36 | De asesina a estilista

BLACK

El muy bastardo es rápido. Lo voy siguiendo, pero sabe por cuál esquina voltear para continuar huyendo. A veces lo pierdo y sigo corriendo como loca para encontrarlo, vuelve a desaparecer y aparece. Parece que anda jugando conmigo.

Ah, y Diecinueve me las debe. Le di la orden que me siguiera, pero le valió y se fue. Ni siquiera tiene un arma y, ¿qué pasa si se topa con Estuardo? Lo matará. También me preocupa Alessandro, pero sabe defenderse mucho más que el chico.

Debo evitar que alguno se encuentre con Estuardo antes que yo. Corro con más fuerza y tomo el siguiente camino con la esperanza de atraparlo.

—¿Alguien tiene una pista? —pregunto por el audífono.

Aún no, solo sigo sus movimientos a través del GPS de los cascos —informa S.

—¿Diecinueve?

Está detenido, pero Alessandro se está acercando. Sé precavido.

Eso tranquiliza mis nervios, sigo avanzando. Después de unos minutos, Alessandro se comunica:

Lo encontramos. Ya está neutralizado.

—Bien —digo—. S, guíame hacia ellos.

Como gustes.

Cuando llego al sitio, veo a Diecinueve y Alessandro sostener el cuerpo inconsciente de Estuardo, quienes amarran sus pies y manos.

—¿Está muerto? —pregunta Blazer, caminando hacia nosotros.

—No, solo desmayado.

Me acerco y Diecinueve empieza a hablar.

—Black, yo...

—Tenemos que llevarlo a la camioneta —hablo, ignorándolo.

Estoy cerca. Pueden salir desde el lado sur —informa S.

Avanzamos, ahora entre Blazer y Alessandro están cargando el cuerpo de Estuardo. Empezando a salir del callejón, la camioneta se estaciona en frente y sale S para correr la puerta.

—¿En serio vamos a hacer esto? —pregunta.

—Es nuestra oportunidad para obtener información. Colóquenle esto en la cabeza —. Entrego una bolsa de tela negra—, por si despierta.

Al subirnos a la camioneta, nos largamos. Cuando ya empezamos a salir del centro, vamos por todo el camino en silencio y solo hasta que estamos cerca, doy algunas órdenes.

—¿Dónde lo dejaremos? —pregunta Blazer—. Ya todos los cuartos están ocupados.

—No todos —respondo.

Caminamos hacia la habitación de armas.

—¿Aquí? —pregunta alguien—. ¿No te parece que es muy arriesgado?

—Obviamente lo amarraremos —opina otro.

Me dirijo donde se encuentra una estantería y empiezo a empujarla hacia la izquierda. Aparece una puerta y busco la llave entre mis bolsillos.

—¿Hay más así? —pregunta Alessandro.

—Es la única, al menos que yo sepa —respondo.

Entran cargando el cuerpo inconsciente de Estuardo, yo detrás de ellos con una silla y cuerdas que estaban dentro del área. Coloco el asiento en medio, de espaldas a la puerta y pido que lo sienten.

Empiezo a amarrarle las manos detrás de la espalda de la silla y un pie en cada pata. Cuando termino, empieza a despertar.

Veo hacia mis compañeros y asiento, informándoles que me dejen a solas con él.

—¿Estarás bien? —pregunta Alessandro.

Salen de la habitación, cerrando la puerta. Cuando volteo, noto que aún está aturdido. Le quito la bolsa de la cabeza.

Camino para estar en frente y tiene la cabeza agachada. La levanta y me examina por completo.

—Por fin tengo el honor de conocerte, Black.

Ni digo, ni hago nada. Solo observo.

—Parece que te han comido la lengua los ratones —continúa, riendo—. ¿Qué esperas de mí? ¿Dinero, información? Dinero no creo que necesites, e información te aseguro que no obtendrás.

—Ten por seguro que tu asqueroso dinero no lo quiero, pero tu valiosa información sí.

—Repito: información no.

—Te recuerdo que hay muchas maneras de obtenerla.

—¿Vas a torturarme? —Vuelve a reír—. Eso no funciona con alguien como yo.

Estoy a punto de hablar, pero escucho la voz de S en el audífono.

Black, te necesitamos acá.

—Estoy ocupada.

Se trata de Diecinueve.

Frunzo el ceño y salgo de la habitación, dejando con las palabras en el aire a Estuardo. Cierro la puerta y corro la estantería y desactivo el casco.

Veo que Alessandro, S y Blazer están frente la habitación del chico. Me acerco a ellos y pregunto qué sucede.

—No sé —responde S—. Creo que...

No termina de explicar porque caen varias cosas desde adentro. De inmediato busco entre las llaves la que abre la habitación.

Cuando la encuentro, abro la puerta, pero topa con un objeto. Empujo con fuerza y logro distinguir algo. Alessandro se acerca y me ayuda a seguir empujando, gracias a su ayuda, por fin puedo entrar.

Están las pocas cosas que tiene regadas en el piso. El colchón está casi por completo salido de la cama y bueno, está todo hecho un desastre.

Volteo para cerrar la puerta y niego hacia mis compañeros que también quieren entrar. Cierro la puerta detrás de mí. Busco a Diecinueve y lo encuentro sentado en el suelo, con la cabeza entre las rodillas, posiblemente llorando.

—Oye —digo, a un intento de broma—. No soy una persona que le importa mucho gastar el dinero, pero costará reponer todo.

Él sigue en la misma posición.

—Te lo pagaré. —Su voz se escucha apagada—. Solo déjame solo.

Intento acercarme, pero niega.

He pasado por muchos de estos momentos en el pasado y sé que en estos ataques es cuando más quieres a alguien cerca, aunque no lo admitamos. Erick era quien estaba conmigo siempre, y hacía lo mismo que estoy haciendo con Diecinueve.

Si eso me ayudó a mí, espero que también funcione con él. Aunque también sé que no todos asimilamos nuestros problemas de la misma forma, pero no sé qué más hacer.

Empiezo a levantar las cosas, una por una, a modo de ganar tiempo y que se le pase. Es mejor esperar a que quiera hablar.

Cuando ya voy terminando y corro el colchón, me alegra escuchar su voz.

—¿Sabes? Creí que podría hacerlo. —Ríe de mala gana.

Lo volteo a ver y noto lo lloroso de sus ojos.

—¿Hacer qué? —pregunto.

—Detenerlo, pero empezó a hablar sobre cosas que hizo. Dijo que no me atrevería, dijo que te había matado y... mencionó lo mismo que tú me dijiste.

«¿Lo mismo que yo?».

—Me trató de decir —continúa— que después de mi primer asesinato, iba a disfrutar hacerlo, tanto como él lo hace.

Me quedo en silencio y me acerco.

—Vamos, levántate de ahí —respondo, ya que no se me ocurre algo para atacar ese argumento.

Lo sostengo de la mano para ayudar a que se levante y nos sentamos sobre la cama.

—Bueno, tampoco llegas a disfrutarlo, pero para alguien como tú o como yo que lo que nos mueve en este asunto es la venganza, empezarás a sentir que asesinar es como ir a tomar agua cuando tienes sed... pero me alegro de que no lo hicieras, simplemente no vale la pena.

—Si no vale la pena, ¿por qué secuestrarlo?

—Buena pregunta. Lo quiero para sacarle información, aunque con el poco tiempo que tuve a solas con él, pude darme cuenta de que no podré sacarle nada porque es el más leal a Madeline.

—Si no decide colaborar lo mataremos, ¿o cómo?

—Tampoco soy tan sádica —respondo a eso—. Sé muy bien quien es mi enemigo, Estuardo no me ha de pasar mucho en edad. Al igual que nosotros, tan solo es una víctima más de Madeline.

Solo asiente, levanto la vista hacia su cabello que le llega a los hombros.

—¿Hace cuánto no te lo cortas?

—Ummh. —Lo agarra con la punta de los dedos—. No recuerdo, pero antes lo cortaba cuando lograba conseguir el dinero suficiente.

—¿Te gustaría volver a cortarlo? —Asiente—. Tengo una idea, ya vuelvo.

Me levanto y camino hacia la puerta, pero me detengo cuando habla:

—Lo siento, Black. No fue mi mejor momento, quise mandarlo todo a la mierda.

Le sonrío en modo de comprensión. Camino hacia el baño para buscar algunas tijeras, cuando salgo, me encuentro a Alessandro en el pasillo.

—¿Lograste calmarlo?

—Más o menos. Sé lo que se siente en esos momentos y necesita apoyo.

—Eso es lo que más me agrada de ti —comenta—. Que a pesar de toda la mierda que tiene este mundo, tú logras ver el lado bueno; lo comprendes y das otra oportunidad.

—No soy quién para juzgar a las personas.

Decido seguir con mi camino, pero se coloca enfrente y me obstruye el paso.

—Necesito ir de nuevo—Es lo que logro articular, sin levantar la vista.

—Te recuerdo que tenemos una conversación pendiente, Adria.

—¿Lo podemos dejar para otro momento? —cuestiono.

Al levantar la vista, noto lo cerca que está y mi corazón se acelera más. Se hace a un lado sin protestar y mi alma lo agradece.

—Listo —digo, entrando a la habitación.

—¿Qué? ¿No pretenderás? —Se sostiene el cabello de una manera dramática.

—Lo pretendo —digo firmemente—. No soy tan mala en eso, yo soy la que corta el mío cuanto estoy en un largo viaje.

Después de unos segundos de meditarlo, responde.

—Está bien. —Suspira.

Analizo el entorno y me doy cuenta de algo.

—Tenemos que ir al baño, porque aquí se hará un desastre.

Ahora no hay nadie en el pasillo, así que se le es más fácil a Diecinueve salir.

Le pido que agache su cabeza en el lavado. Lo hace, y con la palma de mi mano remojo su cabello; con mis dedos, empiezo a peinarlo.

—Levántala solo un poco, para que empiece a cortar.

El cabello rubio empieza a caer por el lavado. Diecinueve tiene la vista baja, siente el peso de mi mirada y le regalo una sonrisa para tranquilizarlo y sigo con el corte.

—Parece que sabes lo que haces —habla.

—Te lo dije.

Empiezo por los lados y termino por la parte trasera. Cuando finalizo, le pido que se vea al espejo y me dé su opinión. Le gusta. Lo veo más relajado, así que aprovecho esa oportunidad para preguntar:

—¿Qué fue lo que pasó allá afuera? Me refiero a lo que pasó con Estuardo. La versión completa.

Se queda pensando, tal vez en sí contarlo o no.

—Creí que podría hacerlo —empieza—. No quería ser solo el chico guía, necesitaba aportar más al grupo. Por mi familia.

—Nos ayudas mucho con lo que haces, créeme.

Resopla.

—Lo tenía en frente. Tuve la oportunidad de vengar a mi familia, pero me acobardé.

—Alessandro fue el que te ayudó, ¿cierto?

Asiente.

—¿Se conocen? —pregunta de repente.

Dudo en responder.

—Sí, algo así.

—¿Cómo? Digo, si es posible saberlo.

—Él ha sido el único que ha descubierto quién es Black, por sus propios medios.

Eso parece sorprenderlo.

—¿Hubo algo entre ustedes? —pregunta, pero de inmediato se sonroja—. Disculpa, no debería de entrometerme en eso, es solo que... se nota mucho los sentimientos que tiene hacia ti.

—Espero que te haya gustado el corte —evado el tema.

Vuelve su vista al espejo para verse y sonríe.

—Mucho. Gracias, ya extrañaba tenerlo corto.

Estoy por decir otra cosa, cuando Alessandro se asoma en la entrada.

—¿Pasa algo? — pregunto.

—Estuardo está gritando y tú eres la única que tiene las llaves.

—Ya voy —digo.

—¿Qué ocurre? —pregunta Diecinueve.

—Nada, solo un pequeño asunto por resolver. 

Un capítulo para relajarse el día de hoy, o la noche, depende en qué momento se esté leyendo.

Bien, por el momento Black y los demás llevan la ventaja. ¿Qué creen que Madeline hará después de esto? 7.7

En los siguientes capítulos lo averiguaremos. El adelanto por hoy será:

"Me sacó de quicio y lo único que supe fue que ya estábamos en el suelo, peleando. Sí, peleando".

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