56 | Dolor y culpa
BLACK
Alessandro está en las fotografías y en una situación muy complicada, pero no es el único en el sitio, hay un chico que no logro distinguir muy bien.
Levanto la vista hacia S.
—¿Qué más está ocurriendo? —pregunta.
—¿Puedes tomar un taxi? —cuestiono, ignorando la pregunta que me hace.
—¿Qué sucede? —insiste.
—Ve con Doble B y dile que mande personas a la casa de los padres de Alessandro y que vea si Christian está con ellos. Él entenderá de quién hablo.
—¿Puedes decirme qué pasa?
—Triana. —La sostengo de los hombros—. Ve, por favor. Tengo que usar el auto ahora.
Ella asiente y me entrega la llave del auto, pero antes de que se marche, le pregunto:
—¿Puedes buscar un lugar a través de fotografías?
Asiente y me pide el celular. Me cuesta creer que en un par de minutos la encuentra la ubicación y me la entrega.
—Ninguna palabra de la ubicación a alguien más. — Intenta protestar, así que agrego—: No quiero que nadie más salga herido.
Asiente y por fin se baja del auto, permitiendo que, con un largo suspiro, arranque el auto.
Si no acabo con los Bonnedetti, esto será como un ciclo sin fin.
A pesar de hablar con Erick y Doble B sobre dejar esto a un lado, decidí que era mejor estar siempre armados, así que antes de salir he colocado algunas armas en el maletero. Esta vez no iré desarmada.
Empiezo a quitarme la venda que sostiene mi brazo, hago una mueca de dolor, pero ya no es tanto como al principio. Es soportable. Conduzco hacia la salida de la cuidad, que no está tan lejos gracias a los kilómetros que S me hizo recorrer.
ALESSANDRO
Empiezan a colocar a Christian sobre la silla, le es casi imposible mantenerse, así que hay alguien sosteniéndolo para que no se vaya de lado.
Siento una gran rabia en estos momentos, tanta, que el dolor de los golpes ha desaparecido. Intento zafarme con todas las fuerzas que tengo, pero es imposible. Los dos guardias que me siguen sosteniendo hacen lo que pueden para que no me mueva de donde estoy.
Continúo suplicando que lo dejen en paz, que hagan todo lo que quieran conmigo, pero no a él, aunque ya le hayan hecho lo peor.
—Solo es un niño —digo, con la voz quebrada—. ¡Déjenlo!
Me inclino hacia adelante, sintiendo la tensión en los brazos que ya no las siento a causa de la fuerza que ando ejerciendo contra ellos. Caigo de rodillas ante lo vulnerable que me siento, no puedo hacer nada y mi hermano morirá frente mis ojos.
Ahora solo Estuardo se ha quedado con él y los otros dos ya han salido.
Soy arrastrado hacia la pared que tengo detrás y Estuardo termina por dar unas órdenes indicándole a los tipos que me dejen amarrado en un paral de madera que se encuentra ahí.
—Terminen de hacer lo que indicamos —dice cuando los hombres han terminado conmigo y salen de la habitación.
—Por favor —suplico, con la cabeza gacha, como si me estuviera inclinando hacia él, por suplica—. Si tienes algo de humanidad, déjalo.
Se coloca detrás de mi hermano, sin ni siquiera prestarme atención.
—Christian. —Lo llamo para que capte mi atención y trate de pelear como pueda—. Hermano, por favor, reacciona.
No lo hace, tengo que planear algo para poder zafarme de aquí y ayudarlo. Pujo ante la fuerza que hago, pero el paral solo vibra en cada empujón que doy.
—¡Mierda! ¡Christian, despierta!
Por fin empieza a abrir los ojos y ante la poca fuerza que le queda intenta levantarse de la silla, pero Estuardo ya le está rodeando el cuello con el lazo y lo empuja hacia abajo de nuevo, provocando que Christian empiece a retorcerse.
—¡Para, para! —grito.
Noto que todavía tiene subconsciente porque intenta voltear hacia donde me encuentro, pero la cuerda impide que termine de hacerlo.
BLACK
Voy conduciendo lo más rápido que puedo y ya he llegado a donde comienza el camino de tierra que está en las fotos que me enviaron. Según la ubicación, aún me falta tres kilómetros para poder llegar.
Escucho el tono de llamada de mi celular y continúo viendo el camino, ignorando a quien quiera que sea. Acelero para llegar más rápido.
Quien llama es Doble B, a estas alturas S ya tuvo que llegar a la mansión y contarle lo sucedido. Supongo el motivo de su llamada. Coloco el móvil en silencio y continúo conduciendo.
ALESSANDRO
Ha empezado a sacudirse al intentar conseguir aire.
No sé si Adria tiene pensado venir, pero no pienso depender de ella en estos momentos. No quiero esperar para saber si vendrá o no. Tengo que actuar lo más rápido posible.
—Aguanta, por favor —pido—. Te sacaré de esto y regresarás a casa.
Empiezo a subir y bajar las muñecas para quemar la cuerda con la madera. Es algo cansado, pero me obligo a continuar viendo con odio y lágrimas en los ojos a Estuardo, quien únicamente se concentra en lo que hace.
Veo a Christian por un momento y me apresuro al observar que está dejando de moverse y cierra los ojos. Al darse cuenta de eso Estuardo, lo suelta. El muy maldito quiere que siga despierto para que siga con esto.
Christian tose con fuerza y cae en el suelo, tambalearse a un lado.
Recuerdo la primera vez que lo vi llegar en los brazos de mi madre a casa, las veces que le presté mis juguetes porque él no quería usar los suyos. La primera vez que fue a la escuela y tuve que ir a consentirlo porque lloró.
Nuestras peleas, las bromas, las alegrías. Los años compartiendo habitación y la felicidad que tenía cuando lo aceptaron en la universidad hace apenas unas semanas atrás.
—Por favor —digo, llorando—, no se merece esto.
Por un momento, tengo un mínimo de esperanza cuando escucho un auto llegar muy a lo lejos, pero dura solo por unos minutos, ya que después todo empeora.
BLACK
Por fin puedo ver el lugar y empiezo a bajar la velocidad para poder frenar. Apago el auto enseguida y bajo para abrir el maletero. Cuando estoy agarrando una de las armas, veo un tipo de camioneta que conozco muy bien que empieza a salir por el otro lado del camino.
Salgo corriendo sin ni siquiera terminar de cerrar el auto y observo a mi alrededor para asegurarme que no haya nadie más que sea un peligro. Veo la casa y camino hacia ella, la puerta está abierta, así que es fácil entrar.
Entro en cada habitación, pero la casa está vacía. Llegando a un pequeño patio que se encuentra dentro, siento un olor fuerte a gasolina y madera quemándose. Veo hacia arriba y noto el humo que está saliendo del otro lado de la pared.
Salgo corriendo de la casa, y veo que a la par de esta, se encuentra un almacén de madera —el que está empezando a quemarse— y llego a ella con cuidado ya que la parte de enfrente aún no está en peligro, pero es cuestión de tiempo, así que no tengo mucho. Solo quiero corroborar que no haya nadie adentro.
Cuando estoy llegando a la entrada, escucho una voz conocida. Es Alessandro que grita, aunque no le entiendo lo que dice hasta que llego a la puerta.
—¡Por aquí! ¡Ayuda! ¡Adria!
Trato de abrir, pero está cerrado con llave. Busco con la mirada para poder abrirla y camino un par de pasos ya que noto una hecha en el suelo. Empiezo a partir la cerradura con toda la fuerza que tengo y al tercer golpe esta cede.
—¡Hazte a un lado! —Escuchar gritar de esa manera a Alessandro hace que entre en pánico —. ¡Cuidado!
Empujo la puerta con fuerza y por fin entro. Presiento que algo muy malo está pasando y no me detengo. Paso de largo y en lo único que me enfoco es en él, que se encuentra amarrado desde las muñecas en un paral de madera, hasta que otro grito hace que me enfoque a otro sitio.
—¡Ayúdale a él, a él no a mí!
Ahora comprendo bien sus súplicas. El fuego casi ha llegado donde se encuentra Christian, su hermano y veo que tiene la cabeza muy pegada a él, provocando así su grito.
Corro sin pensarlo para ayudarle a levantarse, pero cuando lo hago noto que tiene una manera de comportarse extraña, así que tengo que hacer mayor fuerza para arrastrarlo de ahí.
El calor ya empieza a ser sofocante y el humo impide que pueda respirar con normalidad. Esto es diferente a como con Erick, ya que me tengo que encargar de dos personas mal heridas.
Cuando ya estoy cerca de Alessandro, me pide que lo desate para ayudarme, así que eso hago. Saco una daga de mi cintura y de un movimiento le corto la cuerda.
Se levanta sin dudarlo, aunque le cuesta hacerlo a causa de los golpes que le causaron y, cuando llega a su hermano, suelta un grito de horror que nunca había escuchado.
Me acerco para saber qué sucede y de paso ayudarle y, cuando lo hago, me detengo por un momento ante lo impactante de la situación. No me había percatado de lo que sucedió por lo rápido que he actuado.
Christian tiene la mitad de la cara destruida a causa de una grave quemadura, y ahora sé por qué realmente el grito.
Si hubiera venido un par de minutos antes, si hubiera dejado hablar a Alessandro en vez de reclamar por lo que hizo, esto no hubiera sucedido. Si lo hubiera escuchado cuando tantas veces me dijo que tenía algo que decirme, Christian, quien apenas estaba viviendo, no estuviera involucrado.
Juro que no fue mi intención hacer nada de eso. Si hubiera sabido que todo esto al final también involucraría a la familia de Alessandro, en primer lugar, nunca hubiera deseado que me conociera.
Pero... no es mi culpa, fue Madeline quien hizo esto, yo no escogí que asesinaran a mi familia. Fue ella quien decidió hacerlo.
Acabo de provocar una desgracia al hermano de Alessandro y escuchar su llanto de sufrimiento me llena aún más de culpa. Empiezo a retroceder ante sus palabras.
—Todo fue mi culpa, yo me metí a esto, yo lo hice. Le pasó esto por mi culpa. ¿Qué le diré a mis padres?
Siento que mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas. Lo único que quiero hacer es salir corriendo de este sitio.
—No —dice de repente, volteando a verme—. Todo esto es obra tuya, Black. Desde que iniciaste esta mierda, lo único que has logrado es que la gente a tu alrededor sufra.
—Alessandro...
—Te odio, Black, te detesto, Adria. ¡Toda esta mierda es tu culpa! ¡Maldita sea la hora en que empecé a seguirte!
Mi vista se empieza a nublar a causa de las lágrimas. No puedo seguir más aquí. Pero el fuerte calor y el olor a gasolina hace que reaccione de nuevo.
Empiezo acercarme a Alessandro, pero este protesta.
—¡Vete, Black, vete a hacer tu estúpida venganza! No quiero saber nada de ti.
—Alessandro, estamos...
Parece que él también ha perdido la noción de dónde está. Se ríe y sé que se ha vuelto completamente loco.
—Lo sé, Adria. ¡Vete tú! ¡Sálvate tú sola! Yo veré como lo saco de aquí. Ya no tengo cómo ver a la cara a mis padres. No sé cómo decirles que le hice esto a mi hermano y no hice absolutamente nada para evitarlo.
—Vamos, Alessandro, no podemos hacer nada.
—Te dije que te fueras.
Molesta, me acerco a Christian para sacarlo arrastrado si es posible. En tan poco tiempo las llamas han crecido y están empezando a rodear el almacén.
—Él aún sigue con vida, si los dejo aquí —protesto—, ambos morirán.
Lo sostengo por debajo de los brazos y, con todas mis fuerzas, intento arrastrarlo, pero me lo impide cuando lanza un golpe para que lo suelte.
El golpe causa que caiga en mi parte trasera, él, preocupado, voltea a verme, pero parece recordar todo y me observa con una mirada de odio. Ha sido la peor mirada que he visto, y me duele tanto que sea hacia mí.
—No lo dejaré, Adria. No lo haré, tú puedes irte.
—Pero tenemos que salir de aquí lo más pronto posible y con tus heridas no puedes hacer eso.
Se queda en el mismo sitio.
Me levanto y camino hacia el cuerpo del chico. Con una mano sostengo su cuerpo y con la otra le quito la cuerda que tiene alrededor del cuello y que le ha dejado una marca.
Estoy a punto de caerme, pero logro regresar el equilibrio.
—No lo toques.
Como puedo, me lo coloco en la espalda y lo cargo para empezar a salir, ignorando las palabras de Alessandro. Este se levanta y viene a toda prisa hacia mí. Por un momento pienso que me golpeará de nuevo, pero me arrebata el cuerpo de su hermano y lo carga como si nada.
El chico, a pesar de ser alto, todavía estaba en la adolescencia y, a comparación del cuerpo de Alessandro, es mucho menos pesado.
—No. Lo. Toques.
—Está bien, pero necesitamos salir de aquí.
Sin mirar atrás, es el primero en dirigirse a la salida. La puerta continúa abierta, y gracias a una fuerza espiritual, el fuego aún no ha llegado ahí.
Salimos y nos alejamos para evadir las llamas. Alessandro se sienta, recostado en la pared de la casa, con el cuerpo del chico en su regazo.
Su llanto se hace más fuerte, yo me pongo de cuclillas, viendo la terrible escena y también lloro mientras le marco a una ambulancia para que venga.
Necesito irme, pero no puedo dejarlo solo y que cometa alguna locura. Así que después de pedir una ambulancia, se me ocurre llamar a Doble B para que venga hacia acá.
—¿Hola, Adria?
—Necesito saber si están bien —digo, refiriéndome a los padres de Alessandro.
—Lo están, pero, están preguntando por sus hijos. —Eso me hace soltar otro sollozo—. Dejé algunos hombres a su cargo. Adria, no sé qué demonios está pasando, pero...
—Ya no puedo más con esto, Berne —comento—. Ya no puedo soportarlo, no puedo quedarme tranquila después de esto.
—Pero qué...
—Por favor, ven. No puedo dejar a Alessandro solo aquí. Podrían volver y hacerle daño. S sabe la ubicación.
—No entiendo qué pasa, pero pronto me tendrás allí.
Cuelgo la llamada y empiezo a acercarme a Alessandro de nuevo. Este voltea a verme con enojo. Ante la situación, no me he dado cuenta de que también me ha quitado la navaja del cinturón y empieza a agitarla hacia mí.
—Si te acercas, te juro que te mato.
Retrocedo de inmediato.
—Tus padres están bien. Lo siento Alessandro, todo es mi culpa, yo te metí en esto.
—Tú no sientes culpa cuando provocas daño, Adria, así que deja de decir eso y desaparece de mi vida de una vez por todas.
Me quedo a una cierta distancia, pero no me alejaré de él, al menos no hasta que venga Doble B.
—Te prometo que la mataré —digo, para él, aunque sé que no me escucha—. Eso debí hacer desde el principio. Ese era mi trabajo y los involucré. Acabaré con ella, Alessandro.
Ay, esto si me dolió, la verdad.
De amor a odio :( que triste y comprendo por qué lo dice, la verdad si es un evento demasiado fuerte para asimilar.
Bueno, esto era lo que faltaba para detonar el desencadenante de la trama y motivar definitivamente a Black.
El conteo queda así: 2/5.
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