𝟐. 𝐒𝐥𝐞𝐞𝐩

02;
Aquél Crush con el que te sientas más cómodo durmiendo

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Bertolt Hoover (Shingeki No Kyojin) probablemente sea unos de los comfort characters más grandes que he tenido. No es por ponerme sentimental, pero el hecho de su existencia como pixel me reconfortaba porque también me sentía identificada con él en varias cosas, y bueno, siempre le he tenido mucho cariño, porque además fue el primer personaje que me gustó de snk.

Al leer la propuesta de la fase, pensé en él casi al instante. Siento que Bertolt es una muy buena persona pero nunca pudo demostrarlo en una situación que no fuera tan extrema para él y sus compañeros. Bueno, aquí va un escrito de él ambientado en el tiempo en el que estuvo infiltrado en la legión de reconocimiento. Me ha gustado mucho volver a escribir sobre él.


La luz de la luna bañaba su cabello y le acariciaba el flequillo mientras las estrellas formaban una conexión mística con su hogar. La noche era un lugar de paz inmensa, que hacía que Bertolt se sintiera tranquilo, y le gustaba sentirse así, pues era en aquellos momentos donde se sentía más lejos de casa. Y nada le reconfortaba más que tumbarse debajo de la luna.

Echaba de menos a su familia. Pensaba mucho en su padre, y se preguntaba si él estaría bien, recordando que lo abandonó cuando estaba luchando con una enfermedad. Nunca se había olvidado de que debía volver a casa por él, pero siempre sentía la necesidad de recordárselo a él mismo.

Siempre veía las mismas constelaciones, y le asombraba que fueran las mismas que veía cuando de pequeño se asomaba al balcón de su casa a observar el cielo cuando era de noche, porque no era la primera vez que encontraba placer en observar las estrellas. Le hacían sentir tan cerca de su casa; era como si aquella oscuridad le abrazara y le hiciera olvidar su presente. Era como si todo estuviera bien por un momento.

Mañana probablemente también volvería a asomarse por la noche a experimentar lo mismo de siempre. Y se sentiría bien por toda la noche. Sólo era en aquellas situaciones donde no se veía capaz de pensar en lo que pasaría si jamás volviera a casa.

—¿Bertolt? —el susodicho se sobresaltó al escuchar que lo llamaban. Aunque no tenía intención de asustarle, Armin tenía que llamar su atención de alguna manera.

—¿Armin? —preguntó el peli-negro, desorientado— ¿Pasa algo?

El chico rubio le miró con preocupación, intentando escoger las palabras más delicadas para acercarse a él y a sus problemas.

—Bertolt... ¿por qué lloras? —dijo Armin, sorprendiendo a el mismo Bertolt, que no se había dado cuenta que estaba llorando.

El más alto de los dos volvió a darse la vuelta para limpiarse las lágrimas de los ojos con rapidez e intentar que el momento fuera lo menos incómodo posible.

—N-no es nada Armin. De verdad. —le aseguró, intentando convencerle a él, y al mismo tiempo a sí mismo. Pero Armin no era alguien muy torpe a la hora de examinar los sentimientos de los demás.

—Bertolt... ¿Seguro que no quieres hablar de ello?

El peli-negro se revolvió en la propia tristeza y culpabilidad de sus pensamientos, reflexionando sobre lo mucho que siempre había sufrido el guardarse las cosas para él. Como estaba más sensible de lo habitual, pensó que no pasaría nada malo por salirse de la rutina y dejar de mentir a sus supuestos compañeros. Aunque fuera sólo por una vez.

—Pensaba en mi familia... Nada más. —le respondió con tranquilidad para evitar que su voz se le quebrara.

Armin recordó aquella vez que Bertolt y Reiner le hablaron sobre lo anterior al derrumbe del muro, recordó que llegaron aquí después de encontrarse cara a cara con un titán en una ciudad lejana.

Armin sintió que debía responder a Bertolt. Él sabía también lo que era perder a sus padres, de la manera que sea, y empezar a tratar ese tema no le resultaba nada fácil.

—Lo siento, Bertolt... ¿Puedo preguntar... Si acaso están muertos?

Bertolt bajó la mirada al no poder soportar el hacer contacto visual con Armin.

—No lo sé.

—Lo siento...

Bertolt volvió a darse la vuelta. Se hizo un penetrante silencio entre los dos, con la única compañía del viento.

Armin decidió volver a hablar segundos después, creyendo que lo que estaba haciendo le hacía más daño a Bertolt de lo que quería, y tenía que intentar hacer algo.

—Espero que algún día los puedas encontrar y que estén sanos y salvos, Bertolt. Si quieres, podemos dar un paseo juntos, y...

—No. —dijo Bertolt al instante, dejando a Armin algo desorientado, quién tardó algo en procesar sus palabras.

Se volvió a formar un ambiente de silencio. Bertolt no sabía retomar la conversación, que se estaba desarrollando peor de lo que había imaginado.

Había cometido un error al pensar que debía desahogarse con la persona a la que tarde o temprano tendría que desvelar que estaba traicionando, y que todo lo que habían vivido juntos era una mentira. No podría seguir con aquello de ver a Armin sintiendo pena por él.

Pero de todas formas, fue el rubio quién se despidió frente a la incómoda situación.

—No quería molestar... Sabes que me tienes para lo que sea... Buenas noches —y no sintiéndose bienvenido, Armin abandonó el lugar.

Bertolt sintió profundamente las pisadas que los zapatos de Armin hacían al tocar el suelo. No era un ruido demasiado alto, pero tampoco había muchos más sonidos alrededor. Cada paso que escuchó, le dolió.

Bertolt dijo que no a Armin sin ni siquiera pensarlo, e incluso si lo pensara, volvería a decirlo. Después de pasarse todas las noches recordando el lugar de donde venía, muchas veces dolía incluso más darse cuenta de dónde estaba, con las personas que estaba, y a cuántas de ellas había hecho daño. 

Y tendría que seguir haciéndolo.

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