30 | Doble B nos obsequia un maravilloso regalo

BLACK

—¡A ver, a ver! ¡Quiero que todos estén en diez minutos en la sala de reuniones!

Son las seis de la mañana y Doble B pasa gritando y aplaudiendo por el pasillo de los dormitorios para que los demás se despierten. Yo tengo la dicha de caminar a su lado, tocando las puertas para que mis compañeros salgan y no ser despertados ante sus gritos.

No sufro del mal de levantarme tarde, ya estoy acostumbrada a despertar de madrugada o ni siquiera dormir.

Cuando toco en la habitación de Diecinueve, abre la puerta y sale somnoliento para ver de qué se trata todo esto. Lleva un mechón de su cabello levantado y los ojos aún hinchados.

Le entrego la ropa apilada que Doble B le ha traído. Mi amigo voltea a verlo y enarca una ceja.

—En diez minutos allá arriba. —Señala el techo.

Seguimos caminando y llegamos a la sala de reuniones.

—¿Quién es el chico? —pregunta—. ¿Al menos es mayor de edad?

—Creo que tiene diecisiete.

—No es correcto que esté metido en estos asuntos.

—Solo nos guiará, no lo dejaré hacer algo más. Lo necesito porque esta ciudad parece laberinto.

—De hecho...

—¿Qué?

—Esta ciudad fue construida hace muchísimo tiempo con esa perspectiva.

—¿Cómo laberinto?

—Sí, ¿no lo sabías?

—Supongo que alguna vez escuché de eso, pero no lo tomé mucha importancia.

—Cultura general, Adria. —No puedo evitar sonrojarme—. Pero bueno, ahora tienes quien te guíe.

No continúo la conversación, esperamos a los demás en el sofá y cuando sostengo el celular se me ocurre preguntarle algo que he querido saber desde que llegamos.

—¿Es posible rastrear un celular desde aquí?

—No y sí —responde mientras escribe en su móvil—. Ya hablé con Triana sobre este asunto, pero supongo que también tienes que saberlo. Hay un sistema que impide que lo tecnológico aquí adentro pueda ser rastreado desde otro lugar, pero ella sí puede rastrar lo que está afuera. En pocas palabras: la información entra, no sale.

—¡Vaya! —Todo esto me sorprende.

—Traje a alguien para que cocinara, ya que imagino no han comido muy bien últimamente —comunica—. No te emociones, solo será por hoy, no puedo haber otra persona además de los involucrados con la misión.

Camino hacia la cocina y en cuanto entro, veo a la señora. La reconozco, es la misma que se ha encargado de la cocina de Doble B, ya sea para él solo o cuando hay visitas.

Hay de todo. Desde jugo de naranja hasta manjares como postres.

—Buenos días —saludo.

—Buenos días, señorita. Falta poco para que todo esté listo, el señor Berne me pidió que nadie probara la comida hasta que todos estén en la mesa —comenta, ya que estoy a punto de agarrar un platillo—. Lo siento, pero ya sabe cómo es de exigente.

—Berne porque ya desayunó. —Le sonrío antes de salir del comedor—. ¿Hiciste eso a propósito? —pregunto con falso enojo cuando lo veo.

—Apresura a los demás, así puedes desayunar lo más pronto posible.

Voy solo porque tengo hambre. Cuando estoy por terminar las escaleras, me detengo porque los tres ya vienen subiendo.

—A la cocina. —Escucho la voz de Doble B.

Cuando entramos, la mesa ya está ordenada con cada delicia. Nos sentamos y después de un rato de vacilación, Doble B nos indica que podemos comer lo que queramos.

No había desayunado así de rico hace... ¿qué? Meses.

Subo la mirada y noto que Doble B ve hacia el menor.

—Diecinueve, ¿no? —pregunta y el chico asiente.

Lo veo muy apenado ya que no ha agarrado mucha comida. Sé que tiene hambre, pero está conteniéndose.

—¿Todavía eres menor de edad? —Continúan las preguntas—. ¿Diecisiete años?

—Veinte, señor.

—Oh, vamos, dime Doble B. Todos me llaman así.

Diecinueve solo asiente e intenta seguir comiendo. No aparenta su edad, supongo que es por lo vulnerable que ha estado estos años por vivir en la calle.

—Pero come —pide Berne—, estás en los huesos. Agarra lo que quieras, es gratis.

Le acerco un plato que contiene plátanos fritos y se los ofrezco. Lo agarra con una sonrisa penosa y se sirve algunos. 

Después de desayunar me dirijo a lavarme. Ya lista, camino hacia la salida porque Doble B ha pedido que nos encontremos ahí

—Hoy haremos una pequeña excursión —comunica—. Cuando lleguemos les pido que sean lo más discretos posible.

Ya dentro del jet privado de B&K cada quien se acomoda en su asiento. Nos dirigimos hacia Wedram y no tardamos mucho. Al llegar somos trasladado en un auto hacia la empresa.

—Sabía que este edificio era grande —habla S—, pero no me lo imaginaba tan grande.

En la entrada la recepcionista nos recibe con una sonrisa, nos ofrece algo de tomar. Doble B y yo no pedimos nada, en cambio los otros tres piden una botella de agua. Caminamos hacia el ascensor y antes de entrar se las entregan.

Tardamos unos minutos en subir al piso treinta, último del edificio. Al salir nos encontramos con muchos trabajadores laborando sobre mesas, algunos levantan la vista, pero de inmediato continúan con su trabajo.

Solo una chica se acerca a guiarnos. Intercambia algunas palabras con Doble B sobre lo solicitado —no sé de qué hablan— y esta desaparece de nuestra vista.

Veo a mis compañeros admirando cada objeto. Están sorprendidos ante la tecnología que los rodea, en especial S, quien está maravillada. Junto con Doble B, somos los únicos que ya estamos acostumbrados a ver este piso, ya que constantemente tenemos que venir para inspeccionar la labor de los empleados.

Llegamos a una sala donde se hacen juntas, cada quien toma un asiento y esperamos a que Doble B hable. No lo hace porque las puertas son abiertas por dos hombres que traen consigo una especia de maletas que dejan sobre la mesa. Después, nos dejan solos.

—¿Qué es? —pregunto.

—Ábrela —pide.

Me levanto del asiento y camino hacia uno de los maleteros. Cuando lo abro, los demás intentan ver desde sus lugares, estirando el cuello.

Sostengo la tela con ambas manos y lo estiro, sacándolo de la caja.

Es un traje, blusa negra de manga larga y un pantalón con algunos bolsillos en las piernas, pero no es tela, es un material diferente y ambas cosas se miran como si fueran bolas diminutas de acero.

Me quedo sin palabras.

Doble B también se levanta de su asiento y abre los siguientes maleteros y le entrega un traje a cada uno.

—Pruébenlos —pide—. No se preocupen por la talla, se ajusta a la hora de ponerlo. Hay dos habitaciones por allá atrás.

Dentro de la misma sala hay dos puertas que llevan a otras habitaciones. Los ventanales ya han sido cubiertos por persianas.

Con S entramos a la habitación del lado derecho y los hombres al izquierdo. De inmediato empiezo a desvestirme, me he puesto la blusa de primero y como he dicho antes, es de manga larga y el cuello es en forma circular que cobre hasta el inicial de la quijada. Es ajustada, pero para nada incómoda.

Sostengo el pantalón, al igual que la blusa es de color negro. Todo, no hay nada de otro color. Todo es ajustado.

Todavía falta por ponerme algunos accesorios: un cinturón para colocar armas y un par de botas tipo militar que también son negras. El cinturón lo coloco en la cintura y hago pequeños estiramientos para saber qué tan flexible sea y... es maravilloso. No se siente peso alguno o incomodidad.

Volteo hacia S para comunicarle mi encanto, pero no hablo ya que ella no se ha vestido todavía. Tiene en sus manos el traje que solo observa fijamente, quizás arrepintiéndose de tomar la decisión de estar en nuestro grupo.

Así que me acerco para hablar.

—Vamos —animo—, sé que no es fácil entrar a este mundo de la noche a la mañana, pero ya es muy tarde para arrepentirte. Te dije que no asesinarías y voy a cumplir mi palabra, al menos que cambies de opinión.

Suelta una pequeña risa y no he notado que tiene lágrimas en los ojos hasta que se las limpia.

—No es eso, es solo que estaba pensando que estoy más cerca de poder encontrar a mi padre. Y quiero agradecerte por darme esta oportunidad, sé que él está en algún lado, esperando ser rescatado. Lo haré, lo encontraré y me vengaré por lo que esa mujer nos hizo.

Por fin se levanta y empieza a cambiarse. Noto que su traje tiene algo diferente al mío, el de ella contiene una línea delgada de color rojo de un solo lado de su costado que llega desde su hombro hasta el tobillo. Está de su lado derecho, ese brazo también tiene la línea.

Salimos de la habitación y me doy cuenta de que solo faltábamos S y yo. Veo el traje de los hombres que es el mismo estilo.

—Se les ve genial —opina Doble B, orgulloso del trabajo de su equipo.

El traje de ellos también tiene la misma línea, pero de diferente color. La de Blazer es azul y blanca la de Diecinueve.

—Bien, ya que todos están listos —continúa hablando mi amigo—, aún falta para entregarles de lo que estoy más orgulloso.

Se acerca a una nueva maleta, pero esta es mucho más pequeña y de metal. De ella saca unos pequeños discos, bueno, parecen discos, pero sé que no lo son. Nos entrega uno a cada uno y se queda con uno en su mano.

Observo el mío. No le noto nada de especial, pero no lo digo en voz alta para no hacerlo enojar.

—Necesito que lo coloquen en su nuca —pide. Ve que dudamos—. No muerde, bueno, al menos no lo describiría de esa forma.

Diecinueve es el primero en colocárselo y hace una pequeña mueca, como si hubiera recibido un pinchazo. Doble B se acerca y le pide el índice de una de sus manos. Le acerca el dedo y lo lleva hacia el disco que ahora tiene pegado a la piel.

Registrando. —Suena una voz femenina robótica—. Huella registrada, iniciando proceso.

Desde el inicio empiezan aparecer pequeños cuadros que se van adaptando a la forma de un casco del tamaño correcto para la cabeza de Diecinueve.

Me quedo sorprendida al ver su transformación. Es de un negro liso y, al igual que el traje, tiene una línea blanca a un lado. En donde van los ojos, tiene un vidrio que no permite ver hacia adentro, solo puedo visualizar nuestro reflejo.

—No tardará tanto en transformarse la próxima vez que lo utilices. —Le comunica Doble B—. Esta vez fue porque estaba calculando tu medida.

—Increíble —confiesa Diecinueve.

Puedo escucharlo de una manera clara a pesar del casco.

—Gracias —agradece con orgullo Berne—. El diseño y los planos fueron hechos por mí y nuestros trabajadores de mayor confianza se encargaron de fabricarlos. Necesito que ustedes lo intenten.

Colocamos los discos en nuestras nucas y entiendo la mueca del chico hace un momento. El disco inserta una pequeña aguja en la piel. Llevo mi índice al centro y empieza a transformarse.

Desde adentro puedo ver con claridad, como si no estuviera este vidrio estorbando mi vista.

—Está diseñado para solo obedecer sus voces. Tiene diferentes tipos de vista: nocturna, infrarroja, solo tienen que comunicarlo. Ahora...

El disco con el que se ha quedado se vuelve en un casco a pesar de que no lo tiene puesto y lo coloca encima de la mesa. Pide que nos coloquemos detrás de una protección y me entrega un arma.

—Dispara.

Lo hago y la bala sale disparada a otro lado de la habitación —los ventanales que la rodean son de alta seguridad— en cuanto toca el casco.

—Están creados con material a prueba de balas —dice—, obviamente mucho más potente que los normales. El traje es del mismo material, pero eso no quiere decir que no sentirán el impacto de las balas o que los salvará de una caída o explosión. Tienen que tener cuidado de todos modos.

—Es maravilloso —habla Blazer—, pero ¿cómo se quita esto?

Intenta quitarse el casco como uno normal.

—De la misma manera que lo has colocado.

Coloca el índice en el casco y el disco vuelve a la normalidad.

—Al principio me parecía ridículo —comenta—, pero ahora veo que es el mejor invento que se ha podido crear hasta el momento. 

Después de todo ese asunto, regresamos a la guarida.

Desde que conocí a Berne supe que era un genio para los inventos y B&K es precisamente sobre eso: inventos, especialmente sobre tecnología. Por eso sé que es el mejor candidato para quedarse a cargo de la empresa.

Al llegar al escondite repasamos los planes para nuestro siguiente movimiento que no se podía ejecutar hasta dentro de unas semanas.

Muy pronto empezaremos con esto, les dije que cuando todo terminara, aparte de vengar a su familia iban a obtener una gran recompensa. No sé si estuvo bien decirles eso, pero me encargaré de que la tengan.

Estoy en mi habitación y no puedo dejar de inspeccionar el traje, he descubierto —gracias a mi curiosidad— otras funciones del casco: para tomar agua solo necesito acercarme una botella de agua a los labios y el casco sabe que tengo sed gracias a mis emociones que capta al estar pegado a mí.

Estoy por empezar a guardar mis cosas, cuando escucho que alguien toca la puerta con desesperación.

Abro de inmediato y veo a S muy agitada.

—¿Qué sucede? —pregunto.

Observo a Blazer salir del área de entrenamiento con un arma en mano.

—Hay alguien en la entrada —habla S—. Pensé que era una persona que pasaba y se detuvo para comprar algo al ver la tienda, pero lleva más de diez minutos en la entrada secreta, intenta forzarla y no se va. 

Hola, ¿cómo van las cosas por aquí?

Si pudiera dibujar, les haría dibujos de como son los trajes para que tengan un mejor contexto de ellos y los pudieran ver como yo los imagino. A ver si algún día me animo a hacerlo, jeje y obviamente lo estaría subiendo por aquí.

P.D. Se viene el drama, señoras y señores. He aquí un pequeño adelanto con una sola frase que lo dirá todo:

 "Ellos están aquí por su propio beneficio, no para ayudarte. Es para su deseo de venganza al igual que el tuyo. Yo sí estoy aquí por ti".

AHHHHHHH *gritos internos*. ¿Qué les parece? Creo que haré esto más seguido, así les entrará más ganas de seguir leyendo más capítulos. Sin spoilers, claro.

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