19 | La nueva promesa

BLACK

—¡Vamos, Black! ¡No hagas lo mismo! —grita Doble B desde el otro lado de la habitación.

—¡Te dije que quiero estar sola! —Devuelvo, debajo de las cobijas.

—¡Es sobre Alessandro!

—¿Qué? —pregunto en voz baja, cosa que Berne no logra escuchar.

Me levanto de inmediato para abrir la puerta y dejar pasar a mi compañero. Ayer, que Berne me dijo que debía irse por algo importante, me quedé sola, él volvió a eso de cinco horas después pero no le permití entrar. Le insistí en que se fuera. En ese breve tiempo pude llamar a Erick para hablar.

Me hago a un lado para que Doble B pueda pasar.

—Ve y cámbiate —ordena.

—¿Por?

—Podrás hacer una visita, pero no por mucho tiempo ya que aún sigue delicado.

Lo observo, sin moverme de donde estoy. Él también me ve, esperando que diga algo.

—¿Qué? —cuestiona.

—Sigues aquí, y así no puedo cambiarme.

Asiente y sale de la habitación.

Después de vestirme, bajo las escaleras a toda prisa hacia la sala, lo veo sentado en el sofá con el móvil en la mano.

—¿Lista?

—Lista.

Doble B conduce por más de treinta minutos y yo no puedo dejar de pensar en la culpa que me carcome. Parece ver eso en mí porque habla:

—No fue tu culpa.

—No puedo evitar sentirlo —respondo después de un corto silencio—. Si no me hubiera conocido ahora estuviera bien, haciendo lo que le apasiona y tal vez teniendo una familia propia.

Pensar en eso me lastima, pero sería lo mejor para ambos, jamás habernos conocido. Sería lo mejor para él.

—Tú eres su pasión y la única familia que quiere formar es contigo. —Me motiva, sorprendiéndome.

—No digas eso, por favor.

—A ver, Adria —. Ya hemos llegado al estacionamiento—. Él es feliz estando contigo, tú eres alegre con él y me destroza verte así, ambos merecen una vida juntos.

Nos bajamos del auto y caminamos hacia el interior del hospital. Al entrar, lo único que pasa es que una enfermera asiente hacia nuestra dirección y la seguimos. Al menos me tranquiliza saber que ya no está en la sala de emergencias.

Pasamos por los largos pasillos del hospital hasta que llegamos al que da a la habitación de Alessandro. La misma enfermera abre para que yo pueda entrar.

—Tiene quince minutos —comenta, antes de retirarse.

Volteo hacia Doble B y este asiente. Al dar el primer paso, suelto un suspiro.

Lo veo en cuanto entro y, cuanto más me acerco, más noto lo vulnerable que se encuentra. Aún tiene la necesidad de llevar el oxímetro, eso quiere decir que se encuentra delicado.

Camino lentamente y las lágrimas empiezan a salir. Cuando estoy a su lado, sostengo con delicadeza una de sus manos.

«Recuerda que eres lo más importante para mí». Sus palabras retumban por mi cabeza.

—¿Por qué, Alessandro? ¿Por qué de mí? —Empiezo a hablar—. Habiendo tantas mujeres, ¿por qué precisamente de mí? Toda la peste que llevo encima. Mi pasado. Eres una de las pocas personas que tengo y si algo más hubiera pasado, yo...

» Tú me devolviste la esperanza que hace años me quitaron. Si tan solo te hubiera escuchado nada de esto estuviera pasando... maldición, perdóname. Perdóname por arrastraste conmigo, no mereces esto, nadie lo merece. Yo tendría que estar así, no tú.

Mi voz es apenas audible.

—Tú sí tienes un futuro por delante. Estabas empezando a cumplir tu sueño de ser presentador; luego vine y te lo arrebaté todo. Perdón.

Siento que la mano que sostengo aprieta por un corto segundo la mía.

—Erick está triste por la noticia, supongo que Doble B también y no digamos yo. —Seco las lágrimas que caen por mis mejillas—. Me destroza verte aquí, sufriendo por mi culpa.

A mi mente viene el recuerdo de cómo fue que lo conocí. Siempre supo quién era en realidad. Fue el único que pudo descubrirlo.

Desde hace diez minutos me he dado cuenta que me están siguiendo, aún no le he visto el rostro al tipo porque no quiero voltear a ver y que se dé cuenta que ya estoy al tanto de sus pasos.

Empiezo a caminar más deprisa y por el reflejo de los vidrios de los locales, me doy cuenta que hace lo mismo; así que, para su sorpresa, giro hacia un callejón para encararle.

Me escondo detrás de una columna y cuando pasa por mi lado, lo aviento contra la pared.

¿Por qué me sigues?decido ir al grano.

No te sigo. —Fue lo que respondió.

Le quito la pequeña cámara que ha tratado de ocultar llevando su mano detrás de su espalda y me doy media vuelta para revisar las fotografías que ha tomado. La mayoría son mías: unas donde hablo con Doble B y otras con Erick.

Este imbécil ha estado siguiéndome desde hace mucho tiempo y no me había dado cuenta de ello hasta ahora.

¿Desde cuándo me sigues?insisto.

Intenta arrebatarme el aparato, pero definitivamente soy más rápida.

Devuélvemelaexige.

Hago un movimiento, estirando el brazo para lanzar la cámara justo a su lado, pero su rostro de espanto hace que me detenga.

¡Fue desde hace dos semanas! grita justo en ese momento.

¿Semanas? Estas fotografías son de hace mucho. Tienes que borrarlas si no quieres que desaparezcan a mi manera. —Me percato de quién se trata y mi rabia aumenta más—. Eres el periodista, ¿no? Sí, eres tú. El que siempre anda metiendo las narices donde quiera, tengo que admitir que tienes voluntad. ¿Cuál es tu nombre? ¿Alejandro Álvarez?

Alessandro Alvez. No son las únicas, tengo más y sí le pasa algo a esa cámara o a mí, ten por seguro que todos sabrán quien realmente es Adria Kemper.

Desde hace mucho no tengo la suficiente paciencia para aguantar ese tipo de escenas; además, no voy a dejar que trate de intimidarme, así que me acerco a él y levanto la vista, ya que es más alto, para verlo directamente a los ojos.

Realmente no tienes idea de quién soy o cuáles son mis motivos. Si supieras con quién te metes no me estarías amenazando.

Antes de devolverle la cámara, saco con un movimiento rápido la cinta.

Estás advertido, si se llega a saber algo. Ya no estarás para saber qué pasará conmigo.

Y si algo llega a pasarle a un familiar o a mí, tendrás a todos siguiéndote, Black. Todo se acabará para ti también.

—No tengo idea de que si estás al tanto de lo que estoy comentando o por lo menos sabes que estoy aquí —comento, aun sosteniendo su mano—. No sé si sabrás cuánto te extrañaré estos días que esté fuera. De verdad... de verdad que ojalá yo pudiera tomar tu lugar.

Suelto su mano para sacar la gargantilla de mi chaqueta.

—Volveré pronto, a la primera oportunidad que tenga vendré a verte y si despiertas, te daré esto para que tú mismo me lo entregues y me lo coloques. —Limpio mis lágrimas—. Alessandro, te prometí que lo dejaría, pero ahora más que nunca no puedo. Tengo que hacerlo. Todo acabará pronto, solo permíteme terminarlo y viviremos una buena vida, alejados de todo.

Me agacho para poder acercarme y darle un corto beso sobre la frente, a manera de no lastimarlo.

Escucho que la puerta de la habitación es abierta y, sin dejar de observar a Alessandro, oigo la voz de Doble B.

—Ya es hora.

«Te prometo que esto será lo último, necesito acabar con las personas que nos han causado este gran dolor».

Hola, ¿qué tal va todo por aquí?

Pues bien, ahora ya sabemos cómo fue la primera vez que se vieron cara a cara Adria y Alessandro. Me da un poco de risa que, aún intimidándolo (cosa que logró), Adria tuvo que levantar la vista para encarar a Ale...

En fin, gracias por el apoyo.

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