57 | Última oportunidad

BLACK

Después de que Doble B llegara con algunos hombres, pude irme a la mansión. Me acompañó, aunque le insistí en que se quedara con Alessandro, pero después de ver su comportamiento, me dijo que su prioridad, soy yo.

Entrando a la sala para caminar directo a la habitación, veo a S junto con mis compañeros. Ella se acerca al ver mi estado y aprovecho esa oportunidad para hablarle.

—Gracias por no decirles nada —digo en voz baja al ver que Doble B se ha acercado a los demás—. Ahora quiero que me hagas otro favor.

—Black, si se trata de otra cosa como esta, no creo callarlo.

—Solo quiero que me prestes tu computadora, por un momento.

—Pero...

—¿Puedes hacerlo?

Nota que empiezo a perder la poca paciencia que me queda.

—Claro, sígueme.

Antes de subir hacia las habitaciones, veo hacia el salón y noto a Erick, quien solo me observa; los otros dos están en medio de la sala y un nudo se forma en mi garganta.

Quiero continuar con mi recorrido, pero alguien me sostiene del brazo antes de empezar a subir. Volteo, pero no puedo soportar su mirada.

—Ahora no, Doble B —pido para que me suelte.

—¿Qué estás planeando?

—Dije que ahora no.

—Sabes que nos tienes a todos nosotros para acabar con esto, ¿no?

—No quiero que algo así vuelva a pasar.

Me suelta de su agarre y continúo con mi camino. Llegamos a la habitación de S.

—Está en el escritorio, encendida —anuncia.

Asiento y sale. Abro el computador, entró a la misma aplicación que S utilizó para mandar el mensaje a Madeline cuando teníamos secuestrado a Estuardo.

Vi como lo hacía la última vez y se me quedaron los pasos, copio sus movimientos y cuando por fin tengo ya todo listo para mandar el mensaje, observo la pantalla. Sin dudarlo, empiezo a escribir.

¿Esa es tu forma de hacer las paces?

¿Lastimando a un chico que no tenía nada que ver con esto?

Espero su respuesta, que tarda tan solo unos segundos. Estaba atenta a esto.

Corrección: tú provocaste esto, Adria. Tú misma te lo buscaste. No tuve otra opción para hacerte recapacitar.

Mi enojo crece ante su estúpida respuesta. Ahora no hay necesidad de pensar en qué responder porque ya estoy decidida a lo que haré.

Terminemos esto de una vez por todas.

Sin que nadie nos interrumpa.

Pasan unos minutos en los que no vuelvo a recibir respuesta y por un instante pienso que esto quedará así, pero llegan otros mensajes.

¿Cómo voy a estar segura de que no llevarás a tu manada?

O mejor dicho... ¿Cómo puedes estar tú segura que obedeceré a tu petición?

Tenemos que confiar al menos una vez, ¿no?

Solas, te puedo asegurar que esto termina hoy.

Pienso en algo por hacer. Una sola cosa me pasa por la mente: Loriam y la mansión de los Bonnedetti. Sé que se encuentra ahora mismo ahí, algo me lo dice y confío en mi intuición.

Esta es mi última oportunidad.

Antes de salir de la aplicación, borro los datos obtenidos. Cierro el aparato y salgo de la habitación. Tengo las manos temblorosas, bajo las escaleras y, sin hablar con nadie más, me dirijo hacia la salida.

A mitad de camino, escucho que me llaman, pero los ignoro.

—¡Black! —Esta vez es Erick.

Con él no puedo evitar detenerme. Cierro los ojos con fuerza antes de voltear. Visualizo a todos detrás de mí, de pie, preocupados.

—¿Qué harás? —pregunta Erick.

No respondo.

—Dijimos que ya no seguirías con esto.

—Si ella no muere esto no acabará. Es la única opción que tenemos —hablo—. Es lo único que me queda.

—Entonces deja que te acompañemos —habla Diecinueve.

—Yo empecé esto sola, tengo que terminarlo sola.

Sigo caminando e ignoro sus llamados. Al salir de la mansión, me dirijo al maletero del mismo auto en el que venimos junto con Doble B y saco otra navaja. Me acerco a los demás autos y, uno a uno, empiezo a insertarla en las llantas para que ninguno pueda seguirme. O al menos tardarán en hacerlo.

Al salir, veo por el retrovisor que los demás ya están revisando los autos. Los pierdo de vista de inmediato. En el camino, hago una llamada.

—Antonio.

Dime.

—Necesito que me hagas un último favor.

—¿Segura que estás bien aquí? —pregunta Antonio con un tono a penas audible a causa de las hélices del helicóptero.

—Sí —respondo de la misma forma. Antes de bajar, le hablo.—. Gracias y no te preocupes, encontraré la manera de regresar.

Le doy unas palmadas en el hombro y asiente. Cuando ya estoy fuera, me hago a un lado para que pueda ascender. Empieza a alejarse y acomodo las armas y las municiones en el cinturón. He traído el traje para tener más protección, no sé con qué sorpresa saldrá Madeline.

Siento en mi bolsillo el aro del casco, solo lo he traído si es necesario.

Logro ver a unos metros el inicio de la ciudad y camino hacia esa dirección. Llegando al centro, empiezo a correr por los tejados, ya que no quiero ser vista por nadie. Esta vez se me hace más fácil llegar.

Hace unas horas el sol se ha ocultado y, como dijo una vez Diecinueve que las personas decían: en la oscuridad soy invencible.

Llegando cerca, me oculto en el bosque que la rodea. Veo que varios guardias están de pie en la entrada. Coloco el silenciador, uno de los guardias está dando la espalda por hablar con otro; aprovecho esa oportunidad para dispararle.

El otro, muy asustado, sostiene el radio para informar a los demás, pero evito que lo haga, caminando hacia la entrada. 


MADELINE

Estoy en la oficina cuando escucho que alguien entra. Es Mynor, el jefe de seguridad. Viene agitado y espero a que empiece a hablar.

—Señora, ha entrado.

Me levanto de inmediato y camino hacia los televisores que enfocan parte de la mansión. Lo único sospechoso que veo es que los pocos guardias que me quedan ya no están en su sitio.

—¿Dónde se encuentra ahora? —cuestiono.

—Pasando el laberinto.

Escucho disparos provenir desde afuera y camino hacia la ventana para observar qué pasa. Hay varios hombres en el suelo, muertos.

—Maldita sea Aitor y esa tipa —pronuncio—. Nunca imagine que iba a estar de su lado, dejándome tan vulnerable ante ella. ¿Estuardo ya salió?

—A esta hora está muy lejos.

—Bien, salgamos de aquí.

Asiente y salimos de la oficina. Cuando pasamos por el pasillo, guardias pasan corriendo a nuestro lado para defendernos. Bajo las escaleras para salir sin que nadie se dé cuenta. 


BLACK

El traje tiene manchas de sangre de todos los guardias que ahora se encuentran muertos. Lo hago porque ellos también son responsables por seguir las ordenes de una familia como esta.

El gran enojo que tengo me ayuda a soportar. Cuando estoy de mal humor, mis ataques son más precisos y soy más rápida. El enojo me ayuda en este caso.

Se acercan más hombres, pero no espero a que se detengan. Soy la que ataca primero.

Por fin entro a la mansión. Se encuentra en un silencio completo y eso me hace pensar que he acabado con los guardias, aunque se me hace extraño que sean pocos a comparación de tiempo atrás.

—¡Madeline! —llamo con un grito—. ¡Madeline!

De nuevo silencio. Esta vez prefiero no perder el tiempo y la busco por todos lados, habitación por habitación, hasta que por fin llego a la que supongo, es la oficina central. Camino alrededor e inspecciono todo para saber si hay alguna pista que me indique dónde está.

Hay unas televisiones que enseñan lo que las cámaras captan y me dirijo hacia ellas. Observo cada pantalla, esperando algo. Estoy por darme por vencida, cuando veo un movimiento extraño en la última.

No, no puede ser posible. Esa perra está escapando en un pasadizo secreto. Salgo rápidamente de la oficina y corro hacia el pasillo. Al llegar, topo con el final, no hay más, pero ahora ya sé que es una fachada.

No debería de sorprenderme, ya que a las casas que anteriormente he entrado de narcotraficantes como ella, tenían la misma estrategia para intentar escapar.

Inspecciono cada objeto, muevo algunos para saber si consisten en un tipo de palanca. Pero no pasa absolutamente nada y el tiempo está pasando muy rápido.

Se me ocurre una idea y lo pongo en acción. Ejerzo presión contra la pared y a la vez la deslizo. Empieza a funcionar y, cuando capto la orilla, llevo rápidamente mis manos hacia ella para que sea más fácil.

Entro. La puerta está diseñada para regresar, así que vuelve a su lugar, dejándome en completa oscuridad.

Doy un paso al frente y luces se encienden de manera automática. Es un sitio antiguo, es como un tipo de cueva que lleva hacia abajo. Veo más allá y no hay nada más que oscuridad.

Agradezco que el lugar no sea nada angosto, así no entraré tanto en pánico.

«Es lo último, Adria». Me digo a mí misma. «Tienes que resistir a esto. Pronto acabará».

Llevo caminando por varios minutos, pero no encuentro nada inusual. De repente, escucho unos sonidos, por el eco puedo saber que están mucho más delante de donde me encuentro y no sé cuánto más tenga que caminar para alcanzarlos.

Sostengo con más fuerza el arma y la coloco al frente para poder atacar ante cualquiera que se acerque. El ambiente cambia por completo, ahora hay parales que vienen sosteniendo desde arriba. Supongo que no habían terminado la obra.

Algo truena debajo de mí y, como todo lo que he hecho me ha dado experiencia, me lanzo a un lado. Un arma con filo pasa rozando mi brazo derecho. Mi cuerpo topa con la pared de una forma brusca y me quedo por un momento tumbada, analizando de dónde acaba de venir.

El hacha cuelga de un lado a otro, me arrastro en el suelo para alejarme de ahí. El dolor empieza a quemar en el brazo, porque el roce con el traje ha provocado una fricción y se siente como quemadura.

Al ponerme de pie continúo avanzando con sumo cuidado hasta que escucho un grito, ahora a solo unos cuantos metros. Me emociono de más y avanzo a toda prisa al pensar que, al dar la vuelta, me toparé con Madeline.

El suelo en estos momentos ha cambiado, ahora camino sobre madera. Dudo en si seguir o no porque es tan solo un corto pedazo y cualquier cosa podría estar debajo de esto, ya que se escucha hueco.

Decido no arriesgarme y saltar hacia el otro lado. Me impulso, pero la fuerza física que he perdido estos días hace que calcule mal. Uno de mis pies es el que cae en él y el otro logra entrar al área de tierra.

La madera se rompe bajo mi peso, mi pie sigue colgando, pero aun así siento que mi pantorrilla es desgarrada.

Grito de dolor, aunque como puedo, me levanto y me recuesto en la pared. Estiro mi cuello para ver hacia dentro de la trampa y veo que son pedazos de vidrios clavados en la tierra.

Solo he recibido dos cortaduras esta vez, pero duelen más. El traje no puede hacer nada en estos casos, ya que su textura está diseñada para que las balas se deslicen hacia otro lado, no está diseñado para que algo con punta filosa pueda desviarse.

Corto un pedazo de blusa que traigo encima del traje y me lo amarro en la herida más abierta. Lo presiono para que deje de sangrar. Sé que no será de mucha ayuda, pero espero que me sirva en el tiempo que esté aquí.

Distingo algo distinto a lo lejos y camino lo más rápido que me es posible para llegar. Al estar cerca me percato que es el hombre que ha seguido a Madeline. Por las pocas veces que estuve vigilando su mansión, sé que es un hombre de confianza para ella, quien ha caído en una de las trampas. Noto que aún está respirando a pesar de lo mal que se ve.

Lo observo con desprecio y avanzo. A los pocos metros que camino, mi instinto me dice que regrese para encargarme de él. Volteo primero mi cabeza y lo único que veo es al hombre, dando lo último de sí mismo para proteger a una tipa que lo abandonó. Lleva consigo un garrote que dios sabe de dónde lo ha sacado, ya muy cerca de mí.

Recibo el golpe en la espalda y, a pesar de ser un hombre moribundo, aún tiene fuerza. El dolor empieza desde mi cabeza, llegando a lo bajo de mi columna, pero logro dispararle para que muera de una vez.

Trato de dar dos pasos, lo logro, pero un golpe no es nada fácil. Pierdo el conocimiento cuando hago un último esfuerzo para continuar.

Bien, estamos en la recta final. Black está a unos cuantos metros de encontrarse con Madeline, cuando tiene qué pasar esto.

El capítulo siguiente me ha encantado y espero que a usted también, no los entretengo más porque estamos por acabar esto.

Sigan deslizando para enterarse de cómo acaba esta historia.

3/5

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top