45 | Siempre tiene que salir algo mal
BLACK
Después de ver las fotografías, recibí una llamada y dejé a Diecinueve solo en la sala. Era una llamada de Doble B donde decía que tenía algo muy importante por decirme, que era preciso que regresara a Wedram de inmediato.
Le pregunté qué pasaba, pero dijo que no era conveniente hablar por teléfono y menos por algo tan delicado.
A la mañana siguiente me despierto muy temprano y agarro un auto para regresar hacia Wedram, sola, sin avisarle a ninguno de mis compañeros ya que no tengo tiempo para explicarle qué sucede, cuando ni yo misma lo sé.
Realmente es algo delicado para que me haya hecho regresar, sabiendo que estaba a punto de dar mi golpe final y que todo esto estaba a punto de terminar.
—Black, es algo urgente. Necesito que regreses.
He conducido muchas horas cuando llego al lugar en que decidimos quedar, pero él no está y se me hace algo muy raro, ya que es una persona correcta como para darse el lujo de llegar tarde a una cita. Sea cual sea el motivo.
Pasan unos minutos y decido marcarle, pero me detengo al ver su auto llegar. Me sorprendo porque jamás lo había visto de esa manera. Está todo ojeroso y pálido y también puedo ver lo nervioso que está.
—Doble B, pero ¿qué demonios? —Le hablo, en cuanto se acerca.
—Aquí no —corta—. Vamos, sube al auto.
Camino hacia mi vehículo y él ve hacia todos lados. Me preocupo de inmediato. Ya en el auto, me cuenta todo de principio a fin y esta es una de las pocas veces en las que he sentido el verdadero terror.
Me dice que ha recibido una llamada donde le decían que, si no me comunicaba con ellos, nos arrepentiríamos. Pienso que es una simple amenaza, pero en cuanto continúa, mi miedo crece.
—No quiero que hagas estupideces con lo que te voy a decir.
Lo han amenazado con mandarnos la cabeza de Erick si no hablo personalmente con ellos.
Quiero creer que es algún tipo de broma y que he hecho un viaje de por gusto, pero cuando intento comunicarme con Erick no responde ninguna llamada.
—Dime dónde y cuándo te pidieron que fuera —pido, hasta posiblemente se lo suplico, pero él no cede.
—Los matarán a los dos, Black. No puedes arriesgarte.
—¡Me importa una mierda arriesgarme! —exclamo—. ¡Es Erick quien ahora está en riesgo!
Arranco el auto y él se baja de inmediato. Necesito ir a la casa de Erick, solo para saber si esto es cierto.
Mientras conduzco, veo el retrovisor y noto que el auto de Doble B me está siguiendo. Al llegar en frente, distingo la casa de Erick con los vidrios rotos y las paredes llenas de agujeros a causa de las balas.
Salgo de inmediato y corro hacia la casa. Me hubiera paralizado del asombro, pero pienso que no es momento.
—No he llamado a la policía porque... —intenta decir Doble B, pero lo interrumpo.
—La policía no hará nada en este caso y lo sabes.
Entro con facilidad ya que la puerta está forzada y veo el desastre que hay. Todas las cosas de Erick están tiradas y rotas. No veo sangre por ningún lado y me tranquiliza saber que al menos no está herido.
Se forman lágrimas en mis ojos y empiezo a parpadear para apartarlas. Camino de vuelta a la sala, pero me detengo porque escucho un teléfono sonar.
Veo que Doble B ha salido para hablar por teléfono y respondo.
—¿Hola?
Reconozco de inmediato la voz que suena en la bocina.
—Te sugiero que vengas lo más pronto posible para que este viejo siga con vida. Sola —habla Madeline.
—¿Cuándo y dónde? —pregunto sin dudarlo.
Me da la dirección y la hora, cortando la llamada. Cuando eso pasa, veo a Doble B acercarse a la entrada.
—¿Quién era? —pregunta.
—¿De qué?
—Escuché que entró una llamada.
—Ah, era...
—¿Los sujetos que lo tienen?
—Sí, era Madeline. —Termino por ceder, ya que no tiene caso ocultárselo.
—¿Qué te dijo?
—Quiere que vaya a un lugar. Sola.
—¿Qué harás?
—Ir —comento—. Tengo que hacer que libere a Erick.
—No debes ir, será un suicidio. ¿Crees que será justa? No. Terminará matándolos a los dos.
—Sé defenderme —aseguro.
—Sí, eso lo sé. Pero nadie, por más asesino que sea, puede escapar con tantos hombres armados. Será una trampa.
—¡Maldición, lo sé! —exclamo, harta de su exigencia—. ¡Pero vale la pena intentarlo! Llevaba mucho tiempo sin enviarle ni siquiera un mensaje, me metí tanto en esta estúpida venganza que lo mantuve todo el tiempo desprotegido. No pensé en los que me importan. No pensé que corren peligro.
» Cada vez que me voy y me encargo de esos desgraciados sé que me gano un enemigo, pero he pensado más en lo que yo quiero. ¡Mierda! Si solo yo corriera peligro no me hubiera importado desde el principio ir y matar con mis propias manos a Madeline, pero también corren peligro ustedes. Además, no quiero que esto vuelva a pasar. No soportaría perder a alguien más.
Las lágrimas ya están corriendo por mis mejillas y no hago nada para ocultarlas. Ya me cansé de evitar llorar.
—Yo te metí en esto —continúo, aunque sé que también lo lastiman mis palabras—. Si no fuera por mí, no tendrías que salir con miedo y con tantos guardias detrás de ti. Ya no quiero perder a más gente que me importa, pero también quiero que esa familia pague por lo que ha hecho.
—Ya, está bien. —Me tranquiliza—. No puedes irte sola, no puedo permitirlo. Erick no lo haría.
—Pero Erick no está aquí, está con Madeline. Así que iré y no intentes detenerme o mandar a seguirme.
—¡Black! —grita, llamándome.
Salgo de la casa, Doble B se queda en la puerta y camino hacia mi auto. Al entrar, busco en mi celular la dirección que Madeline me dio, al verla, sé dónde es.
En el fondo quisiera que también mi equipo estuviera aquí, pero no los puedo arriesgar. Ya lo he hecho bastante. Si no estuviera buscando mi venganza, ninguno estaría en peligro.
Cuando voy por la carretera, mi mente piensa en todo lo que he hecho por la venganza. Empecé buscando al verdadero culpable y terminé con la mayoría de las personas que dañaban este país, pero sé que lo que hago es enfermo.
Me concentro en conducir. Llegando al lugar, recuerdo que, por salir rápido, no traje un arma conmigo. Aun así, haré lo necesario para sacar a Erick de aquí. Cueste lo que cueste.
Estaciono el auto y observo por un momento el perímetro. La calle está vacía y eso debe bastar para que el ambiente sea sospechoso.
Bajo del auto y cierro. El camino es de tierra y lleva a un almacén abandonado. Las puertas están abiertas y trato de entrar lo más silencioso que puedo. Quisiera haber traído el traje para poder tener algo para protegernos.
Al entrar, veo maquinaria abandonada. Con suerte aún se puede ver gracias a la poca luz que entra a través de las ventanas. Continúo avanzando y me detengo solo hasta que escucho quejidos más adelante.
Con el corazón palpitando rápido, corro cuando veo a lo lejos a un hombre en una silla con una bolsa en la cabeza. Está amarrado como tenía a Estuardo y tiene la cabeza gacha.
Estoy a punto de acercarme, cuando se encienden unas luces. Me detengo de golpe y coloco mis manos frente a mi rostro porque lastiman mi vista.
—Vaya, vaya. —Es la voz de Madeline a través de un megáfono—. Pero miren quién nos honra con su presencia.
No sé a dónde voltear a ver porque la voz se escucha en todos lados.
—Veo que cumpliste con lo que te pedí, yo también cumpliré con mi palabra.
—¿Qué quieres? —pregunto, volteando a ver a cualquier lugar—. No creo que esto sea un trato pacífico.
—No, claro que no. Te dije y le dije a tu amigo que quiero hablar contigo y tener un acuerdo.
—No tengo acuerdos con gente como ustedes.
—No te conviene decir eso. Tú padre dijo lo mismo y ya vez lo que sucedió.
—No te atrevas... —intento protestar, pero los quejidos de Erick me interrumpen.
—Claro que me atrevo, porque tú y tu querido padre están hechos del mismo molde que nosotros.
—¿Cómo te atreves a decir eso? —continúo con desprecio—. ¿A caso tienes idea de cuánta gente inocente has matado? ¿No sabes a cuántos has hecho sufrir?
Escucho su risa a través del altavoz, después de un momento, sigue hablando.
—No te hagas la inocente, niña. Sabemos muy bien que tu padre no era ningún santo, él también era un asesino, prefirió el dinero a su familia. Estás siguiendo sus mismos pasos, solo que con la venganza.
Decido ignorar sus palabras porque sé que las dice solo para provocarme. Avanzo hacia Erick y le quito la bolsa de tela en la cabeza y el corazón se me remueve al verlo.
Tiene el rostro golpeado y ahora comprendo por qué no hablaba, hay una mordaza en su boca.
—No existe la gente inocente o gente buena, Black. Solo se comportan de esa manera para ocultar sus verdaderas intenciones.
Erick intenta advertirme algo con su mirada, pero no logro captar.
—Ya me debes otra, Madeline —digo en un murmullo—. ¡Me debes una más, Madeline! —Ahora lo grito.
—¿Tendremos un trato?
—Ya te dije que no. Ni si quiera pienso escuchar de qué se trata —respondo.
—Bien, al menos lo intenté. Háganlo.
Pienso que hará una emboscada o algo parecido, pero lo que hace es peor. Erick empieza a gruñir y a intentar zafarse de las cuerdas, fallando en el intento, así que me acerco para ayudarlo.
De primero le desamarro la cuerda de los pies y luego voy con las manos. Él, personalmente, se quita la mordaza y empieza a hablar.
—Debemos salir rápido de aquí, piensan...
No termina de hablar porque de reojo me doy cuenta que las llamas están empezando a crecer a unos metros de nosotros.
—Incendiar el lugar. —Termino por él—. ¿Puede caminar?
—Si es para salvarnos, sí.
Empezamos a caminar al lado contrario de donde he entrado, ya que ahí empieza el fuego.
—Esta fábrica es lo suficiente grande para perdernos —comenta Erick—. Creo que hay una salida por aquí.
Le sigo y algunas veces le ayudo porque está a punto de caer. Se está empezando a sentir el calor de las llamas, la fábrica empieza a llenarse de humo y nos cuesta respirar.
—Escuche, Erick. —Lo sostengo del brazo y hago que nos detengamos. Él me observa con cierta impaciencia y hablo—: yo... Lo siento.
—¿Por qué? —pregunta.
—Por meterlo en esto.
—¡Oh, por Dios, Adria! No tienes que hacer esto. Menos en una situación como esta.
Decido no protestar porque sé que tiene razón, no es buen momento. Ahora el humo y el calor nos impide respirar, nos cubrimos la nariz y la boca con el ángulo de nuestro brazo. Por fin logro visualizar una puerta y empiezo a escuchar pequeñas explosiones.
—Vamos. —Logro escucharlo.
Las llamas están cada vez más cerca y nos rodean. El camino se nos hace eterno, Erick va al frente y de reojo logro distinguir un movimiento.
Volteo hacia la derecha y veo una gran estantería de metal que está a punto de caer hacia nosotros. Como puedo, agarro a Erick de la camisa y le doy un jalón retrocediendo a la vez. Los dos caemos de espalda y la estantería cae a unos centímetros de nuestros cuerpos.
Nos miramos, sorprendidos, pero no nos damos el lujo de quedarnos ahí. Nos levantamos con prisa y seguimos, rodeando el metal.
Se escucha otra explosión, pero esta vez más cerca. Para la próxima, estoy segura de que saldremos volando. Debemos darnos prisa.
Nos acercamos más a la salida y, al llegar Erick intenta abrirla, pero no cede.
—Está con llave —informa.
Me acerco y hago fuerza, pero no logro hacer mayor cosa. Busco algo con qué hacer presión y encuentro un tubo que podría ser de ayuda. Voy directo a la puerta y empiezo a golpear la cerradura con el metal.
Erick también trae uno y ahora ambos golpeamos la puerta. Ya me empiezo a sentir mareada. Cuando la salida está algo destrozada, Erick habla.
—A las tres. —Sé que se refiere a empujar la puerta—. Uno, dos y a las...
Corremos directo a la puerta, dando nuestro hombro para que la puerta se derribe. Por alguna obra milagrosa esta se abre y vemos el hermoso cielo azul. Volteo a verlo y empiezo a reír.
Erick voltea hacia atrás y su cara cambia, se pone serio y dice:
—Salgamos de aquí, tenemos que huir y ya después, cuando estemos a salvo, podemos hablar.
Él ya está a unos metros de distancia, pero yo me tomo un tiempo para hacer un respiro. Erick me llama, y empiezo a avanzar cuando otra explosión ocurre. Esta vez, más cerca.
Lo primero que pienso es que, si nos hubiéramos tardado unos minutos más en abrir la puerta, ahora estuviéramos muertos. Erick está más lejos del campo y no le afecta tanto como a mí.
Siento un calor inmenso en mi espalda, después, como si un gigante me diera una patada y soy lanzada por el aire. Intento levantarme y buscar con la mirada a Erick. Hago fuerza para levantarme, pero caigo. Vuelvo a buscarlo y todo se ve borroso.
Veo una sombra acercarse y de lejos —ya que escucho un pitido dentro de la cabeza— oigo que me llaman.
—¡Black, Black! —Es la voz de Erick—. ¡Vamos, Black!
Intenta levantarme, pero solo quiero estar tumbada y descansar. La cabeza me duele un demonio.
—Vamos, ya no tardarán en venir. Tienes que salir de aquí.
La vista se me aclara por un momento y veo a Erick por una última más antes de cerrar los ojos.
Pues el título lo advertía y sí que se está saliendo de control todo. Pero no se preocupen, que hace un par de capítulos les dije que ya íbamos por el 80% del libro, así que puede que las cosas mejores. O no...
Ah y ya mejor no hago el conteo de los 6 capítulos diarios porque ya salió mal desde el primer día. Según yo ya había subido este capítulo, pero me fui a comer y luego se me olvidó por completo.
Que pase lo que tenga que pasar, lo que mejor convenga.
Adelanto del siguiente capítulo:
"Yo sé que ella no es una persona que a todos les agrade. Es impulsiva y a veces insoportable, pero en el fondo sigue siendo la niña que adoraba jugar a las escondidas".
Ay. ¿De quién creen que sea el diálogo? Está fácil.
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