ya están desmayados a causa del humo. Tomo el cuerpo de mi padre y lo arrastro hacia afuera. Lo recuesto en un tronco y regreso por mi madre.

A mitad de camino, ya llevándola a un lugar seguro, agacho la mirada hacia ella y la suelto con un gran pánico al ver su cuerpo calcinado. No estaba así cuando lo sostuve.

Empieza a sacudirse y retrocedo hasta llegar al cuerpo de mi padre, sin dejar de observarla.

Alguien me toma el tobillo y suelto un grito de horror. Mi padre ahora tiene el cuerpo igual que mi madre. Me aparto de una patada y caigo al suelo al ver que mamá ya está de pie. Aunque su resto está totalmente quemado, sus ojos están completamente blancos.

Intenta acercarse, pero me arrastro para alejarme. Los dos caminan y me levanto de golpe para correr dentro del bosque. Corro por no sé cuántos metros, hasta que la respiración ya me hace falta.

Me detengo y me recuesto en un árbol para descansar y, sin poder evitarlo, empiezo a llorar. Me cubro los oídos con las manos para no escuchar las terroríficas voces de mis padres llamándome.

Estoy por desmayarme del terror al escuchar la voz de mi madre en un susurro cerda de mi oreja. Lo vuelve a hacer, pero ahora su voz suena normal, amorosa. Es la misma voz dulce y tranquilizadora que escuchaba a cada mañana, al despertar y cada noche, al dormir.

Antes de levantar la vista, siento como el sol empieza a reconfortar de nuevo mi piel. Levanto la mirada poco a poco y la veo teniendo una hermosa sonrisa en su rostro. Está agachada para llegar a mi altura.

Me ofrece su mano y, con mucha confianza, le entrego la mía. Me doy cuenta de que es mucho más pequeña que la de ella.

Me limpio las lágrimas y camino a su lado.

—Mamá —digo, con una voz infantil.

—Vamos, amor —habla. Extrañaba escuchar su voz—. Tu padre también está aquí.

Puedo ver mejor el bosque. La grama, junto con las hojas de los árboles, son verdes y el canto de los pájaros también es encantador. Veo a lo lejos la figura de mi padre. Me zafo del agarre y corro hacia su dirección. Está de espaldas, así que cuando llego, le doy un fuerte abrazo que le llega a los muslos. No se inmuta, pero si voltea para cargarme y darme un largo y fuerte beso sobre la mejilla. Su barba me provoca cosquillas y no puedo evitar reír.

Empiezo a voltear a todos lados, buscando. Mis padres parecen notarlo.

—¿Qué sucede?

—¿Y Alan? —cuestiono, sin dejar de buscarlo.

No responden, solo se observan, algo preocupados; luego, voltean a verme y me dan una sonrisa tranquilizadora. Me olvido por completo de todo y los abrazo, sosteniendo sus cuellos, feliz de estar de nuevo a su lado.

Me despierto con un gran sobresalto y sintiendo un terrible dolor en la espalda. Me volteo para quedar boca arriba y suelto un quejido. Levanto la cabeza para ver al hombre que me acaba de golpear, pero se encuentra a unos cuantos pasos, sin respirar.

Recuerdo el motivo por el que ando aquí y me obligo a ponerme de pie aunque mi cuerpo proteste.

Doy la vuelta a una esquina y visualizo más camino.

Mierda, no sé cuánto tiempo estuve tumbada.

Estoy por seguir caminando, cuando escucho una voz a lo lejos. Es Madeline, quien maldice.

—¡Malditos, también me han abandonado!

Me acerco a ella y, cuando escucha mi llegada, voltea a ver con una mirada de un odio total.

—Estaba por creer que te habías acobardado —comunica.

—No soy de esas personas. Actúo por mi propia cuenta.

—¿Y tus amigos?

—Te dije que vendría sola —respondo, extendiendo los brazos a los lados—. ¿Y tus guardias?

—Estamos completamente solas.

No dejamos de observarnos y, al ver mi cuerpo lastimado, sonríe.

—¿Terminarás con esto de una buena vez?

—Quiero que así sea —respondo.

Soy justa con las peleas, y, como veo que no tiene con qué defenderse, guardo el arma en mi cinturón.

Empieza a caminar hacia un lado y yo avanzo hacia el otro. Sonríe y, de un momento a otro, corre hacia mi dirección. Veo con tiempo su puño venir y logro esquivarlo. Se detiene y vuelve a sonreír. Intenta dar otro, pero sostengo su brazo y lo hago a un lado. Con mi mano libre, formo un puño y le doy justo en el rostro. Se tambalea y quedamos a distancia.

—Eres buena —habla.

De nuevo viene, intenta dar otro golpe, lo esquivo, pero, con su otra mano, me da en el vientre. Me quedo sin aire y me sorprende lo doloroso que ha sido. Observo hacia su mano y me percato que tiene guantes y brillan en los nudillos.

Se da cuenta de lo que hago y extiende sus brazos hacia mí.

—¿Te gustan? Mis trabajadores tienen unos iguales y con esos golpearon a tu querido periodista.

Recuerdo el momento del hospital y lo mal que se encontraba Alessandro cuando fui a visitarlo; cuando lo encontré en el almacén y sangre rodeándole en el cuerpo.

Me lleno de rabia y empiezo a atacarla.

En cada intento, lo esquiva. Retrocedo para planear mi ataque. Continúo, detengo su golpe y, con el proximal de mi mano le doy en el cuello. Se agacha y me logra golpear de nuevo el estómago. Retrocedo, cayendo sentada.

Me quedo por un momento así para recuperar el aliento. Empiezo a levantarme para no dar ventaja y me quedo de cuclillas porque la falta de aire no me permite moverme. Volteo a verla al darme cuenta que ahora me apunta con un arma.

—Terminemos esto de una buena vez —habla, mientras camina hacia mí.

Cuando está por llegar, ya he recuperado el aire, pero no me enderezo, no aún. Corro hacia ella de esa forma y logro taclearla.

Para que ya no pueda ponerme de pie, me abraza y empieza a golpearme con sus codos en las costillas. Le doy un cabezazo en la nariz y me suelta. Con eso aprovecho para levantarme.

Está sangrando y, con el dorso de la mano, se limpia la nariz. Ha perdido en arma durante la caída.

—Nunca me había divertido de esta manera —confiesa—. Es la primera vez que alguien me da pelea.

Siento gran dolor en las costillas a causa de sus golpes. Vuelve a atacar, sin dejarme tiempo para un respiro y esta vez soy la que recibe un golpe, cayendo de nuevo. Se inclina sobre mí, con daga en mano.

—Supongo que se enfocaron tanto en que este traje fuera antibalas, que puede ser fácil de cortar.

Pasa la daga en la manga de la blusa, con fuerza, provocando que el traje se corte. Logra tocar mi piel y suelto un grito de desesperación y dolor.

—¿Dónde te hirieron? —cuestiona.

Se detiene en la gasa y empieza a insertar la punta. Vuelvo a gritar ante el dolor y la sangre empieza a salir de la herida.

—Después de que te asesine —continúa hablando—, los próximos serán tus compañeros. Uno a uno, y no estarás ahí para salvarlos. No esta vez.

Sus palabras me hacen pensar en ellos. Pienso en Blazer y el dolor y desesperación que tuvo que pasar tras el asesinato de su familia. Ambas merecen ser vengadas; S, quien aún sigue con la esperanza de encontrar a su padre con vida a pesar de los años que lleva desaparecido. Diamek merece la justicia de que esta mujer sea asesinada; Alessandro, quien ha sufrido ataques de los Bonnedetti y ahora lo de su hermano; Diecinueve quien vio morir quemadas a su madre y hermana.

Madeline, sin piedad, asesinó a nuestras familias. Todos merecen ser vengados. Todos tenemos algo en común y es Madeline Bonnedetti.

Entonces, flexiono las piernas y las levanto. Con eso, le doy justo en la espalda a Madeline. Ella se hace hacia adelante y, por inercia, coloca ambas manos para no caer. Eso me da una oportunidad, abrazándola por la cintura, luego, doy media vuelta y cambiamos de lugares.

Con mi brazo bueno, le doy con el codo en el pómulo izquierdo. Se le revienta la piel y le sale un hilo de sangre. Por el empujón que le doy, pierde la daga y cae a un lado. Intenta pasar sus manos por detrás de mí y recuerdo el arma que tengo en el cinturón.

Soy más rápida que ella al hacerme a un lado. Saco el arma y le apunto en el mentón.

—Pon tus manos al lado de la cabeza —exijo—. Si intentas hacer algo, no te doy más tiempo para arrepentirte de lo que has hecho.

Coloca las manos donde lo he pedido. Sin dejarla de observar, quito el arma que le queda en el cinturón y la mando lejos. Me levanto sin dejar de apuntarle.

—Levántate —ordeno—. Antes de que te mate, quiero que me digas dónde está Estuardo. Podrá ser mi hermano, pero también es un desgraciado, tú misma lo hiciste de esa manera. Lo corrompiste con tu asquerosidad. Ha sido tu víctima todos estos años, pero si sigue con vida, esto nunca acabará.

—Te aseguro que no sabrás de él por mucho tiempo.

—Pues estaré esperándolo o lo encontraré solo para asesinarlo. De que tiene que morir, morirá.

—Dispara —pide—, igual eres como nosotros, lo aceptes o no. Desde tu primer asesinato has sido igual. Disfrutas asesinar a todas esas personas que hacen el mal, pero lo único que hacemos es mantener el orden.

» ¿Has escuchado lo que pasa allá afuera? —cuestiona—. Hacen lo que se les da la gana. No hay orden por ningún lado, la diferencia es que ellos no tienen a alguien que hace "justicia". No tienen un héroe, nosotros te tenemos a ti.

» Por matarme no cambiarás nada, todo será igual... o peor. Hay muchos más como yo y peores. Te darás cuenta. —Ahora ya está de pie—. No soy tu mayor enemigo. Hay alguien, alguien que te ha estado esperando por todos estos años. Espero que puedas lidiar con él.

—Tu hijo no es nada sin ti.

Ríe.

—Aun estando muerta seré un problema.

—Eso está por verse —digo—. Los errores se pagan, Madeline, y tú has hecho muchos.

—¿No quieres que te cuente un secreto antes de que terminemos con esto? —pregunta.

—No quiero escuchar más de tu boca, ya estoy cansada.

—Alan, tu hermano... —. Está por hablar, pero no permito que termine. No quiero saber ya nada de esto, ni de lo que tenga que ver con el pasado.

Apunto hacia su frente, y disparo.

Su cuerpo cae al suelo y lo observo, inerte. No puedo dejar de observarlo. Pasan unos minutos así, hasta que decido salir de aquí. La luz del amanecer se ve a lo lejos y me alegro.

Al salir, el sol de la mañana pega en mi rostro y tengo que cerrar los ojos para que se acostumbren. Escucho voces, levanto la vista poco a poco y veo a los hombres que están de pie.

Coloco los ojos en blanco y levanto las manos al notar que me apuntan.

—Bajen las armas, no es ella.

Escucho una voz conocida y lo veo directamente. Empieza a avanzar con la ayuda de unas muletas. Le dice a un hombre que me ayude, porque ya no puedo estar de pie.

—¿Qué ocurrió allá adentro? —pregunta.

—Casi termino con esto —respondo.

—¿Madeline sigue...?

—Ya no. Está muerta.

El hombre voltea y les pide a otros hombres que vayan a buscar el cuerpo.

Me guía hacia una de sus camionetas y otros hombres empiezan a curarme las heridas y, cuando terminan, me siento más aliviada. Me levanto para pedirle un favor a Aitor. Ahora recuerdo su nombre.

—¿Tienes un auto que te sobre?

La pregunta lo confunde, pero asiente y me guía hasta él.

Cuando ya estoy en el asiento del piloto, bajo la ventana para preguntar:

—¿Tienes algo que funcione para incendiar un sitio? ¿Gasolina?

—¿Qué vas a hacer? —cuestiona y, como no obtiene respuesta, continúa hablando—. En la parte de atrás hay un galón de reserva.

Ahora sí, respondo a su pregunta:

—Necesito destruir el sitio donde empezó todo para que esto realmente acabe.

Aprovecharé que estoy en Loriam para dirigirme hacia Ketrian, que queda a unos pocos kilómetros. Sino lo hago, será algo que me atormentará hasta mi muerte.

Al igual que el sueño que tuve, riego la gasolina alrededor de toda la cabaña y en sus paredes de madera. El lugar está completamente abandonado y las ventanas estaban selladas por tablas. No fue un problema, ya que, de todos modos, no me hubiera gustado ver hacia adentro.

Observo la cabaña, donde fui secuestrada por semanas, que se incendia. Veo como se desmorona poco a poco.

De repente, me vienen muchas ganas de llorar y no lo detengo. Entre el llanto suelto una pequeña risa, quizás de tranquilidad al saber que todo esto ha acabado.

Me arrodillo a una cierta distancia para no ser alcanzada por las llamas y veo hacia el cielo. De un momento a otro se ha nublado y empieza a caer una ligera lluvia.

Es como si cayera para limpiar algo. Mi sangre o mi alma. No tengo idea. Mi cabello y cuerpo se empapan en unos segundos, así que me levanto y empiezo a caminar de regreso al auto.

A mi mente vienen de nuevo mis compañeros.

He estado metida tanto en esto, que había olvidado que algunas personas te pueden hacer cambiar de opinión acerca del pensamiento que se tiene del mundo, solo con el simple hecho de hacerte sonreír o sentirte querida.

Esas son las personas por las que valen la pena destruir el mundo.

Me empiezo a sentir muy débil porque la sangre en mi brazo empieza a salir de nuevo. Con el brazo bueno, saco el móvil e intento cubrirlo de la lluvia.

Estoy por salir del bosque, pero me detengo bajo un árbol.

Marco el número de Erick para informarle que todo ha acabado, que esta fue mi última oportunidad y supe aprovecharla.

Me llevo el celular a la oreja, esperando que conteste, pero... no logro saber si lo hace porque alguien me intercepta por detrás, ahogándome con un líquido que me preocupa de inmediato al reconocerlo y pierdo el conocimiento. De nuevo.

Solo quisiera volver el tiempo y nunca empezar nada de esto, pero ahora, ya es demasiado tarde y no hay vuelta atrás.

—Black 

¿Pero qué ha pasado?

Bueno, ya no tengo nada que decir sobre esta historia, ya que oficialmente hemos llegado a su último capítulo. *Celebra y baila*.

Bien, no pensé que lo iba a lograr, se suponía que tenía que actualizar 6 capítulos diarios para llegar al 22 de enero en paz y con mi conciencia tranquila, pero es 18 de enero y he terminado antes, mucho antes de lo esperado y eso que no cumplí con los 6 capítulos diarios.

¿Qué pasó? Posiblemente un milagro, pero lo más probable es que hice mal mis cálculos. 

Ya estamos aquí, quiero saber sus opiniones, teorías, quejas... lo que sea antes de llegar al epílogo. Sí, mero complicado el asunto con el que acaba de terminar este último capítulo y dirán: ¿qué puede ocurrir después de eso?

Pues vayamos a averiguarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top