13 | Conociendo a alguien más

FAMILIA BONNEDETTI

Son apenas las diez de la noche y ya todo está fuera de control.

¿Quién fue el bastardo que se atrevió a hacer tal acto?

Estuardo, hijo único de Madeline Bonnedetti está de un carácter de los mil demonios. No le agrada para nada lo que ha pasado, pensó que tenía todo bajo control.

Pero... ¿quién?

Las cámaras de vigilancia solo captan a ese estúpido mesero entrar al pasillo, pero a la otra chica no. Por más que ha visto las reproducciones una y otra vez no se distingue nada.

Es como si a cada paso que da hay alguien encargándose de borrar todo tipo de información que pueda perjudicarla.

¿Sospechosas? Ninguna, el nombre de su boleto estaba comprado por alguien que no existe, fue un nombre falso. Pero el chico rubio fue menos astuto, Estuardo se dio cuenta a la primera que era un novato más. De él sí tiene su nombre y sabe de quién se trata.

Y ahora Madeline está por venir. La mismísima Madeline, que de inmediato entrara solo para gritarle.

Hay en total tres personas en la oficina del casino, próximamente cuatro. Un despacho de color crema en las paredes, que tiene colgado unos cuadros abstractos coloridos; los asientos son de un acolchonado negro elegante. Todo es muy antiguo, pero como está bien cuidado, se nota que nada de lo que está ahí es barato.

En la habitación permanece Estuardo, al que prácticamente lo alejan de lo más importante, pero también es un punto muy favorable para todos los movimientos de Madeline; Mynor, el jefe de seguridad en quién los Bonnedetti confían ya que lleva años siéndole fiel a la familia; Aitor, quien es la mano derecha de la jefa.

Y finalmente entra Madeline, la dueña de todo lo que ahí se encuentra, la que lidera Loriam y próximamente Gualoriam, quien ha entrado a la habitación con un elegante movimiento.

—Quiero que a partir de ahora el casino esté el doble de vigilado. —Es lo primero que exige en cuanto está frente a los tres hombres.

Al tan solo verla, Estuardo se remueve en su asiento de los nervios.

—Sí, señora —afirma Mynor.

—Aitor, encárgate de averiguar en donde se encuentra ese chico y quién lo acompañaba. Y a ti —. Le habla a su hijo—, quiero que sigas con el evento, inventa algo para que no se enteren que las piezas fueron robadas.

El chico solo se encarga de asentir.

—Por primera vez dejo encargarte de algo y mira lo que pasa. Si no recuperas esas piezas tú sufrirás las consecuencias. No hay nadie más peligroso que nosotros, así que encárgate de esos tipos. Muertos o vivos, pero quiero las cosas de regreso.

En realidad no lo hace por los objetos. Es más cuestión de orgullo, la humillación que acaban de sufrir por parte de unos ineptos.

Estuardo por fin se pone de pie para empezar con la subasta. Madeline lo acompaña para dar el discurso de bienvenida. A pesar de que se ve tranquila, antes de su llegada había visto las grabaciones.

Reconoció al chico, eso está claro. Se parece tanto a él, pero antes de atar cabos, necesita investigar más sobre la familia del traidor y ver si ese chico es el que sobrevivió al ataque.

Después de terminar el evento y un poco más tranquilos, madre e hijo salen para regresar a la mansión.

Ya en la salida, Mynor, el jefe de seguridad, se acerca a Madeline por una seña que ella le ha hecho.

—Una cosa más —ordena—. ¿Qué hay del periodista? Ese tal Alessandro.

—Lo tenemos en la mira. Pronto nos encargaremos de eso —agrega, al ver que está a punto de protestar.

—Que sea lo más pronto posible, no quiero seguir teniendo problemas por un simple reportero; además, presiento que el ataque de hoy tuvo que ver con él.

Después de dar esa orden, camina hacia una de sus camionetas acompañada de Aitor.

Habían repasado los planes: Aitor se encargará de conseguir la mercancía para la próxima jugada. Madeline hará algunas llamadas para tener mejor controlada la situación; esta vez Estuardo es quien hará el trabajo fuerte.

Él se encargará de Ricardo Juggtre, un muy reconocido expresidente quien no quiere colaborar. Es una de esas buenas personas que solo tienen en la boca la palabra justicia.

Estuardo se encargará de meterle esa justicia donde más le duela. Un blanco no tan fácil, ya que se trata de un miembro importante.

Antes de avanzar, varios hombres armados se suben a sus respectivas camionetas, escoltando a la familia.

Todo está en orden, según ellos, pero en realidad nadie se ha percatado que están siendo vigilados desde una habitación de hotel.

—Adelante. —Se escucha en el radio de Aitor—. Es seguro salir.

—Vamos —menciona al chófer.

Ambos, madre e hijo salen por el jardín de enfrente del gran casino. Madeline en una de sus lujosa camionetas y Estuardo en su motocicleta.

«Todo tiene que salir perfecto. —piensa Madeline en ese momento—, nada ni nadie se interpondrá en mi camino».

Madeline confía mucho en su hijo, solo él puede hacer este tipo de trabajos y no afectarle, sabe que está totalmente capacitado para estas cosas. No por nada estuvo a la par de ella todos estos años.

Pues ahora tenemos perspectiva del villano en tercera persona, ya que quería enfocarme en el entorno y qué pensaban ambos Bonnedetti.

¿Qué tal les pareció esta nueva perspectiva y, además de eso, los personajes?


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