BIRTHDAY
Aquel día comenzaba como cualquier otro día de diciembre, aquella ventisca gélida que se aproximaba. El clima húmedo y frío, soleado como cualquier otro, pero sin aquella calidez de verano. El otoño acababa, al igual que las lluvias torrenciales, y las hojas de los árboles ya se encontraban en el suelo.
Faltaba poco para que la tierra se pintara de blanco, las casas decoradas con luces y muñecos, coros llegando a casas ajenas a cantar y familias celebrando. Todo normal para aquella ciudad: noche buena, navidad y año nuevo.
Por eso, esa misma tarde de pre-invierno, casi el medio día, era hora de decirle saionara a todo trabajo exhaustante para cualquier persona.
Los trabajos acababan, los niños regresaban a sus hogares para sus queridas vacaciones de invierno, y la familia podía estar reunida.
Faltaban 23 días para noche buena, y la pareja -cuya narrativa es sobre ella- se disponía a solo pasar tiempo en familia. Pero nuestro querido ex-cantante tenía más trabajo de lo normal, ya que el abuelo -dueño de la empresa Golden- acababa de fallecer, así que el pequeño -ni tanto- sucesor tenía que hacerse cargo de dicho negocio familiar.
Pero también para vuestra sorpresa, el zorro insurgente ya tenía empleo. Y como lo viéramos, ¿no creen? Holgazán, mugriento, cascarrabias, gruñón, mal empleado, insurgente, mal educado, fuera de moda, etc. Pero si, tenía empleo justo en la empresa Golden: "Administrador de recursos sanitarios para el bienestar de la población hacia su salud" . Bueno, solo era el conserje. Y es que Golden no podía hacer más, ya que nadie, nadie -excepto el de mata dorada- confiaba en el de orbes amarillos para manejar una sección importante en la empresa.
Y así siguieron.
Los días pasaban, aquella pareja tenía una vida ajetreada pero divertida si vemos los pequeños detalles como:
•Los enormes esfuerzos para que el oso levante al zorro.
•Las corridas de un lugar a otro para encontrar lo necesario.
•Las distintas clases de vestimenta.
•Los "almuerzos" -re quemados- del zorro.
•El como se pelan por usar el bus, metro o taxi, o simplemente correr.
•Las charlas de la pareja, con un toque morboso e infantiles.
•Las múltiples "peleas" por no tener un buen sueldo(?
•Los encuentros amorosos en el trabajo.
•Viéndose a veces en el lobby del lugar, uno muerto mientras el otro llega.
•Las quema- digo cenas de Fox, con toque de burla para Gold.
•Y las noches morbosas de la pareja.
Prácticamente así era todo su día, resumida en pocos puntos importantes.
Justo ahora, era noche buena. Y en todo el edificio Gold, los trabajadores ya no asistían desde hace tres días, pero nuestro querido jefe al mando aún tenía que ir.
¿Y Foxy? En la casa, holgazaneando como siempre.
[…]
Exhausto nuestro pequeño jefe, fue cerrando aquel edificio suyo, para luego ir rumbo a su hogar.
Ya era pasada de las once de la noche, y aquel gélido frío era mas fuerte de lo normal, ya que tiritaba hasta por los codos.
La nieve ya había caído, y eso empeoraba la cosa, era mas difícil el caminar con esos zapatos de vestir.
Y solo faltaban unas cuadras para llegar a casa.
«Vaya día de mierda» pensó el joven.
Y es que, aun a pesar de estar a punto de graduarse, tanto Foxy como él, cabía la posibilidad de repetir el semestre. Ya que su trabajo -más por el oso- los tenían ocupados y solo podían ir a clases los sábados. Y espera, que el sábado se hizo para descansar, no para seguir con el trabajo escolar o laboral.
Sus años de adolescencia y fantasía se acabaron, siendo presos por el deber del adulto.
Se sentía esa opresión dentro de ellos, no llegaban bien después del trabajo, pero ninguna permitía ese aura de negatividad y preocupante entrar a su hogar.
Sus pensamientos eran constantes, tanto que no se dio cuenta que ya se encontraba frente aquel portón cubierto con la misma arena blanca de siempre.
Empezó a quitarse los guantes, sintiendo aquella corriente de aire pasar por su piel. Frotó sus manos y las juntó con sus labios, proporcionado el calor suficiente para tomar las llave. Una vez, dizque caliente, llevó su mano al bolsillo para tomar sus llaves e incrustarla en el picaporte. Dio la vuelta y escuchó el click que indicaba que estaba abierto. Giró el pomo y sintió la calidez que emanaba su hogar una vez que abrió la puerta.
Se adentró, tomó las llaves y cerro la puerta detrás suyo.
Pudo voltearse una vez ya teniendo la puerta asegurada. Contempló su hogar, las luces aún seguían encendidas, indicándole una sola cosa. Lo esperaban despierto.
Empezó a despojar toda nieve que yacía en el, una ves listo, quitó cada prenda suya; abrigo, bufanda, guantes y botas, colocándolas en el perchero quedando solo en aquel pantalón negro y suéter color rojo con toques dorados. Regalo de su querido prometido.
Listo, se adentró más a la residencia, topándose consigo una gran sorpresa. Aparte de que la casa estaba más limpia de lo usual, en su comedor se hallaba aquel cuerpo de su zorro, desplomado sobre aquel mantel blanco, aún con los cubiertos y platos sobre aquel tinelo de madera y cristal.
Sonrió ante aquella escena, su prometido recostado sobre sus brazos, despeinado y aún con la pijama mal puesta y arrugada. Se le podía notar que estaba cansado, su respiración profunda y un tanto pesada con leves ronquidos, pero no le detenían si quería hacerle algo al amor de su vida.
Había preparado la cena, y se podía ver a simple vista que lo hacia con dedicación y cariño, ya que aquellas quemadura, cortes y benditas en las manos le delataban.
Volvió a reír y se acercó con delicadeza para no despertarle. Colocó su mano sobre la melena roja de su compañero y la empezó a frotar. Aquellos movimientos causaron en el mayor un gruñido, y es que odiaba que lo levantarán.
— Zorrito noob, despierta dormilón, ya llegué —habló el chico con voz suave y delicada.
Removiéndose en su mismo lugar, el nombrado anteriormente comenzó a abrir sus párpados lentamente, viendo aquella escena borrosa causante por las lágrimas del sueño. Se erigió y comenzó a estirar cada extremidad de su cuerpo. Bostezó una vez y se rasco la barriga.
— Hola amor —dijo somnoliento.
El cantante rió.
Fijó su mirada hacia la cocina que era un desastre para luego volver a ver su amado, quien le miraba un tanto dormido pero sonriente.
El peli-rojo, al percatarse de aquello, empezó a balbucear palabras sin sentido alguno, empezó a dizque "poner" los cubiertos y se levantó de su asiento de un salto para luego salir corriendo por la comida de su pareja, pero sus piernas flaquearon para terminar romperse la nariz.
«Bravo Foxy» pensó rojo.
El divo del lugar vio aquella escena, su risa fue de pequeñeces a escandalosa. El mayor -de estatura- miraba serio a su pareja, con su mano apoyada en su barbilla y bufando por lo molesto. Quería reírse también, pero tenía que mostrar seriedad.
El de orbes grises se hincó hasta quedar de la estatura de su compañero y le extendió la mano en seña de ayuda.
Y es que el pelirrojo aún seguía sorprendiéndose por aquellos detalles. Giró la cabeza avergonzado y tomó aquella mano con un rubor en sus mejillas.
Golden se levantó, ayudando al mayor, pero fue tanta la fuerza del dorado, y poca del rojo, que ahora las posiciones estaban intercambiadas. Se habían caído, Foxy arriba de Golden. El pelirrojo tenía sus manos apoyadas a los costados de la altura de la mata dorada mientras que el oji-gris estaba completamente rígido y asombrado con las piernas cruzada entre ambos.
Ambos chicos parpadearon dos veces, se creó un leve rubor en ellos, pero las risas explotaron después de un rato. Foxy se dejó caer levemente sin lastimar a su amada, colocando sus manos en la cadera de este.
Lo sujetó y juntos se levantaron.
Su agarre aún no se deshacía, seguía con su brazo rodeando la cintura del cantante. Este se dio cuenta y se miraron.
— ¿Y si dejamos la cena para mañana? —contestó somnoliento y con cierta indirecta en su voz para ir directo a la habitación.
El oji-ámbar solo rió.
No dijo nada, solo tomó aquella mano más pálida que la suya y la fue dirigiendo hacia la recamara. Una vez dentro soltaron leves risillas y cerraron la puerta.
[…]
Comenzaba a amanecer.
La tenue luz del sol traspasaba la fina tela de las cortinas, comenzando a despertar al chico que había entre las sabana, arropada por el frío de su habitación.
Aquellos párpados comenzaron a abrirse con pereza, abrazado a la almohada. Inhaló aquel aroma de su colcha, dándose cuenta de su dulce olor a mañana en el frío invierno.
Se fue incorporándose, recargándose en la cabecera de su cama, observando la habitación. Suspiró y volteó a ver la ventana, dándose cuenta de la poca luz que su ventana proporcionaba, junto con el polvo que alcanzaba a verse por la iluminación. Miró a su lado izquierdo, encontrándose con el mismo zorro pelirrojo despeinado, con la camisa levantada, babeando, roncando, destapado, etc; todo un desastre.
Rió levemente.
Se destapó dejando que su cuerpo adquiriera el gélido ambiente de su habitación y apoyó sus pies en el suelo, sintiendo los hilachos de la alfombra entre sus dedos.
Fue levantándose con cuidado escuchando el más minúsculo sonido proveniente de su cama.
Levantado, fue al baño y comenzó su aseo.
Regresando, pudo ver a Foxy aún durmiendo. Fue acercándose hasta sentarse en la orilla de la cama, acercó su mano a los mechones que había en su rostro para apartarlos y deslizar su mano a la mejilla de este. Fue acercándose cada vez mas hasta quedar centímetros de la boca de su pareja. Rozó sus labios y los lamió, sintiendo ese dulce sabor a pudín. No tardó mucho en depositar un beso.
Nadie se hizo del rogar, el zorro, sin que se diera cuenta el dorado, pasó sus brazos por alrededor de él y lo atrajo más a su cuerpo, sorprendiendo a Golden de que Foxy ya había despertado.
— Buenos días —dijo Foxy una vez separándose del beso.
Golden no contestó.
— No te pongas así, tu querías y lo sabes —dijo divertido el zorro.
Se incorporó para luego levantarse e ir directo al baño. El de mata dorado no dijo y se quedó esperando.
Después de un rato, Foxy salió. Se fue acercando a su pareja, quien miraba la ventana sin previo visto que su novio había salido.
Sintió como se sobresaltó por el leve tacto que hubo entre ambos, ya que el pelirrojo tomó los hombros del oji-gris y los masajeó delicadamente.
— No crees que sería mejor ir a- —
— ¡Papá! ¡Mamá! —
La pequeña propuesta fue interrumpida por los gritos chillones de dos traviesos niños que iban corriendo con pasos torpes hacia la habitación de sus padres.
Un leve suspiro se oyó por el mayor, quien recibió un puñetazo por aquella broma de mal gusto. Ambos sabían que el pelirrojo amaba mucho a los niños pero era agotador cuidarlos en vacaciones.
Se escuchaba cada vez más cerca los pasos de los pequeños y los padres estaban ya preparados para los gritos.
— ¡Papi! ¡Mami! —gritaron los pequeños una vez entrando por la puerta a toda la velocidad.
La pareja se separó para recibir con los brazos abiertos a sus hijos.
Los pequeños se aventaron a la cama y fueron gateando hacia sus padres, quienes los tomaron y lo sentaron en su regazo.
— Dave, Fran, ¿qué pasa? — dijo el oso.
— Mamá, Fran bajó y encontró obsequios —dijo Dave dirigiéndose a su "madre".
— ¿Obsequios? —cuestionó Golden.
— ¡Sí! Mami, ven a ver —dijo la chiquilla, entusiasmada por tal acontecimiento.
Los dos pequeños jalaron a su "madre", quien miraba a Foxy de una manera extraña, ya que este solo sonreía por la agradable escena que tenía frente suyo.
Bajaron las escaleras y se dirigieron a la sala, donde se encontraba ya la chimenea encendida y árbol de navidad repleto de luces y esferas. Al igual que los muebles y paredes decorados de ese emotivo día. Navidad.
El cantante observó bien, y tallo sus ojos para observar con más claridad, encontrándose con un montón de obsequios debajo de dicho árbol.
— Gran sorpresa para los niños, ¿no crees? —
Escuchó una voz detrás suya que provenía de la única persona mayor que él. El pelirrojo pasó su brazo por el torso de su novio y lo atrajo a su cuerpo. Él no tenía palabras por lo que estaba viendo.
— Yo fui —dijo risueño, cerca del oído de Golden— Me levanté más temprano antes que ellos para eso —
Aún sin palabras.
Los niños no ponían atención a sus padres ya que se fijaban en los regalos y sus coloridos envolturas preguntándose qué habría dentro.
— Feliz navidad, amor —dijo por fin Foxy y besó a su pareja, quien correspondió gustosamente.
— Feliz navidad, santa zorro —dijo Golden después del beso.
— ¡Iugh! —gritaron ambos niños.
Sus padres voltearon y rieron ante tal acto de sus hijos. Foxy se acercó a ellos, gritando a todo pulmón "¡Mounstro de cosquillas¡" y comenzó a perseguir a sus hijos por toda la sala, y luego a su pareja.
Así se la pasaron, en risas y en familia, abriendo sus regalos y recibiendo abrazos, besos y mimos entre ellos cuatro.
Disfrutando de otra navidad.
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Bueno, aquí esta la penúltima historia de este libro(? No sé, pero el final seguro que quedará genial, tal vez no muy largo como este o no sé pero si será especial.
Mas aparte, habrá como segunda continuación de este cap, algo así, de lo que pasó en año nuevo. No sé, lo pensaré. Este se suponía que era para diciembre, pero como soy floja y por el instituto pude terminarlo ayer en la madrugada, osea hoy.
Disfruté mucho haciéndolo, espero que les guste. Den like y comenten!
Chau chau!
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