¿Qué hay ahí?
La comandante Virginia envió al único técnico de la misión. Antes había equipado al transportador aéreo con suministros necesarios para sobrevivir en medio de la interminable guerra contra los dalvorianos, por lo menos unos días.
-¿Qué hay con él, Galix? No ha estado en encuentro con esas criaturas frente a frente como lo hemos hecho nosotros.
El preocupado Vinn hablaba con la comandante sobre el querer mandar a su amigo a esa misión, bastante arriesgada si se consideraba que las tropas enemigas ya conocían aquel territorio, y si volvían sería complicado no llegar hechos cenizas a la superficie. Pensaba decirle a la comandante que sería más útil si mejor estaba en la base montañosa, reparando las naves de combate.
-No deberías arriesgar la vida de uno de los mejores ingenieros que tenemos en un rango de quinientos kilómetros. Al menos dime que mandarás a un equipo de avanzada con él.
-Claro que sí-Sonreía confiada-Irán en un transportador de clase Raptor y aterrizarán en la parte que suponemos es la más segura de las montañas. No habrá ningún problema si no hay nadie allí. Además, la mayoría de enemigos debe de estar tras la cadena de montañas, al este, peleando con nuestro frente. Aquel área está demasiado lejos de esa antigua base montañosa.
Piloto1: Motores en reinicio en 3, 2, 1.
Piloto2: Aerogenerador encendido.
-¿Están todos?-La comandante miraba hacia los tripulantes-¿Y Rommanel?-Se refería al técnico que iría con ellos.
-Aquí estoy, comandante. Yo soy el Piloto Número Dos-dijo riendo por la confusión de Virginia.
Ella veía por una de las ventanillas del vehículo mientras sobrevolaba el límite de la base, un muro metálico forjado de acero y otras aleaciones de tungsteno. Mientras trabajaba la ruta que seguiría con su equipo en cuanto entráran al lugar, Rommanel le hablaba a Virginia
-¿Ustedes saben por dónde irán, verdad? Pero ¿saben a qué es lo que vamos?
-Nos encargaron protegerte de que no seas carbonizado a penas entres al lugar-respondió uno de los soldados en la parte posterior.
-¿Quieren saberlo? Es para transportar un generador o algo así desde la base subterránea. Puede ser de provecho para los almacenes y sus técnicos si logramos usar la energía que aún conserva, por ello hay que extraerlo antes de que explote.
-¿Es explosivo?-preguntó la comandante, ni siquiera ella sabía tanto de la misión.
-Tranquila. Para eso llevo un equipo especial y así detener la reacción antes de que ocurra. Un criogenizador molecular. En cuanto lo inyecte en el dispositivo detendrá todo su movimiento molecular-mecánico por unos momentos y podré extraer el micro reactor que le da energía, para luego desecharlo. En cuanto lo saque su reacción se detendrá inmediatamente y será seguro llevarlo a nuestra base.
El transportador había llegado a las montañas por las que aterrizarían, a lo lejos había señales de una estructura de cierta forma ovoide. Era la compuerta hacia el interior de la montaña base.
Antes del descenso, Rommanel ya tenía listo su maletín con el equipo necesario. El viento helado del lugar había hecho que los cristales de la cabina se empañaran.
En las alturas se veía la gran expansión del lugar, cubierto de nieve y poblado de picos de roca negra.
Piloto1:¿Ves las líneas oscuras de al fondo? Ahora mismo nuestro equipo militar esta peleando contra criaturas de Dalvoria. Pero tranquilo, estamos muy lejos para que nos impacte una bola de fuego de tres metros.
De pronto algo aparecía de entre cúmulos de rocas del lado izquierdo de la nave, eran al parecer ... dalvorianos.
-¿Pero qué?-Todos sintieron la turbulencia de la nave tras recibir el impacto enemigo en el ala izquierda.
-¡Demonios!-La comandante ordenó que todos abrocharan sus cinturones.
La caída definitivamente sería violenta, con el propulsor izquierdo dañado, casi no había potencia para elevarse.
-Piloto 2:No podré estabilizarlo solo, en cuanto tengamos que ascender presiona este botón, eso liberará los aleros de emergencia.
-Busca una superficie con suficiente nieve para aterrizar-Rommanel tenía las manos pegadas a los controles.
Hasta que la nave aterrizó. La parte posterior estaba destrozada regando las entrañas de la nave durante el aterrizaje. La comandante salió, haciendo disparos en la rampa aún enganchada del vehículo y así salir.
De inmediato apuntó mirando hacia lo alrededores. No había nadie.
Se aproximaron hasta la entrada de la base subterránea, su compuerta con la manija congelada.
-¿Qué diablos pasó?-preguntó Claudine, una de los tripulantes con el arma en mano.
-Nos derribaron, sabían que vendríamos -respondió la comandante Virginia-Rommanel, ¿dónde está el generador?
-El lector atómico lo ubica en el Ala B, tal vez esté en un almacén.
-Wals, ¿cuanto de munición nos queda?
-Comandante... perdimos más de la mitad de los suministros y lo demás cayó cuando aún estábamos en vuelo, antes de estrellarnos.
Virginia calculaba cuanta munición era eso. Si llegaban demasiados bichos, no tendrían oportunidad.
-Está bien... Claudine, Wals, vengan conmigo, los demás busquen si hay algo que podamos utilizar, nosotros iremos con Rommanel tras el generador. Comuníquense si encuentran algo, o si hacen contacto hostil.
-Entendido.
-La base subterránea fue uno de los laboratorios de producción industrial más grandes que poseíamos, mayormente fabricaban defensas y aleaciones resistentes-Wals recorría los puentes metálicos mientras hablaba. El lugar era un enmarañado sistema de puentes colgantes y bóvedas iluminadas con espejos desde el exterior. Así que la no era muy clautrofóbico.
-¿Qué tal va la señal del generador?-preguntó Claudine.
-Aún falta mucho, la señal no se ha intensificado demasiado desde que empezamos a caminar.
-Tranquila, llegaremos antes de que los... ¿cómo los llamaron?
-Dalvorianos-Dijo Virginia, aún apuntaba hacia los niveles de abajo mientras caminaba.
Una explosión había causado un estruendo desde los muros que separaban su ala con el Ala A. No eran otros que sus compañeros. Se habían topado con el enemigo.
-Comandante, se trata del resto del equipo, hay que ir por ellos, o morirán, nadie tiene suficientes balas para pelear contra esas criaturas.
-Carguen sus armas, vamos a ir por ellos.
Dirigiéndose hacia las explosiones, una de las compuertas salió volando, golpeando a Wals.
- Wals, no tenemos tiempo para esto, ¡levántate!-Claudine lo cogió del brazo y lo ayudó a recomponerse.
Junto al humo vieron a uno de los soldados. De inmediato Rommanel fue y lo sujetó, mientras Virginia y Claudine entraban al Ala A con las armas cargadas y apunto de disparar, de pronto se escuchó la voz del otro par de militares, pidiendo ayuda, uno tenía unas laceraciones en el pecho y el otro estaba con el hombro rasguñado. No cabía duda, los dalvorianos habían ya invadido el lugar, el Ala A totalmente llena de estos seres alienígenas. Mientras Claudine y Virginia disparaban, Wals corría junto a Rommanel en busca del generador.
-Dime que ya estamos cerca-decía Wals, transpirando del miedo por la sorpresa y la apariencia de las criaturas, hasta ese momento. Él había sido un novato, trabajando en los hangares y haciendo de piloto, por lo tanto era natural que le pareciera aterrador ver a esas criaturas, antinaturales.
-¡¡Apunta a la cabeza!!-gritaba Virginia, no había tiempo para recargar, cada disparo contaba y aún más si les superaban en número, dos contra doscientos de ellos.
Pero Claudine se había fijado en una cosa, habían tanques de combustible en ciertas partes del complejo en que se encontraban, no les servirían de combustible como tal.
-¡Jefa, mire!-señalaba los barriles de combustible que había en los rincones y algunas esquinas del lugar.
-Bien pensado, pero habrá que salir de aquí rápido, ve sacando a los demás, yo los distraeré.
En lo que quedaba de la nave, junto al cuerpo del fallecido piloto la radio aún crepitaba de estática. Luego una última transmisión de emergencia.
-Adelante, Distrito 11, confirme su estatus.
En el hangar sobre las montañas, Vinn cogió la radio con nerviosismo. Era la primera transmisión que recibían del frente en semanas.
-Aquí Distrito 11, nos acercamos a las montañas, los campamentos y guardia perimetral han sido invadidos sorpresivamente por dalvorianos.
-Distrito 11, requiero verificar información-Imposible, le pareció que casi estaban ganando esta guerra. Pero al parecer solo ganaban tiempo.
-Repito, nos invadieron.
-Oh, mierda
-Las defensas cayeron, no hay fuerza militar en los sectores oeste y norte, todas las instalaciones que se encuentren en la zona de hangares al sur, dirigirse obligatoriamente al comando central.
Procederemos a bombardear todos los sectores desde el marco de artillería hasta los límites en la última base de Rizian.
-No puede ser, van a bombardear todo este lugar, hay que largarnos de una vez.-Gálix sería la última en dar la palabra de mayor rango allí. La última lider.
-¡Espera! ¿La misión, recuerdas? Ellos aún siguen ahí, debemos avisarles de lo que viene.
-No podremos llegar a tiempo Vinn, lo siento.
-Sí podemos, hay una forma.
El eco de los disparos llegaba a todos los rincones del lugar. Wals y Romanel recorrían a trompicones los desgastados puentes metálicos, era como caminar sobre el vacío.
-¡¡Disparaa!!
Una bala salió directo desde el arma de Virginia, haciendo que los depósitos de combustible cercanos se encendieran en llamas, luego siguió disparando para destruir los demás. Los dalvorianos caían envueltos en llamas de los puentes y cables que sostenían la estructura.
-¡Eso! -Gritó Claudine.
Wals estaba cansado, habían llegado al lugar del generador, un gran almacén con pocas cajas, aún el generador estaba en el centro de todas ellas, emitiendo toda la energía térmica disponible en su núcleo.
Pronto Rommanel saco la cápsula criogénica, destapó la parte de arriba inyectando el contenido en uno de los espacios de la máquina. Pronto esta redujo su temperatura por unos segundos, lo suficientemente estable para arrancarle el reactor que yacía en su interior.
-¡Lo tenemos!-dijo Wals emocionado.
Pronto se escucharon sonidos de golpes en las paredes del almacén.
Demonios, ese era el plato fuerte de la misión, una horda de cientos de ellos se aproximaban, trepando las varillas de metal y ascendiendo por los cables.
-Debemos mover el generador lo antes posible.
-Soy el que tiene el arma, vete de una vez. Yo te cubro.
Rommanel tuvo que acceder, empujando el generador hacia la compuerta, viendo como Wals se quedaba atrás con los destellos del arma peleando y disparando contra esas miles de criaturas que lo acechaban para devorarlo.
-¡Vamos, sigue! ¡¡Sal de aquí!!-Gritaba Wals desde el almacén.
El generador era pesado pero no tan difícil de mover, llegó al puente del ala B que iba directo al ala A. A lo lejos veía a Claudine con otros soldados malheridos.
-¡Rommanel, aquí! ¿Y Wals?
-Se ha quedado, dijo que me cubriría, aún está allí, ¡podemos sacarlo!
De nuevo otro estruendo hizo eco en las instalaciones, venía de afuera está vez.
-Hay que salir de aquí ahora-La comandante había sobrevivido al encuentro con las criaturas, pero ya estaba con el cartucho vacío- ¿Y Wals?
-Nos está dando tiempo. Ninguno tiene munición suficiente. Se lo agradeceremos más tarde.
-Oh, ya veo-dijo en tono casi preocupado-Salgamos de una vez.
Cuando bajaban, de nuevo se escucharon los disparos del arma de Wals, indicando que seguía con vida.
-¡Es Wals!-gritó Claudine.
De entre una de las compuertas, éste salió arrojado por una de las criaturas.
-¡Claudine, dame un cartucho! ¡Ahora!
Rápidamente le lanzó el único que le quedaba. En tres segundos arrasó con una decena de ellos.
-¿Qué hacen? Huyan de una vez, esos no han sido los últimos.
Las criaturas aún salían de los almacenes cuando una explosión los alcanzó, carbonizándolos.
La comandante sacaba el cartucho vacío de su arma.
-Hay que volver por donde vinimos. Claudine, ¿cuantos cartuchos te quedan?
-Ya ninguno
-Yo... todavía me queda uno-dijo uno de los soldados heridos.
-Muy bien-disparando de nuevo, se deshacía de los que se acercaban a Rommanel por ser el que estaba atrás.
De pronto el puente metálico por el que cruzaban se tambaleó. Los dalvorianos cortaban los filamentos de metal. El generador había caído hacia la inclinación del puente. Ellos los superaban en número por miles.
-¡Virginia! ¡Dispara al generador!!-Rommanel había pensado en hacerlo explotar.
-¡Demonios, esta bien!-Virginia apunto con las últimas balas que le quedaban a su arma, ojalá fuesen suficientes-No hay otra forma de librarnos de ustedes que con una malditas explosiones.
Rommanel había soltado el generador para que cayera en medio de todos los dalvorianos, los disparos de la comandante casi no lo habían tocado. Con el último disparo, con toda la paciencia y tiempo que le quedaba, dio el último tiro, esperando dar en una de las aberturas que había indicado Rommanel
-¡Vamos! ¡Explota de una vez!-Furiosa por el intento fallido, ayudó a Rommanel a llegar al final del puente, estaban ya en las compuertas que daban a exterior. Fue entonces que por la caída desde tanta altura que el generador explotó, causando una explosión tan potente que se llevó consigo todas las estructuras de metal cercanas matando casi a todos los dalvorianos restantes.
Lanzando la compuerta de un sólo golpe ya habían llegado a la superficie. Por fin, volvieron a cerrar la compuerta.
-Ahora qué?-decía Claudine respecto a su salida del lugar.
A lo lejos se podía ver a una nave de combate. Era mucho más grande que las demás.
-Me parece o es el...-Rommanel miraba hacia las montañas cercanas como una nave de combate gigantesca aterrizaba en frente del lugar.
-¡Señorita Gálix!-gritaba emocionada Claudine por haber recibido ayuda directamente de la directora de la facción militar de su sector.
-¿Llegamos a tiempo o no?-decía Vinn luego de abrazar a su amigo el técnico.
-Casi morimos ahí dentro. Gracias por venir.
-Oh es cierto, van a bombardear todo este lugar
-¿Qué? ¿Por qué?-preguntó Wals confundido.
-Los dalvorianos, hubo una invasión, la artillería no resistió, ahora vienen hacia acá.
-De hecho nos encontramos miles de ellos ahí adentro, estos soldados están heridos. Debemos llevarlos cuanto antes.
Subieron todos ayudando a los heridos.
-Entonces... trajeron una de las naves más grandes que tiene el ejército ¿sólo para rescatarnos?
-El Deus Máxima no es nada comparado con otras que tienen en otros hangares, pero... sí, además se trata de una invasión, hay que responder con todo lo que tenemos-dijo riendo Vinn.
-Motores del uno al cinco encendidos, pongamos esto en marcha.
A lo lejos, por las ventanillas Virginia se volvía a acercar para ver de nuevo, esta vez pudo ver a los cazas soltando proyectiles explosivos sobre el terreno por donde corrían hordas de criaturas dalvorianas. Pensaba en que habían tenido suerte de salir vivos de esa. Todos se sentían más seguros en una nave de dimensiones como el Deus Máxima. Siendo 6 u 8 veces más grande que un transportador normal.
Rommanel pensaba en que tal vez tampoco sería fácil huir de el planeta en que se encontraban pero al menos habían logrado vivir un día más.
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