➳viii ;
Todo se tornó en un silencio sepulcral ante lo dicho, como si sus palabras hubieran desatado una maldición a los cuatro vientos. Dipper jugaba con sus dedos bajo la mesa para despejar su mente de lo nervioso que se encontraba.
No dejaba de mirar ni por un momento a Bill, esperando a que dijera algo al respecto sobre su declaración, pues le había dicho cada rastro de pistas que encaró con el posible vampiro.
No expectaba del todo su reacción, una que era conformada por la total confusión pero al igual seriedad, cosa que no caracterizaba para nada la personalidad de Bill. ¿Había dicho algo malo para que le mirara así? Dipper no lo entendía.
Además de que el ambiente era incómodo y extraño, se volvió más de lo necesario al escuchar a Bill reírse. Dipper alzó una de sus cejas con la misma confusión que Bill tenía segundos atrás. Tal vez su declaración sobre el posible asesino fue una tontería.
—¿Podrías repetir lo que dijiste? —preguntó con una enorme sonrisa a causa de la risa—, sólo para asegurarme que no haya escuchado otra cosa.
—Que el asesino es un vampiro —murmuró más bajo de lo normal.
Se vio obligado a desviar su mirada de lo intensa que era la contraria. Los ojos de Bill llegaban a ser como dos alfileres clavándose hasta el interior de su alma. Lo más seguro es que no haya tomado del todo en serio su idea, dándole un pequeño parecido a su tío Stan. Dipper solo deseaba que Bill no lo dejara abandonado con una gran carga sobre sus hombros, justo como lo hicieron los investigadores de la comisaría.
—¿Vampiro? —frunció el ceño ante la acción del castaño, por lo que optó en recargar medio cuerpo en la mesa y con la yema de sus dedos levantar la visera de su gorra—. Dipper, no quiero desmotivarte, pero esas cosas no existen. Son cuentos para asustar a los infantes.
—¿Eso crees?
Sus ojos se encontraron de nuevo con los de Bill con cierta intriga por lo que comentó. Dipper encontró cierta seguridad en su mirada ambarina, por lo que se sintió de igual forma. Aunque una parte de él pedía a gritos que escuchara sus propias pruebas y no abandonara el primer paso de su investigación.
—Lo creo y lo afirmo, Pino —su sonrisa se ensanchó a medida que invocaba sus palabras.
—No lo sé —reacomodó su visera, peinando un par de rizos en el trayecto—, necesito pensarlo antes de descartarlo
—Solo considera lo que digo —su sonrisa desapareció en un instante, a lo que Dipper se sintió un poco culpable por el cambio de ánimo del rubio.
—No estoy diciendo que lo que creas sea mentira, puede que en realidad nos estemos enfrentando a otra cosa —intentó animarlo, dedicándole una sonrisa, que resultó forzada. Por fortuna Bill no la notó, ya que estaba distraído mirando un punto perdido de la mesa, con sus dientes mordiendo de su labio inferior con cierta fuerza que el castaño temía que se abriera una herida.
—Pero ya te lo afirmé, Pino —lo dijo con un tono quejoso y en plena irritación, como el berrinche que un niño haría—. No hay vampiros en la actualidad, dudo que hayan existido alguna vez.
Las bebidas llegaron segundos después, arrebatándole la oportunidad de Dipper para decir algo al respecto. Sería una tarea difícil lidiar con estas pequeñas disconformidades entre ambos, después de todo ninguno tenía por seguro que las decisiones que tomaron fueran las correctas.
—¿Qué otra opción nos queda? —habló bajo, humedeciendo sus labios en el amargo sabor del café, escondiéndose así de la mirada inconclusa del otro.
Dipper ya estaba exhausto de las vueltas que el asunto estaba tomando, llevándolo a una ruleta que jamás se detendría. Dar el caso por vencido no era una opción. ¿Qué pasaría si lo hiciera? Posiblemente el caos se desataría por no haber hecho algo antes.
—Oye —una de sus manos agarró con cierta firmeza la muñeca del castaño.
En un instante, Dipper sintió el peso de los ojos de Bill puestos sobre los suyos, como una extraña carga sobre sus hombros. Con algo de dificultad, podía sostener su mirada fija sobre la intensa del otro. Los orbes de Bill brillaban más de lo normal de un color amarillo chillón, los cuales resultaron demasiado cautivadores. Dipper suponía que el cambio repentino de color era solo por el reflejo del sol.
—Debes confiar en mi.
Dipper asintió de manera insegura y por poco involuntaria, desviando la mirada a duras penas.
Bill frunció los labios, claramente notando la duda en el rostro del castaño. Nadie nunca había reaccionado así ante su habilidad.
Por poco sentía cierta lastima por el castaño, el caso estaba afectándolo psicológicamente. La manipulación no era algo que deseara aplicar ahora que veía con preocupación el rostro pálido y ojeroso de Dipper.
Terminando su bebida, que sucedió en menos de un minuto, se despidió del investigador, acordando para verse en otro momento.
[...]
Unos zapatos presionaban entre zancadas el amplio suelo, logrando hacer eco entre las paredes del enorme lugar, hasta los espacios más ocultos y menos visibles.
—¿Cuánto más tengo que seguir con esto? —exasperó, mirando con dureza a una persona en específico oculta entre las sombras— Al principio fue divertido, ahora ya esta por desenmascarar la verdad, es demasiado rápido.
La mansión de la familia Noroeste era uno de los mejores escondites que ellos lograron encontrar por el momento, convirtiéndolo en su guarida contra los habitantes del pueblo. Afortunadamente, los Noroeste abandonaron Gravity Falls desde la desaparición de uno de sus miembros, el cual encontraron sin vida en la puerta principal.
—Hasta cumplir nuestro propósito y ese chico es nuestro primer paso para conseguirlo, Cipher.
—Creo que ya confía en mi.
Una risa retumbó por todos lados, que hasta las aves que se vagaban entre las ventanas huyeron en un instante.
—¿Crees? Eso no me convence en lo absoluto. ¿Te ha llevado a su hogar? Lo dudo, llevan sólo un par de días conociéndose. Hay algo, o mejor dicho alguien, que necesitamos, escondido en alguna parte y él sabe dónde encontrarlo.
Bill iba a comentar que por poco manipulaba a Dipper para acelerar el proceso y no perder más de su tiempo, pero el recuerdo del castaño dudando de sus palabras fue como un nudo en su garganta. Ese truco nunca fallaba, ¿por qué fracasó con él?
—¿Viste a Ford en la comisaría?
—No tuve tiempo para revisar bien, debiste distraer a Dipper, no ahuyentarlo —Bill reclamó, recordando a la perfección ese día donde Dipper entró asustado a la comisaría porque algo le perseguía— Aunque encontré a Stanley.
—Stan es sólo un estorbo —por poco parecía que escupía veneno entre sus palabras.
Bill se recargó con cansancio sobre la pared, llevaba tiempo sin comer un bocadillo y su estómago ya ardía por no recibir ni una atención. Sus dientes dolían, ansiosos por tener un cuerpo bajo ellos, ya sea animal o persona.
—Tengo una idea.
Alzó la mirada del suelo para encarar a su actual líder, la sonrisa ladina que le propiciaba no le daba buena espina.
—Para que te invite a su hogar deberías ser más cercano a él. Necesitamos a Ford y su cabaña es la única opción que nos queda.
—Ya lo soy, somos compañeros.
—Más cercano a eso.
Bill dejó salir una gran bocanada de aire, girando los ojos. Enamorar a un humano, cosa que consume casi a diario, no era una idea tentadora.
—Me estás pidiendo demasiado.
—Sólo debes apegarte al plan y todo saldrá mejor de lo esperado. Confiamos en ti.
Entre las sombras emergieron más seres del grupo, que oyeron todo lo acordado desde la distancia.
—Mantendremos a todos distraídos.
Bill se estrechó, flexionando su cuerpo con libertad, preparándose para su nuevo objetivo que no sería tarea fácil.
—Quiero ver tres ciervos al amanecer, Gideon.
Pronunció en un bufido antes de salir por la puerta principal a gran velocidad, en busca de su bocadillo nocturno.
——
¡Hola! Gracias por leer el octavo capítulo de Bitten, se aprecia todo su apoyo:D
No sólo se trata de uno, sino de más, a Dipper le dará un colapso
Dejen sus votos y comentarios, que son totalmente apreciados
Los amo
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