12 | Y ahora es el turno de...

TED

Desde que Madeline mandó matar a mi familia, he tenido que vivir escapando constantemente. Hace más de cinco años que estoy en esto y para sobrevivir hago cosas que no me enorgullecen decir.

Todo este tiempo he estado escapando para no ser encontrado por ella aunque no puedo negar que siempre, en estos años, he tratado de mantener la esperanza que mi padre tenía, de acabar con el poder de esa familia.

Los Bonnedetti.

Siempre pensé que en el mundo había gente mala, pero nada comparado como el nivel de maldad de esta mujer. No sé, ni tengo idea, de quién la formó de esa manera.

Siempre soñé con que yo mismo me encargaría de destruirlos, pero, seamos sinceros, eso es imposible. Apenas puedo controlar mi vida, ahora controlar la de los demás.

A mi padre, que trabajaba con ella como su mano derecha, quien en realidad era un agente infiltrado, lo mató junto con mi madre y hermana. Yo, con la mala suerte que tengo, no morí junto con ellos.

Cuánto deseo haberlo hecho.

Logré escapar, pero no tenía a dónde ir, así que mi única opción se resume en vagar, robar, vender objetos robados y huir de la policía.

Con el poco poder que tengo, lo único que puedo hacer es mantener mi esperanza en que alguien se encargue de los Bonnedetti por mí.

Después de estos cinco años sin ver algún cambio, el día de hoy por fin vuelvo a recobrar los ánimos.

He pasado por varios trabajos hasta que logré entrar a este casino que es lo más cerca que he estado de los Bonnedetti y desde el momento en que estuve enterado de la subasta y de donde estarían los objetos, busqué por varios días la manera de entrar al casino.

Hace tiempo fui al mercado negro, un lugar peligroso para personas no conocidas, pero como ya estoy acostumbrado a pasar por ahí, logré encontrar una fórmula con mayor potencia al cloroformo. Con un par de segundos que las personas tengan cerca el líquido, se duermen.

Me duelen los pies de tanto caminar, ofreciendo bebidas a los invitados. Ya tengo la bandeja llena de copas vacías y voy de regreso a la barra. Cerca, veo de espaldas a una chica de vestido negro; si no estuviera trabajando, no dudaría en acercarme.

Al llegar a la barra, distingo el poco rostro que se nota por el antifaz y noto que es fino. Su corto cabello negro es liso y brillante... sacudo mi cabeza, entregando las copas y ordenando las nuevas.

Empiezo a llenarlas. Volteo a todos lados, conteniendo la respiración y, lo más rápido que puedo, agrego un par de gotas a las copas más distanciadas de mí.

Me alejo de la barra, sin antes echarle una última mirada a la chica quien no se ha percatado de mí en lo absoluto. Doy media vuelta y disimulando, camino donde se encuentra de pie el único guardia que custodia el pasillo que me llevará a las reliquias.

Antes de empezar con mi actuación, suelto un suspiro.

Tropiezo de manera accidental, derramando —demasiado— champagne en el traje del tipo.

—¡Imbécil! —exclama este a manera que nadie más pueda escucharlo.

Me disculpo de una manera muy apenada, limpiando con un trapo lo que ha quedado en su traje. Tengo pocos segundos para que empiece a surtir efecto, así que me excuso diciendo que iré por otra cosa para limpiar.

Doy unos pasos hacia atrás, viendo como nota el aroma extraño y huele su camisa.

¡Bingo!

Giro, camino y me detengo cuando escucho el sonido cuando cae. Simulando susto, corro para auxiliarlo. Más personas que están cerca se están juntando. Intento acercarme, pero los guardias no me lo permiten.

Necesito actuar rápido, ya que estos imbéciles empezarán a sospechar.

Aprovecho que el círculo de personas cubre la vista de los guardias y camino para escabullirme hacia el oscuro pasillo. Apenas puedo distinguir el recorrido, pero sé que es solo una línea recta hasta encontrar la puerta blanca. Cuando la veo, giro la manecilla y cede. Con una sonrisa, entro a la habitación.

Con la boca abierta ante el asombro, caminando hacia el centro. Hay verdaderos tesoros, lástima que no puedo llevar todo.

Voy por un collar hecho de jade que se encuentra sobre una caja de terciopelo, no tiene protección alguna, así que la sostengo, guardándola en mi bolsillo.

Busco más, encontrando una daga con el mango de cuero corinto. Me quedo hipnotizado ante tanta hermosura.

—¿Quién eres y qué haces aquí? —formula una voz femenina.

Mi susto es tan grande, que dejo caer la daga, volteo y veo que se trata de la chica de la barra.

—¿Yo? ¿Qué haces tú aquí?

Ahora que puedo verla más de cerca, no me he equivocado, es hermosa.

—Llamaré a los guardias —habla, sacándome de mis pensamientos.

—¡No, espera!

Antes de seguirla y ofrecerle un trato, levanto la daga del suelo y la llevo conmigo. Aún sigue en la puerta, así que me asomo para saber qué la ha detenido y veo a unos guardias empezar acercarse.

Sin dudarlo y pareciendo un cobarde, la empujo para empezar a correr hacia el lado contrario.

Corro y corro lo más rápido que puedo, ya que esto es una de mis especialidades. Pero, para mi sorpresa, ya me han alcanzado e intento defenderme con la daga. Cuando mi muñeca es sostenida y el arma me es arrebatada, giro y veo a la chica.

—¿Qué es lo qué quieres? —pregunto, asustado.

—Lo mismo que tú, salir de aquí.

Veo a lo lejos un conducto de aire, y se me ocurre la genial idea de entrar por ahí y escapar.

Nos detenemos y cuando volteo a verla, está alerta a cada cosa que pasa. Parece que su cabeza está trabajando a mil por hora para encontrar una solución. Le quito la daga y con la punta empiezo a destornillar.

Le hago una seña para que entre y lo hace sin dudarlo. Ahora tendré que protegerla.

Avanza para que yo entre, pero meto primero los pies para poder cerrar la rejilla. No logro ver nada cuando avanzo y mis pies topan con los suyos, provocando que ella se apresure. Ya no escucho que continúa, así que también me detengo hasta que me dice que me apresure.

Se ha detenido un una de las vueltas que da la ventilación y aprovecho esa oportunidad para darme la vuelta.

Quedamos a unos escasos centímetros, frente a frente y noto que ella empieza a sudar ligeramente ante lo sofocante del lugar, a pesar de que hace frío.

En su mirada se nota el espanto y la comprendo, no cualquier chica se mete en estos problemas, más viniendo de alguien que puede pagar una entrada VIP para este sitio.

—Adelante —habla—, tú eres el que nos trajo hasta aquí.

Asiento, cruzando el siguiente pasillo. Avanzamos por unos minutos más, hasta que veo luces del exterior.

—Maldición, ahora viene lo difícil.

Me detengo para sacar una jeringa con la misma sustancia que la anterior y la alisto ya que he visto a un hombre con el mismo traje de los guardias.

—En cuanto abra la rejilla, tenemos que actuar de la manera más rápida posible, tenemos solo unos segundos para salir de aquí antes de que se den cuenta de lo que sucede.

No responde, así que asumo que su silencio es un sí.

Empiezo a destornillar lentamente la rejilla, sin hacer el menor ruido y cuando ya la tengo en las rodillas, de una manera rápida le pincho al hombre en el tobillo y bajo el pulgar para colocar una pequeña dosis en su cuerpo. El hombre reacciona de forma instantánea y se lleva una de sus manos al tobillo, pensando que es un bicho, pero cuando mira hacia abajo, ya es demasiado tarde.

Se desploma de inmediato.

Sonrío, empujando al guardia para que podamos salir y ya de pie, ayudo a la chica.

Cuando ambos estamos fuera, otros guardias que se encuentran en la esquina se percatan de nuestra presencia. Fue una mala idea dejar la máscara tirada.

—¡Alto! —exige.

—Vamos —ordena la chica.

Corremos y una ventaja de vivir en las calles es que las conozco a la perfección. Sé dónde ocultarnos para no ser encontrados.

Todo va tan bien con nuestra huida, hasta que escucho que empiezan a utilizar las armas para detenernos. Me sorprende el valor de esta chica, ya que no se inmuta ante el ruido. Es como que si ya estuviera acostumbrada a tales eventos.

Encuentro el callejón correcto, llego a una ventana de un sótano abandonado que se encuentra escondido detrás de un contenedor de basura. Lo corro y tiro de una tabla.

La chica entra y voy detrás de ella, corriendo de nuevo el contenedor, para después colocar la tabla en la ventana rota.

Nuestra respiración está agitada e intento calmarme para no forman el mínimo ruido.

Escuchamos los pasos de los guardias pasar, pero no se detienen. Veo que la chica se sienta en el suelo, y por la luz de la luna distingo la herida que lleva en la pierna. Es un roce de bala.

Me asusto.

—¿Estás bien? —Me ignora—. ¿Necesitas que te ayude?

Intento acercarme, pero hace una seña para detenerme.

—Se ve mal, te puedo llevar a un hospital.

«Que diga que sí». Necesito saber quién es y qué hacía en el mismo sitio que yo. Algo me dice que tenemos el mismo objetivo.

—¿Quién eres? ¿Y qué hacías espiándome?

Recuesta su cabeza en la pared. Suspira, como si mis palabras la hicieran perder la calma.

—¿No debería de ir a un hospital? Se puede infectar.

Escucho que susurra algo que no logro captar. Al quitarse el antifaz, noto que está sudando más que antes y es lo lógico ante lo que hemos corrido.

Se pone de pie y camina hacia la tabla, estirando su cuerpo para alcanzarla.

Aparto la mirada con vergüenza, ya que no quiero ser inoportuno.

Mueve la tabla con agilidad, se sienta en la orilla hasta ponerse de pie.

—¿Ni un gracias por lo menos? —cuestiono algo decepcionado porque ni siguiera me dirige la mirada.

Observa a los lados para asegurarse que no haya nadie cerca y antes de irse, da media vuelta, me ve directo con esos ojos oscuros y levanta ambos pulgares.

Avanza al lado contrario a donde se fueron los guardias.

¿Qué tal les pareció este nuevo personaje? Para mí es una ternura y más adelante estarán de acuerdo conmigo. Sin que supiera a quién tuvo a su lado, xD.

Por otro lado: ¿Black asustada? Eso es algo nuevo y es un asunto que se resolverá más adelante y que se darán cuenta del porqué de su comportamiento. ¿Por qué creen que sea?

Casi se me olvidaba, les dejo una imagen de referencia de este nuevo personaje.

Ted Gacy  lo amo, solo mírenlo :(

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