25 | Siempre podrás contar conmigo
ALESSANDRO
Al poco tiempo de despertarme las primeras preguntas que me hice fueron: ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó? Hasta que a los pocos minutos de aclarar mi mente recordé todo.
«¿Le habrá pasado algo a Adria? ¿Se encontró con los tipos al llegar al muelle?».
Llevo días despierto y sin saber de ella. Poco a poco he ido mejorando gracias a los cuidados y atenciones de los médicos, enfermeras y, por supuesto, mi familia.
Ya he despertado de otro día y al ver a mi alrededor, lo único que distingo son los aparatos y la blanca habitación. Ante el dolor, me cuesta sentarme, pero lo logro.
Desde hace unos días mis padres no se quedan aquí, ya que estoy mejor y saben que no corro peligro; así que solo vienen a visitarme por las tardes.
Veo hacia la parte baja de la puerta y distingo varias sombras pasar de un lado a otro. Al girar a mi izquierda tengo la vista de una ventana. Se nota que ya casi es medio día.
Regreso mi vista hacia la entrada, ya que la puerta es abierta por la enfermera que trae una bandeja de comida con algunos frascos de pastillas.
—Qué bueno que ya ha despertado, señor Alvez —dice—. La policía ha venido para interrogarlo al enterarse de su condición y de inmediato hemos llamado a sus padres para que se hagan presentes.
—¿Están ya aquí? —pregunto.
—Así es, ya se encuentran hablando con el agente.
Aprieto los ojos antes las punzadas de dolor que siento en la herida. La enfermera parece percatarse.
—Tome esto. —Me entrega un vaso de agua junto con las pastillas para el dolor.
Sin bacilar, las tomo de un solo trago. Antes de que ella pueda salir, pregunto algo que he querido saber desde hace días, pero nunca obtengo respuesta
—¿Ha venido alguien más a verme?
Sonríe.
—No aquí. Desde que fue trasladado a este hospital solo sus familiares han venido. En su operación estuvieron dos amigos suyos: la señorita Kemper y el señor Byrlem que, por cierto, soy de su entera confianza y me han puesto exclusivamente a su cargo.
Escuchar lo que me ha dicho siempre cada vez que pregunto eso, con la esperanza de que cambie la respuesta, no me hace perder la esperanza. Saber de ellos —aunque sea solo eso— hace que mi corazón se acelere.
La enfermera sale de la habitación para informar que ya he despertado, cerrando la puerta al irse. A los pocos minutos, es abierta de nuevo, pero esta vez se trata de mis padres y mi hermano.
—Deberían dejar descansarlo un poco más —habla mamá.
—Pero ya ha pasado mucho tiempo —. Es papá— desde el incidente y no pueden dejarlo pasar solo porque tiene que descansar. Entre más rápido estén ellos enterados de lo sucedido, más rápido atraparán a los culpables.
En cuanto se acercan a la camilla, mamá saluda.
—Hola, Aless. ¿Cómo te sientes?
—Con dolor, pero las pastillas ayudan —respondo.
—Menos mal que los gatos tienen siete vidas.
Volteo a la nueva voz. Se trata de Christian, mi hermano menor quien se parece a mí en todos los aspectos, menos en el carácter.
Solo sonrío ante su repentino comentario.
—La policía ha venido a interrogarte —habla papá.
—Les pediré que regresen mañana si no te sientes a disposición. —Mamá se vuelve a ganar una mala mirada de parte de mi padre, cosa que ella ignora.
—No, está bien así. Puedo hablar con ellos.
Papá asiente y camina hacia la entrada para abrir la puerta y llamar al oficial. Este entra y pide dejarnos a solas.
El interrogatorio es sobre las preguntas comunes: ¿Conozco a alguien que quisiera atacarme? Hora del atentado, sospechosos, ¿reconocí algún rostro?
Respondo a todo eso con la verdad. En cuanto digo el nombre de la persona que vi en el aparcamiento, el policía duda si apuntarlo o no. Pero al final termina haciéndolo, o al menos eso creo.
Mis padres han pedido hablar de nuevo con él, para saber qué tan efectivo va a ser que atrapen a los culpables, así que después del interrogatorio, me he quedado a solas en la habitación de nuevo.
Cierro los ojos por un momento para descansarlos. A pesar de que ya he dormido mucho, aún tengo sueño. La puerta es abierta de nuevo, pero como nadie habla, no abro los ojos.
Pienso que se trata del personal de limpieza, hasta que siento un aroma conocido cerca de mí. Y no me he equivocado, se trata de ella.
—Adria —menciono en apenas un susurro.
—No tengo mucho tiempo —avisa a toda prisa—. Me enteré que tus padres están aquí junto con un oficial que vino a interrogarte. Quería verte.
Se acerca a la camilla, tomando mi mano.
—Me alegra que estés aquí —confieso.
Noto el nerviosismo en su mirada y de inmediato reacciono. La conozco y sé que planea algo.
—¿Qué ocurre? —pregunto—. No solo vienes a verme, pasa algo más.
—Nada.
—Conmigo no sabes mentir, Adria. Espero que no sigas con esa estúpida idea de la venganza.
Suelta mi mano y se aleja de la camilla. Sé lo que está tramando.
—Se me acaba el tiempo. Espero te recuperes pronto. Ve con tus padres, cumple tu sueño de ser presentador, a mi lado nunca podrás cumplir lo que te propongas.
—No soy cualquier tipo en tu vida para que vengas a decir eso —comento, ya harto de su actitud—. Prometiste que esto acabaría y que tendríamos una vida normal.
—Si yo no termino con mis propias manos esto, nunca acabará. ¡Si no hago nada todos acabaremos muertos! —Parece que se da cuenta que ha alzado la voz. Suspira para calmarse.
—¡Adria! —Le llamo, ya que está empezando a caminar hacia la salida.
—Ya no quiero que estés más en esto, Alessandro. Ya no quiero que estés en mi vida.
Continúa con su camino, dejándome sin más. Pero no me quedaré tranquilo, no después de que haya venido a sostener mi mano y he visto en su mirada lo doloroso que ha sido para ella decir todo eso.
Ignoro el dolor a pesar de que es fuerte, y me pongo de pie. Veo que mi madre ha dejado su bolso en el sofá y recuerdo que mi padre suele dejarle las lleves del auto para que las guarde.
Empiezo a buscar las llaves a toda prisa, dejando el alboroto en el sofá. Con suerte, siempre es precavida y ha traído ropa para cuando me den de alta. Así que camino hacia la mesa de noche y abro las gavetas.
Empiezo a cambiarme cómo puedo. Abro la puerta y saco la cabeza poco a poco para ver si no hay alguien en el pasillo.
No hay persona alguna, así que provecho eso para caminar directo al ascensor.
Lo llamo y espero impaciente con temor a que alguien me reconozca o que se den cuenta que no me encuentro en la habitación. Las puertas se abren y entro de inmediato, presionando el botón que da al parqueo.
Maldigo, ya que perderé tiempo al buscar el auto. Por fin llego y con la mirada busco el coche. Con algo de suerte, presiono el control y suena, no tan lejos. Le quito seguro y subo sin tanto drama.
De un movimiento enciendo el auto y salgo del estacionamiento. Al encontrarme en la salida del hospital, noto el tráfico que hay. He decidido conducir hacia la casa de Adria, que es donde se me hace más lógico que irá. Tendré que tomar ese riesgo para evitar que siga con sus planes.
Ya llevo quince minutos en el tráfico, cuando siento que algo caliente se asoma en la venda que tengo puesta. Llevo la mano hacia ella y cuando la observo está llena de sangre. La cola por fin empieza a avanzar. Ahora más que nunca no me tengo que dejar intimidar por una pequeña mancha.
Por fin salgo de la carretera, llego al lugar que se encuentra despejado de la ciudad, veo el auto de Adria y me alegro al saber que no me he equivocado.
Estaciono el auto detrás del de ella y, cuando ya estoy abajo, siento un pequeño mareo junto con una punzada en el vientre. Vuelvo a tocar la venda, viendo que la sangre ya ha traspasado la camisa. Descanso, recostándome en el auto, después de uno segundos, continúo con mi recorrido.
Toco el timbre. No hay respuesta y lo vuelvo a hacer con más insistencia hasta que la puerta por fin es abierta por Adria, que, en cuanto me ve, noto cambiar su expresión de neutro ha sorprendido. Voltea a todos lados para saber si no he venido con alguien más.
—¿Qué carajos hiciste? Entra de inmediato.
Cuando entro, ella cierra la puerta de un golpe detrás de mí.
—¿Cómo se te ocurre hacer esto? Ve cómo estás, la herida se ha abierto.
Me ayuda a llegar a la sala y con cuidado me siento en el sofá. Tendrá que cambiarlo, ya que quedará lleno de sangre. Agarra su celular y empieza a escribir rápidamente en él.
—No quiero que hagas tonterías, Adria —suplico.
Me ignora totalmente.
—No quiero perderte, siento que voy a perderte.
Esta vez sí voltea a verme. Se acerca a mí y se agacha para estar a mi altura. Ver su mirada me asusta: está desesperada. No había notado esa mirada en ella antes.
—Lo siento —habla—. De verdad lo siento, pero ya tomé una decisión. Es la única oportunidad que me queda y no puedo desperdiciarla.
Me vuelvo a marear.
—Pronto vendrá un médico a atenderte —anuncia—. Recuéstate para mientras.
Obedezco porque realmente me siento mal. Coloca una silla frente al sofá para acompañarme. Nos quedamos en silencio por un par de minutos mientras con una mano temblorosa acaricia mi cabello.
De verdad todo esto le está afectando.
El timbre suena de nuevo y ella se levanta para ver de quién se trata. Al regresar, viene acompañada de un tipo adulto que trae consigo un maletín.
—Escapó del hospital —habla Adria—. La herida que tiene se ha abierto, está sangrando mucho.
—No se preocupe por eso —habla el doctor—. Yo me encargo.
Ella asiente y veo que empieza a alejarse.
—Adria —llamo y se detiene—. ¿No puedes simplemente quedarte?
Ni siquiera voltea a verme y de inmediato sé que ya la he perdido.
Continúa alejándose, y yo ya no tengo fuerzas para seguir despierto y seguirla. Por el momento me rindo. Me invade una gran tristeza y frustración, pero no puedo hacer más.
«Adria, lo siento, pero pase lo que pase, sea cual sea tu plan, estaré a tu lado. Porque siempre estaré contigo».
Ese es mi último pensamiento antes de cerrar los ojos al desmayarme.
Hola, ¿cómo va todo por aquí? Espero que este 2023 (ya que cuando actualizo este capítulo falta una semana para terminar el año), lo hayan cerrado de la mejor manera.
Por otro lado, me gustaría saber su opinión sobre el contenido de la historia que, como dije hace ya varios capítulos también en una nota de autora, está avanzando poco a poco, pero créanme cuando les digo que todo esto es necesario para las cosas que se vienen después.
Ah, entre otras noticias y ya que no lo he puesto, les quiero dejar por aquí una imagen de nuestro Alessandro, esta vez solo.
Alessandro Alvez
PD. Quiero aclarar que es una imagen creada por ahí entre los años 2019-2020 y mis personajes tenían otra característica, así que en esta imagen lo único incorrecto que hay, es el color de los ojos que en este caso son grises, pero en esta nueva versión de la historia son celestes.
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